David Bowie, starman

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Sinpermiso.info

No es fácil añadir algo a lo mucho que ya se ha dicho sobre la obra de David Bowie; mucho menos, cuando el momento en que uno intenta decir algo es ahora, tras su repentina desaparición. Sin embargo, la profunda significación de Bowie para la música, la estética y, por qué no decirlo, el sentido del yo en la contemporaneidad postmoderna ameritan que el esfuerzo sea hecho.
La capacidad que Bowie demostró de recoger, procesar y reconvertir las más diversas influencias culturales y artísticas, desde el soul afroamericano hasta el cabaret alemán de entreguerras, desde la música electrónica y la música industrial hasta su último flirteo con el jazz, así como la gigantesca influencia que estas síntesis bowienianas ejercieron en músicos como Lou Reed o Nine Inch Nails, justifican de sobra la atención que el inglés recibió a lo largo de su extensa carrera. Estos méritos, en el plano artístico, no pueden ser minusvalorados. Por otro lado, y como lo evidencia la muestra itinerante “David Bowie Is”, la influencia de Bowie se extendió considerablemente más allá de la música; a su influjo en la moda y la estética se suman sus incursiones en el teatro, el cine, e incluso la pintura. La dificultad de encontrar artistas contemporáneos que demuestren tal ubicuidad y versatilidad hace necesario buscar paralelos en otras épocas culturales; Bowie, en ese sentido, se asemeja más a las grandes figuras artísticas del Renacimiento o del Romanticismo que a sus pares del pop contemporáneo.
En efecto, si es que hubiésemos de apuntar hacia alguna categoría que permitiese comprender la obra bowieniana, habría que apuntar a la teoría de la Gesamtkunstwerk de Richard Wagner. Con este concepto, Wagner resumió su proyecto de crear un arte total, que abarcase de manera unitaria las diversas disciplinas artísticas que la modernidad ha diferenciado. La Gesamtkunstwerk es, en ese sentido, para Wagner, un regreso al teatro griego clásico, y con ello un esfuerzo por restituir al arte su sentido ritual y comunitario: el objetivo del arte total es transitar hacia la sublimación del yo mediante el éxtasis artístico. Pero la teoría de Wagner es también una teoría del Gesamtkünstler, del artista total, transdisciplinario, capaz de enfrentarse por sí mismo a la diversidad de medios expresivos requeridos por tan magno desafío creativo.
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Si Wagner, a través de su arte total, busca un concepto arcaico de comunión, Bowie puede ser calificado como un Gesamtkunstler futurista y postmoderno, con todo lo que ello implica. Desde luego, en primer lugar, Bowie es un artista postmoderno, en el sentido que a dicho concepto le asignara Lyotard. Su arte, como lo entiende bien la película Velvet Goldmine, es arte por el arte, en la huella de la proclama con que Oscar Wilde comienza El Retrato de Dorian Gray; no es arte comprometido, como el que Neruda resumiera en la tesis de que el poeta no es una piedra perdida. Su arte carece de una narrativa trascendente a lo artístico; al menos, de manera explícita. Por añadidura, y también en línea con las temáticas propias de la postmodernidad, la producción creativa de Bowie constituye un canto a la autoproducción del sujeto y a su autenticidad. A partir de ello, desde luego, es posible construir e imputar significaciones ulteriores a su obra, entendiéndola como una forma artística adecuada al individualismo característico del capitalismo contemporáneo (Bowie como mercantilizador de sí mismo) o bien como una proyección cultural de la demanda por reconocimiento expresada en la identity politics (Bowie como desalterizador de la otredad). Ambas interpretaciones, desde luego, son más complementarias que rivales.
Y si Wagner encuentra en el arte total un medio adecuado a la sensibilidad artística romántica de sublimación del yo, Bowie emplea su condición de artista total para navegar la sensibilidad de una época definida por su amigo Andy Warhol como aquella en que todos serán famosos durante 15 minutos. La celebrada capacidad de Bowie de transformarse en distintas y sucesivas personas representa, en ese sentido, una apropiación tanto de la transitoriedad implicada en dicha tesis, como su misma negación. Bowie logró, reinventándose, incluso desapareciendo, incluso muriendo, ser famoso a lo largo de toda una vida.
Finalmente, se hace necesaria una breve reflexión sobre las características del conocimiento público de su deceso. Desde la muerte de Freddie Mercury que el mundo de la música pop angloamericana no contemplaba algo tan singular: una salida de escena tan singular, tan apropiada para una vida vivida de manera teatral. Esta repentina muerte guarda significativas semejanzas con la forma en que Bowie dio simbólicamente muerte a Ziggy Stardust (muerte transformada por el cineasta Todd Haynes en el eje central de Velvet Goldmine), así como con el autoimpuesto silencio en que Bowie vivió durante una década, hasta el inesperado lanzamiento de su single Where Are We Now?. Es imposible no hacerse la siguiente pregunta: ¿planificó Bowie su teatral desaparición? ¿Trabajó intensamente en su último disco, Blackstar, pensando que a su lanzamiento le seguiría prontamente su muerte? Responder a esta pregunta es innecesario; basta con la gestualidad misma del hecho para darle plenitud y sentido a este momento.
Fernando Muñoz Doctor en Derecho, Universidad de Yale. Profesor, Universidad Austral de Chile. Editor de http://www.redseca.cl, Revista de Actualidad Política, Social y Cultural.
Fuente original: http://www.redseca.cl/
Artículo tomado de : http://www.sinpermiso.info/

