¿Es todo malo en la red? El Internet bueno

Aunque en los últimos años la discusión sobre el entorno digital se ha enfocado en alertar sobre sus riesgos y amenazas, el uso de Internet en su acepción más democrática y como garante del acceso al conocimiento y a información veraz trae numerosos beneficios.

Julia Alegre

Internet se ha convertido en un espacio de desinformación, polarización ideológica e incitación a la discriminación y la violencia. Es una realidad innegable, como apunta la UNESCO y tantos actores gubernamentales, académicos y organizaciones internacionales, que llevan años alertando en esta dirección. En su informe Directrices para la gobernanza de las plataformas digitales, el organismo de Naciones Unidas subraya la urgencia de salvaguardar la libertad de expresión y el papel democrático de las plataformas digitales, incluidas las redes sociales, frente a la proliferación de las fake news, el odio y la manipulación. Se entiende que estos ecosistemas, Internet en su conjunto, son «un nuevo frente para la búsqueda de la paz».

Sin embargo, y aunque pareciera que el panorama es ciertamente desalentador, todavía hay espacio para la esperanza. Del mismo modo que el uso de Internet en manos de ciertos sectores con intereses específicos incita a la radicalización de los discursos y supone un riesgo para la buena salud de las democracias y la protección de los derechos humanos, Internet tiene un lado bueno. Y esta es otra realidad que también resulta incuestionable.

En medio del debate sobre el impacto negativo de Internet en nuestras sociedades, un reciente estudio de la Universidad de Oxford apunta a los beneficios psicológicos que se desprenden de su uso. Para que llegara esta afirmación, los investigadores recogieron datos de una muestra de 2 millones de personas de 168 países entre los años 2006 y 2021 y analizaron ocho indicadores entre los que se incluyen las experiencias diarias negativas y positivas y la satisfacción con la vida. Así, concluyeron que existe una correlación positiva entre el acceso a las herramientas digitales y el bienestar mental de los individuos.

Internet democratiza el acceso al conocimiento e impulsa una conexión global no vista antes

Internet, además de ser un espacio favorable para la proliferación del odio, la injerencia en la opinión pública y la promoción de la crispación, es una herramienta poderosa en tanto democratiza el acceso al conocimiento y la cultura e impulsa una conexión global e intercambio no vistos antes. De acuerdo con otra investigación de la London School of Economics and Political Science (LSE) y Unicef, realizada sobre una muestra de cerca de 15.000 niños, el uso de Internet es crucial para su aprendizaje y desarrollo de habilidades. Los menores que participan en una mayor variedad de actividades en línea, bien sea con un propósito educativo o de entretenimiento, como jugar online, son más propensos a saber desenvolverse en estos entornos, interactuar positivamente con y en ellos y reducir su exposición al riesgo.

En 1995, cuando nadie podía imaginar las dimensiones que adquiriría Internet, la directiva de Intel Sally Hambridge publicó la conocida como «netiqueta», un decálogo de buenas prácticas en el que se recogen las normas de comportamiento que deberían regir las relaciones entre personas en el ámbito digital con el objetivo de asegurar un ecosistema digital favorable y seguro para todos. Un protocolo de conducta que, en caso de ser una norma extendida en la actualidad, incidiría en la consolidación del denominado Internet bueno, que pasa por tener buenos usuarios operando en él, respetuosos y comprometidos con un uso responsable.

Entre las 10 pautas que propone la netiqueta, destacan no olvidar que la persona que está al otro lado de la pantalla es otro ser humano (con especial dedicación a los haters), compartir el conocimiento adquirido con la comunidad, ayudar a mantener los debates en un ambiente sano y educativo, respetar la privacidad de terceros y no abusar del poder o de las ventajas que se tengan. Son normas que pueden integrarse en los que se conoce como la ciudadanía digital, que constituye el ejercicio crítico y práctico de la ciudadanía en Internet. Un concepto que ahonda en la capacidad del ciudadano a sacar el máximo provecho a las oportunidades que ofrece el mundo virtual.

Es importante no olvida que la persona que está al otro lado de la pantalla es otro ser humano

La cuestión, por lo tanto, no radica tanto en si las plataformas digitales son buenas o malas per seInternet como herramienta asocia múltiples usos favorables y beneficiosos. También las redes sociales. Desde su empleo con fines divulgativos, educativos, hay quienes lo usan (y las usan) para encontrar personas afines, procurarse amigos e historias de amor significativas, para publicitar proyectos personales, para lograr un empleo, para acceder a información y contrastar su relevancia y veracidad…

La discusión en torno a la existencia de un Internet bueno y su promoción se integra en la responsabilidad –y los deberes­– de los diversos actores (gobiernos, sociedad civil y sector privado y público) de cara a garantizar un ecosistema digital abierto y seguro para todos, donde prime el derecho a un uso y consumo responsable del contenido que ahí se difunde y comparte. Lograr este objetivo es una tarea compartida.

https://ethic.es/internet-bueno?_gl=1*1c0emxg*_up*MQ..*_ga*MTI1ODg1MjEzNS4xNzU3NTQ2NzM0*_ga_0LL6WCT924*czE3NTc1NDY3MzMkbzEkZzAkdDE3NTc1NDY3MzMkajYwJGwwJGgxMTU5MTM3NjAz

Guerras de Internet

Guerras de Internet
 
   
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Internet está tan presente que prácticamente no pensamos en ella. Ya ni siquiera nos exige conectarnos a un cable: se desmaterializa y desaparece entre las paredes y los muebles de nuestra casa, nos rodea con ese halo mágico llamado wifi, que no vemos pero nos mantiene comunicados mientras chequeamos un email en la terraza o nos acostamos a la noche a ver una película.
Con su omnipresencia que todo lo resuelve, internet se erige como la primera religión común de la humanidad y nos aterra la idea de estar desconectados por más de un segundo. Pero confiar tanto en cualquier poder tiene sus riesgos.
En este libro, Natalia Zuazo se propone bajar la tecnología del pedestal y contar las historias humanas más allá de Internet para nombrar a los protagonistas, saber cómo funciona, entender cuáles son las luchas de poder que hay detrás, qué hacen las empresas y los gobiernos con nuestros datos, y cuánto de todo esto sabemos o ignoramos.

Los dueños de internet

Los dueños de internet
 
   
 
Este libro propone cambiar la lógica monopólica de internet y adueñarnos de nuestro propio modo de relacionarnos con la tecnología para vivir en un mundo más equitativo.
En este preciso instante, la mitad de las personas están conectadas a Google, Microsoft, Facebook, Apple y Amazon. En los últimos años, las grandes plataformas tecnológicas se convirtieron en las empresas más ricas del planeta sin usar la violencia. Su poder se consolidó gracias a los millones de usuarios como nosotros que les confían su atención y sus datos a través de teléfonos móviles y algoritmos. Hoy internet es un club de cinco grandes monopolios que generan desigualdad. Un puñado de corporaciones domina el mundo como antes lo hicieron las potencias coloniales.
¿Cómo construyó Microsoft un imperio del conocimiento? ¿Cómo predice Google nuestros movimientos? ¿Cómo cimentó Facebook su poderío informativo? ¿Cómo maneja Uber el mundo de transporte? Pero sobre todo, ¿cómo podemos revertir esta situación?
En este libro, la periodista especializada en tecnopolítica Natalia Zuazo se sumerge en el universo de estas grandes corporaciones para entender sus fines. Y cuenta otras historias donde la tecnología está siendo usada con otra lógica: la de una sociedad más equitativa.


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