Robert Kuttner
Josh Horwitz
Cori Bush
05/01/2021

El presente dossier fue preparado antes de los acontecimientos del 6 de enero que acabaron en el asalto al Capitolio. SP
EE.UU.: ¿Puede Biden gobernar como populista progresista? ¿Asistimos al desplome de los republicanos?
Robert Kuttner
Trump y, antes que él, la gente del Tea Party consiguieron avances entre los norteamericanos corrientes debido a que a un Partido Demócrata empresarial había dejado de atenderles. Esto resultó especialmente cierto en zonas rurales y pequeñas zonas metropolitanas que fueron antaño centros fabriles, en las que el desplome del apoyo a los demócratas en 2016 y 2020 resultó simplemente repugnante.
En cierta medida, Trump fue capaz de utilizar el nacionalismo étnico y el racismo como representación del populismo económico. Pero el “Make America Great Again”, por espurio que sea, señalaba también una preocupación por los niveles de vida perdidos y la dignidad económica.
Joe Biden procede del mismo entorno neoliberal que ocasionó las vulnerabilidades de los demócratas en la época de Clinton y en la de Obama. La mayoría de sus nombramientos son figuras de esas administraciones.
Pero, afortunadamente, los acontecimientos empujan a Biden a gobernar como alguien más progresista de lo que puede haber sido su intención. Y la opinión pública quiere que actúe así.
Un nuevo informe de Demand Progress, de obligada lectura, titulado "Americans Want a Progressive Biden Administration" [“Los norteamericanos quieren una administración Biden progresista”], se basa en una amplia encuesta que ha investigado si la mayoría de los norteamericanos quiere una administración Biden en la que influyan las grandes empresas. Y no la quiere.
Hay que leer entero el informe. Pero aquí van unos cuantos titulares.
Por una mayoría de más de dos a uno, los norteamericanos no quieren que Biden nombre a ejecutivos, consultores o cabilderos de empresa. La mayoría es todavía mayor en lo que se refiere a gente de sectores regulados o empresas que se han beneficiado de rescates.
Biden ha nombrado a la mayoría de su gabinete, pero todavía quedan por nombrar los directores de las agencias reguladoras y más de mil funcionarios por debajo del nivel del gabinete. En este nivel es donde tienden a meterse ese tipo de figuras de empresa.
Tal como sugiere el informe de Demand Progress, esto va bastante más allá de su simbolismo. Dependiendo del personal del que disponga su presidencia, las medidas políticas reales beneficiarán a la gente del común o a los sectores económicos poderosos que han amañado las reglas y se han repartido casi todas las ganancias de la economía. Si Biden considera nombramientos tóxicos los de esta gente, y si lo deja claro ante la opinión pública, los votantes responderán.
El informe de Demand Progress desvela también que una gran mayoría de norteamericanos, entre ellos un 60 % de los republicanos, considera un gran problema las puertas giratorias entre el sector de negocios y el gobierno. Y que una mayoría todavía mayor, revela el informe, es especialmente reticente frente a las grandes tecnológicas [Big Tech].
Hay que leer el informe en su totalidad. Y lo que es más, es lo que debería hacer Biden…y actuar en consecuencia.
¿Asistimos al desplome de los republicanos?
Hay mucha gente en las filas progresistas que babea con el espectáculo de los republicanos ejecutando un ritual masoquista habitualmente reservado a los demócratas: el de llevarse a matar todos contra todos.
En una pista del circo, Trump hablará en un mitin en Georgia esta noche [4 de enero, víspera de las elecciones de dos escaños pendientes que decidirán la mayoría del Senado norteamericano]. Sus palabras narcisistas, en la Red, tienen más posibilidades de disuadir a los votantes de que vayan a respaldar a los candidatos republicanos, de cuyo éxito depende el control del Congreso, que de que aumente su apoyo.