Eduardo Galeano: Los juegos del tiempo

Eduardo Galeano  3/9/1940 – 13/4/2015
mujer-recogiendo-amapolas-joven-recogiendo-amapolas-oleo-daniel-ridgway-knightDizque dicen que había una vez dos amigos que estaban contemplando un cuadro. La pintura, obra de quién sabe quién, venía de China. Era un campo de flores en tiempo de cosecha.
Uno de los dos amigos, quién sabe por qué, tenía la vista clavada en una mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas. Ella llevaba el pelo suelto, llovido sobre los hombros.
Por fin ella le devolvió la mirada, dejó caer su canasta, extendió los brazos y, quién sabe cómo, se lo llevó.
Él se dejó ir hacia quién sabe dónde, y con esa mujer pasó las noches y los días, quién sabe cuántos, hasta que un ventarrón lo arrancó de allí y lo devolvió a la sala donde su amigo seguía plantado ante el cuadro.
Tan brevísima había sido aquella eternidad que el amigo ni se había dado cuenta de su ausencia. Y tampoco se había dado cuenta de que esa mujer, una de las muchas mujeres que en el cuadro recogían amapolas en sus canastas, llevaba, ahora, el pelo atado en la nuca.
Tomado del libro de Eduardo Galeano: Bocas del Tiempo

Taylor, Keeanga – Yamahtta : Un destello de libertad (Descargar Libro)



Primera edición: noviembre de 2017
Una ola de color ha barrido la geografía política de Estados Unidos. Los repetidos asesinatos de chicas y chicos negros han galvanizado a la población afroamericana mostrando la ilusión de una sociedad posracial. Crisis, desempleo, políticas racistas y sobre todo impunidad policial han sido el detonante de las explosiones que se han seguido desde el verano de 2015 hasta el final de la era Obama. La emergencia de una multitud de grupos, entre los que destaca #BlackLivesMatter (Las vidas negras importan), constituye el acta de nacimiento de una nueva generación activista; también el primer ensayo de nuevas formas de protesta.
En este libro, Keeanga-Yamahtta Taylor recorre la historia reciente del movimiento negro. El Movimiento por los Derechos Civiles y los Black Panthers. El contraataque económico e ideológico de Nixon y Reagan. Los límites de la integración de políticos negros en las instituciones, con Obama como mejor exponente. Destaca los elementos de novedad de la reciente oleada de protestas y también los múltiples problemas a los que se enfrenta. Su trabajo es seguramente el mejor análisis político sobre las relaciones entre el viejo y el nuevo movimiento negro y uno de los mejores instrumentos disponibles para pensar las formas de extensión y organización de una nueva generación de movimientos sociales, capaces de cruzar clase y «raza» no solo para entender la opresión sino, sobre todo, como única posibilidad de enfrentarla.
Libro tomado de: https://www.traficantes.net/

Immanuel Wallerstein cuatro libros para descargar

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La muerte de Immanuel Wallerstein nos priva de una mente excepcional y de un refinado crítico de la sociedad capitalista. Una pérdida doblemente lamentable en un momento tan crítico como el actual, cuando el sistema internacional cruje ante las presiones combinadas de las tensiones provocadas por la declinación del imperialismo norteamericano y la crisis sistémica del capitalismo.
Lecturas recomendadas:
Atilio A. Boron
Desde Abajo.info
Wallerstein fue un académico de dilatada trayectoria que se extendió a lo largo de poco más de medio siglo. Comenzó con sus investigaciones sobre los países del África poscolonial para luego dar inicio a la construcción de una gran síntesis teórica acerca del capitalismo como sistema histórico, tarea a la que se abocó desde finales de la década de los ochentas y que culminó con la producción de una gran cantidad de libros, artículos para revistas especializadas y notas dirigidas a la opinión pública internacional.
Wallerstein no sólo cumplió a cabalidad con el principio ético que exige que un académico se convierta en un intelectual público para que sus ideas nutran el debate que toda sociedad debe darse sobre sí misma y su futuro sino que, además, siguió una trayectoria poco común en el medio universitario. Partió desde una postura teórica inscripta en el paradigma dominante de las ciencias sociales de su país y con el paso del tiempo se fue acercando al marxismo hasta terminar, en sus últimos años, con una coincidencia fundamental con teóricos como Samir Amin, Giovanni Arrighi, Andre Gunder Frank, Beverly Silver y Elmar Altvater entre tantos otros, acerca de la naturaleza del sistema capitalista y sus irresolubles contradicciones.
Su trayectoria es inversa a la de tantos colegas que, críticos del capitalismo en su juventud o en las etapas iniciales de su vida universitaria acabaron como publicistas de la derecha: Daniel Bell y Seymour Lipset, profetas de la reacción neoconservadora de Ronald Reagan en los años ochentas; o Max Horkheimer y Theodor Adorno que culminaron su descenso intelectual y político iniciado en la Escuela de Frankfurt absteniéndose de condenar la guerra de Vietnam. O a la de escritores o pensadores que surgidos en el campo de la izquierda -como Octavio Paz, Mario Vargas Llosa y Regis Debray- convertidos en portavoces del imperio y la reacción.
Wallerstein fue distinto a todos ellos no sólo en el plano sustantivo de la teoría social y política sino también en el de la discusión epistemológica como lo revela su magnífica obra de 1998: Impensar las ciencias sociales. En este texto convoca a realizar una crítica radical al paradigma metodológico dominante en las ciencias sociales, cuyo núcleo duro positivista condena a éstas a una incurable incapacidad para comprender la enmarañada dialéctica y la historicidad de la vida social. En línea con esta perspectiva de análisis sus previsiones sobre el curso de la dominación imperialista no podrían haber sido más acertadas. En uno de sus artículos del año 2011 advertía que “la visión de que Estados Unidos está en decadencia, en seria decadencia, es una banalidad. Todo el mundo lo dice, excepto algunos políticos estadunidenses que temen ser culpados por las malas noticias de la decadencia si la discuten.” Y agregaba que si bien “hay muchos, muchos aspectos positivos para muchos países a causa de la decadencia estadounidense, no hay certeza de que en el loco bamboleo del barco mundial, otros países puedan de hecho beneficiarse como esperan de esta nueva situación.” El curso seguido por la Administración Trump y el derrumbe irreversible del orden mundial de posguerra que tenía su eje en EEUU confirma cada una de estas palabras.
Para concluir, ¿dónde nutrirnos teóricamente para comprender y transformar al mundo actual, superando definitivamente al capitalismo y dejando atrás esa dolorosa y bárbara prehistoria de la humanidad? El mensaje que dirige a las jóvenes generaciones es cristalino: lean a Marx y no tanto a quienes escriben sobre Marx. “Uno debe leer a personas interesantes” –dice Wallerstein- “y Marx es el erudito más interesante de los siglos XIX y XX. No hay dudas al respecto. Nadie es comparable en términos de la cantidad de cosas que escribió, ni por la calidad de sus análisis. Por lo tanto, mi mensaje a la nueva generación es que vale mucho la pena descubrir a Marx, pero hay que leerle, leerle y leerle. ¡Leer a Karl Marx!” Ese fue uno de sus últimos consejos para entender la naturaleza y dinámica de un sistema, el capitalismo, al que ya en el 2009 le asignaba como máximo dos o tres décadas de sobrevida. ¡Gracias Immanuel por las luces que has aportado a lo largo de tantos años!
Artículo tomado de: https://www.desdeabajo.info/

