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La pregunta Por Sandra Russo

 9 de septiembre de 2023 -


“La pregunta que tenemos que formular a la nueva generación no se vincula con los valores. (¿sos solidario o egoísta? ¿sos crítico o conformista? ). Se vincula con la sensibilidad: ¿sos feliz o infeliz?” Esto escribía Bifo Berardi en 2007, en su libro Generación post alfa.

La generación a la que se refiere es la post alfabética. Ya son varias. Berardi sostiene que durante siglos la transmisión cultural se hizo en condiciones dialécticas, y que en términos dialécticos también se basaron los grandes movimientos sociales del siglo XX. Pero la transmisión de una generación a otra se llevaba a cabo a través de una herramienta que fue cambiando de forma y contenido pero fue siempre compartido: el lenguaje.

La brecha analógica-digital comenzó cuando la era digital empezó a provocar cambios subjetivos en las generaciones nativas. Las ultraderechas del mundo, hoy, se nutren, se organizan, planifican atentados, fascinan por el descaro propio de lo digital, donde el cuerpo no se pone y muchas veces la identidad tampoco. Y entre los que nacimos antes y en consecuencia somos sujetos históricos, y estas nuevas generaciones que abonan, en algunos nichos donde se juntan otras coordenadas, su ahistoricidad con su desprecio por todo lo colectivo y por su negación de su clase, no hay comunicación posible.

Se pregunta Berardi cómo debería ser la comunicación política en este contexto. Y dice que sería una comunicación política terapéutica, orientada a despertar la esperanza en hallar condiciones materiales que permitan algo del goce de existir. La ultraderecha prescinde del placer y la belleza, especialmente de la belleza y el placer colectivos.

Por eso Berardi apela a la sensibilidad como puente entre unas y otras generaciones, porque la digitalización del mundo ha interpuesto un muro, y la generación post alfa no cree en el lenguaje. Usa otro. Son otros significados, otros significantes. No podemos ponernos uno en lugar del otro porque no hay lenguaje que nos vincule. Pero queda la sensibilidad. A los comunistas y los nazis les gustan los perros o los gatos. Los perros de Milei son el anzuelo emocional positivo, pero todo el personaje está compuesto por sets emocionales que son perversamente disrruptivos. Lo digital no es ético, es efectista porque básicamente es un impulso eléctrico en los cerebros.

Por eso la sensibilidad es un puente. Esos lugares no ideológicos y presentes incluso en quienes se han endurecido tanto que los resisten. Es posible que alquien sea cruel y alguien sea solidario, pero seguramente los dos tengan su canción favorita, su sueño imposible o alguien que sea su debilidad.

Las ultraderechas están llenas de gente que tiene vidas muy vulnerables y sufridas, pero esas vidas están marcadas por la voltereta que hizo el capitalismo de mercado junto con la digitalización del mundo: ya no hay obreros que busquen liberarse de la explotación, pero hay millones de personas en el mundo que son víctimas de la fragmentación, la relocalización y la precarización del trabajo. Y esto no lo pueden comprender, porque su post alfabetización les bloquea la capacidad de entender los contextos. Lo digital es corto y la velocidad recorta el contexto. El resultado está a la vista: mucha gente se ofrece en sacrificio a quien le está diciendo que lo aplastará, pero no les importa lo que dice, les importa que “es distinto”. Uno de los déficits de la generación pos alfa es el de atención. La gente con pluriempleo o trabajo virtual no tiene tiempo para fijar su atención. La ultraderecha ganó las paso simplemente llamando la atención.

El libro de Berardi es complejo, como su pensamiento que mezcla enfoques. Pero él mismo sabe comunicarse con sensibilidad. Cada tanto aparece un párrafo como éste, escrito con belleza, que es algo que debemos recuperar para nuestras vidas cotidianas, pero una belleza lúcida:

“La cuestión de la transmisión cultural es, sobre todo, un problema ligado a la sensibilidad. La historia de la modernidad es la historia de una modelación de la sensibilidad, de un proceso de refinamiento (pero, también, de un proceso de disciplinamiento), el desarrollo de nuevas formas de tolerancia y de creatividad (pero, también, el desarrollo de nuevas formas de barbarie y conformismo). La pregunta que debemos hacernos y, sobre todo, debemos hacerle a la gente que se está formando hoy, a los chicos, a la nueva generación, se refiere al placer, a la belleza: ¿qué es una vida bella? ¿Cómo se hace para vivir bien? ¿Cómo se hace para estar abierto al placer? ¿Cómo se goza en relación con los otros? Esta es la pregunta que debemos hacernos, una pregunta que no es moralista y que funda la posibilidad misma de un pensamiento ético”.


https://www.pagina12.com.ar/586367-la-pregunta

El propósito de EEUU al enviar bombas racimo a Ucrania no es ganar la guerra a Rusia


 
19 JULIO 2023         

Nazanín Armanian

Ucrania acaba de recibir las bombas de racimo (BR) enviadas por EEUU, mientras diferentes medios afirman que tanto Rusia como Ucrania ya estaban utilizando dichos artefactos en la guerra, cuestión difícil de comprobar, debido a la censura que ejercen las partes implicadas sobre la información.

La decisión de la Administración Biden ha levantado muchas críticas, también dentro del propio Partido Demócrata. "Socava gravemente nuestro liderazgo moral", insisten en una carta abierta 19 de sus diputados en la Cámara de Representantes. La congresista Betty McCollum añade, además, que la medida es "innecesaria y un terrible error".

Unos 120 países firmaron en 2008 la Convención sobre la Prohibición de las Municiones en Racimo (CPMR), contra la producción, transferencia, almacenamiento y uso de las BR, entre los cuales no se encuentran EEUU, Rusia, China, Ucrania, Brasil, Israel, India, Turquía, Arabia saudí e Irán.

Durante el mandato de George W. Bush, Washington decidió la eliminación parcial y gradual de su arsenal (no por cuestiones morales, obviamente, sino porque cerca del 30% de las minibombas no explotan al chocar con los objetivos), hasta que estuvieran disponibles las versiones más eficaces y de paso "seguras". Aun así, Donald Trump revocó esa política, autorizando el uso de dichos artefactos.

Algunos socios de EEUU en la OTAN, como Alemania, Austria y España, firmantes de la CPMR, también se han opuesto a este envío. ¿Hay alguien que aún no sepa que en esta Alianza sólo manda el Pentágono y el resto no son más que el "vestido del emperador", además de su carne de cañón y su cajero automático para financiar sus hazañas bélicas?

