ncendio del Reichstag (Parlamento alemán), en Berlín en 1933. Este hecho fortaleció a Adolf Hitler y golpeó muy fuerte al comunismo local.
En Hitler y las teorías de la conspiración: el Tercer Reich y la imaginación paranoide -publicado en 2020, con traducción de Gonzalo García- (Editorial Crítica), Richard John Evans disecciona cinco teorías conspirativas relacionadas con el nazismo, intentando dilucidar cuánto hay de realidad y de ficción ellas. Se trata de una de sus obsesiones recurrentes, según reveló el historiador en diálogo con Ñ. Si bien siempre estuvo interesado en el nazismo, al cual le dedicó una famosa trilogía, siempre lo atrajeron los límites entre realidad y ficción. Escribió sobre eso en el libro In defence of history (1997).
Mientras escribía sus tres tomos sobre la Alemania nazi, entre 2001 y 2008, iba encontrando toda una serie de teorías conspirativas asociadas, que ya por entonces se encontraban reemergiendo. “Me preocupó bastante”, admite Evans. Esa preocupación motivaría luego una beca de estudios sobre conspiración y democracia. Formó un equipo multidisciplinario y emprendió la investigación en torno a cinco teorías. A cada una le dedica un capítulo y las reformula como preguntas a ser respondidas. “Quería saber qué tan importantes e influyentes fueron, cuáles eran sus razonamientos y cómo se difundieron”, comenta.
La primera teoría es ya clásica, “Los Protocolos de los Sabios de Sion”. Aquel panfleto antisemita, de lamentable memoria, funcionó como una suerte de justificación o sustento ideológico del nazismo. Incluso la filósofa alemana Hannah Arendt, reconstruye Evans, llegó a calificarlo como “el texto central del nazismo”. Evans cuenta que esas conclusiones estarían sobredimensionadas. “Los nazis no consideraron que el documento fuera una revelación, sino que interpretaron su existencia como una confirmación de lo que ya sabían”, concluye Evans en su obra.
Luego se ocupa de responder si el ejército alemán recibió una “puñalada por la espalda” en 1918, en referencia a los hechos ocurridos en la Primera Guerra, cuando circularon versiones de una supuesta traición/abandono por parte de socialistas y judíos. Aquí explora cómo, en diferentes momentos, esta teoría resurgió en Alemania e incluso sirvió como expresión antisemita. Evans establece que los nazis apenas recurrieron a este mito para justificar sus aberraciones.
“¿Quién incendió el Reichstag?”, se pregunta el historiador acerca del edificio del Parlamento berlinés que se incendió y sirvió de excusa para lanzar a Hitler al totalitarismo. Luego los comunistas atribuyeron a los nazis el incendio, a los fines de un autoatentado. Una acusación similar a la que, por ejemplo, se le destinó a la gestión George W. Bush sobre el ataque a las Torres Gemelas. Luego de exponer documentos y de reconstruir los hechos, Evans llega a la conclusión de que habría sido un atentado individual, obra del extremista Marinus Van der Lubbe, que actuó en solitario y luego fue condenado a muerte y guillotinado.
Por último, Evans despeja el misterioso vuelo de Rudolph Hess a Reino Unido, que originó miles de especulaciones, y el supuesto escape final de Hitler a la Argentina. En este último apartado, se encarga de dejar claro que todo lo escrito y dicho al respecto es imposible de sostener con información y fuentes históricas fehacientes.
Evans afirma que examinó con detenimiento estas teorías y en todas ellas encontró “características muy técnicas comunes a todas las teorías de la conspiración”. Y admite que “desafortunadamente, es imposible convencer a quienes creen con firmeza en estas teorías. Siempre encuentran alguna excusa”. En su libro, encuentra un vínculo notable entre el renacer de esas teorías y el presente: “Averiguar qué ha sucedido de verdad en la historia es una cuestión difícil (...) Sin embargo, resulta factible, incluso en una era como la nuestra, en la que las puertas que controlaban la formación de opiniones se han visto desbordadas por internet y cualquiera puede subir a la esfera pública todo cuanto le parezca, por extravagantes que sean sus ideas”.
Hitler y las teorías de la conspiración. RIchard Evans. Editorial Crítica.
El ensayo de Evans funciona no solo como ajuste de cuentas sobre la mitología nazi sino también como un potente rugido a favor de la importancia de los hechos entre tanto ruido de fondo.
