“Le Soldatesse (1965)”, un filme con historia y profundidad

Preferiría la paz más injusta a la más justa de las guerras.”
Cicerón (106-43 AC, escritor, orador y político romano)

le soldatesse

Hace muchos años tuve la oportunidad de ver por primera vez el filme de referencia en Kiev, capital de Ucrania, entonces parte de la desaparecida URSS. Hace poco, la volví a ver, creo que por tercera vez. La peli se presentaba en la URSS con el título “Они шли на восток” (Ellos fueron al oriente), dirigida por Valerio Zurlini, con el protagonismo del actor cubano Tomás Milián (La fiesta del chivo, 2005), la eficiente actriz danesa Anna Karina (Una mujer es una mujer, 1961), la francésa Marie Laforêt, muy conocida en Cuba por su actuación en el filme franco-italiano “A pleno sol (1960)”, que fuera coincidentemente su debut en la gran pantalla; la atractiva italiana Lea Massari (El coloso de Rodas, 1961) y el actor italo-suizo Mario Adorf (El caso Matteotti, 1973).  Ese reparto se completaba con el actor serbio Aleksandar Gavric, que interpretara cabalmente el papel del Mayor Alessi de las Camisas Negras, durante la ocupación de Grecia por las tropas italianas, en la II Guerra Mundial.

La trama es interesante, triste y cómica en algunas ocasiones. Como dijera el Mayor Alessi, nos puede faltar la comida, pero no las mujeres. No se equivocaba, la misión dada a los regulares del ejército, al teniente Martino (Milián) y al sargento Castagnoli (Adorf) era llevar a un grupo de prostitutas, algunas que se iniciaban en este antiguo oficio, a destacamentos italianos para su entretenimiento. El desarrollo del filme muestra claramente que una cosa era el ejército regular italiano y otra las Camisas Negras, tropas de choque, utilizadas por Mussolini a su antojo. Los militares tenían otra ética, buscaban la forma de relacionarse con los locales, las Camisas Negras actuaban muy distinto, nada de lo local, excepto el sexo, les agradaba. Esa contradicción resulta evidente entre el comportamiento de Martino y Castagnoli, muy diferente al de Alessi.

Las prostitutas tenían también comportamiento diferenciado, unas se acogían a su trabajo con pragmatismo, otras lo hacían, pero en el fondo rechazaban todo lo que viniera de los ocupantes. Tanto el comportamiento de los militares como de las prostitutas ocasionó conflictos inesperados durante la travesía.

Sin embargo, Martino era un hombre de principios, adolorido por todo lo que veía en el campo de batalla, añoraba regresar a su patria y dedicarse a alguna actividad productiva. Su trato con las prostitutas le valió el amor de casi todas, aunque él rechazaba aprovecharse, y solo había puesto sus ojos en la más negada a la ocupación de su país.

Las Camisas Negras eran crueles, y cobardes también, eso se evidencia a lo largo del filme. Gente de bravuconería barata, los que cuando se tenían que enfrentar a las guerrillas griegas, les temblaban las piernas; gente individualista, incapaz de sentir por el dolor ajeno de las tropas en combate.

Soldatesse significa mujeres soldados, probablemente una burla de parte del director Zurlini, ya que esas mujeres lo que menos hacían era labores como militares. Esta cinta, en blanco y negro, es aconsejable para todos los amantes del Cine Clásico. A los seres humanos se les debe ver en las malas y en las buenas, este filme ayuda a verlos en las malas, y a entender nuevamente las miserias de la guerra y las bajezas humanas ante la tragedia.

Escrito por Esteban Hernández, 26 enero de 2019, con consulta a IMDB.com



HENRY MILLER: MALDITO, ZEN Y SOLITARIO

 En Escritos de un viejo indecente (1969) Bukowski narra un encuentro ficticio que sostuvo con Henry Miller. En la anécdota, Charles visita a un octogenario Miller en su mansión de California. Tras emborracharse a sus costillas, Charles sustrae la cartera de su anfitrión cuando este se queda dormido. Pero antes de que consiga escapar y salirse con la suya es doblegado con una llave de karate por el mayordomo mandarín. El incidente describe a la perfección la fascinación tardía que experimentó Norteamérica por el autor de Trópico de Cáncer (1934).

En vida, Bukowski siempre presumió a John Fante como su maestro. Sin embargo, por los rasgos de su personalidad, su tren de vida y el carácter de su obra, Miller no se sitúa más cerca de ningún escritor como lo está de Bukowski. Ambos fueron tipos que aullaron pobreza. La mayor parte de su vida transcurrió en la calle, literalmente, y terminaron en la opulencia. Charles conducía un Acura Legend y Henry era un autor acaudalado. Miller fue precursor del realismo sucio que consagró a Bukowski. Además, ambos se llamaban Henry.

Henry Miller (1891-1980).

El homenaje que Bukowski le dedica a Miller es una paródica reinterpretación del Sueño Americano. Tras mendigar en Europa como integrante de la Generación Perdida, Miller había regresado a Norteamérica a triunfar. A formar parte de la cultura gringa. Porque en los treinta y cuarenta, es decir, en su mejor etapa, en Estados Unidos, más que un escritor, era considerado un pornógrafo. La prohibición de sus libros por obscenidad estigmatizó su figura por dos décadas. Bukowski ridiculizó a Miller como un gesto de admiración. No existe otro mentor de Bukowski que Miller. Era su manera de aceptar que todo había comenzado con él.


