"Uno de
los personajes más espectaculares que se han visto en la jaula central fue sin
duda Blacamán. Blacamán era un calabrés que se hacía pasar por fakir hindú, y
se decía que era capaz de hipnotizar a cualquier ser viviente. Hipnotizaba
gallinas, cocodrilos, hombres forzados o forzudos y por supuesto leones,
imponiendo a todos su presencia impactante: barba rala, ojos agudos y una
melena hirsuta que dejaba pálida a la de la fiera más salvaje. Tanto que aún
hoy en día es común oírle decir a los abuelos “estás como Blacamán” en
referencia a cualquiera que haya olvidado el camino a la barbería.
Gabriel
García Márquez se inspiró en él para escribir “Blacamán el bueno, vendedor de
milagros” y Oscar
Yánes
retrata el impacto que produjo en Venezuela, en su libro “Memorias de
Armandito”. La película de 1939 “You Can’t Cheat an Honest Man”, protagonizada
por W.C. Field, Edgar Bergen y su muñeco Charlie McCarthy, nos regala un
registro bastante fiel de lo que ha podido ser parte de su acto: W.C. Field
decide “desaparecer” a Charlie y vemos a Bergen buscándolo por todo el circo, a
través de pasajes enrejados llenos de leones que se agitan nerviosos, hasta que
cree oír la voz del muñeco dentro de uno de ellos. Bergen llama entonces a
Blacamán y este se mete en la jaula. En principio el hipnotista azuza a las
fieras hacia una esquina, golpeando y revolviendo bruscamente los enseres que
consigue a su paso, atemorizándolas. Una vez demostrada su superioridad se agacha
y los leones regresan formando un enjambre sobre él, arropándolo al punto de
casi hacerlo desaparecer, pero Blacamán emerge de nuevo sano y salvo, y se
dedica a revisarle uno a uno la boca, hasta que saca de una de ellas un
corbatín hecho añicos.
Aquel era un
Blacamán en el tope de su carrera, protagonizando en Hollywood junto a las
estrellas del momento. Mucho antes, sin embargo, ya se había labrado el
calabrés un nombre en Europa y América Latina, introduciendo en esos lares el
concepto de hipnotizar animales a la manera de los encantadores hindúes. En
Caracas debutó en 1926, siguiendo una gira gloriosa por las principales
capitales de Europa. Blacamán se presentaba en las plazas de toros antes de la
corrida y era enterrado vivo. Permanecía bajo tierra hasta que caía el último
toro de la tarde y entonces sus asistentes lo desenterraban sano y salvo.
Blacamán tuvo muchos imitadores e incluso un falso hijo que intentó sucederle.
Llegó a tener también su propio circo, el “Blacamán Circus” y regresó a latinoamérica
a comienzos de los cuarenta, pero un naufragio le hizo pasarse una temporada
más larga de la cuenta en Venezuela, donde según dicen resolvió el caso de un
famoso león que aterrorizaba a los vecinos de La Pastora, una tradicional
barriada de Caracas, y perseguía a las mujeres encintas. Basado en su
experiencia el fakir jugó por lo seguro y recomendó a las damas que colocasen
vasijas de leche fresca en las puertas de sus casas, pues según él, era la
leche materna lo que el león andaba buscando. Ni de casualidad se le ocurrió a
Blacamán hacerle frente al animal en ayunas, pues como siempre dijo “nadie
puede hipnotizar a un león hambriento”.
La melena
agresiva
¿Qué
importancia puede haber tenido en la Venezuela de los años 40 un mago hindú
llamado Blacaman? “Que fue el primer hombre con afro que conocimos en Caracas”,
respondió el músico Salvador Sotillo, uno de los tantos que asistieron al Nuevo
Circo de Caracas para visitar el Circo de Blacaman.
Asistir a
los terrenos baldíos para presenciar espectáculos circenses se convirtió en un
leit motiv para muchos venezolanos, como es el caso del escritor Adriano
González León quien, además de haber escrito sobre el tema ( “Un desgaste del
alma” en Del rayo y de la lluvia, cuento que gira alrededor de la historia de
un amor circense), asegura haber estado enamorado, como muchos otros niños, de
la trapecista del circo. “Ningún otro escenario como el de un circo para morir
de amor”, relata el poeta en el cuento al referirse a las dolencias de una
elefanta de circo que, acongojada por el abandono de su domador, muere de puro
despecho. De su infancia, recuerda especialmente la visita del circo Razzore,
que tuvo el infortunio de hundirse en La Guaira en el año 1946 cuando llegaba
en el buque Euzkera para una presentación en Caracas con payasos, elefantes,
músicos, equilibristas y bailadores.
En ese
entonces, los circos paseaban por todo el continente, montaban sus carpas en
terrenos baldíos y dejaban al irse una enorme carga de tristeza: “Un circo es
el estadio del alma porque es una reunión de solitarios y de gente que se
congrega para alejar su soledad. Allí era la oportunidad de que los
desplazados, los menores, pudieran ejercer su poderío y, tenían gran talento
para hacerlo”.
