Pobreza, Educación y Neurociencias Mauricio Hidalgo O



No hay duda que las condiciones de vida, las experiencias, el tipo de alimentos, la exposición a contaminantes, el cariño familiar, entre otros factores, tienen enormes implicancias en el desarrollo de niñas, niños y adolescentes. Es en este contexto donde la investigación científica ha ofrecido abundantes evidencias acerca del impacto que tienen las desigualdades socioeconómicas en aspectos tan gravitantes como son la educación y la salud de las personas.
En este sentido, el aspecto socioeconómico se vuelve un factor que favorece o limita potencialidades. Es por esto que el estatus socioeconómico (ESE) y las desigualdades asociadas, ha estimulado a muchos investigadores de diferentes áreas a evaluar objetivamente su impacto, sea éste directo o indirecto  sobre el desarrollo humano, más aún cuando sus efectos (carencias o exposición a estímulos estresores) son más dramáticos, en las edades más sensibles del desarrollo de niñas, niños y adolescentes. Es así como en la literatura más reciente se informa la existencia de una asociación entre déficits del desarrollo cerebral y bajo nivel socioeconómico. En concreto, algunas de las áreas que pueden verse afectadas son el dominio del lenguaje, la memoria, las funciones ejecutivas y el procesamiento emocional. El impacto del ESE queda evidenciado por numerosos resultados que las neurociencias nos muestran día a día, quedando plasmadas en diversas publicaciones.
Educación
Si bien nadie cuestiona que la educación es una de las principales herramientas que tienen los Estados para favorecer la igualdad de oportunidades, tanto sociales como educativas; sin embargo, se ha demostrado que los estudiantes que provienen de contextos desfavorecidos o caracterizados por la pobreza alcanzan logros educativos inferiores. Los resultados promedio de los Informes del Programa Internacional de Evaluación de los Estudiantes (PISA) de 2009 y de 2012 muestran que la diferencia de puntuación en el rendimiento académico entre los alumnos de mayor ESE respecto de los de menor ESE,  en los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), es de aproximadamente 0,7 a 0,8 desviaciones. Esta diferencia equivale a un desfase de dos años en el nivel escolar entre ambos grupos de estudiantes.

La investigación científica ha ofrecido abundantes evidencias acerca del impacto que tienen las desigualdades socioeconómicas en aspectos tan gravitantes como son la educación y la salud de las personas.
Las causas de las desigualdades del éxito académico han sido estudiadas centrándose en investigar las variables personales y las del proceso de enseñanza-aprendizaje que afectan al rendimiento (fracaso escolar), prestando habitualmente ninguna o poca atención a los factores sociales o familiares (ecológicos) que podrían obstaculizar el éxito académico. Sin embargo, en los últimos años los factores contextuales en los que se producen el desarrollo y el aprendizaje han ocupado un lugar importante a la hora de intentar comprender las diferencias en el rendimiento. No basta tratar de salvar a los niños que ya están cayendo por un precipicio, se debe evitar que caigan por él y actuar sobre las causas de las causas… es aquí donde los entornos biopsicosociales tienen su papel.
Complementados lo anterior, debemos ser capaces de reconocer los factores de riesgos y es por ello que cuando se hace referencia a factores de riesgo asociados al rendimiento académico, algunos autores consideran necesario diferenciar las causas que están detrás de dichos factores. Por ejemplo, algunos investigadores sostienen la importancia de diferenciar, con vistas a la puesta en marcha de una intervención, dos tipos de factores de riesgo asociados al rendimiento: por una parte estarían los factores propiamente académicos, referidos a las dificultades escolares que impiden a los alumnos alcanzar un rendimiento óptimo, y que pueden provocar que quede atrapado en un ciclo de fracaso continuo; y, por otra, los factores sociales, asociados a variables contextuales o demográficas (por ejemplo, ingresos familiares, la educación de los padres, la estructura familiar, la alimentación, la exposición a contaminantes ambientales, etc.) que han demostrado tener un impacto negativo en el rendimiento académico y que, en consecuencia, favorecen la probabilidad de fracaso escolar y con ello desigualdades que se incrustarán en toda nuestra sociedad.
Contribución desde las neurocioencias… 
Los debates en las ciencias sociales sobre los correlatos psicológicos del ESE, han demostrado que incluso la dirección de la causalidad no puede darse por sentado. Las preguntas mecanicistas sobre el ESE son difíciles de responder, en parte, porque el ESE es un factor más bien tangencial. Los ingresos, la educación y otras dimensiones del ESE son solo índices de riesgo, pero no afectan directamente al cerebro de la niña, niño o adolescente. Más bien, están relacionados con otros factores que si tienen efectos causales directos. Entre estos últimos encontramos la nutrición, la exposición a contaminantes ambientales, la salud prenatal, la estimulación cognitiva temprana (incluida la interacción lingüística), el estrés vivido por las madres durante el embarazo, el comportamiento de los padres durante la crianza (particularmente atención y calidez) y las posibles diferencias genéticas asociadas (polimorfismos genéticos).
A medida que aprendemos, las preguntas respecto de los mecanismos involucrados en esta relacion ESE y desarrollo neurobiológico se matizan cada vez más. Por ejemplo, ¿por qué mecanismos del desarrollo cerebral el ESE se correlaciona con la estructura y función del cerebro durante las diferentes fases de la infancia y la edad adulta, y  por qué mecanismos adicionales, durante el envejecimiento cerebral,  se manifiesta ESE en los cerebros (especialmente en los adultos mayores)?  En este punto, debo ser honesto y por ello debo señalar que las respuesta no son  claras, con opiniones divididas. Por ello, debemos tener mucho cuidado a la hora de realizar afirmación categóricas respecto de esta problemática.
Agrego, el estrés en la vida temprana puede acelerar el desarrollo cerebral, lo que podría resultar en un adelgazamiento precoz de la corteza y, en última instancia, el cierre de determinados períodos sensibles a estímulos ambientales durante la infancia.
A modo de resumen
Las desigualdades en la salud y educación no suponen simplemente diferencias en un sentido estrictamente matemático. Muy al contrario, el término desigualdades en estas áreas tienen implicaciones morales y éticas, y se refieren a desigualdades que son sistemáticas, innecesarias, injustas y, a mis ojos, evitables. No podemos seguir indolentes respecto del enorme impacto del ESE y de las circuntancias gassetianas que se producen sobre el desarrollo cerebral, que impactan en la educacion y la salud.

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