Luego, mañana, a modo de secuela, se fracturarán los republicanos del Senado amarga y públicamente a causa de un desafío al Colegio Electoral que es pura fachada [amenaza de varios senadores, como Ted Cruz, de no respaldar oficialmente el resultado de las elecciones presidenciales].
De manera que ¿empezará por fin a explotar el Partido Republicano, en tanto que inestable coalición de etnonacionalistas retrógrados y grandes empresas, entre las rivalidades personales por suceder a Trump y las nuevas tensiones sobre fisuras ocultas?
Yo no me apostaría el chalet. Sigue demasiado intacta la infraestructura a largo plazo (hermanos Koch incluidos [principales donantes millonarios de los republicanos]), y la improbable coalición entre la élite de negocios y la base del Partido, tenedora de armas y temerosa de Dios. Una vez elegido Biden, los republicanos regresarán a su oposición unificada a cualquier cosa que propongan los demócratas.
Llevamos publicando artículos que pregonan prematuramente el inminente desplome conservador (titular de portada hace más de veinte años) prácticamente desde que el Prospect empezó a publicarse.
El desplome iba a basarse en una combinación de cambios demográficos, sumada a las contradicciones de la coalición republicana.
Lo siento, pero no es esto algo que vaya a suceder en un próximo futuro. Tal como demostró 2020, la colcha étnica de retazos de Norteamerica no vota como un bloque progresista.
Que lleguemos alguna vez a vencer a estas gentes dependerá principalmente de qué nuestro lado actúe correctamente, no de los tropiezos o percances de ellos.
Fuente: The American Prospect, 16 de diciembre de 2020 y 4 de enero de 2021
EE.UU.: ‘Las armas son una forma de ejercer poder’: Cómo se hizo popular la idea de derribar al gobierno. Entrevista con Josh Horwitz
Josh Horwitz
Aunque publicada semanas antes de las últimas elecciones presidenciales norteamericanas, a las que hace alusión, esta entrevista con Josh Horwitz se muestra clarividente al anticipar sucesos como el asalto al Capitolio sucedido el pasado 6 de enero. - SP
Josh Horwitz ha sido activista del control de armas durante casi treinta años. En 2009 fue coautor de un libro en el que avisaba de que la idea de una revuelta armada contra el gobierno estaba en el corazón del movimiento norteamericano en defensa del derecho a tener armas.
Hoy, después de un año en el que hemos visto aparecer hombres fuertemente armados en capitolios de estados como Virginia, Michigan, Idaho y otros lugares para enfrentarse a legisladores demócratas por el control de armas y las restricciones del coronavirus, hay más norteamericanos que se toman en serio la retórica de los poseedores de armas sobre los “tiranos”. Varios de los mismos manifestantes armados que aparecieron en el parlamento de Michigan y en un acto público en favor de las armas este verano fueron procesados la semana pasada por conspirar para secuestrar a la gobernadora de Michigan y someterla a juicio por tiranía.
Otros miembros del movimiento “boogaloo” han asesinado presuntamente a agentes de las fuerzas del orden en California y han tramado actos de violencia por todo el país con la esperanza de desatar una nueva guerra civil.
Horowitz habló con Lois Beckett para el Guardian sobre el modo en que la idea de insurrección se ha vuelto algo corriente en la política norteamericana, y las razones por las que los legisladores han fracasado a la hora de poner tal cosa en tela de juicio a lo largo de varias décadas.
La conversación se ha resumido y editado en beneficio de una mayor claridad.
Arguye usted en su libro que la idea de insurrección violenta está en el corazón de la cultura norteamericana de las armas. ¿Qué entiende por ello?
Existe la creencia entre algunos poseedores de armas norteamericanos de que la segunda enmienda es algo enormente individualizado y que se colocó en la Constitución como un derecho individual para luchar contra la tiranía del gobierno. Todo individuo, por lo tanto, tiene derecho a poseer cuantas armas quiera, libre de cualquier interferencia del gobierno. Una ley o una comprobación universal de antecedentes significaría que el gobierno supiera quién tiene armas. Si tú crees que existe un derecho individual a la insurrección, no puedes tener ley alguna sobre armas.
