jueves, 12 de junio de 2025

La propiedad privada como reflejo de la vulnerabilidad humana: “Propiedad privada” de Julia Deck

La propiedad privada como reflejo de la vulnerabilidad humana: “Propiedad privada” de Julia Deck

La esencia es un domicilio, observa Byung-Chul Han en el ensayo " Del Vacío" (trad. Simone Aglan-Buttazzi, nottetempo). Conjuga identidad, duración e interioridad, habitar, sostener y poseer. La esencia domina la metafísica occidental; se refiere a la casa, a la propiedad, a la idea de solidez. Julia Deck parece haber internalizado y traducido estos supuestos en clave narrativa al dar forma, en " Propiedad Privada" (trad. Lorenza Di Lella y Francesca Scala, Prehistorica), a una investigación con implicaciones filosóficas y sociológicas en torno a la correlación entre esencia e interioridad doméstica, poder, deseo de posesión, imposibilidad de control real, encarnada en la imagen de un hogar de aspecto tranquilizador, simulacro de una propiedad inviolable, tanto física como interior.

En el centro se encuentran las historias de una pareja de mediana edad que se refugia en las afueras parisinas, en un barrio ecosostenible, lejos del ajetreo urbano, con naves industriales transformadas en elegantes viviendas energéticamente autosuficientes. Ella es una urbanista pragmática y decidida, comprometida con la reurbanización de una plaza mediante la reinvención de espacios; él es un profesor universitario con trastorno obsesivo-compulsivo que pasa los días encerrado en su casa esperando la próxima crisis, aliviado únicamente por variaciones en la dosis de sus psicofármacos.

La constante referencia al valor de los objetos perdidos tras treinta años de vivir en otro lugar, compensados ​​únicamente por el cuidado de las caléndulas, resuena en un crescendo grotesco, expresado en la percepción de invasión por la llegada de nuevos vecinos: una sensación de usurpación de espacios invisibles. El escenario es crucial para captar la crítica social que se percibe en las páginas, al denunciar la dinámica de un grupo de residentes que se ha convertido en el emblema de una burguesía que exhibe compromiso ecológico, pero se muestra incapaz de un verdadero pensamiento crítico y revela contradicciones e hipocresías por no renunciar a ciertas comodidades.

Entre las páginas, la evolución de un conflicto en creciente tensión, regido por la vigilancia mutua y la idea de condena, a partir de los conceptos de bien y dominio que encuentran en la cuestión doméstica la representación física y al mismo tiempo metafórica de un malestar que todo lo invade, que permea las relaciones afectivas, corroe las relaciones profesionales, confunde los límites dentro/fuera, personal/colectivo, dentro de un entorno aparentemente estático que revela sutiles evoluciones.

Algunos aspectos recurrentes –a partir del preludio de lo inevitable compuesto en torno a elementos que sugieren una derrota inminente– caracterizan toda la producción literaria de la autora, de la que en Italia, con la traducción de Lorenza Di Lella y Giuseppe Girimonti Greco, se publicaron Viviane Èlisabeth Fauville (Adelphi, 2014) y Sigma (Prehistorica, 2022).

La peculiar revisión de los códigos del thriller psicológico y del relato policial, también a través del inteligente uso del elemento irónico con tintes dramáticos en las obras de Deck, es funcional para enfatizar la naturaleza ridícula del ser humano, presa de manías y a menudo incapaz de usar sus propias herramientas para enfrentar amenazas reales o imaginarias, en la constante sensación de una conspiración subterránea.

Querían vernos sufrir, impedirnos pensar, amarnos, destrozar el complejo edificio sobre el que se basaba nuestro entendimiento. Planearon nuestro desarraigo total y definitivo.

La afinidad con Viviane Èlisabeth Fauville reside, en particular, en su capacidad para rastrear el desconcierto existencial de una mujer solitaria que ha cometido un crimen del que solo conserva un recuerdo borroso, un sentimiento de culpa cuyas huellas busca al contemplar a su recién nacido. Una vez más, la atención de Deck se centra en una mujer exitosa que se desorienta, y cuyo desconcierto se ve amplificado por el neurótico entorno metropolitano parisino, capaz de enfatizar la transfiguración interior y definir la desesperación mediante ansiedades y paranoias que rozan la irrealidad.

Sigma comparte la adherencia a las estructuras de la novela de espías, aplicada en Propiedad Privada a la dinámica de control mutuo entre vecinos que culmina en una misteriosa desaparición que genera sospechas mutuas e interferencias insoportables. La inminencia de lo inexorable se plasma mediante detalles mínimos, olores, objetos fuera de lugar, comportamientos anómalos y miradas fugaces que implican transgresiones.

Deck estudia el espectro emocional definido al sufrir una invasión: desde el asombro hasta la desesperación, la ira, la frustración y la sensación de violación que lo invade todo. La inhibición afásica ante infracciones evidentes a la buena vecindad, alternada con pequeñas crueldades cotidianas, da fe de un desgaste nervioso que lleva a considerar igualmente grave una noche de insomnio para la fiesta, con música alta y basura esparcida por doquier; el uso instrumental de un cachorro de labrador como cebo para generar dependencia emocional; el comportamiento ambiguo y burlón; la percepción, al oír risitas que se filtran por la ventana, de que ni siquiera el propio baño es un lugar seguro para expresar la desesperación.