Un italiano
con look de faquir
Su nombre
era Aversa Blacaman y en 1949 tenía 47 años. Decía ser hijo de artistas, madre
italiana y padre hindú, y aunque nació en Calcuta, creció en Italia.
Aparentemente comenzó las artes ocultas con números de prestidigitación y
faquirismo, aunque luego se dedicara a hipnotizar animales, que era lo que más
gustaba al público. Primero le tocó a los pollos y de allí dio un gran salto a
cocodrilos y leones. Viajó por todo el mundo e hizo una primera parada en
Venezuela en 1930. La segunda visita, en el año 1941, significó su asentamiento
definitivo y el abandono del nomadismo.
A pesar de
las variopintas opiniones sobre su origen (algunos insisten en que era
colombiano) el cronista Oscar Yanes y el maestro Aldemaro Romero le dan la
razón al faquir. Romero, además, afirma que Blacaman era blanco. Una fotografía
de éste con su mujer, una rubia europea, en la que aparece con pelo corto, flux
y corbata –en pose eternizada por Cine Foto Ottica, Comm. P. D’ Agostino, Corso
Garibaldi, Castro Villari–, comprueba no sólo facciones de posible origen
italiano (quizás del sur) sino también su paso por Italia. El afro vendría
después. Su fama como mago (que incluye el paso por Hollywood, como lo indica
en una entrevista realizada por Yanes en 1949) no sólo le sirvió para trabajar
con W. C. Fields, sino para compartir la gran pantalla con Edgard Bergen y con
el muñeco Charly MacCarthy. Siguieron a Hollywood España, Moscú, Estambul, El
Cairo, Buenos Aires, Santiago de Chile, China, Japón y, finalmente, Venezuela.
Blacaman no menciona a Colombia, a pesar de la existencia de un cuento de
Gabriel García Márquez ( “Blacaman el bueno, vendedor de milagros” ) en donde
el escritor narra las peripecias de dos Blacamanes en Santa María del Darien.
¿Sería entonces posible plantearse la existencia de dos personajes bajo la
misma identidad?
El desenlace
Durante su
última visita a Venezuela en el año 1940 comienzan los problemas de Blacaman,
el primero cuando el 17/10/1941, en La Esfera, aparece publicado un enorme
reportaje firmado por J. D. Benavides, en el cual el articulista lo señala como
un farsante; lo hizo con pruebas de la muerte del auténtico Blacaman en Moldes,
Argentina, en el año 1929. Copias poco legibles de artículos de la prensa
extranjera de la época fueron incluidas, con fotos del “auténtico Blacaman”,
idéntico al establecido en Venezuela. “¿Un Blacaman resucitado?”, cerraba la
crónica.
Al día
siguiente, Blacaman visitó la redacción de Ultimas Noticias para defenderse:
“Yo soy el fakire auténtico... ese Blacaman que decire La Esfera era un ex
ayudante mío que me usurpó el nombre para aprovechare mi popularidad...”
(Ultimas Noticias, 18/10/1941).
El
surgimiento de la Segunda Guerra Mundial se encargó también de opacar su
carrera y propició su bancarrota al ser señalado como enemigo en una Venezuela
que se declaró partidaria de los aliados: “Cuando Blacaman está aquí, Venezuela
se declaró beligerante en la guerra contra el eje y se procedió a incautar los
famosos bienes de todos los ciudadanos del eje, y Blacaman era hijo de padres
italianos. Italia formaba parte del eje Italia-Roma-Berlín-Tokyo. Lógicamente
comenzaron a presentársele obstáculos a Blacaman con su circo porque no podía
irse a Europa ni a Estados Unidos, además era la época en la que se estaban
persiguiendo a los ciudadanos del eje con la famosa 5ª columna. Entonces a él
lo agarra ese zaperoco aquí y, como no puede irse, se queda trabajando con el
circo, pero resulta que el suyo era uno de los más grandes del mundo; tenía más
de 70 leones y más de 50 cocodrilos. Mantener y movilizar aquello costaba una
fortuna”.
Según Yanes,
un problema con un empleado venezolano a quien Blacaman negó un aumento de
sueldo, propició que se le considerara un adversario. El empleado encontró en
el camerino de Blacaman un carnet del partido fachista, emitido en Roma. El
caso llegó hasta extranjería y automáticamente el faquir pasó a ser ciudadano
del eje y, consecuentemente, fue tratado como adversario, lo que significó la
bancarrota del circo y la pérdida de su fortuna calculada en 70 millones de
bolívares. Para vivir se convirtió en mecánico y montó su casa-taller en la
urbanización Bigott de Maripérez: “Ya no tengo nada que ambicionar, tengo mi
casa, vivo feliz con mi señora, no me azotan las preocupaciones de antaño y sé
lo que es un hogar”.
Texto de : SARA MANEIRO MONTIEL
El NacionalTrucos que realizaba Blacaman |
Biliografía: Texto de Sara Maneiro Montiel "El Nacional" de Venezuela
1 Comentarios
Extraordinaria historia. Gracias por contarla.
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