miércoles, 24 de septiembre de 2025

Palabra de Federico Fellini

«[…] son muchos los autores que con su cine me han regalado emociones y maravillas haciéndome creer cuanto narraban. El fabuloso Kurosawa, ritual y mítico como una ceremonia encantada. Íbamos a realizar juntos una película en episodios en la que también Bergman iba a participar. Kurosawa me escribió desde el Japón una carta muy linda, llena de reverencias, de circunspecta cortesía. Pero después no hicimos el filme. Bergman me parecía un hermano mayor, más serio, quizá más infeliz, quizá menos, porque en él me daba la sensación de que la infelicidad está como inmovilizada, en lucha implacable con sus fantasmas. ¿Cómo saber quién vencerá al fin? Pero entretanto está claro que su cine dicta las pautas del juego.

Me gustaban los hermanos Marx, autores de sus películas, el Gordo y el Flaco, dos seres augustos llenos de inocencia. En Buster Keaton siempre me impresionó su visión distante e imparcial de las cosas, de los hombres, de la vida, que en nada se asemeja a la que tenía Chaplin, sentimental, romántica, impregnada de pronósticos de crítica social.

John Ford: el cine en su estado puro. Rudo, inconsciente. Me agradaba su fuerza, su simplicidad desarmada carente de interpretaciones culturales estériles y oscuras. Amó el cine, vivió para el cine, e hizo para el cine una fábula para ser relatada a todos, pero antes que nada una fábula para vivir él. Me parece obvio citar a Rossellini. Su abandono frente a la realidad -siempre atento, nítido, ferviente-, su modo de ubicarse con naturalidad en un punto impalpable e inconfundible entre la indiferencia del desapego y la torpeza de la adhesión, le permitían captar y fijar la realidad en toda su dimensión, observar las cosas situándose a un tiempo dentro y fuera de ellas, fotografiar el clima que rodea las cosas, revelar cuanto de inaferrable, misterioso y mágico tiene la vida. Me gustan Kubrick, Orson Welles, Huston, Losey, Truffaut -no quisiera olvidar a nadie-, Visconti, Hitchcock, Rosi, Lean… En Antonioni admiro la relación severa y casta que tiene con el cine, en una actitud mezcla de monje y hombre de ciencia. Pero para ser del todo sincero, debo decir que me agradan muchísimo algunos filmes de 007. Detrás de la superficie decorada, la concatenación brillante de hechos azarosos, oyes el rumor alarmante de un mundo de coleópteros, terrible y angustioso: nuestro mundo, cautivador y tremendo como estas películas que con frecuencia logran captar dentro de una forma gloriosamente convencional el mensaje a veces parcial, a veces distorsionado, a veces alienante del hombre de hoy. Y después está Buñuel. Sólo vi un filme de él y me entusiasmó; sentí el deseo de verlos todos. Era El discreto encanto de la burguesía. ¡Qué gran película! ¡Cuánto encanto!».

(Entrevista de Giovanni Grazzini en Interviste sul cinema, Eulama, Roma, 1983.)



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