Mi corazón se encogió de horror. Comprendí que ya no tenía derecho a gritar, que tendría que tragarme la ira incluso en el refugio más íntimo, porque nada de lo que ocurriera allí permanecería oculto.

Con una mirada cáustica y cortante, una visión despectiva que va cambiando de perspectiva, el flujo de pensamientos de la protagonista demuestra en forma de carta o de monólogo dirigido a su marido, la urgencia de establecer una dialéctica intelectual imaginaria (carente de realidad) con un hombre deprimido, no tanto para fortalecer la relación sino para sustanciar la matriz oscura que cada vez va ocupando más espacio en ella.

Sola, ante la idea de integridad familiar y doméstica que la protegiera de las amenazas externas, la mujer descubre una vulnerabilidad que no creía poseer, convencida de que también encarna emocionalmente el rigor laboral. Esa mujer, tan cínica como para definir como "bestias infestantes" y "parásitos" a las personas sin hogar que ocupaban edificios vacíos que con el tiempo se habían convertido en conglomerados de hormigón, "fantasmas futuristas que habían pasado de moda incluso antes de ser terminados y que ahora solo despertaban, en quienes los observaban, una mezcla de lástima, terror y risa", pronto cambia su visión, al sufrir a su costa el peso de sentirse fuera de lugar, indefensa y perdida al reflexionar sobre la dosis idéntica de humanidad que debería estar oculta en cada uno de nosotros. Aspectos investigados en la obra con una referencia continua a la relación espacio-temporal: es emblemático que el proyecto de renovación de un área transfigurada por el aumento demográfico y la sustracción de espacios verdes, sea abordado por el protagonista trabajando el concepto de la naturaleza indefinida del territorio.

Cada página traza una revelación gradual que difumina los contornos de lo conocido para infundir la duda sobre la falsificación de lo real, acentuada por intermitencias emocionales que rozan el tormento, la manía y el pánico conspirativo. Las primeras líneas revelan un nuevo sentimiento, representan el núcleo de toda la obra y llevan al lector a cuestionar el alcance de un placer inexplorado al concebir, pocos meses después de la mudanza, una venganza abominable como compensación por las vejaciones sufridas.

Matar al gato habría sido un error, tanto en general como en particular. En la oscuridad, me vi vertiendo el veneno y mezclándolo con las hamburguesas. Dejando el cuenco frente a la puerta del jardín. Esperando a que llegara Cabello de Zanahoria. Sentí el contacto de su pelo con mi piel desnuda, mientras imaginaba el momento en que, tras dejarlo terminar de comer, lo recogería. Me vi bajando al sótano para dejarlo morir allí sin llamar la atención y luego deshaciéndome del cuerpo como lo habías planeado. Porque no se trataba solo de matar al gato. Se trataba de decretar nuestro triunfo, nuestro acceso a la propiedad privada.

Toda la obra se estructura a partir de preguntas sobre las consecuencias privadas y colectivas de las decisiones arquitectónicas que conducen a una convivencia forzada, influyendo en el bienestar y las acciones de quienes viven allí, ante la imposibilidad de preservar realmente la dimensión privada. A nivel social, resaltan la opacidad y ambigüedad de las dinámicas relacionales, con roles y alianzas nunca definidos abiertamente. A nivel privado, muestran las grietas de una relación madura, puesta a prueba por la comparación con otras parejas y por condiciones hostiles que terminan poniendo en peligro un equilibrio construido en la intimidad y el aislamiento del resto.

La premonición de lo trágico y la dramática evolución de acontecimientos inesperados asignan a la narración un cambio continuo de ritmo, entre continuas proyecciones sobre vidas paralelas alternativas, insertas en la condición surrealista del presente, con consecuencias imaginarias que alteran la percepción de la verdad y conducen al exilio de la realidad. Fundamental en este sentido es el corolario de personajes balzacianos que, tras una apariencia conformista, esconden secretos, relaciones efímeras, traiciones, dramas domésticos y representan una extraña muestra humana de inconsistencias, un reflejo de una sociedad inexorablemente apegada al mantenimiento de su imagen.

Julia Deck propone una aguda reflexión sobre la relación del individuo con la necesidad de posesión, sobre el vacío materialista, sobre el deslumbramiento inherente a toda relación, sobre la imposibilidad de un verdadero reconocimiento mutuo, con una feroz crítica social a la hipocresía de clase a través de una excavación de lo siniestro en clave irónica porque, como ella misma declaró en una entrevista, "observar la sociedad sin ironía sería insoportable".

La singularidad de la voz literaria de Deck reside en ofrecer al lector la oportunidad de indagar en el presente que habita, el contexto de pertenencia, e imaginar el futuro de la sociedad occidental a través de las reflexiones de un desorden interior compartido. Propiedad Privada celebra la naturaleza incongruente de lo humano al cultivar obsesiones útiles para garantizar un desacuerdo perenne y salvífico con el otro y dar fe del potencial inherente a la alienación contemporánea. Es gracias a la legitimación de la autodeterminación, un rasgo fundamental de la esencia, que, según Byung-Chul Han, pueden generarse disputas fundamentales para escapar de las estructuras preestablecidas: «Y entonces el poder está exclusivamente en manos de quien logra permanecer, en el Otro, completamente consigo mismo».

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