La OTAN es consciente de que ni las BR ni los miles de mercenarios de las empresas que ha contratado para esta guerra presentes en Ucrania cambiarán el equilibrio de las fuerzas en el frente, que están en favor de Rusia. A pesar de la insistencia de Biden, de que su personal militar no se encuentra en el país eslavo luchando contra Rusia, este secreto a voces ha sido revelado por la revista Newsweek, en su número del 5 de julio. Los equipos de la CIA en Ucrania "participan en el control de la guerra", afirma. ¿Qué significa el "control de la guerra"? Ahora en serio: ¿Es posible que, el sabotaje del oleoducto Nord Stream o el bombardeo del puente Kerch (Crimea), así como los atentados contra las figuras destacadas rusas hayan sido obras de la inteligencia estadounidense para "controlar la guerra"?

Los objetivos de EEUU en vender sus BR

- Animar a la Ucrania desmoralizada por el fracaso de su contraataque tan anunciada desde la primavera.

- Impedir que Kiev baraje alguna posibilidad de negociar la paz con Rusia, 17 meses después de la destrucción de varias de sus urbes, la huida de 7 millones de sus ciudadanos del país, y la perspectiva de una desintegración mayor de su territorio.

- Eliminar sus BR anticuadas, vendiéndolas a Zelensky. Pues, el meganegocio de la guerra incluye: apoderarse de los recursos de otros, dominar nuevos territorios, probar armas recién inventadas, deshacerse de las viejas, vaciando los sótanos los ministerios de guerra, sin contaminar el suelo propio, trata de mujeres (y las ucranianas de eso saben bastante), tráfico de niños, entre otros negocio del crimen organizado de los amos de las guerras. Los países que almacenan armas caducadas pierden cientos de millones de dólares en su mantenimiento que si las venden en "rebajas", incluso por un precio por debajo de los costes, que no es el caso. Con ese nuevo envío, el Pentágono, que ya había saqueado las arcas públicas de Ucrania, con una factura de 40.000 millones de dólares en armas, gana otros 800 millones de dólares con el nuevo envío. ¿O es que alguien ha pensado que la OTAN regala armas a los "luchadores por la democracia" en otros países, por sus "valores morales"?

- Ganar tiempo, hasta que los países de la Alianza, sumidos en la crisis económica, consigan acelerar la fabricación de nuevas armas, para el beneficio de unos cuentos mercaderes de la muerte, asaltando otra vez el bolsillo de los sectores más vulnerables de sus propios pueblos. EEUU es el principal beneficiario de la guerra de Ucrania.

Así funcionan las BR

Las llamadas "Municiones convencionales mejoradas de doble propósito" fueron inventadas para destruir aquellos objetivos que no se podían eliminar con una sola bomba como, por ejemplo, una columna de tanques o aviones. Las AB 250-3 de la Alemania Nazi pesaban 250 kg y contenían 108 bombas de fragmentación, destinados a explotar al impactar. Las CBU 52, fabricadas y mejoradas por EEUU durante la Guerra Fría, pesaban 350 kg y contenían 220 ojivas de tamaño de minas anti-personas, con forma de agujas o de bolas, que una vez abiertas en el aire, pueden cubrir un área de 30.000 metros cuadrados. La superpotencia occidental hoy es la mayor fabricante y también exportadora de las BR del mundo.

Las que Biden ha vendido a Ucrania tienen más de 20 años, y un porcentaje de hasta un 40% de probabilidades de que las pequeñas ojivas no lleguen a detonar al momento de impacto, sobre todo si aterrizan en suelos húmedos o blandos. Así, permanecerán en el medio ambiente durante años, matando o mutilando a la víctima, sobre todo a niños que las confunden con juguetes.

EEUU ha utilizado las BR en todas las guerras que ha estado presente, que son casi todas las que han tenido lugar desde la Segunda Guerra Mundial.

- En Vietnam usó, además uno de sus modelos más crueles: las "bombas de bola". Los suelos de Camboya, Granada, Líbano (a través de Israel), Yugoslavia, Libia, Irak, Afganistán están marcadas por la firma personal del imperialismo estadounidense.

- En Laos, la nación más bombardeada de la historia, durante sus operaciones encubiertas e ilegales contra la guerrilla comunista Pathet Lao (1964), EEUU, con 4 millones de bombas grandes, arrojó sobre esta nación otros 288 millones de minibombas, que dejaron al momento alrededor de 29.000 muertos y 21.000 heridos y mutilados; luego y tras la finalización de las operaciones en 1973, los 80 millones de ojivas que no explotaron con el primer impacto, causaron 20.000 víctimas, cerca de la mitad niños.

- En Irak (1991-2003), la coalición dirigida por EEUU-Reino Unido lanzó 13.000 BR que contenían entre 1,8 y 2 millones de submuniciones. Miles de iraquíes civiles perdieron la vida bajo las bombas y otros miles han sido y siguen siendo víctimas de estos artefactos anti-personas.

- En el sur del Líbano, Israel en su ataque del 2006 arrojó hasta 4.000.000 de municiones en racimo, y en 1982, sobre el mismo sitio, llegó a descargar entre dos y tres millones de las cuales unas 100.000 se quedaron alojados en la tierra sin explotar, afirma la Coalición contra las Municiones en Racimo (CMC, sus siglas en ingles).

- En Afganistán, durante los 32 ataques realizados entre el octubre de 2001 y principios de 2002, la OTAN disparó sobre este azotado pueblo 1.228 BR que contenían 248.056 minibombas, convirtiendo el país centroasiático en una de las áreas más minadas del planeta.

- En Yemen, las BR de fabricación estadounidenses, británicas y brasileñas, fueron lanzadas por la coalición formada por EEUU-Arabia Saudí-Emiratos Árabes Unidos.   "Eran de color verde y tenían la forma de pequeños balones para jugar", las describe Walid, niño de 11 años, que resultó herido por coger una "pelota": perdió tres dedos y se fracturó la mandíbula. Su hermano "Samih," de ocho años, murió.

¿Sabe que para eliminar las que ya están sembradas en el suelo de los países atacados se necesitaría entre 100 a 120 años? El negocio de las BR ha creado otro paralelo: retirar los explosivos no detonados por el personal militar, previo cobro de unos astronómicos honorarios, extraídos de los impuestos de los ciudadanos sometidos a un sofisticado sistema de desinformación.

La OTAN sabe que Ucrania no podrá "ganar la guerra"; tampoco quiere implicarse demasiado en este conflicto: de allí el rechazo del ingreso de este país en la Alianza Atlántica. Ucrania no es más que un pantano para atrapar a las fuerzas rusas, además de un cliente sumiso de artefactos bélicos.

