Anaïs Nin del diván a la cama o el encanto psicoanalítico Guillermo Delahanty




 En mi artículo (Delahanty. 1991), registré los testimonios de la escritora redactados en sus diarios, intimidades que omitieron las relaciones sexuales incluidos en las dos obras póstumas, cuyas publicaciones no han trastornado a nadie de los participantes porque los actores del drama trágico del abandono de Anaïs han muerto. El propósito de la nota bibliográfica es informar detalladamente sobre la vida sexual de Anaís Nin con sus psicoanalistas Allendy y Rank, con sus amantes June y Henry, su escarceo con Artaud y el incesto con su propio padre. Por supuesto omito las otras relaciones con otros personajes. Es curioso que en mí artículo yo mismo suprimí la referencia sexual en mi análisis del cuento erótico, tal vez por una coherencia interna del texto con el diario de la autora o quizás porque funcionó el mecanismo de represión. Anaïs Nin pertenece al grupo de escritores como Henry Miller que exploraron la esfera de la sensibilidad sexual. Para Norman Mailer (1976), nadie había escrito del modo de Miller y quizá tampoco alguien lo pueda realizar con semejante maestría, en que revela un lugar y una época a través de su palabra. Miller en Trópico de Cáncer describe la experiencia sexual desde la sensación externa, va por delante la erección y describe los pliegues internos vaginales cuando va penetrando. Miller es intrusivo. En cambio Anaís Nin, atrapa, incluye, explora el espacio interior, la sensación interna que vivencia en la relación sexual, la ocupación de un cuerpo y el erotismo de la caricia, una descripción sutil, pasajera, en suspenso, cubre. Despliega sus grandes alas para suspenderse en la sabiduría y sensualidad. Ella escribió que era la mujer que daba ilusión y recibía a cambio la imaginación del hombre: su esposo Hugh. Miller, Allendy, Artaud, Rank y su padre.  
En Henry Miller, su mujer y yo escribió sobre su encuentro sexual con June y Henry. Conoció a Miller en diciembre de 1931,.un norteamericano descendiente de una familia judía rusa. Cuando Anaís miró a June Mansfield (Juliet Edith Smerth, judía, la esposa de Heinrich Miller), que avanzaba hacia ella desde la oscuridad del jardín vio por primera vez a la mujer más hermosa de la tierra. En enero de 1932, escribió que cuando le mostró su capa negra contempló la belleza de su cuerpo: Al sentarse en el sofá de abajo, la abertura de su vestido dejaba al descubierto el nacimiento de sus pechos; sentí deseos de besarla allí. Yo me hallaba muy turbada y temblorosa. 
Describe su primer encuentro sexual con Miller en marzo de 1932: -Ven a mi habitación -dice. Qué rígido es el velo que me envuelve y Henry trata de desgarrar, mi temor a la realidad. Nos encaminamos hacia su habitación y dejo de sentir el suelo, pero siento su cuerpo contra el mío. -Mira la alfombra de las escaleras, está raída -dice; y yo no la veo, sólo percibo la ascensión. Tiene mi nota en las manos. -Léela le digo al pie de la escalera -y me iré. -Pero le sigo. No veo su habitación. Cuando me abraza mi cuerpo se derrite. La ternura de sus manos, la inesperada penetración, hasta lo más hondo de mi ser pero sin violencia. Qué extraño y suave poder siento

 Con Allendy el 7 de diciembre de 1932 a las 7:30: Y hoy nos hemos besado loca, locamente. Estaba frenético porque me marchara... Aquella hora de borrachera en brazos de Allendy, en su enormidad, su firmeza y su poder, la embriaguez de sus caricias, su mano en mis piernas, en mis pechos; y lo que permanece más grabado en mi memoria es que no hubo pausa ni interrupción, ninguna vuelta a la realidad. Cuando oí el timbre del siguiente paciente, eché a correr pero, en la puerta, en el momento de salir, Allendy seguía besándome en los ojos, en las comisuras de mi boca, en mis orejas, y lo dejé así, cuando los dos estábamos en la cresta del vórtice de la confusión, un vórtice que me ha seguido devorando toda la tarde, toda la noche, todo el día de hoy. 

 El 13 de junio de 1933 Anaïs vive un tórrido romance con Artaud a quien ella designa de cualquier manera como homosexual: Todo giraba alrededor y dentro de mí. Se arrodilló. Se arrodilló delante de mí y habló violentamente, prendiéndome en sus ojos, y olvidé sus palabras. Todo lo que recuerdo es que me sacó de mí misma, de mis resistencias. Me senté allí, magnetizada, y mi sangre lo obedeció. Me besó vorazmente, fieramente, y me rendí. Mordió mi boca, mis pechos, mi garganta, mis piernas. Pero no pudo. Hubo una pausa, muerta & intensa. Su rostro se contrajo, luego glacialmente, se sentó. Y ella le dio consuelo. 

