CLASICOS DEL SIGLO XX:Homo Faber de Max Frisch Dossier




CLÁSICOS DEL SIGLO XX: UNA INVITACIÓN A LA LECTURA

'Homo Faber', de Max Frisch

EL PAÍS publica la novela más popular del dramaturgo y escritor suizo






Frisch es, con Dürrenmatt, probablemente, la pareja más importante de los dramaturgos en lengua alemana surgidos tras la Segunda Guerra Mundial y, sin ninguna duda, los dos creadores más universales de la literatura suiza del mismo periodo. Si hubiera que completar la terna, habría que incluir a Robert Walser, si bien este último realiza su obra más significativa en la primera mitad del siglo pasado. En el caso de Frisch, todo parece indicar que el conocer a Bertolt Brecht en el transcurso de la mencionada Segunda Guerra Mundial condicionó su dedicación y concepto de la dramaturgia, y ratificó su obsesión por los problemas de la identidad humana y las relaciones entre individuo y sociedad. Sus primeros textos de teatro aparecen entre 1945 y 1953 (Ahora vuelven a cantar, La muralla china, Don Juan o el amor a la geometría y Los incendiarios). En 1954 publica No soy Stiller, y en 1957, Homo Faber, la novela que podrán comprar mañana los lectores de EL PAÍS por tres euros y que adaptaría al cine en 1991 el realizador alemán Volker Schlöndorf con el título de El viajero. En cierta ocasión, el propio Frisch comentó que "cada vez con más frecuencia me asaltan recuerdos que me horrorizan. Por lo general, estos recuerdos no son horrendos en sí mismos, sino nimiedades que uno no relataría en la cocina, o si va de pasajero en un coche. Lo que me horroriza es, más bien, el descubrimiento de que he estado ocultándome a mí mismo mi propia vida", una reflexión que suscribiría Walter Faber, el protagonista de su novela.

El perro de Goya

El arquitecto Max Frisch amaba el orden y la racionalidad. El escritor que llevaba dentro se mostraba fascinado por la fuerza determinante que podían tener en nuestras vidas el azar y el subconsciente:"Un hombre se equivoca de sombrero, vuelve al guardarropa, da un pisotón a una muchacha, se disculpan el uno al otro, tanto que terminan conversando, y la consecuencia es un matrimonio, tres o cinco niños. Un buen día, cada uno se dice: '¿Qué sería de mi vida sin esta confusión de sombreros?". La tensión entre el orden y el azar, la racionalidad y el subconsciente, se encuentra presente en Homo Faber. También la desesperación, la que surge al entender que la vida es un proceso incontrolable, prevalece a lo largo de toda la obra. "Soy un autor de la desesperación, una desesperación que es más vital que el autoengaño. Por ejemplo, cuando veo pinturas del llamado realismo socialista sé que son un engaño: las cosas no son así. Detrás del coraje de ver las cosas como son hay una desesperación activa. Creo que tengo una visión ética del mundo, pero no tengo fe. Soy como el perro de ese cuadro de Goya que asoma la cabeza y aúlla".


                                            

Diarios (fragmento)


El lenguaje teatral es el único lenguaje de las artes en el cual la conciencia del espectador está simultáneamente sometida al estímulo de dos series asociativas de naturaleza diferente, una se origina en la percepción, es decir, aquello que veo, la materialidad de la escena: el escenario, el espacio, la gestualidad del actor, el actor mismo, la iluminación, el vestuario, todo aquello que puedo percibir, y por otra parte la serie asociativa, que se deriva de la capacidad evocadora del lenguaje, de modo que allí donde se incorpora la palabra al espectáculo, se incorpora también la imaginación en la mente del espectador. La conjunción, la tensión de estas dos series asociativas de naturaleza diferente es la esencia del lenguaje teatral. El dramaturgo debe escribir con dos manos, con una mano nos va contando todo lo que se ve, en tanto que con la otra nos va contando todo lo que se oye. "

                           

Andorra (fragmento)


Éramos jóvenes como tú, sabíamos que todo lo que nos habían enseñado era un crimen. Despreciábamos nuestro mundo, habíamos adivinado cómo era y queríamos un mundo distinto. No queríamos tener miedo de la gente, de nada en la vida. Anhelábamos escapar de todo aquello. Y escapamos. Pero pronto nos dimos cuenta de que no hacíamos más que escondernos, los unos a los otros, nuestro miedo. Entonces, comenzamos a odiarnos. Nuestro mundo distinto no duró mucho tiempo. Ése es el mudo grito de dolor de la justicia callada. "