Hay que promover un alto el fuego y negociaciones sin condiciones previas, al menos "congelen" el conflicto con el santo y seña de Pormeteizm, para que las poblaciones de ambos lados, que están sufriendo terriblemente esta maldita guerra, organizada por EEUU desde 2014, puedan mirar hacia delante.


https://blogs.publico.es/puntoyseguido/author/nazaninamirian/

«El verdadero amor pasa»: William Blake; poema

 


«El verdadero amor pasa»: William Blake


El verdadero amor pasa.
True Love Doth Pass Away, William Blake (1757-1827)

Mis sedas y mi fino atuendo,
mis sonrisas y mi aspecto lánguido
el amor se lleva,
y el lúgubre y flaco desaliento
me trae tejos para adornar mi tumba:
tal es el fin que hallan los verdaderos enamorados.

Su rostro es bello como el cielo
al abrirse los briosos capullos.
Ah, ¿por qué le fue dado
un corazón que es helado invierno?
Su pecho es la venerada tumba del amor de todos,
a la que acuden los peregrinos de la pasión.

Traedme pala y hacha:
traed mi mortaja.
Cuando haya cavado mi fosa
dejad que azoten los vientos y las tempestades;
en la tierra yaceré, frío como la arcilla.

¡El verdadero amor pasa!

Venezuela (1983 – 1995): una mirada política al país de fin de siglo

 Por  Luis Fernando Castillo Herrera

Fotografía de BERTRAND PARRES | AFP

La década de los noventa fue particularmente compleja para un país que desde 1958 había experimentado un franco progreso institucional, económico y político. La consolidación de la democracia como sistema había abierto un panorama de múltiples posibilidades, todas ellas, aparentemente positivas. Sin embargo, una sucesión de desafortunados acontecimientos encendió las alarmas, muchas fueron desoídas.

Cabe destacar que la democracia en Venezuela y puntualmente el segundo proyecto democrático, iniciado luego del derrocamiento de Marcos Pérez Jiménez, tuvo que enfrentar una dura oposición. Primero, por parte de los militares, seguido por los civiles y miembros de los partidos de izquierda, quienes aprovechando la ola revolucionaria cubana perfilaron duras embestidas personificadas en las intentonas golpistas de la década de los sesenta. De manera que:

La segunda República liberal democrática no se inició sin contrincantes, ni escepticismos acerca de sus objetivos e institucionalización; se advertían los riesgos potenciales que su implementación tendría en la vida republicana. Desde muy temprano, la crítica fundamental hacia el sistema democrático se concretó en los partidos políticos.[1]

Los partidos políticos y en especial Acción Democrática, fueron duramente criticados durante todo el periodo democrático. Ya entre 1945 y 1948 habían sido señalados de ejercer el poder con un marcado sectarismo, a partir de 1958 las críticas y acusaciones giraron en torno a la corrupción y el bipartidismo con el partido COPEI como segunda fuerza política. No obstante, el sistema parecía perfilarse más allá de los partidos y las elecciones. La presencia del petróleo una vez más, ocupó un rol preponderante, al punto de cobijar los más alucinantes deseos, de los gobernantes y los ciudadanos. Guillermo Tell Aveledo, explica que, tras la entrada de la década de los setenta, Venezuela ingresaría en un nuevo contexto, uno donde la sociedad había endosado sus variadas necesidades a la figura del estado y la acción mesiánica del oro negro: “A partir de los años setenta, la sociedad que sin distingo de clase se le había estimulado a la bonanza, no se le había exigido ser más productiva, ni más eficiente, ni más autónoma”.[2]

La despedida de la década de los ochenta, sería igual de dramática que el inicio de aquellos diez años. En 1983, la economía nacional tendría que asimilar las evidencias concretas de una crisis que se presentaba en su forma más impactante, la devaluación monetaria:

A fines de los años 70 se inició para la sociedad venezolana un proceso sostenido de deterioro económico, que significaría una dramática involución en la calidad de vida de vastos sectores de la población (…) La recesión económica va a producir retrocesos en importantes logros sociales obtenidos durante el desenvolvimiento del modelo de sustitución de importaciones, creando las condiciones para el malestar de diversos actores sociales y políticos, que protagonizarán las intensas y confrontacionales movilizaciones de fin de siglo.[3]

En el recuerdo de los venezolanos ha quedado la fecha del 21 de febrero de 1983 como un hito marcado con la tinta de la recesión, se trataba de la confirmación del declive de un sistema que requería de importantes y complejos ajustes, muchos de ellos difíciles de asimilar para una sociedad que poco a poco había olvidado la expresión “crisis”: “Esa fecha se conoce en Venezuela como el Viernes negro y fue la primera señal de alerta para la sociedad sobre la crisis económica que se prolongaría con altibajos hasta entrado el siglo XXI.”[4]

A partir de aquella fecha y de su significado profundo, se desprenderán una sucesión de acciones, algunas buscarán resolver problemas otras terminarán generando nuevos obstáculos. Tanto los ciudadanos y los representantes políticos estaban conscientes que una nueva realidad se aproximaba en el país, recordemos como un electo Presidente de la República, en pleno acto de juramentación dijo en su momento “…recibo una Venezuela hipotecada…”, no era un discurso que procuraba ensombrecer la gestión del presidente anterior, Luis Herrera Campíns sabía que las nubes que ensombrecían el horizonte no eran pasajeras.

Margarita López Maya, en su obra Del viernes negro al referendo revocatorio expone que una de las razones que ralentizó el proceso de crisis del sistema político, económico y social del país, estuvo asociado a la aplicación de medidas destinadas a evaluar y corregir los desajustes. Por tanto, aquella expresión que indica que los gobernantes venezolanos de las décadas de los ochenta y noventa estuvieron de brazos cruzados admirando el fuego devorador, es absolutamente falso, de manera que: “el hecho de que la sociedad venezolana haya podido sortear la severa crisis política (…) recurriendo a mecanismo institucionales y sin que se haya producido el quiebre de su sistema democrático se debe, entre otros factores al proceso de reforma del Estado que se inició en 1984 con la constitución de la Copre.[5]

La Comisión Presidencial para la Reforma del Estado (COPRE) creada en 1984, estuvo integrada por un nutrido grupo de figuras, profesionales y políticos de diversas posiciones, todas tenían un objetivo común, “…llevar a cabo un estudio sistemático y profundo que permitiese ofrecer propuestas contundentes a la descentralización y reforma del Estado, y que diese lugar a crear mayor espacio para la participación ciudadana.”[6] La COPRE fue importante, demostraba que el país y aún más la democrático venezolana no era infalible ante el deterioro, como cualquier otro sistema requería de atención. No obstante, aquellas apreciaciones emergidas de la comisión terminaron por ser desoídas, siendo probablemente la elección para gobernadores la única sugerencia estimada y aplicada.