 El 26 de noviembre de 1932 escribió que siendo niña de once años lamentó la marcha de su padre. El incesto estaba allí, acentuado,por la convergencia del intelecto, del arte,; y una vez los profundos tesoros de la reflexión. El primer día que inicia incesto con el padre lo escribió el 23 de junio de 1933: y expresa que al día siguiente vestía con négligé de satén y él estaba recostado en su cama. Sin poder moverse, dice que ha tenido un sueño con ella y ella responde que también con él, enseguida el padre la provoca con nombrar a Freud y a todos los psicoanalistas porque en realidad la desea como mujer, sin sentirla como hija, entonces susurra: -Déjame besar tu boca -dijo. Y me rodeó con sus brazos. Dudé. Me torturaba la complejidad de mis sentimientos. Quería su boca, pero sentía miedo, como si fuera a besar a un hermano. Tentada, al mismo tiempo asustada y deseosa. Tensa. Sonrió y abrió su boca. Nos besamos, y aquel beso desató una oleada de deseo. Yo estaba inclinada sobre su cuerpo y sentí su deseo en mi pecho, duro y palpitante. Otro beso. Más terror que gozo. El gozo de algo innombrable y oscuro. Era bello, como un dios, y femenino, seductor y cincelado, duro y suave. Pasión intensa. -Debemos evitar la posesión -dijo-, pero oh, déjame besarte. Acarició mis pechos y se me endurecieron los pezones. Me resistí, dije que no, pero mis pezones se pusieron duros. Y cuando su mano me acarició -oh, qué sabias eran sus cariciasme derretí. Pero, durante todo el rato, una parte de mí seguía dura y aterrorizada. Mí cuerpo se entregaba a la penetración de su mano, pero resistía, resistía al placer. Me resistí a mostrar mi cuerpo. Sólo desnudé mis pechos. Me sentí tímida y retraída, pero apasionadamente conmovida. -Quiero gozar, gozar -decía él. Y sus caricias fueron penetrantes sutiles; pero yo no podía y quise escapar de él. De nuevo me eché sobre él y sentí la dureza de su pene. Lo descubrió y lo acaricié con mi mano. Vi cómo se estremecía de deseo. Con una extraña violencia, me levanté la négligé y me puse encima de él. -Toi, Anaïs Je n 'ai plus de Dieu. Extasiado su rostro, y yo frenética por el deseo de unirme con él...ondulándome, acariciándolo, pegada a su cuerpo. Su espasmo fue tremendo, con todo su ser. Se vació por entero dentro de mí...y mí entrega fue inmensa, con todo mi ser, sólo con aquel rincón de miedo que me impedía el supremo espasmo. Ella entonces quiso dejarlo, correr, sentía repugnancia, pero temió su vulnerabilidad, no podía lastimarlo con su huida, y ella sentía el peso de la culpa. El 11 de julio de 1933 ella dice que quiere ir a psicoanálisis con Rank para recibir la absolución, y el 7 de noviembre de 1933 tocó a  la puerta de Rank. 