                     

Digamos que me llamo Gantenbein (fragmento)


Deseaba gritar con la perentoriedad del mundo que se imagina que le entienden. ¿Y por qué gritar? Eso no lo sabía. Es como una caída a través del espejo, uno no sabe nada más cuando vuelve a despertar, una caída como son todas las caídas a través de los espejos, y después, al poco rato, el mundo se recompone como si no hubiese ocurrido nada. "


                          

Homo Faber (fragmento)


Yo no creo en la Providencia ni en el Destino. No necesito ninguna clase de mística para admitir lo inverosímil como un hecho experimental. Lo probable y lo improbable no difieren por su esencia, sino únicamente por su frecuencia. Pero cuando acaece lo improbable no es a causa de algo superior o milagroso, como suele pensar el profano. Cuando hablamos de probabilidad comprendemos también la improbabilidad como caso límite de lo probable, y si alguna vez sobreviene lo improbable, no hay motivo para maravillarse o asombrarse, ni estremecerse, ni creer en ningún misterio. "





Montauk (fragmento)


Mi error consiste en intentar hallar al hombre tal como es, sin prejuicios, ante el espejo de hielo del recuerdo, del tiempo, que es sólo una limitada superficie de incomprensión, un deja vu inteligente que teme la ironía de los sentimientos, una deuda que no se olvida, el envejecimiento, que es pérdida y fingimiento, el presente como naturaleza alienante de la comunicación, la ambivalencia de la muerte como hecho propio y lacónicamente descrito. "


                          


Stiller (fragmento)


No son inhumanos. Sólo que, como es natural, el orden es el orden y hay que mantenerlo con cierta seriedad, ya que la cárcel sólo existe dentro de mí. Veo la inmensidad desierta llena de intensos colores; tonalidades florecientes donde no brota otra cosa. Colores del mediodía abrasador, colores del ocaso, colores de la noche inefable. Me gusta el desierto. Sólo silencio a mi alrededor. Lo veo sin estar soñando, estando despierto, y cada vez que lo veo quedo aterrado por el prodigio de la existencia del hombre en medio de una vastedad tan insonora. "




Un pesimista brechtiano


ANDRES PADILLA 29 NOV 2002
      

Max Frisch nació en Zúrich en 1911 y allí murió casi ochenta años más tarde. En su juventud escribió varias obras de teatro inspiradas por los dramas de Ibsen, y en 1930 comenzó sus estudios de historia del arte y filología germánica, pero tuvo que abandonarlos al morir su padre para trabajar como periodista. Publicó su primera novela en 1934 y volvería a editarla, revisada, en 1943 con el título Los difíciles días o j'adore ce qui me brule. En 1936 se matriculó en la escuela de Arquitectura de Zúrich, graduándose en 1941.
Durante la Segunda Guerra Mundial sirvió en el Ejército suizo y se casó con Gertrud Constanze von Meyenburg, con quien tendría tres hijos.
Tras la guerra, llevó a los escenarios Ahora vuelven a cantar, y en 1946 estrena La muralla china. Al año siguiente, Frisch conoce a Bertolt Brecht, que ejercerá una influencia poderosa en su concepto de obra dramática. El escritor suizo dejará constancia de esta duradera amistad en Diario (1946-1949) y Diario (1966-1971).


Plena dedicaciónEl estreno de Cuando la guerra terminó, en 1949, supuso el definitivo salto a la fama de Max Frisch. A esta obra le seguiría El conde Oderland,una de sus piezas teatrales más celebradas, en la que se explora con singular pericia uno de los problemas psicológicos que fascinan al autor: la incapacidad del individuo para valerse por sí mismo, con independencia del resto de la humanidad.
La publicación de su segunda novela, No soy Stiller, en 1954, resulta ser un éxito rotundo. Frisch vende su estudio de arquitectura y pasa a dedicarse por completo a la literatura. En 1959 se divorcia de su mujer. Por entonces, el escritor llevaba más de un año inmerso en una relación sentimental con la autora austriaca Ingeborg Bachmann. Es en este periodo cuando Frisch escribe Andorra, una denuncia de la hipocresía antisemita, y estrena la que es considerada como su mejor pieza teatral,Los incendiarios, concebida en principio como un guión radiofónico que más tarde adaptó para la televisión y los escenarios.
En 1968, Max Frisch vuelve a casarse. El matrimonio con Marianne Oellers terminará en 1979, año en que publica la novela El hombre aparece en el holoceno y la obra teatral Triptychon, en las que aborda la preocupación por el envejecimiento y la muerte.
Durante los años ochenta vivirá a caballo entre Suiza y Nueva York, donde compra un apartamento, y en 1982 publica su novela Barba Azul.Max Frisch muere en Zúrich el 4 de abril de 1991, siendo considerado el principal escritor suizo de la posguerra.