Para 1988, Venezuela presenciaría una nueva contienda electoral, marcada por varios factores, todos ellos asociados a la crisis estructural que vivía el país. El candidato llamado a obtener la victoria era Carlos Andrés Pérez del partido Acción Democrática. En torno a él existía un aura triunfalista, no sólo en lo concerniente a los votos que pudiese obtener, sino, además, a los cambios que generaría en el país, para el ciudadano la elección de CAP podría traducirse en la posibilidad de revertir los efectos de la crisis. Las sensaciones eran tan esperanzadoras que, la juramentación del presidente se realizó fuera de los espacios habituales, el Congreso había quedado vacío y una sala teatral fue habilitada para ungir al nuevo gobernante:

El 2 de febrero de 1989 el escenario semihexagonal de novecientos metros cuadrados de la Sala Ríos Reyna fue ocupado casi en su totalidad por una réplica del estrado del Senado (…) A Pérez le tomó juramento un copartidario, Octavio Lepage, que era el presidente del Senado, y por si fuera poco recibió el mando de otro compañero de partido, Jaime Lusinchi, un antiguo amigo. El camino lucía despejado para el nuevo gobierno. La fiesta tenía que ser con pompa.[7]

Un poco más de veinte días tardaría la gestión de Carlos Andrés Pérez en recibir los primeros conflictos, en esta ocasión, de orden social. Luego de anunciar las medidas económicas que el gobierno asumiría: liberación de precios, incremento de los servicios, aumento de la gasolina y del transporte público hasta un 30%. Con ello, un grupo de transportistas haciendo gala del más desproporcionado de los excesos, cobrarían el aumento sin la anuencia de ningún organismo, desatando así la irá colectiva un 27 de febrero de 1989.

El celofán estaba roto, la luna de miel había terminado y el país reclamaba nuevas y eficientes acciones, mientras disminuía significativamente la popularidad de los principales partidos políticos del país, en especial Acción Democrática. Esta situación dejaría la escena servida para el desarrollo de las primeras elecciones regionales en el país.

Gloria Lizárraga de Capriles y Lolita Aniyar de Castro, al rescate de la política

Con el asfalto todavía humeante por los sucesos iniciados el 27 de febrero, el gobierno anunciaría una serie de reformas destinadas al reajuste y buen funcionamiento del sistema, se trataban de medidas ya sugeridas por la COPRE en 1984. De esta manera, el Congreso de la República señalaría el visto bueno de las siguientes leyes: Ley sobre Elección y Remoción de Gobernadores de Estado, Ley sobre el Período de los Poderes Públicos de los Estados, Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencias del Poder Público, Ley Orgánica de Régimen Municipal. Todas esas nuevas leyes se unían a las ya sancionadas en 1988, como la Ley Orgánica del Consejo de la Judicatura, el objetivo estaba fijado no sólo en el modelo amparado en la descentralización, sino además en la necesidad de crear confianza en la ciudadanía.

La potestad de selección de los gobernadores atribuida al Presidente de la República, pasaba desde ese momento a las manos del pueblo, los votantes ahora tenían el derecho y el deber de elegir sus representantes regionales, sin embargo, no era para el votante una novedad que en gran medida llamara su atención, esos hombres y mujeres observaban con desdén el rito electoral, y las futuras elecciones fijadas para el mes de diciembre, lucían en gran medida como un espacio para el “voto castigo” sobre el partido de gobierno.

Con respecto a este punto el politólogo Luis Salamanca en su obra ¿Por qué vota la gente? comenta que, próximo a las elecciones de 1989 y posteriormente en 1993 se apreció entre los electores “…una dinámica de desalineamiento electoral sin realineación, por cuanto los electores no se sentían atraídos por ninguna oferta electoral, sino que se refugiaba en una actitud antipolítica y, más precisamente, antipartidista”.[8]

Ese desaliento del que nos habla Salamanca quedará evidenciado claramente en los resultados de aquel 3 de diciembre de 1989. El presidente Pérez había llegado a la silla de Miraflores obteniendo la victoria en 19 de los 20 estados que componían al país. Para el momento de las elecciones regionales el partido Acción Democrática perdería en 9 de las 20 gobernaciones posibles, seguidos por COPEI quienes obtuvieron 7 gobernaciones, La Causa R y el MAS dividieron las dos entidades restantes. Claramente, AD se mantenía como la principal fuerza política del país, sin embargo, sus derrotas en estados como, Anzoátegui, Miranda, Zulia, Bolívar y Carabobo era un claro indicador de que las cosas no estaban en su mejor dinámica.

Aunado a lo anterior, existió un factor más contundente que demostraba el malestar del ciudadano, su desinterés por el rito electoral, el partido AD y el estado de cosas que envolvió aquel proceso, hablamos del fenómeno de la abstención:

Tanto el voto de oposición como la abstención electoral, que alcanzó la cifra de 54,85%, actuaron como mecanismos de desahogo del descontento político y malestar social reinante, enviando un mensaje claro, pero no escuchado entonces por los actores hegemónicos.[9]

En medio de aquel panorama que a todas luces lucía caótico y desastroso, nuevas representaciones se presentaban en el concierto político, entre esas nuevas figuras no sólo encontramos a los partidos emergentes como el Movimiento al Socialismo (MAS) o La Causa R (LCR), también emergieron liderazgos femeninos importantes. Ya en las elecciones de 1988 se había presentado como candidata Ismenia de Villalba. Aunque esta primera presentación de una mujer como candidata presidencial no pudo ser del todo rutilante, quedaba muy claro que, el escenario electoral ya no estaría expresado exclusivamente por las tradicionales figuras políticas masculinas.

Bajo las condiciones de crisis, la experiencia de las elecciones de 1988 con la presencia de Ismenia de Villalba, una población molesta con las últimas medidas y acciones desarrolladas desde el gobierno, se llevó a cabo el proceso electoral de 1989, las primeras para elegir gobernadores. En ellas, fue electa Gloria Lizárraga de Capriles.

Baruta no existía como municipio independiente, producto de las nuevas reformas destinadas al proceso de descentralización obtendría su autonomía en aquel año de 1989, todo ello, producto de la aprobación de la Ley Orgánica de Régimen Municipal, con ello, Baruta se separaba del Distrito Sucre e iniciaría una nueva senda, una nueva historia. Las páginas políticas del novísimo municipio se inauguraban con la firma de su primera alcaldesa.

Gloria Lizárraga antes de su elección ya venía desarrollando actividades y promoviendo cambios en su comunidad, el partido COPEI observa en ella las cualidades necesarias para alzarse con la victoria e iniciar un proyecto social en el municipio. El partido verde, obtuvo un total de 101 alcandías en aquellas elecciones, entre ellas Baruta.

