Neurociencias y cognición moral

 


Los procesos de acción y toma de decisión en asuntos éticos y morales tienen componentes tanto cognitivos como emocionales, esto puede apreciarse tanto en los procesos de resolución de dilemas éticos y morales, en las etapas del desarrollo moral, la teoría de los sentimientos morales, así como al momento de presentar argumentos deontológicosconsecuencialistas o desde el cuidado en teoría ética. De esta manera, el cerebro juega un papel central en estos procesos por lo que su estudio brinda información clave sobre los hechos empíricos que acompañan los comportamientos morales. Las neurociencias, al estudiar la función del sistema nervioso y su relación con la conducta observable (Ibáñez, Ceric, López, & Aldunate, 2008) son precisamente esta fuente de información. En el presente artículo se hace un recorrido sobre los principales hallazgos y retos en el campo, para ello el trabajo de Joshua Greene y sus colegas será de suma importancia, por ser uno de los más representativos en neurociencia cognitiva que ha tratado la moralidad.

Imágenes de funcionamiento cerebral (fMRI) y procesos morales

Greene plantea una postura evolucionista y reconoce repertorios primitivos poderosos ante situaciones de violencia o amenaza personal, mientras que cuando es impersonal, aunque hay respuesta emocional (con función de alarma), las personas responden de manera más cognitiva. Sus estudios del 2004 con dilemas morales “personales” (aquellos en los que se toma una decisión en primera persona, quién responde es el involucrado en la decisión) e “impersonales” (aquellos en que se pregunta por los actos de un tercero) incluyen imágenes del funcionamiento cerebral mientras estos se resuelven y medidas de tiempo de reacción, con el fin de comprobar las hipótesis sobre los procesos psicológicos implicados. Efectivamente, ante los dilemas personales hubo mayor actividad en las regiones cerebrales asociadas con respuesta emocional y cognición social y mayor tiempo de reacción; ante los dilemas impersonales, la actividad cerebral fue mayor en las regiones asociadas con procesos cognitivos (Greene, Nystrom, Engell, Darley & Cohen, 2004). Más recientemente, Amit y Greene (2012) realizaron tres experimentos con la hipótesis de que los juicios característicamente deontológicos están preferiblemente apoyados por imágenes visuales. Los resultados mostraron que las personas con estilos cognitivos más visuales hacen más juicios deontológicos y que hay tendencia a visualizar más los medios peligrosos que los fines beneficiosos, lo que sugiere que la imaginación visual apoya el juicio de que el fin no justifica los medios.

Otros estudios que han incluido imágenes del funcionamiento cerebral (fMRI) mientras los participantes toman decisiones morales sobre la vida y la muerte, en el escenario clásico del vagón del tren, mostraron el efecto del grado de involucramiento personal en las emociones, por ejemplo, si en el caso de decidir el sacrificio de una persona, esta era familiar, la decisión era más difícil. En cuanto a diferencias de género, los hallazgos han mostrado mayor efecto del factor emocional en las mujeres (Greene & Haidt, 2002; Haidt, 2001; Haidt & Bjorklund, 2008).


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