Max Frisch 


(1911/05/15 - 1991/04/04)

Famoso , rebelde, ético



"Quien para ser libre derroca al poder, no asume la libertad sino el poder". Terrible pensamiento: ¿qué puede hacer con el poder quien quiera ser tan libre que hasta desee la libertad de los demás? Max Frisch escribió aquel pensamiento en uno de sus Diarios, y su ya larga obra no es otra cosa que la puesta en tela de juicio de todos los falsos mitos de la sociedad posindustrial, tecnológica e hiperdesarrollada.Max Frisch viene de una familia alemana y suiza, artesanos estos últimos y artistas los primeros. Él mismo fue arquitecto durante bastantes años y los problemas formales siempre le han fascinado. Es un escritor comprometido, a pesar de todo, pero no un escritor partidista: los problemas políticos los aborda sobre todo en su teatro, posbrechtiano y cívico -Andorra, Biedermann y los incendiarios-, mientras reserva sus textos más subjetivos e íntimos para sus novelas y relatos. Pero ya hace mucho tiempo que tiene las cosas claras: "Hoy sólo vale lo verdaderamente artístico".
Como narrador, el triunfo de Stiller -la negación de la identidad- fue inmediato y fulminante. Homo Faber retrató cruelmente a un alto ejecutivo internacional al que su pasado convierte en víctima de una moderna tragedia griega: el incesto y la muerte.Digamos que me llamo Gantenbeinvolvió al tema del rechazo de la identidad, pero mediante la parodia y la multiplícación, y abordando el del amor y los celos.
Ya famoso, crítico, rebelde y ético, en sus últimas obras Frisch adelgaza sus libros y concentra sus temas: la identidad primero -Montauk-, la muerte después -El hombre aparece en el Holoceno-, el amor, el sexo y los celos siempre: Barba Azul. Se ha casado dos veces, se ha divorciado otras tantas; su madre le dijo cuando tenía 50 años: "No escribas sobre las mujeres. No las entiendes". Amar a la mujer no significa conocerla, y el amor -es Frisch quien lo dice- termina cuando el conocimiento se completa. Hoy habría que escribir Madame Bovary de otra manera: "Hay que reescribir todas las historias de amor". Al final, sólo queda la soledad, la terrible soledad del señor Geiser o del doctor Schaad, el asesino imposible, la soledad de Walter Faber esperando la muerte en el hospital y soñando todavía en resucitar la vida que él mismo mató. La obra prosigue su desolada exploración, más allá de la poesía y del miedo.


http://elpais.com/diario/1984/03/07/cultura/447462001_850215.html



Max Frisch
Max Rudolf Frisch

Escritor suizo



Nació el 15 de mayo de 1911 en Zurich.

Cursó estudios en la universidad de su ciudad.

La muralla china (1946), fue una de sus obras de teatro más populares, en ella analiza el peligro de la dictadura. Otro de sus escritos más conocidos es Cuando terminó la guerra (1949). Sus obras de teatro más destacadas son: Andorra (1961) y Biedermann y los incendiarios (1958).No soy Stiller (1954), novela sobre el enfrentamiento del individuo contra la sociedad, está considerada como una de sus obras más logradas. Otras novelas suyas son Homo Faber (1957),Digamos que me llamo Gantenbein (1964), El hombre aparece en el holoceno (1979), y Barba Azul (1982). Publicó dos Diarios 1946-1949 y 1966-1971.

Max Frisch falleció en Zúrich el 4 de abril de 1991.


Obras

Novela

No soy Stiller (1954)
Homo Faber (1957)
Digamos que me llamo Gantenbein (1964)
La cartilla militar (1974)
Montauk (1975)
El hombre aparece en el holoceno (1979)
Barba Azul (1982)

Teatro

Santa Cruz. Un romance (1946)
La muralla china (1946)
Cuando terminó la guerra (1949)
Don Juan o el amor a la geometría (1953)
Biedermann y los incendiarios (1958)
Andorra (1961)
Biografía: un juego (1967)
Tríptico. Tres escenas (1978)

Diarios

Diario 1946-1949 (1950)
Diario 1966-1971 (1972)

                    

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