El impulso de comprar armas semiautomáticas de asalto, como las AR-15, no es algo que tenga que ver a menudo con la autodefensa, sino con el temor a la tiranía del gobierno.
Cuando la NRA [National Rifle Association – Asociación Nacional del Rifle] dice: “Votad primero libertad”, no significa “Votad primero autodefensa”. Quieren decir que tú eres el que decide cuando se convierte en tiránico el gobierno. El problema es que lo que es tiranía para una persona, para otra es una ley de atención sanitaria universal.
Este concepto de “insurrección” como razón por la cual los norteamericanos deberían gozar de derechos irrestrictos a la hora de tener armas, ¿es una idea muy marginal?
No se trata de todos los propietarios de armas. Pero este movimiento es bastante más grande de lo que la gente cree. Y las armas se consideran ahora como una herramienta de disentimiento político por parte de una gran parte de esa comunidad.
Cuando el presidente de la NRA, Wayne LaPierre, dice cosas como: “Los tipos con armas imponen las reglas”, o los políticos y cargos electos declaran: “Nos atendremos a los remedios de la segunda enmienda”, lo que quieren decir es que la gente que dispone de armas fijará, de hecho, la agenda política y resoverá las disputas políticas. Esa es una idea profundamente antidemocrática. Como es fama que dijo Abe Lincoln: “Cualquier apelación de la urna electoral [ballot box] a la caja de municiones [bullet box] debe fracasar.” Somos un país que se asienta en el imperio de la ley. Las armas no te convierten en un superciudadano con capacidad para imponer reglas especiales o tener una influencia política especial porque resulta que vas armado.
¿De dónde proviene esta “idea insurreccional”? ¿Cuándo arraigó?
La idea de que los individuos tienen derecho a luchar contra la tiranía es tan antigua como la república. Pero se puede remontar la encarnación moderna de este principio a principios de los años 90 y al ascenso del movimiento de milicias durante la presidencia de Bill Clinton, cuando se instituyeron las leyes nacionales de prevención de la violencia armada, incluida la prohibición de las armas de asalto y las comprobaciones de antecedentes. Hay un camino que va de Ruby Ridge y Waco [enfrentamientos mortales entre ciudadanos y agentes federales, que desencadenaron acusaciones en ambos casos sobre el uso de armas ilegales] a la bomba de Oklahoma City. La milicia de Michigan es donde se inició Timothy McVeigh, que fue quien puso la bomba de Oklahoma City.
Se ganaba la vida en ferias de armas. Adoptó totalmente la agenda de los derechos sobre armas y acabó asesinando a un montón de niños. Empecé a advertir el resurgimiento de esta idea a mediados de la década del 2000, hacia el final de la presidencia de Bush y el inicio de la presidencia de Obama.
¿Cómo se inserta el racismo en esta idea de “insurrección” y su lugar en la política norteamericana?
Existe en ello un elemento real que es importante. Los hombres blancos, sobre todo, tienen la impresión de que las riendas políticas se les están yendo de las manos y que se les escapa el control del poder. Las armas son una forma de ejercer poder, afrontémoslo. Poder sobre la política, poder sobre la gente.
Publicó usted Guns, Democracy and the Insurrectionist Idea en 2009. ¿Qué clase de respuesta tuvo?
La gente no reaccionó de la forma que yo esperaba, diciendo: esto va a ser algo serio como no nos movilicemos para oponernos a ello. Por el contrario, muchos cargos electos, incluidos muchos cargos electos demócratas, asintieron a la idea de una segunda enmienda insurreccional. Los que se presentaban a la presidencia en 2004 y 2008 usaban frases como: “La segunda enmienda no está hecha para la caza. Está para protegernos, a nosotros, nuestros hogares, nuestras familias y nuestro país de la tiranía”. Y nadie lo ha completado con un: “¿Qué quieres decir? ¿Crees que está bien pegarle tiros a los políticos?”