Si bien es cierto, en Venezuela ya habíamos tenido miembros femeninos en el Congreso, nunca una entidad municipal ni estadal habían estado bajo el mando de una mujer producto del sufragio directo, secreto y universal. Se trataba sin lugar a dudas del triunfo más importante hasta ese momento para el movimiento femenino que había surgido a principios de siglo, cuando un grupo de mujeres le dirigía una carta al presidente Eleazar López Contreras para exigir una serie de reformas. Aquel grupo que más adelante lograría la consagración del voto femenino para las elecciones presidenciales en 1947, encontraba de cierta manera su reflejo en la victoria obtenida por Gloria Lizárraga.

De las celebraciones y los vítores pasaban al plan de acción. El equipo de la nueva alcaldesa debía ponerse manos a las obras. Pronto, entenderán que las cosas no serían para nada sencillas. Aquel viejo adagio “trabajar con las uñas” calzaría perfectamente para los recién instalados en el poder:

Dado que el antiguo Distrito Sucre concentraba sus poderes en Petare, a Lizárraga le tocó asumir la labor de levantar desde cero la institucionalidad e identidad de Baruta, en medio de un país que ya mostraba síntomas de crisis económica e inestabilidad política luego de El Caracazo. La propia dirigente contó que la primera sede de la Alcaldía de Baruta operó en el tercer piso del centro comercial Plaza Las Américas, en un local con sillas alquiladas y cajas en lugar de archiveros y escritorios. Relata que, debido a la falta de recursos, se vio en la necesidad de llamar a las empresas ubicadas en el municipio para que adelantaran el pago de sus impuestos y así poder cancelar las nóminas de su personal obrero. Ni ella ni los funcionarios administrativos cobraron hasta tener ingresos estables.[10]

 “Fue una experiencia hermosa, he sido muy feliz siendo la primera alcaldesa de Baruta y del país”[11] comentó Lizárraga en una entrevista. Su trabajo social y político había iniciado muy joven, “a los 14 años de edad, con el florecer de la democracia en Venezuela, Lizárraga se inició en las filas del partido socialcristiano Copei. Allí fue una miembro activa donde abogó por los sectores más vulnerables de la sociedad, faceta que mantuvo durante su Administración y en sus labores humanitarias una vez alejada del foco político”.[12]

Mercados a cielo abierto, organización y apoyo al desarrollo de diferentes disciplinas deportivas en el municipio y la creación de la policía municipal durante su primer año de gestión, constituían parte del legado indeleble de Gloria Lizárraga. Al mismo tiempo, su presencia como gobernante abría una ventana que reafirmaba (si es que aún había alguna duda) que la misión de la mujer como ciudadano debía ser global, no era suficiente con la participación como votante, era preciso extender las acciones hasta el acto mismo de gobernar. Luego de 1992 cuando concluye su periodo de gobierno, aparecerían nuevas candidatas y nuevos respaldos por parte de los votantes, tal es el caso de Ivonne Attas, quien se convertiría en la segunda alcaldesa del municipio un periodo posterior.

Llegamos así, al año de 1992, tristemente recordado por los venezolanos. Miembros de las Fuerzas Armadas bajo una nocturnal operación intentan deponer al presidente Carlos Andrés Pérez, quien el día del alzamiento se encontraba de regreso luego de su participación en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza. Los alzados intentaron controlar varios estados importantes del país, incluyendo la ciudad capital. Sin embargo, a medida que avanzaba la mañana y con el amanecer, se fueron disipando las opciones del grupo de complotados.

Aquella mañana, los venezolanos conocerían al para entonces Teniente Coronel Hugo Chávez Frías, su efigie desconocida pronto se convertiría en el vehículo para canalizar las distintas críticas hacia el gobierno de Pérez. Los diferentes opositores al gobierno enfilarían sus más duras críticas e incluso, más adelante, surgiría una contundente denuncia de peculado en contra del propio presidente.

En medio de aquel clima convulso se desarrollaron nuevas elecciones regionales, aquellos comicios marcaron el fin de la carrera gubernativa de Gloria Lizárraga. El municipio quedaba en manos de Ángel Enrique Zambrano, y en los anales de Baruta quedaría inscrito por siempre el nombre de su primera alcaldesa. Aquella primera experiencia de una mujer electa por el voto popular se replicaría prontamente en el estado Zulia.

El entorno electoral mantendría la misma aguda situación. Las elecciones regionales de 1992, al igual que aquellas desarrolladas en 1989, estaban precedidas por convulsos acontecimientos que dinamitaba las aspiraciones del partido blanco, pero más allá de eso, quebrantaban el sentimiento hacia el carácter institucional representado en las elecciones populares. Las intentonas golpistas de 1992, habían creado un turbio ambiente previo al 6 de diciembre de aquel año, cuando los venezolanos debían acudir a las urnas para elegir nuevos gobernadores o reelegir aquellos que habían demostrado gestiones más o menos decentes. Los resultados serían contundentes en dos lecturas, en primer lugar, el carácter abstencionista se mantenía, aun cuando descendió un 4% (ver cuadro A y B), por otro lado, Acción Democrática perdía aquella posición como principal fuerza electoral en el ámbito regional, perdiendo cuatro de las once gobernaciones obtenidas en 1989.

Cuadro. – A

Elecciones 1989
GobernadoresAlcaldes
AbsolutoRelativoAbsolutoRelativo
Votos válidos3.978.29094,53.978.80395,9
Votos nulos220.3465,5166.7034,1
Votos escrutados4.198.636100,04.145.506100,0
Abstención5.0007.48654,95.007.48654,9
Población electoral9.205.849100,09.205.849100,0

 

Cuadro. – B

Elecciones 1992
GobernadoresAlcaldes
AbsolutoRelativoAbsolutoRelativo
Votos válidos4.635.60795,84.471.98891,8
Votos nulos202.4734,2396.6628,2
Votos escrutados4.838.080100,04.868.650100,0
Abstención4.979.43950,74.979.43950,7
Población electoral9.817.519100,09.817.519100,0

Fuente: Dirección de Estadísticas del Consejo Supremo Electoral y del Consejo Nacional Electoral.

 

Por su parte, el repunte de COPEI en las elecciones regionales, la reelección de Oswaldo Álvarez Paz en el Zulia y las intentonas golpistas de 1992, generaron un clima que brindaba una aparente oportunidad para el líder zuliano en las elecciones presidenciales en 1993. De esta manera, Álvarez Paz se convertiría en el candidato de la tolda verde, para lo cual debía abandonar su cargo como gobernador del estado Zulia.

El 5 de diciembre de 1993, se desarrollaron las elecciones generales, donde los zulianos además de votar por un nuevo presidente, también debían escoger a su nuevo gobernador. De esta manera, y con un 40,74% de los votos válidos y con el apoyo de partidos como el MAS, Convergencia y URD, Lolita Aniyar de Castro obtenía la victoria y se convertía en la primera gobernadora electa por voto popular.

