La vida en París no fue fácil para Gabo: problemas económicos, buhardillas frías y húmedas, hambre… Esta situación le inspiró para escribir su novela El coronel no tiene quien le escriba. El antiguo hotel de Flandre fue el lugar donde la terminó, y allí podemos ver actualmente una placa en recuerdo de su estación, en la habitación 63.
El Instituto Cervantes ha realizado una ruta online con los sitios que el escritor frecuentó en su etapa parisina. Entre ellos están el café Le Sorbon; el cine al que iba a menudo Le Champo; o incluso el cabaret en el que Gabo cantó y bailó para ganarse unos francos, L’escale.
“Cuando llegué a París yo no era más que un caribe crudo. Lo que más le agradezco a esta ciudad (…) es que me hubiera dado una perspectiva nueva y resuelta de Latinoamérica”, confesó el autor.
García Márquez volvió a París en otras dos ocasiones, en 1968 y en 1977, ya tras el éxito de Cien años de soledad.
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