Tecnologías: manipulando la vida, el clima y el planeta (Descargar)

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Revista ALAI No. 543 – Septiembre 2019
Digitalización, robótica, manipulación molecular, geoingeniería – nos encontramos en medio de un tsunami tecnológico caracterizado por la convergencia entre tecnologías y el Big Data, en escalas desde lo nanométrico hasta lo planetario; y todo ello bajo el control predominante de poderosos oligopolios.  Esta coedición de ALAI y el ETC Group explora facetas de esta realidad, como aporte para avanzar en la comprensión crítica del conjunto, condición para la acción colectiva.

Contenido:
  • Frente al tsunami tecnológico
  • El sometimiento capitalista de las tecno-ciencias
  • El futuro del trabajo ante el desmantelamiento del Estado
  • Digitalización y poder corporativo en la cadena industrial alimentaria: Agricultura 4.0
  • De donde viene la Biología Sintética
  • Impulsores genéticos y violación de derechos humanos en Brasil
  • Redes 5G: una perspectiva crítica
  • Geoingeniería en Chile
  • Implicaciones de la geoingeniería para América Latina: Manejo de la radiación solar
Fragmento
finales del siglo XX, desde el Grupo ETC advertimos sobre la inminencia de un tsunami de potentes tecnologías convergentes, que afectaría muchos aspectos de la vida económica, social, cultural y política, con grandes impactos para el medio ambiente y la salud. Todo en el contexto de la mayor concentración corporativa de la era industrial, con oligopolios extremadamente poderosos, que controlan inmensos sectores de producción y tecnología. La realidad superó nuestras más atrevidas fantasías. Las organizaciones y movimientos lidiamos ahora con esta compleja realidad. El desafío es construir colectivamente plataformas de evaluación social de la tecnología, para avanzar en la comprensión crítica del todo tecnológico y fortalecer la capacidad de acción colectiva.
En el año 2000, el Grupo ETC bautizó BANG a la convergencia de tecnologías (Bits, Átomos, Neurociencias, Genes), refiriéndonos a tecnologías digitales, nanotecnología, tecnociencias cognitivas y biotecnologías. Una convergencia que constituyó una especie de Big Bang tecnológico, que parafraseamos como un “Pequeño Bang”, porque las tecnologías moleculares y a nano-escala (aplicadas a seres vivos, materiales, comunicación) son la plataforma de desarrollo de las otras.
Ya nadie está fuera de esta explosión tecnológica. Pero para cada una de nosotras y nosotros, separadamente, es difícil percibir la totalidad y dimensión de sus impactos que se complementan. Los gobiernos, mayormente controlados por intereses corporativos y asumiendo el mito de que los avances tecnológicos siempre son beneficiosos y de que las crisis ambientales, climáticas, de salud se pueden resolver con más tecnología, han dejado que todas prosigan, se usen, vendan, estén diseminándose en el ambiente y en nuestros cuerpos, sin siquiera mínimas evaluaciones de sus posibles impactos negativos y mayormente sin regulaciones, mucho menos con la necesaria aplicación del principio precautorio (…)
Fuente original Revista No. 543 – Septiembre 2019https://www.alainet.org/