El nuevo gobierno concentraría sus fuerzas en tratar de construir un proyecto social, Aniyar de Castro consideraba que las bases de una buena gestión se encontraban en la posibilidad de ofrecer a los sectores más necesitados las posibilidades de crecimiento y desarrollo. Había llegado al poder con el apoyo de muchos partidos identificados de izquierda, como: PCV, Liga Socialista, Bandera Roja, Movimiento Electoral del Pueblo y La Causa Radical, sin embargo, más allá de imponer un discurso ideológico su misión era principalmente trabajar por el desarrollo del estado.

Lolita Aniyar de Castro, llegaba a la gobernación con cincuenta y seis años de edad, poseía una importante formación en el mundo del Derecho Penal y la criminología, por muchos años había formado parte del cuerpo docente de la Universidad del Zulia, conocía las fortalezas y las debilidades de una entidad que ahora se encontraba bajo su dirección.  La política y las responsabilidades de estado tampoco eran ajenas a ella, con anterioridad había representado al Zulia en la Asamblea Legislativa y en el Congreso Nacional de Venezuela.

Durante su gestión fue diseñado el VI Plan de Desarrollo Regional, y el principal énfasis estuvo en la disminución de la pobreza, enfocándose en oportunidades para los sectores más necesitados, se trataba de un proyecto regional con un “acento profundamente social, privilegiando la justicia social, el respeto por los derechos de la gente, el contacto directo con los humildes y un especial afecto y reconocimiento a los marginados (los niños, las mujeres, los ancianos y los indígenas)”.[13] Uno de los aspectos más destacado en el accionar de la nueva gobernadora, estuvo representado en la capacidad de la consulta ciudadana, en este sentido, empleó diversas herramientas como el Organismo Regional de Desarrollo y el Comité de Solidaridad Humana, para sondear las realidades de las comunidades.

Aniyar de Castro quiso fortalecer precisamente el aspecto cultural, que permitiría una asimilación de los valores de justicia y equidad: “La secretaría de cultura promovió los Consejos de Poder Local de Gobierno, figura creada para la organización de diversas manifestaciones culturales de las comunidades, sin embargo, el propósito fundamental era organizar a la gente en cualquier manifestación de vida en el ámbito comunitario. Desde la Secretaría de Gobierno, se trabajó en la conformación de los Comité de Seguridad Ciudadana como una forma de participación activa de los vecinos en la constitución de mecanismos de prevención del delito”[14]. Su amplia experiencia en el Derecho Penal, le permitió enfocar su gestión hacia la prevención del delito, disminuir los canales de criminalidad y apostar por un sistema judicial más eficiente.

En este sentido, para Lolita Aniyar era de vital importancia el “desarrollo del capital humano como origen y destino de la acción de gobierno, y con ello el enfrentamiento y erradicación de la pobreza”[15]. El país que vivieron los venezolanos durante aquel periodo 1993-1995, era radicalmente distintos al país que hoy podemos visualizar, sin embargo, existían importantes y estructurales problemas que requerían de acciones inmediatas, y entre esas necesidades se encontraba el alto costo de la canasta básica, los servicios asistenciales y el plano educativo, metas que Aniyar deseaba cumplir, pero el propio contexto del país se lo impedía.

Claramente, las buenas intenciones no son suficientes, gestionar una entidad regional tan compleja e importante como lo es el Estado Zulia requiere de la comprensión de una serie de notables variables, en este sentido, el gobierno de Lolita Aniyar:

…intentó atacar la fragmentación institucional de la política social, y aunque no desarrolló una política totalmente coherente en el área de la economía social, si la tomó dentro de sus áreas prioritarias, de acuerdo con los señalamientos y directrices del gobierno central en su IX Plan de la Nación. Sin embargo, la política de apoyo al sector carece en este corto periodo de una base institucional coordinada, pese a la creación de la Oficina para la Coordinación de las Políticas Sociales y del esfuerzo que ORDEC hizo para organizar la participación de las comunidades. En general, la falta de información sistemática para la toma de decisiones y la diversidad de posiciones ideológicas, fueron los elementos básicos para no lograr una política de apoyo a la economía social más coherente y efectiva durante este periodo. Además de la persistencia de una política social con tendencia asistencialista.[16]

Pese a ello, se esforzó también en el complejo campo de la vivienda, no prometió solventar aquel costoso problema, sin embargo, ofreció mediante el Comité de Solidaridad Humana y el Instituto de Desarrollo Social, facilidades para promover la adquisición de materiales necesarios para la construcción, por supuesto, la autoconstrucción de viviendas no solventaba los problemas existentes en materia habitacional y en algunos casos pudo agravarla debido a la falta de planificación urbanística en las comunidades.

Con respecto a la privatización, tema envuelto en polémica durante los primeros años de la década de los noventa, el gobierno de Aniyar de Castro, fue en la vía contraría. Intentó que el puerto, aeropuerto y el puente Rafael Urdaneta fuesen administrado de la mejor manera, evitando actos que pudiesen poner en riesgo el buen funcionamiento de estos tres elementos de ingreso económico para la entidad: “después de realizar una evaluación que revela corrupción, incumplimiento de los contratos por parte de las empresas privadas, falta de mantenimiento, problemas operativos y prestación de un servicio ineficiente”[17] el gobierno decidió revertir paulatinamente la privatización que ya había iniciado en el estado.

Lolita Aniyar pensó que era posible establecer un proyecto social en el estado Zulia y decide presentarse a la reelección en 1995, tenía la convicción que las cosas marchaban por buen camino y era necesario darle continuidad.  Sin embargo, el país había tomado otro rumbo. La intentona golpista de 1992, el caso de corrupción donde se encontraba implicado el Presidente de la República, el descredito hacia los partidos políticos y un latente deseo que clamaba por resultados inmediatos, trajo como consecuencias que los outsider militares empezar a visualizarse como opciones posibles para la dirección del país, de esa manera, Francisco Arias Cárdenas ganaría aquellas elecciones y al finalizar su mandato terminaría siendo reelecto. El país ingresaba por otra vía y un incierto horizonte aguardaba.

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Luis Fernando Castillo Herrera

Profesor de Geografía e Historia egresado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador – Instituto Pedagógico de Caracas. Magíster en Educación, mención Enseñanza de la Historia. Diplomado en Historia Contemporánea de Venezuela (Fundación Rómulo Betancourt). Cursante del Doctorado en Ciencia Política Universidad Simón Bolívar (USB). Profesor Asistente adscrito al Departamento de Geografía e Historia del Instituto Pedagógico de Caracas. Coordinador del Centro de Investigaciones Históricas “Mario Briceño Iragorry”. Editor de la revista académica Tiempo y Espacio.