Este año hemos visto ocupado el parlamento del estado de Michigan, y ocupado el de Idaho, y es como si no fuera una desgracia. Hay una especie de respuesta de “los chicos son como son”.
¿Por qué la respuesta de los políticos a la retórica sobre la revuelta violenta ha sido tan apagada?
Creo que existe la idea de que si esto pasara de verdad, el ejército norteamericano los acribillaría. “Oh, sería un suicidio si lo hicieran”. Pero el ejército norteamericano no se desplegaría en lugares civiles, para empezar. ¿Qué vamos a hacer, sacar los tanques en nuestra propio suelo? Eso no lo vamos a hacer. La otra cuestión es que este movimiento está realmente bien armado. Hay mucha potencia de fuego en manos de civiles: fusiles de francotirador de calibre 50, AR-15, AK-47.
Si de veras lo hiciesen sería muy, pero que muy complicado.
¿Qué importancia tienen las cifras de miembros de las fuerzas armadas norteamericanas y de la policía que creen personalmente en esta idea insurreccional? Este año, militares veteranos norteamericanos y miembros en servicio activo han sido acusados de una serie de conspiraciones violentas, entre ellos algunas presuntamente diseñadas para provocar una guerra civil.
Hay algunos elementos de las fuerzas del orden que manifiestan sus simpatías por esto. Muchos, no, sobre todo entre los altos mandos. Tengo amigos en las fuerzas armadas y para muchos de ellos la idea es un absoluto anatema. Pero mucha de la demografía del ejército se compone hoy de hombres jóvenes blancos a los que les gustan las armas. Creo que la inmensa mayoría de las fuerzas del orden y las fuerzas armadas cumplirán con su deber, pero eso no significa que lo cumpla todo el mundo.
¿Qué cambios ha observado desde 2009 en el modo en que se ha desarrollado el insurreccionismo?
Se ha producido un enorme cambio desde que Trump llegó al poder, alguien que no condena la violencia. Fue terrible lo que declaró acerca de la gobernadora de Michigan, Gretchen Whitmer. Y cuando se le pregunta acerca de una transición pacífica de poderes y responde con evasivas, creo que se debe a que piensa que dispone de una milicia privada que va a respaldarle.
La idea insurreccional se centra en luchar contra la tiranía del gobierno, pero sería especialment peligrosa si se pusiera al servicio de determinados funcionarios, y eso es lo que estamos viendo ahora.
Lo que ha cambiado también es que la cantidad de armas que tienen esos chicos en estos tiempos resulta obscena. El número de AR-15y cargadores de gran capacidad y armas de asalto que tienen debería darle miedo a cualquiera.
¿Está usted preocupado por que pueda producirse una insurrección importante contra el gobierno norteamericano?
Sí.
Mi temor es que se produzca violencia si se impugnan las elecciones, o si parece que Trump está perdiendo. Me preocupa que veamos esfuerzos por intimidar a funcionarios electorales y votantes.
Siepre me ha preocupado la persona aislada, el lobo solitario que lleva esas ideas al límite. Hoy estoy mucho más preocupado por los esfuerzos organizados para subvertir las elecciones, el poder democrático, los tribunales.
Elaboró usted un informe centrado en cómo se puede prohibir llevar armas en lugares de votación. ¿Está usted preocupado por lo que pudiera pasar el mismo día de las elecciones?
No creo que vaya a producirse una violencia generalizada en las urnas. Creo que habrá lugares en los que haya gente con armas que intente intimidar a los votantes, pero no disparando ni nada parecido, y creo que esos lugares serán relativamente raros. Es de verdad importante que en cada colegio electoral sepan en qué consisten los derechos, pero creo que ha habido tiempo suficiente para ponerse al tanto. No quiero que la gente se asuste: la respuesta última a la segunda enmienda insurreccional consiste en ir a votar.