Víctor Jara: Te recuerdo Amanda


Víctor Jara y familia 


14 SEPTIEMBRE, 2019



Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel
La sonrisa ancha
La lluvia en el pelo
No importaba nada
Ibas a encontrarte con él
Con él, con él,
Que partió a la sierra
Que nunca hizo daño
Que partió a la sierra
Y en cinco minutos quedó destrozado
Suena la sirena
De vuelta al trabajo
Muchos no volvieron
Tampoco Manuel
Te recuerdo Amanda
La calle mojada
Corriendo a la fábrica
Donde trabajaba Manuel
Cuatro días antes del golpe, le preguntaron a Víctor Jara “qué es Patria?”. Esto respondió: «Patria es el amor a mi hogar, mi mujer y mis hijos. Es amor a la tierra que me ha ayudado a vivir; es el amor a la educación y al trabajo; es amor a los demás que trabajan por el bienestar común; es amor a la justicia como instrumento del equilibrio para la dignidad del hombre; es el amor a la paz para gozar de la vida; el amor a la libertad, no al libre albedrío, no a la libertad de unos para vivir de otros; sino la libertad de todos. La libertad para que yo exista y existan mis hijos, y mi hogar y el barrio y la ciudad y los pueblos y todos los contornos donde nos ha correspondido forjar nuestro destino. Sin yugos propios ni yugos extranjeros».
Fuente: Ismael Oddó
Víctor Jara: músico, cantautor, profesor y director de teatro chileno. La figura de Víctor Jara es un referente internacional de la canción protesta y de cantautor, y uno de los artistas más emblemáticos del movimiento músico-social llamado «Nueva Canción Chilena». 
Fecha de nacimiento: 28 de septiembre de 1932, San Ignacio, Chile
Asesinado: 16 de septiembre de 1973,Santiago de Chile, Chile

¿Por qué todo el mundo ama “Cinema Paradiso”?