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[1] Guillermo Tell Aveledo. La Segunda República Liberal Democrática, 1959-1998. Caracas, Fundación Rómulo Betancourt, 2014. p. 34.

[2] Ibidem, p. 35.

[3] Margarita López MayaDel viernes negro al referendo revocatorio. Caracas, Alfadil, 2005, p. 21.

[4] Ibidem, p. 23.

[5] Ibidem, p. 115.

[6] Elías Pino Iturrieta Coord.) Historia mínima de Venezuela. Ciudad de México, El Colegio de México, 2019, p. 204.

[7] Mirtha Rivero. La rebelión de los náufragos. Caracas, Editorial Alfa, p.32.

[8] Luis Salamanca. ¿Por qué vota la gente? Caracas, Editorial Alfa, 2012, p. 139.

[9] Margarita López Maya. Del viernes negro al referendo revocatorio…, p. 119.

[10] Jordan. F. El legado de Gloria Lizárraga de Capriles, la madre del municipio, El Diario, 03 de marzo de 2021. Disponible en: Artículo: https://eldiario.com/2021/03/31/el-legado-de-gloria-lizarraga-de-capriles-la-madre-del-municipio-baruta/

[11] Entrevista a Gloria Lizárraga de Capriles, Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=NAUb7HPCoDI&t=18s

[12] Jordan. F. El legado de Gloria Lizárraga de Capriles, la madre del municipio, El Diario, 03 de marzo de 2021. Disponible en: Artículo: https://eldiario.com/2021/03/31/el-legado-de-gloria-lizarraga-de-capriles-la-madre-del-municipio-baruta/

[13] Jennifer Fuenmayor; Haydée Ochoa Henríquez. Descentralización y modernización administrativa de las gobernaciones en Venezuela: el caso del estado Zulias, Revista Venezolana de Economía y Ciencias Sociales, vol. 9, núm. 1, enero-abril, 2003, pp. 195-196.

[14] Ibidem, p. 196.

[15] Lolita Aniyar de Castro. El Zulia que Queremos, El Zulia que Podemos Alcanzar.  Programa de Gobierno 1993-1996.  Maracaibo, Venezuela, p. 30.

[16] Gabriela Moran Leal, Emis Cavadias Gómez, Carlos Eduardo López. Las organizaciones de la economía social en la Reforma del Estado en Venezuela: Caso del Estado Zulia 1989-2000, TENDENCIAS Revista de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas. Vol. III. No.1 Julio de 2002, Universidad de Nariño. p. 159.

[17] Jennifer Fuenmayor; Haydée Ochoa Henríquez. Descentralización y modernización administrativa de las gobernaciones en Venezuela: el caso del estado Zulias…, p. 197.

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Este texto fue publicado originalmente en la vigésima edición de la Revista Democratización del Instituto Forma.



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Los 35 segundos que Caracas nunca olvidará: Se cumplen 54 años del terremoto en la capital

 29 · 07 · 2021

El 29 de julio de 1967, a las 8:05 pm, el suelo caraqueño se sacudió. Aunque fue por unos pocos segundos, las consecuencias fueron devastadoras. La memoria histórica capitalina gira en torno al recuerdo de la cruz de la Catedral que quedó estampada en el pavimento

En la noche del sábado 29 de julio de 1967 todo parecía transcurrir con normalidad en Caracas. La ciudad, entre el fulgor de la modernidad y la pomposidad de grandes eventos públicos, todavía celebraba los 400 años de su fundación. Todo cambió a las 8:05 pm. A esa hora la tierra comenzó a moverse y se escuchó un crujido, según reportes de la época. Era un terremoto. Solo 35 segundos –otros registros señalan que se extendió por más tiempo- de esa combinación bastaron para generar el caos incluso más allá de la capital: dejó más de 236 muertos, más de 2.000 heridos, 80 mil personas sin vivienda y varios edificios con daños estructurales o destruidos.

El estruendo que generó el terremoto quedó grabado para la posteridad. Minutos antes de que ocurriera, el técnico de sonido Alejandro López, el organista Tulio Henrique León y el compositor Germán Narváez se encontraban grabando una canción de navidad en los estudios Sonomatix, en Antímano. Mientras que los productores corrieron despavoridos del lugar, los equipos de grabación registraban el audio del momento exacto de los sonidos del terremoto.

Horas más tarde del temblor, el panorama era desolador. Multitudes de personas armaron campamentos en las calles y aceras para pasar la noche. Las clínicas y hospitales se vieron abarrotados. Se reportaron más de 30 réplicas, todas ellas leves, pero las cuales profundizaban el nerviosismo de unos ciudadanos que no estaban acostumbrados ni preparados para tal cosa. Reinaldo Leandro Mora, entonces Ministro de Relaciones Interiores de Venezuela, organizó una cadena de radio y televisión para pedir calma a la población.

Imágenes del terremoto en Caracas
Titulares de la prensa el 30 de julio de 1967.

Los reportes oficiales dan cuenta de un terremoto de magnitud 6,7 en la escala de Richter. Su epicentro se ubicó en el Mar Caribe, a 70 kilómetros de las costas, frente al Litoral Central. A esa data se llegó, sin embargo, días después. Fue gracias a las mediciones de institutos especializados extranjeros. En Venezuela, en el Observatorio Cajigal no se pudo registrar con precisión el terremoto porque el sismógrafo pendular falló  (se rompieron los flejes de las agujas y los equipos de células fotoeléctricas). Solo se obtuvieron registros parciales. Luego del sismo, el director de la institución, Capitán de Navío Ramiro Pérez Luciani, estimó que el epicentro se hallaba en la falla de Humocaro, estado Lara, a unos 350 kilómetros de Caracas. Al día siguiente rectificó.

El movimiento telúrico dejó consecuencias no solo en la memoria de los caraqueños, principales afectados, sino en la arquitectura de la ciudad y en las normativas del Estado para enfrentar futuros sismos o terremotos. Toda esta información fue compilada en el libro El terremoto de Caracas de 1967: 50 años después, a propósito del decalustro de la tragedia.

La Caracas que cambió

El sismo de 1967 se produjo en una Caracas moderna, en plena expansión demográfica. De acuerdo con registros de la época, para ese momento se estimaba que existían unos 100 mil ranchos, con una población que no alcanzaba las 500 mil personas. Esto representaba menos de un 30% del total de la población, que era de aproximadamente 1.800.000 personas. La densificación de los barrios se aceleraba progresivamente, mientras que nuevas estructuras se abrían paso entre viejos edificios.