¿Qué cree que debería hacerse hoy como respuesta a todo esto que se dice públicamente sobre insurrecciones?
En primer lugar, ha de haber una respuesta pública clara de que la gente que ejerce este “derecho” no son patriotas, sino traidores.
La segunda parte consiste en una respuesta basada en medidas políticas. Tenemos que limitar el acceso a las armas de asalto. En cuanto se inaugure la legislatura de 2021, deberían prohibirse las armas en lugares de votación. Me gustaría que se prohibiera en todas partes llevarlas abiertamente. Los manifestantes pacíficos se ven sistemáticamente intimidados por insurreccionistas armados. La forma en que intimidan a la gente consiste en llevar armas abiertamente. Hemos demostrado que, como sociedad, no podemos lidiar con eso.
Y la gente que tiene una posición de visibilidad debe andarse con cuidado de no respaldar la idea de una segunda enmienda insurreccional. Aunque creas en el derecho individual a poseer un arma de fuego, el propósito de ese derecho no puede consistir en matar a funcionarios del gobierno.
¿Ha visto usted algún punto de inflexión en la forma de responder hoy de los políticos demócratas a este tipo de retórica insurreccionista?
Permítame que deje esto absolutamente claro: el mayor problema lo representan los cargos electos republicanos, y los republicanos que de manera constante recurren a la idea de insurrección y jalean este tipo de comportamiento. Si bien me gustaría que los demócratas les hicieran frente y dejaran de consentirlo, el Partido Republicano ha hecho suya esta idea de los “remedios de la segunda enmienda” de que hoy existe un peligro, un peligro grave, para Norteamérica.
Los cargos republicanos de Virginia pensaban que la marcha al capitolio del estado en defensa del derecho a tener armas era la octava maravilla. Hay muchos funcionarios republicanos que piensan simplemente que esto es estupendo..
Fuente: The Guardian, 18 de octubre de 2020
La fuerza de San Luis. Discurso de Cori Bush tras su elección al Congreso norteamericano
Cori Bush
Iba yo corriendo…Yo era esa persona que corría para salvar la vida a través de un aparcamiento, que corría escapando de un agresor. Recuerdo que oía silbar las balas rozándome la cabeza y en ese momento me pregunté: “¿Cómo salgo de esta vida?”
Carecía de seguro. Yo he sido esa persona sin seguro que esperaba que mi proveedor de atención sanitaria no me azorase preguntándome si tenía seguro. Me preguntaba: “¿Cómo lo voy a soportar?”
He sido madre soltera. He sido esa madre soltera que luchaba entre cheque y cheque, sentada fuera de la oficina de préstamos el día de cobro preguntándome “¿cuánto más tendré que sacrificar?”
He sido paciente de Covid. He sido esa paciente de Covid que luchaba por respirar, preguntándose: “¿Cuánto tardaré en volver a respirar libremente de nuevo?”
Todavía soy esa misma persona. Estoy orgullosa de presentarme hoy ante vosotros sabiendo que ha sido esta persona, con esas experiencias, la que movió a los votantes de San Luis a hacer algo histórico. San Luis: mi ciudad, mi hogar, mi comunidad. Hemos ido sobreviviendo y trabajando en la rutina y arreglándonos durante tanto tiempo, y hoy este es nuestro momento de empezar finalmente, finalmente a vivir y a crecer y a prosperar. Así, como primera mujer negra, enfermera y madre soltera en tener el honor de representar a Misuri en el Congreso de los Estados Unidos, dejadme que diga sólo esto. A las mujeres negras. Las chicas negras. Las enfermeras. Las madres solteras. Las trabajadoras esenciales. Este. Es. NUESTRO. Momento.