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Cinema Paradiso: Película de Giuseppe Tornatore, tres décadas.
jovencísimo Salvatore Cascio interpretó a Totò, diminutivo siciliano de su propio nombre real, un niño que vive por y para el cine. No es que haya mucho más que hacer en su pueblo, donde los hombres -incluido su padre- han partido hacia la guerra y la única alegría colectiva parece ser ir a gritarle un rato a la gran pantalla del Cinema Paradiso. Allí trabaja Alfredo (Philippe Noiret) como operador, proyectando las cintas a ese público entregado, deseoso de evasión. Él las mira desde la cabina, a través de un agujero, aprendiendo frases de Spencer Tracy o John Wayne que después irá soltando como pequeñas joyas de sabiduría. Sin duda, Alfredo y Totò estaban destinados a encontrarse y quererse. Les une una amistad preciosa, basada en su amor por el cine, que se va convirtiendo en algo más profundo: acaba ocupando la figura paterna ausente para el niño, mientras éste ocupa, a su vez, el espacio del hijo que nunca tuvo. Una relación que encajaba en las dos direcciones, y que nos regaló una de las relaciones más sinceras, divertidas y emotivas del cine.
Hacía 30 años que Salvatore no volvía a Giancaldo. No quería, no podía. La localidad siciliana que le vio nacer, crecer y partir le asustaba demasiado. Muchos recuerdos, personas y sentimientos que enterró en algún lugar de su cabeza al aterrizar en Roma. Y lo hizo, no por egoísmo, sino porque un buen amigo se lo pidió. Porque Alfredo, antes de marchar, le advirtió que no volviese jamás a ese pequeño pueblo de expectativas limitadas y fantasmas en vida. Que viviese como él no había podido, como no se había atrevido. Que intentase rozar, pues no es posible más que eso, los sueños que vivían juntos en las películas del Cinema Paradiso.
Las casualidades de la vida quieren que aquí estemos, también 30 años después de su estreno, recordando Cinema Paradiso. Una película que fracasó en la taquilla italiana en aquel noviembre de 1988, pero que poco después fue lanzada al panteón de los clásicos mundiales gracias a su salto internacional (Oscar a Mejor Película de Habla no Inglesa, Premio Especial del Jurado en el Festival de Cannes y unos cuantos BAFTAs incluidos). El segundo largometraje de Giuseppe Tornatore siempre nos deja con una lágrima -bueno, muchas- al final de su historia de amistad paternofilial, amores amargos, despedidas y amor por el cine. Tiene magia, honestidad y unas actuaciones entrañables.
Volvemos a viajar a la época de las dobles sesiones y el celuloide inflamable. A una película henchida de nostalgia por aquellos tiempos en los que ir al cine provocaba más emociones que un viaje en una montaña rusa. Una época en la que el futuro parecía algo demasiado lejano como para pensar en él, y, al final, acabó llegando para arrasar con todo. Algunos la acusan de tramposa, y es que, siendo sinceros, no es difícil ver en ella una voluntad constante de guiñar el ojo a los cinéfilos y un calculado mecanismo para hacernos llorar irremediablemente en su tramo final.
Ante eso, eso sólo podemos contestar: que nos acerquen los kleenex, por favor.
¿Que por qué todo el mundo ama esta película? Nos sobran razones.
Por la relación entre Alfredo y Totó
El jovencísimo Salvatore Cascio interpretó a Totò, diminutivo siciliano de su propio nombre real, un niño que vive por y para el cine. No es que haya mucho más que hacer en su pueblo, donde los hombres -incluido su padre- han partido hacia la guerra y la única alegría colectiva parece ser ir a gritarle un rato a la gran pantalla del Cinema Paradiso. Allí trabaja Alfredo (Philippe Noiret) como operador, proyectando las cintas a ese público entregado, deseoso de evasión. Él las mira desde la cabina, a través de un agujero, aprendiendo frases de Spencer Tracy o John Wayne que después irá soltando como pequeñas joyas de sabiduría.
Sin duda, Alfredo y Totò estaban destinados a encontrarse y quererse. Les une una amistad preciosa, basada en su amor por el cine, que se va convirtiendo en algo más profundo: acaba ocupando la figura paterna ausente para el niño, mientras éste ocupa, a su vez, el espacio del hijo que nunca tuvo. Una relación que encajaba en las dos direcciones, y que nos regaló una de las relaciones más sinceras, divertidas y emotivas del cine.
La metáfora más hermosa -y trágica- de su relación llega con la ceguera de Alfredo después del incendio en la sala de proyección. El celuloide era algo peligroso en aquel entonces, y, dice el veterano, “el progreso siempre llega tarde”. Por este accidente, el niño convertido después en adolescente hormonado se convierte no sólo en su sustituto, sino también en sus ojos. Precisamente, y como apuntábamos antes, uno de los objetivos de Alfredo es que Salvatore viva lo que él no pudo. Que se convierta, aunque sea sólo en las películas, en sus ojos, refuerza de forma preciosa el éxito del personaje: no sólo conseguirá que el joven se vaya a triunfar en Roma, sino que, de algún modo, seguirá viviendo en su retina (y, claro, en su corazón).
Porque es cine que habla de cine