Por otra parte, el crecimiento urbanístico era una de los aspectos que se exaltaba en la promoción de la fiesta cuatricentenaria. Caracas era presentada como “la ciudad más moderna de América Latina, dinámica, cosmopolita, vibrante, equilibrada. La que jamás deja de crecer y expandirse”.  

Uno de los derrumbes en Caracas. Foto: Últimas Noticias.

Pero el terremoto cambió la imagen de la ciudad, de por sí muy desigual. Según los datos recabados por los investigadores, en Caracas cuatro edificios se derrumbaron: el Palace Corvin, Neverí, Mijagual y San José, en las zonas de Altamira y Los Palos Grandes.

En la zona del casco central y norte de la ciudad, se desplomaron algunas casas antiguas, de paredes de mampostería. Resultaron afectadas en total unas 500 viviendas en las zonas de El Manicomio, Lídice, La Pastora y San José. En el sur también hubo numerosas viviendas con daños, principalmente en Antímano, La Vega y El Valle. Se reportaron en esos sectores deslizamientos y derrumbes en taludes. Sobre los barrios, que señalan eran en su mayoría de uno o dos pisos, no hay mucha información con respecto a cuántas casas colapsaron, aunque se habló de “miles de viviendas” con muchos daños.

Así quedaron las Residencias Charaima, en Macuto, estado Vargas.

En algunos lugares de la ciudad fallaron los servicios de electricidad y telefonía. También se produjeron incendios y explosiones, causados principalmente por cortocircuitos y estallidos de bombonas de gas doméstico.

El interior del país

Fuera de Caracas la situación, aunque menos dramática, también fue grave. En La Guaira, los últimos cinco pisos de la Mansión Charaima resultaron destruidos, al igual que otros dos edificios en parcelas identificadas como 21 y 22. En Maracay (Aragua) hubo cinco fallecidos y unos 100 heridos. Otras ciudades como Valencia (Carabobo) reportaron daños estructurales.

Creencias y predicciones

A las 8:05 pm de aquel 29 de julio de 1967, en la Catedral de Caracas se oficiaba una misa. Debido al terremoto, los vitrales explotaron y la centenaria Cruz Pontifical que coronaba la cúpula del templo se desplomó, mientras los feligreses huían hacia la Plaza Bolívar. La cruz se estrelló en el suelo, se rompió en pedazos y su silueta quedó grabada en el piso  “como una quemadura de hierro”. Se dice que en ese momento la tierra dejó de temblar.

La cruz de la Catedral de Caracas. Foto: Cortesía.

Durante muchos meses la marca de la cruz en el pavimento fue venerada por los habitantes de la ciudad. Algunos, creyendo que se trataba de una especie de milagro, besaban la silueta o tiraban monedas alrededor, hasta que las autoridades removieron los restos de concreto.

Resurgieron también todo tipo de premoniciones que habían advertido la tragedia. El 2 de noviembre de 1966, el profesor Luis Beltrán Reyes publicó en el periódico El Universal las predicciones de la vidente italiana Marina Marotti quien vaticinaba “que una ciudad de América del Sur en la que se celebrarían muchas fiestas; estaría llena de polvo, ruinas, muerte y destrucción”. Poco después profetizó que Caracas “sería sacudida por un fuerte temblor de grandes consecuencias a mediados del año 1967 y que él mismo dejaría una huella de dolor y muerte”. 

Libro sobre el terremoto en Caracas
Portada de la revista Élite.

A principios de 1967, la revista Elite divulgó un reportaje del periodista Luis Duque titulado: “¿Un terremoto destruirá a Caracas?”. En la publicación hacía referencia tanto a las profecías de pitonisa italiana como también a que presuntamente el sabio Alexander von Humboldt habría declarado en 1800 que, en un plazo de 150 años, Caracas podía ser completamente devastada por un gran terremoto, cosa que no sucedió exactamente con esa gravedad.

Además, presuntamente 10 días antes del temblor, el parapsicólogo y miembro de la Federación Espiritista de Venezuela, el profesor Luis Hernández, declaró al diario El Nacional desde Maracaibo, que uno de los médium de esa federación había logrado percibir que un terremoto de peores consecuencias que el de 1812 asolaría a Caracas.

Recorte de el diario El Nacional sobre la predicción.

Cambió más que la ciudad

Tal como documenta el libro El terremoto de Caracas de 1967: 50 años después, el gobierno nacional de ese momento, encabezado por el presidente Raúl Leoni, nombró una comisión con la finalidad de investigar las causas que provocaron fallas en las edificaciones del Área Metropolitana de Caracas y el Litoral Central. Además de dejar un registro parcial de lo que sucedió, esto sirvió para que más adelante el Estado llevara a cabo toda una serie de reformas para responder de mejor manera a este tipo de tragedias.

El primer informe de tres volúmenes fue presentado al ministro de Obras Públicas, Leopoldo Sucre Figarella, el 28 de marzo de 1968. El segundo informe tomó casi nueve años. Este abarcó la evaluación de los proyectos y las prácticas de construcción, análisis estructural de edificaciones dañadas y no dañadas, así como estudios de mecánica de suelos, geofísicos, y sismológicos para determinar la influencia del subsuelo en la respuesta de los diferentes tipos de edificios. Todo esto según el informe presidencial.

Uno de los derrumbes en Caracas. Foto: Cortesía

Como resultado de esos trabajos, se propuso al Poder Ejecutivo la creación de un instituto que se encargara del estudio e investigación de los sismos en Venezuela. Cinco años después, durante la primera presidencia de Rafael Caldera, se creó (mediante el decreto N° 1053, del día 27 de julio de 1972) la Fundación Venezolana de Investigaciones Sismológicas (Funvisis).

En junio de ese mismo año también se creó la Comisión de Defensa Civil, bajo los auspicios de Fundación Fondo de Solidaridad Social (Fundasocial). Ésta había sido creada en 1968 para coordinar recursos a fin de prevenir y reparar daños causados por desastres naturales.

Hoy, 54 años después, el terremoto del 29 de julio de 1967 sigue en el recuerdo de cientos de miles de caraqueños. Pero también está presente en muchos especialistas que temen que un sismo similar en la actualidad pueda ocasionar daños más graves.

“A raíz del terremoto de 1967 se actualizaron algunas normativas de diseño estructural y se profundizó el estudio de la amenaza sísmica en el país. Sin embargo, existen edificaciones, en especial las que se construyeron en los años 70 y décadas anteriores, que no cumplen con las normativas sísmicas vigentes actualmente. La tarea de evaluar la vulnerabilidad de edificaciones existentes y de emprender proyectos de readecuación sísmica en los casos que lo ameriten, es una tarea todavía pendiente”, advierten.


https://eldiario.com/2021/07/29/terremoto-caracas-54-anos/