El proceso de enamoramiento y entrega a Rank se inicia el 27 de marzo de 1934 en que ella sueña que hace el amor con Rank. Un sueño y la actuación son relatadas el 19 de mayo de 1934: Anoche soñé con un beso apasionado. Fui a él pensando únicamente en el beso. Y adivinó todo. Tantos momentos, cuando nos mirábamos sin hablarnos, trastornados, la noche en que me fui pensando que me amaba (el día en que a sus ojos me convertí en mujer), el 30 de mayo escribió que el martes decidió convertirse en psicoanalista, y en el diario de la misma fecha escribió que en la próxima sesión va a besarlo vestida con un vestido nuevo: No pude hablar. Me levanté de la silla, me arrodillé delante de él y le ofrecí mi boca. Me abrazó muy apretadamente; no podríamos hablar. 1 de junio de 1934, relata: Hoy no fue tímido. Me arrastró hasta el diván y nos besamos salvajemente, como borrachos. Parecía fuera de sí y yo no podía entender mi abandono. No había imaginado una armonía sensual. Y en cada sesión posterior un vínculo sexual. 13 de julio de 1934 escribe que ama a un filósofo trágico, con un fondo de amor y patetismo judío. Anaïs recibe a su primer paciente, un peluquero, comunista, un judío yugoslavo el 6 de octubre de 1934, y al día siguiente narra su relación con Rank fuera del diván y del consultorio: En el tren estuve soñando. Cuando me vio en la estación, dio un salto y corrió hacia mí y me besó apasionadamente. Me pareció que me amaba como yo había amado a Henry, con aquella llamarada saltarina de gestos. Aquella noche nos besamos durante horas, nos acariciamos, enredados, soldados. Le di el anillo que me regaló mí Padre, rompiendo así el lazo que me unía a él. Quiso darme el anillo que le había regalado Freud. Quería deshacerse de su padre. 
Contemplamos la aurora. Nos separamos sonrientes en la estación, pero sentí físicamente su marcha, como sí me desgarraran la carne. Para Rank, de acuerdo a la misma paciente, las tendencias lesbianicas de Anaïs eran más imaginativas que físicas por su identificación con el padre. Ella descubrió el amor por la verdad exacta en oposición a las deformaciones artísticas, y reconoció su evasión de ser mujer con su ser niña, esposa y amante. Ella vio en Rank a su doble. *** Es posible suponer con los testimonios de la autora de que ella actúa la perversión, es decir que ha constituido una estructura perversa'. Para Piera Castoriadis-Aulangier (1978) en la estructura perversa del sujeto existe una idealización y una complicidad con la madre, el perverso habla genialmente sobre la sinrazón del deseo, justifica su acto por el plus del placer, entrampa por la fascinación, hay un desafío, con una intención de escándalo y un ultraje a las costumbres, se establece un contrato y un ritual, así fue el escenario creado por Anaís Nin, aunque Aulangier se refiera a la perversión en el hombre, nos asombra que la escritora sedujo, cautivó y depositó su placer a su padre, a Rank, Allendy, a Miller y a June. Sin embargo, siguiendo la hipótesis de Granoff y Pe-rrier(1979),dequeen la mujer no existen las perversiones sexuales sino lo que puede pervertirse en la mujer es la libido y no la sexualidad, o sea, una forma de perversión del narcisismo, significa entonces que Anaís Nin no es una perversa e incluso, tampoco cometió incesto, porque los autores no admiten que la relación de padre e hija exprese la prohibición de incesto2 Tal vez exista una conexión del placer sexual con el misticismo en la siguiente frase de Anaís Nin: Siento que soy como una Santa Teresa del amor, que nadie conoció la exaltación, el fervor místico, la totalidad destructiva de mi amor. Cómo me quema y me devora. Y todo esto puede ir a Rank. Lo quiere; lo da; siente como yo. Da (7 de julio de 1934). ¿Y sí todo fue una fantasía? ? 

Bibliografía 

-CASTORIADIS-AULANGIER, Piera (1978), "La perversión como estructura", en: La perversión, Buenos Aires, Editorial Trieb. -DELAHANTY, Guillermo (1991), "Anaís Nin en la habitación del psicoanálisis", Tramas* 2, p. 127-132. -GRANOFF, Wladimir y Francois Perrier (1979), El problema de la perversión en la mujer, Barcelona, Grijalbo. -MAILER, Norman. (1976), Genio y lujuria. Henry Mi-ller, Barcelona, Grijalbo -NIN, Anaís, (1931-1932) (1986), Henry Miller, su mujer y yo. Buenos Aires, Emecé Editores. 5 / 6 Subjetividad y Cultura Revista Subjetividad y Cultura http://subjetividadycultura.org.mx -NIN, Anaís, (1932-1934) (1992), Incesto, Madrid, Símela. [1] El mundo es pequeño, Allendy, uno de los doce fundadores de la sociedad psicoanalítica francesa, creó un grupo en la Sorbona sobre estudios filosóficos y científicos sobre ideas nuevas, organiza conferencias y entre sus invitados se encuentra Rank en 1920; por otra parte, Allendy intenta someter a Artaud a diez sesiones de cura, que por cierto la esposa del psicoanalista será una de las madres adoptivas del poeta, Cfr. Elisabeth Roudinesco (1986). La batalla de cien años. Historia del psicoanálisis en Francia. I (1885-1939). Madrid, Editorial Fundamentos. Para un tratamiento sobre la perversión en el arte, revisar mis ensayos: "Etica y perversión. Análisis de la película Crímenes y pecados de Woody Alien", Tramas. # 7, 1994. pp. Y mi libro Notas de psicoanálisis y sociología de la literatura (en prensa), donde analizo la estructura perversa, del Diario de ladrón de Jean Genet. Mis referentes de la perversión para el primer ensayo se fundamenta desde el punto de vista de Masud Kahn, y para el segundo a partir del enfogue de Chasseguet-Smirgel. [2] Para una revisión del tema, véase mi libro Tabú del incesto, México. Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco, 1982


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