Ya lo apuntábamos: Cinema Paradiso habla de la magia del cine. Quizás no con la sutileza que mostró Víctor Erice en El espíritu de la colmena, con aquella escena de los niños asombrados ante el poder arrollador de la gran pantalla, pero sí con la emotividad que merece un medio capaz de hacernos reír y llorar en un espacio de 10 minutos. La intimidad de la sala oscura, la música envolvente y la rápida emoción que sube presta por nuestras piernas al escuchar esa declaración de amor, al presenciar una muerte indeseada o la última despedida de dos personajes con los que hemos compartido dos horas de nuestra vida. Dos horas. ¿Y habrá quien no lo llame magia?
En el filme de Tornatore vemos algo ya extinto en nuestra actualidad. Vemos a una masa de gente agolpándose en las puertas del cine para coger su sitio en la sesión doble del viernes, escuchamos sus carcajadas ante las tonterías de Charlie Chaplin y vemos sus caras de incredulidad cuando los actores tocan carne con carne. Ya no se asustan al ver un tren llegando a la estación, pero siguen disfrutando del cine de una forma genuina, orgánica e incluso ingenua. Es un éxtasis colectivo que pasa la risa al llanto, de ahí a la excitación sexual o el enfado cuando se dan cuenta de que el cura del pueblo ha cortado de nuevo la escena del beso. Vivir así el cine en una sala es algo que sólo puede verse hoy en lugares contados.
También hay un homenaje en la película a la forma en que el cine ha ido evolucionando, y no sólo en cuanto a público e influencia. Habla de cómo se proyecta el cine a través del aprendizaje de la pareja protagonista. Alfredo cuenta cómo, al principio, tenía que darle a una manivela para reproducir la película. Ahora es más fácil. Vemos los entresijos de la tarea del operador, un trabajo solitario en las bambalinas del cine, donde para no sentirse tan sólo se rodea de pósters de Casablanca, Buster Keaton o Greta Garbo.
Por su inolvidable música
No hay duda de que Cinema Paradiso no sería tan emotiva y auténtica sin su música, a cargo del maestro Ennio Morricone. Si esta es una película que habla de las propias películas, su banda sonora debía evocar esa nostalgia. Y vaya si lo hace. Es una celebración sin palabras de lo que era el cine, una cápsula del tiempo en la que se guardan los recuerdos que ya creíamos olvidados y una canción triste para la tragedia de la posguerra, en la que el cine permitía a los italianos soñar un poco despiertos. Escapar de los problemas sociales. Vivir en otros mundos. Y así es esta herencia de Morricone.
El filme de Tornatore es, en parte, una historia de familia, y también lo es su banda sonora. Morricone contó con su hijo, Andrea Morricone, para componer el tema romántico de la historia. Y es precioso cómo encaja su estilo al de su padre, como conviven en las mismas emociones, las mismas notas musicales, el mismo espíritu. Esta colaboración padre e hijo es casi tan mágica como la de Alfredo y Totò al frente del proyector.
El resultado fue claro: la BSO ganó el BAFTA y el premio David Donatello, confirmando el inmenso peso que tiene en la película. Además, se ha convertido en una de las partituras más reconocibles del cine italiano, así como elección ideal para cualquier vídeo que pretenda rendir homenaje al cine, como hacen los besos censurados en la última escena del filme. La música es poderosa. Tanto o más que el cine. Mientras escribo estas líneas la escucho, y las lágrimas se me siguen escapando sin quererlo. Maldito seas, Morricone.
Porque cree firmemente en los sueños
En el transcurso de la película, diversos profesores, curas y padres aseguran en más de una ocasión a los niños de su entorno que deben estudiar. Que deben trabajar. Que deben bajar de las nubes y aceptar la vida que su situación les impone desde que nacen. Que hagan, en definitiva, lo que se espera de ellos sin rechistar. Pero Cinema Paradiso se propone demostrar con la historia de Totò que todo eso no tiene que valer para todos, que no hay que conformarse y, sobre todo, que el cine es también una escuela inmejorable. Casi mucho mejor que la que había en aquel entonces.
Sí, esta película va sobre soñar muy fuerte. Así lo afirmó el actor que interpretó a la versión infantil del protagonista, Salvatore Cascio, en una entrevista con The Guardian hace unos años:
“Va sobre el poder de los sueños. En el filme, vemos gente que va al cine para soñar: viendo grandes películas olvidan todos sus problemas. Convirtiéndose en un gran director, Totò consigue su sueño personal también. En el mundo de hoy, con esta crisis que estamos experimentando tanto en lo político como en lo social, la película nos recuerda que todos podemos, y debemos, seguir soñando”.
Así, Cascio contradice al antiguo dueño del Paradiso, que al final de la película le dice a Salvatore que “hoy, el cine es tan sólo un sueño”. Que la crisis, la televisión y las cintas de vídeo nos han hecho perder interés en él. Que ahora sólo es una ilusión, relegada a la sombra de nuestro ocio particular. Lo dijo hace 30 años, y no sabía cuánta razón llegaría a tener. Y, aun así, también se equivocaba: el cine no ha muerto. Con suerte, no lo hará nunca.
¿Y la pregunta del título? Fácil: todo el mundo ama Cinema Paradiso porque Cinema Paradiso ama el cine. Y, bueno, porque da consejos cojonudos:
“Hagas lo que hagas, ámalo”
Fuente original del texto e imágenes: Fotogramas.es