Hace seis años, San Luis captó los ojos y oídos de todo el mundo durante el levantamiento de Ferguson. Ya no podíamos aguantar más la injusticia, de modo que – siguiendo la tradición de cada uno de nuestros ancestros que lucharon por un mundo mejor – nos organizamos en favor de Michael Brown, Jr. Nos organizamos durante 400 días, hombro con hombro, cogidos del brazo, con la fuerza de San Luis. Y hoy, frente a una pandemia global y a despiadados ataques a nuestro derecho al voto, nos organizamos para llegar hasta a las urnas. Enviamos nuestras papeletas, votamos por correo, llegamos hasta nuestras familias, amigos e iguales, y nos hicimos visibles…la fuerza de San Luis.
Durante años hemos vivido bajo un liderazgo que nos excluía de nuestro propio gobierno. Durante años, nos han dejado a la fría intemperie: protestando en las calles, durmiendo en nuestras coches o tiendas de campaña, trabajando en tres empleos a tiempo parcial sólo para pagar las cuentas. Y hoy, hoy, nosotros, todos nosotros, nos encaminamos al Congreso: ¡la fuerza de San Luis!
Mi mensaje se dirige hoy a toda persona negra, morena, inmigrante, queer y trans, y a toda persona privada de oportunidades a causa de un sitema opresivo; estoy aquí a vuestro servicio. A toda persona que sabe lo que es decirle a un ser querido que “llegües sana y salva a casa, chica”: te quiero.
A todo padre que se enfrenta al dilema entre llevar algo de comer a casa y tener un techo sobre su cabeza, aquí estoy para servirte. A todo niño hermoso de nuestro desfalleciente sistema de acogida: te quiero.
A todo profesor que hace lo imposible por enseñar en esta pandemia: estoy aquí a tu servicio. A todo estudiante que luchar por llegar a la meta: te quiero.
A toda persona discapacitada a la que se niega igualdad de acceso: te quiero.
A toda persona que vive sin hogar en las calles: te quiero.
A toda familia que ha perdido a alguien a causa de la violencia de las armas: os quiero.
A toda persona que ha perdido su empleo, su hogar o su atención sanitaria: os quiero.
Es el mayor honor de mi vida aceptar la responsabilidad de servir a todas y cada una de las personas del primer distrito de Misuri como vuestra primera congresista negra electa. Este es nuestro momento.
Esta noche, nosotros, el pueblo hemos salido victoriosos. Nosotros, nosotros el pueblo, vamos al Congreso. Porque nosotros, el pueblo, nos hemos comprometido con una visión de Norteamérica que funcione para todos nosotros. Una Norteamérica que trate a cualquier persona con respeto. Que reconozca la atención sanitaria como derecho humano, que crea que toda persona merece tener qué comer, un hogar en el que vivir, una vida digna. A nuestra Norteamérica no la guiará la estrechez de miras de unos cuantos poderosos, sino la imaginación de un movimiento de masas que nos incluye a todos nosotros. Esa es la Norteamérica por la que luchamos.
Todo lo que hago empieza por aquellos que menos tienen, que han sufrido lo peor y que tienen lo más grande que ofrecer. ¿Por qué? Porque yo misma he vivido entre un cheque y otro. Durante años me debatí bajo el peso de las deudas de estudiante. Me han desahuciado los caseros y he tenido que preocuparme de cómo iba alimentar a mis dos hijos. Me he visto con un seguro insuficiente o sin seguro. Y por cada una de las historias que puedo contar sobre mi vida, sé que hay miles más en nuestra comunidad. Y esas son las historias que llevo conmigo y que elevaré a la Casa del Pueblo como congresista vuestra.
Mi nueva labor consiste en estar a vuestro servicio, no sólo en liderar, no sólo en exigir, sino en serviros.
Este momento se ha producido gracias a nosotros, a nuestro movimiento en favor de la justicia social, racial y económica. Y ahora nuestro movimiento va al Congreso y nos enfrentaremos a los desafíos de este momento como un movimiento: hombro con hombro, cogidos del brazo, y con los puños en el aire, listos para servir los unos a los otros hasta que sea libre cada uno de nosotros.
Fuente: The Guardian, 5 de noviembre de 2020
Tomado de SIN PERMISO
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