Peter Watson: «Tras Hitler y Stalin, hoy sabemos que democracia y creatividad están ligadas»

 TULIO DEMICHELI

Actualizado:31/03/2002

Para Peter Watson, autor de la «Historia intelectual del siglo XX» (Crítica), el siglo XX sobre todo ha sido una edad científica, sobre todo en el ámbito de la física, la biología y la psicología. Ahora, vivimos un tiempo de depresión espiritual en el que ni la ciencia ni la religión satisfacen al hombre.

MADRID. 

«Las mayores diferencias entre el siglo XIX y el XX se encuentran en el reino de la ciencia -afirma Peter Watson-. Estas diferencias aún son mayores que en la religión o la ética. Por favor, anote que en el libro eludo la política, por dos razones. La primera: se han escrito muchos libros durante el siglo XX, por lo que no me pareció necesario acudir a ellos. La segunda: una vez que un libro aborda la política, ya no quedan habitaciones para otra cosa. En fin, los grandes descubrimientos científicos se realizaron, por accidente, a finales del XIX: el inconsciente, el cromosoma y el quanto, son los tres conceptos más importantes del pasado siglo. La corriente mayor de pensamiento fue la filosofía analítica, el positivismo lógico, corriente que sostenía que la ciencia es la más elevada forma del conocimiento, según la cual, todo aquello a lo que no podemos acceder desde la vía científica, constituye un conocimiento diferente (por ejemplo: el Derecho)».

Gran periodo descubridor

-¿Fue una edad científica?

-En efecto, así lo fue, sobre todo, porque descubrimos los fundamentos de la Naturaleza. Puede que ahora nos estemos aproximando al final de ese gran periodo descubridor. Como quiera que aún afrontamos muchos problemas -y la depresión espiritual por la que atraviesan los hombres no es el menor de ellos-, quizá nos hallemos comenzando la era poscientífica, en la que ni la religión ni la ciencia nos pueden proporcionar la esperanza y la satisfacción que nos prometían. Eso puede probar que éste es un tiempo corruptor y peligroso, en el que muchas personas creen que apenas hay razones para vivir. Podemos esperar aún avances científicos en el siglo XXI (conquistar la muerte, sin ir más lejos), pero las gentes no van a agradecer esos avances tanto como antes.

-¿Qué acontecimientos históricos le han impresionado más?

-Me llamó la atención que la Primera Guerra Mundial produjo un enorme sentimiento de pesimismo, mientras que la Segunda Guerra Mundíal trajo, en cambio, el opuesto, un gran optimismo. Las guerras siempre tienen consecuencias intelectuales, pero era intrigante ver que los dos conflictos fueron muy distintos.

-¿En qué situación histórica se encuentran las generaciones actuales?

-El último cuarto de siglo se ha caracterizado por la gran fragmentación en la manera de ver el mundo y la historia. Una gran prosperidad y los años de paz han hecho mejorar a mucha más gente que nunca antes, incluso de diferentes culturas y pasados. Asimismo, los historiadores y los psicólogos señalan que no existe una «condición universal» del hombre, que es más saludable «ser uno mismo». Esto ha prendido y vivimos un tiempo de gran liberalismo. A algunos les gusta, otros lo detestan.

Democracia ligada a creación

-Por último, su obra sólo alude en una treintena de ocasiones a la cultura hispánica. ¿Le ha podido una concepción anglosajona de la vida intelectual, en la que no se advierte la cultura de 400 millones de personas?

-Para hacer el libro visité muchas universidades en Gran Bretaña, Norteamérica, Europa (Holanda, Francia, Alemania e Italia) y en Oriente Medio, así como en la India y en China, entrevistándome con muchos profesores y especialistas. En economía, consulté a tres premios Nobel... La mayor contribución hispánica, a mi manera de ver, reside en la pintura y en la novela hispanoamericana (especialmente, el realismo mágico). Debo decir que hay tantas ideas españolas en el libro como italianas, pero admito que son muchas menos que las alemanas, francesas, británicas o norteamericanas. Creo que por varias razones. Una de ellas es que España no estuvo envuelta en el desarrollo de las ciencias (física, biología, psicología); otra, de orden político, en especial por la guerra civil y el franquismo, que fueron una barrera para la transmisión de las ideas y de la creatividad. La cultura del siglo XX ha sido urbana y se produjo en las grandes ciudades: Zurich, París, Berlín, Nueva York. Barcelona llegó a ser importante un tiempo, pero aquello acabó con todo. Fíjese en Alemania. Hasta 1933, cuando Hitler llega al poder, era líder en casi todo: física, arquitectura, teatro, música, pintura, filosofía, poesía... Pero entonces, se colapsó. Democracia y creatividad están ligadas. Mire a la Unión Soviética: Rusia era muy fértil antes del comunismo, y después mucho menos. Algunas de estas razones son aplicables a España. Aunque, a lo mejor estoy equivocado: ¿debí haber incluido a Lorca? ¿A Gaudí? En todo caso, nadie ha criticado el libro por ello. Un revisionista británico me acusó de tener «duro el oído» por haberle omitido a él. Pero nadie ha mencionado su ausencia. Los paleontólogos españoles han hecho durante los últimos diez años grandes descubrimientos, y los incluiré en futuras ediciones. Me gustaría mucho saber qué piensan sus lectores. Mi libro está escrito con tinta, no con piedra, y puedo actualizar el libro en próximas ediciones con las sugerencias que reciba.

https://www.abc.es/cultura/abci-peter-watson-tras-hitler-y-stalin-sabemos-democracia-y-creatividad-estan-ligadas-200203310300-88533_noticia.html

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