De un internet abierto a una vuelta a la edad oscura

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Counter Punch
¿Alguien puede dudar de que el acceso a un internet relativamente libre y abierto está llegando rápidamente a su fin en Occidente? En China y otros regímenes autocráticos los líderes simplemente manipularon internet a su voluntad, censurando el contenido que amenaza sus gobiernos. Pero en el “democrático” Occidente se está haciendo de manera diferente. El Estado no tiene que interferir directamente, subcontrata su trabajo sucio a las corporaciones.
Tan pronto como el próximo mes la red podría convertirse en el juguete exclusivo de las mayores corporaciones de ese tipo, decididas a obtener la mayor ganancia posible fuera del ancho de banda. Mientras tanto, las herramientas que nos permiten involucrarnos en el pensamiento crítico, la disidencia y la movilización social se eliminarán a medida que la “neutralidad de la red” se convierta en una nota histórica, una fase inicial, la del “crecimiento” de internet.
En diciembre la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) planea revocar regulaciones ya comprometidas puestas para mantener una apariencia de “neutralidad de la red”. Su presidente, Ajit Pai, y las corporaciones que son proveedoras de servicios de internet quieren eliminar estas reglas, al igual que el sector bancario se deshizo de las regulaciones financieras para poder inflar nuestras economías en esquemas ponzi gigantes.
Eso podría servir como el golpe final a la izquierda y su capacidad para hacer que su voz se escuche en el ámbito público.
Fueron los líderes políticos, ayudados por los medios corporativos, quienes allanaron el camino para este paso con su fomento de un pánico moral egoísta sobre las “noticias falsas”. Argumentaron que las noticias falsas aparecieron solo en internet, no en las páginas de los medios corporativos, los mismos medios que nos vendieron el mito de las armas de destrucción masiva en Irak y han preservado de manera tan efectiva un sistema de partido único con dos caras. Al parecer el público necesita estar protegido solo de los blogueros y los sitios web.
Rápidamente respondieron los gigantes de las redes sociales. Cada vez está más claro que Facebook está interfiriendo como una plataforma para la difusión de información para activistas progresistas. Ya está cerrando cuentas y limitando su alcance. Estas tendencias solo se acelerarán.
Google ha cambiado sus algoritmos de forma que ha garantizado que los rankings de los motores de búsqueda de los sitios prominentes de la izquierda caigan por el piso. Cada vez es más difícil encontrar fuentes alternativas de noticias porque se ocultan activamente a la vista.
Google intensificó ese proceso esta semana “desclasificando” RT y Sputnik, dos sitios rusos de noticias que proporcionan un contrapeso importante -aun cuando haya sesgo pro-Rusia en su agenda- a la propaganda antirrusa lanzada por los medios corporativos occidentales. Los dos sitios serán censurados en internet para la gran mayoría de los usuarios.
RT está lejos de ser una fuente perfecta de noticias -ningún medio estatal o corporativo lo es- pero es una voz vital para tener en línea. Se ha convertido en un santuario para muchos que buscan críticas alternativas y a menudo mucho más honestas, tanto de la política interna de Occidente como de la intervención occidental en tierras lejanas. Tiene su propia agenda política, por supuesto, pero a pesar de la suposición de muchos liberales occidentales proporciona una imagen mucho más precisa del mundo que los medios corporativos occidentales sobre una amplia gama de cuestiones.
Eso es por una buena razón. Los medios corporativos occidentales están ahí para apuntalar prejuicios que han sido inculcados en las audiencias occidentales a lo largo de toda su vida, el principal es que los estados occidentales actúan legítimamente como policías bienintencionados, aunque de vez en cuando torpes, tratando de mantener el orden, entre otras situaciones, en estados malvados o indisciplinados en todo el mundo.
Los medios y la clase política pueden aprovechar fácilmente estos prejuicios para persuadirnos de todo tipo de mentiras que fomentan los intereses occidentales. Para tomar solo un ejemplo, Irak. Nos dijeron que Saddam Hussein tenía vínculos con al-Qaeda (no los tenía y no pudo haberlos tenido), que Irak poseía con armas de destrucción en masa (no las tenía tal como los inspectores de armas de la ONU intentaron decirnos) y que los Estados Unidos y el Reino Unido querían promover la democracia en Irak (pero no antes de que hubieran robado su petróleo). Puede haber habido oposición en Occidente a la invasión de Irak, pero estaba mínimamente impulsada por una apreciación de que estos elementos de la narrativa oficial eran fácilmente verificados como mentiras.
RT y otras fuentes de noticias en inglés no occidentales proporcionan una lente diferente a través de la cual podemos ver eventos muy importantes con perspectivas que no se ven opacadas por una agenda occidental patricia.
Las fuentes y los sitios progresistas están siendo gradualmente silenciados y puestos en la lista negra, llevándonos nuevamente a los brazos de los propagandistas corporativos. Pocos liberales están dispuestos a alzar la voz en nombre de RT, olvidando las advertencias de la historia, como el poema antinazi de Martin Niemoller “Primero vinieron a por los socialistas”.
Las reglas existentes progresistas y disidentes de “neutralidad de la red” ya están fallando, como dejan claro los desarrollos que he señalado antes. Porque sin ellas las cosas empeorarán. Si los cambios se aprueban el próximo mes los proveedores de servicios de internet (ISP), las empresas que nos conectan a internet, también podrán decidir qué debemos ver y qué queda fuera de nuestro alcance.
Gran parte del debate se ha centrado en el impacto de poner fin a las reglas de las empresas comerciales en línea. Es por eso que Amazon y sitios pornográficos como Pornhub han liderado la oposición. Eso está eclipsando la amenaza más significativa para los sitios progresistas y los principios de la libertad de expresión que ya están en conflicto.
Al In-System Programming (ISP) se le dará una mano mucho más libre para determinar el contenido que podemos recibir en línea. Podrán ralentizar las velocidades de acceso de los sitios que no son rentables, lo cual es cierto para los sitios de activistas, por definición. Pero también pueden estar facultados para imponer la censura al estilo chino, ya sea por iniciativa propia o bajo presión política. El hecho de que esto pueda justificarse por motivos comerciales, no políticos, será de poca ayuda.
Las personas comprometidas con encontrar noticias reales pueden encontrar soluciones. Pero esto es un pequeño consuelo. La gran mayoría de las personas utilizará los servicios que les brindan y no se darán cuenta de lo que ya no está disponible.
Si se necesita cierta edad para acceder a un sitio web, simplemente harán clic en cualquier otro lugar. Si una búsqueda en Google muestra solo los resultados corporativamente aprobados, leerán lo que se ofrece. Si su servidor de Facebook se niega a proporcionar contenido “no rentable” o “falso”, no se enterarán. Pero todos los que nos preocupamos por el futuro seremos los más empobrecidos.
 Jonathan Cook ganó el Premio Especial Martha Gellhorn de Periodismo. Sus últimos libros son Israel and the Clash of Civilisations: Iraq, Iran and the Plan to Remake the Middle East (Pluto Press) y Disappearing Palestine: Israel’s Experiments in Human Despair  (Zed Books). Su web es http://www.jkcook.net .
Traducido del inglés para Rebelión por J. M.

“No me escuchas ¿Verdad?”: La marginalidad en Joker

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Arthur no es mas que aquel que no puede ajustarse a las reglas y por ende se mueve en los márgenes del sistema.
Sin duda Joker es una película sobre marginalidad, la de quienes son descuidados por una clase dirigente enriquecida que trata de payasos a la población pero a la vez les promete que sus vidas serán mejores si los eligen, y que deja en claro que la plutocracia es la distopía mas cercana a esta realidad. Arthur, y su propia marginalidad, se convierte en símbolo de esa marginalidad y a la vez en héroe. El éxito de Joker no creo que solo se apoye en la comunidad nerd de comics, lo crítico y lo distópico se vende bien en épocas en las que no hay utopías presentes mas que como viejos fantasmas que asustan el orden hegemónico por momentos. La lectura del film tiene la capacidad de descarrilarse de los comics y la ciencia ficción estableciendo puentes con el presente en el que cada vez mas los ideales son trastocados por los nuevos discursos y puestos en dudas tal como la democracia, entendida como gobierno del pueblo, lo que no es real pero que, sin embargo, sin ella se termina el único discurso en el que somos libres y dueños de nuestro futuro.
SUBCLTRAXX
La historia de Arthur Fleck pone dudas sobre el bien y el mal en la mismisima historia de Batman. Los límites entre el bien y el mal son tan invisibles, casi tanto como cuando Wendy Brown (filósofa y politóloga norteamericana) plantea al neoliberalismo como una racionalidad dominante y exitosa, a causa de su invisibilidad. En Gotham tanto como en nuestros días lo político y lo no político se confunde con lo bueno y lo malo. Lo que muchos ven caos en las manifestaciones de Gotham otros ven una revolución de los marginados. Esta es la lógica que usan muchos con la palabra anarquía (etimologicamente significa sin principio ordenador) como sinónimo de desorden apocalíptico (es decir contrapuesto a la idea de orden liberal y/o neoliberal) o tal como en el discurso de las políticas neoliberales el mismo discurso político se vuelve antipolítico (evita conflictos en donde ya existen invisibilizandolos) y lo democratico se reduce a ser colaborativo e inclusivo mas que valores políticos que ponen en nuestra mente la posibilidad ingenua de creer que el presente y el futuro está en nuestras manos.
Esa lucha entre lo político con discurso empresarial y lo político reflejado en la manifestación popular es lo que define la realidad de Gotham. Un político empresario que deslegitima las manifestaciones calificando a sus participantes como payasos, casi tanto como en Argentina su presidente se desentiende la vergonzosa derrota en las elecciones primarias, invisibilizando la voluntad popular.
Esta historia nos hace pensar en la importancia de Thomas Wayne. El es quien define tanto los modos de violencia de Batman como los de Arthur Fleck y luego los del Joker. El es empresario y político de moral limpia en tv pero que se deja mirar de reojo en las calles marginales de Gotham. Si en Joker quedó en duda la posibilidad de que Arthur y Bruce fueran hermanos esa imposibilidad no debe empañar la simbiosis que existe entre ambas violencias y concepciones de orden. La antítesis que Samuel Jackson nos enseñó al final de Unbrekable (El Protegido).
Como todo lo referido a Gotham (Ciudad gótica) el neo-noir se hace presente, una oscuridad estética basada en la pesada cadencia que tiene el ambiente húmedo y nostálgico que le otorga la realidad de Gotham a la vida de Arthur Fleck. Pero la oscuridad también proviene del nihilismo que se expande a través de cada escena, como negación de toda creencia. De hecho ni siquiera nosotros tenemos la certeza de que todo haya ocurrido, ni tampoco si existe posibilidad de un bien en Gotham, cuando ésta siempre proviene de lo que los Wayne creen que es el bien. Pareciera que solo la ciudad de los Wayne es la ciudad posible.
Arthur y la ciudad establecen constantes puntos de hermandad. Desde un principio el Joker de Joaquin Phoenix me hizo pensar mas en el hombre del siglo XXI que en el que la historia de Batman siempre nos mostró de Gotham. Hay más Arthur que Joker, más rostro real que maquillaje, mas torso desnudo, deforme y huesudo que vestimentas coloridas, poco idealista, con enfermedades mentales, y con mas imperfecciones que retoques de postproducción. Por su parte, la hermosa y nostálgica estética caótica de Gotham tambien juega de antiestética al mismo tiempo que el Joker se convierte en un amado antihéroe. ¿O a caso no le quedó bien a Nueva York esos graffitis eternos y la basura acumulada en montañas?. En fin, la marginalidad se de Gotham es a la vez la misma que llega a Arthur como sujeto marginal de una estructura moldeadora pero potenciada por la enfermedad mental basada en un trastorno por el cual lanza carcajadas en momentos en los que nada causa gracia. Su comedia es su mundo y su mundo es muchas veces imaginado.
Arthur no es mas que aquel que no puede ajustarse a las reglas y por ende se mueve en los márgenes del sistema. Esto lo convierte en un peligro para el orden disciplinario de ciudad gótica. En ese sentido filosófico, no solo podría representar un peligro para las sociedades discplinarias de Foucault sino ademas en las postdisciplinarias, esto es que no sólo no lo han controlado como cuerpo dócil sino que además no han podido conquistar su mente enferma. Ni la biopolítica de Foucault, ni la psicopolítica de Byung Chull Han logran explicar el modo en que llega el control a la marginalidad. Ni en la prisión, ni en el manicomio (como instituciones disciplinadoras), Arthur se aloja en un deprimente departamento húmedo y oscuro en el que vive con su madre, el cual no es mas que otra extensión de Gotham, en donde las calles están extremadamente sucias, las ratas invaden y la brecha socioeconomica parece estar mas ancha que la del 99% planteado por Occupy Wall Street, una brecha (tanto en Gotham como en el mundo real) que siempre juega a favor de un pequeño porcentaje que se enriquese día a día.
La marginalidad social se representa en las movilizaciones violentas que luego se tornan caóticas en Gotham creando el contexto en el que Batman en algún momento (lejano pues Bruce es un niño rico) aparecerá como salvador. Las movilizaciones enmascaradas con pancartas que rezan “We are all clowns” son puramente clasistas al nivel de lo que pudo haber sido los fantasmagóricos Indignados de España u Occupy Wall Street de EEUU, o mas actual los Chalecos amarillos de Francia o los paraguas de Hong Kong.
En la estética, en la marginalidad y en otros aspectos Arthur y Gotham se hermanan, aunque esto no significa que ambas se entiendan mutuamente, de hecho ni Arthur entiende a Gotham, ni Gotham a Arthur… aunque es sabido que Arthur le dió a Gotham lo que quería escuchar en ese momento. El asesinato de tres yuppies que desembocará en un ícono de lucha cuyo simbolo será la máscara de payaso.
Es un clima de No Future que y ayuda a entender que se podría tratar de una distopía cuando pensamos que son los mismos motivos que hoy generan movilizaciones, y los mismos motivos por los que hoy se repite la idea de un futuro cancelado por la muerte que las utopías sufrieron ante el avance del capitalismo neoliberal. El ya repetido “No hay alternativas” de Margareth Thatcher.
La otra cara de la marginalidad es la de quienes crean desde la televisión una realidad que los margina de la misma. La madre es quien representa ese gran público que idolatra al conductor de un clásico Late Night Show en el que todo es tratado superficialmente. Esa es la autoexclusión que está basada en la lógica del hedonismo capitalista y la antipolítica del discurso neoliberal. Como dice Gil Heron en su canción… “The revolution will not be televised”.
Sin duda Joker es una película sobre marginalidad, la de quienes son descuidados por una clase dirigente enriquecida que trata de payasos a la población pero a la vez les promete que sus vidas serán mejores si los eligen, y que deja en claro que la plutocracia es la distopía mas cercana a esta realidad. Arthur, y su propia marginalidad, se convierte en símbolo de esa marginalidad y a la vez en héroe.
El éxito de Joker no creo que solo se apoye en la comunidad nerd de comics, lo crítico y lo distópico se vende bien en épocas en las que no hay utopías presentes mas que como viejos fantasmas que asustan el orden hegemónico por momentos. La lectura del film tiene la capacidad de descarrilarse de los comics y la ciencia ficción estableciendo puentes son el presente en el que cada vez mas los ideales son trastocados por los nuevos discursos y puestos en dudas tal como la democracia, entendida como gobierno del pueblo, lo que no es real pero que, sin embargo, sin ella se termina el único discurso en el que somos libres y dueños de nuestro futuro.
Menciones:
El pueblo sin atributos de Wendy Brown.
Vigilar y castigar de Michel Foucault.
Psicopolítica de Byung Chull Han
Texto original tomado de: SUBCLTRAXX