No es tan inexplicable que Henry Miller haya sido (y sea) el héroe de las generaciones que lo sucedieron. Un resumen del final de sus días arroja un matrimonio con Hiroko Tokuda y un intensísimo romance con la modelo Brenda Venus, cuya correspondencia se publicó con el nombre de Dear, dear Brenda (1986). ¿Cuántos hombres que atraviesen por su octava década de vida son capaces de tales proezas? ¿Cómo consiguió todo esto Miller? Con la escritura.

LA PRIMERA TRILOGÍA

«Vivo en la Villa Borghese. No hay ni pizca de suciedad en ningún sitio, ni una silla fuera de su lugar. Aquí estamos todos solos y estamos muertos.

Anoche Boris descubrió que tenía piojos. Tuve que afeitarle los sobacos, y ni siquiera así se le pasó el picor. ¿Cómo puede uno coger piojos en un lugar tan bello como este? Pero no importa. Puede que no hubiéramos llegado nunca a conocernos tan íntimamente Boris y yo, si no hubiese sido por los piojos.

Boris acaba de ofrecerme un resumen de sus opiniones. Es un profeta del tiempo. Habrá más calamidades, más muertes, más desesperación. Ni el menor indicio de cambio por ningún lado. El cáncer del tiempo nos está devorando. Nuestros héroes se han matado o están matándose. Así que el héroe no es el Tiempo, sino la Intemporalidad. Debemos marcar el paso, en filas cerradas, hacia la prisión de la muerte. No hay escapatoria. El tiempo no va a cambiar.»

Así comienza Trópico de cáncer. Se trata no solo de uno de los mejores arranques de la literatura universal, sino de uno de los mejores debuts que un escritor aspire a conseguir. Esta introducción predice también la non-fiction. La obra más significativa de Miller es autobiográfica. Es una síntesis del temor que desata la existencia y al mismo tiempo una predicción para el futuro que se extiende hasta nuestros días. Una consecuencia del mundo es pudrirse irremediablemente.

Miller nació en Brooklyn en 1891. Su absoluta devoción por sus raíces está retratada a lo largo de su obra, en Nueva York. Ida y vuelta (1978) y en Trópico de Capricornio (1939), que junto al otro trópico y a Primavera negra (1936) conforman la primera de las dos trilogías que Miller pergeñara. Debido a su recalcitrante norteamericanidad, en Estados Unidos no obtuvo la libertad creativa que le era imperiosa. Tras divorciarse y casarse con June, una de las musas más tormentosas que haya existido jamás, en 1930 Miller emigró a París, al encuentro con su destino. Para convertirse en el monstruo de las letras que lucharía en contra de uno de los grandes enemigos del arte: la censura.

Uno de los más acérrimos defensores y entusiastas de Miller fue Norman Mailer. Quien a la categoría de pornógrafo le sumo las de genio y loco. Lo comparó y lo encumbró por encima de lo mejor de su época, HemingwayFitzgerald y Faulkner incluidos. En 1960 la lectura de Miller en Estados Unidos todavía era minoritaria. La dominante impronta erótica en sus libros impedía que sus otros talentos fueran apreciados. Era un filósofo notable y un estadista del estado cosmológico del hombre. Pero sobre todo era un maestro de la cadencia. Y esta quizá sea su herencia más grande. Miller no era un mero relator de escenas sexuales, su estilo era avasallador y al mismo tiempo una autoridad en materia de escritura. Para advertir esto último es necesario leerlo en su idioma original. Quizá el único autor que ahondó más que Miller en el monólogo interior fue Joyce.


El flujo de conciencia es el pilar en el que Miller sustenta su primera trilogía, la cumbre de su producción. Trópico de Cáncer y Trópico de Capricornio fungieron como una bomba moral para la época. Heredero de Whitman y admirador de Emerson, Miller se dedica a explorar las pasiones humanas de manera inédita, lo que le acarrea todo tipo de problemas. Para el establishment literario gringo fue inaceptable. Los pilares naturalistas norteamericanos no debían fungir como sustentos de la autodestrucción, los excesos y la exploración del sexo. Mientras que en Europa, Miller era casi un semidiós.

ANAÏS NIN Y EL THREESOME COMO INCENTIVO LITERARIO

Henry Miller siempre se consideró a sí mismo un marginal. Creía que el mundo lo miraba de tal forma, excepto por unos cuantos amigos y un par de mujeres: June y la escritora Anaïs Nin. Como todo espécimen de la clase baja, orbitó siempre que tuvo oportunidad alrededor de la burguesía. Sus primeros años de formación estuvo ávido de un mecenas. Era un escritor receloso de su tiempo. Si no escribía un día se enervaba. No dejaba de lamentarse por las horas perdidas. Era un atleta de la escritura. Trópico de Cáncer fue escrito varias ocasiones. Por la futilidad que le provocaba a su autor no encontrar la voz y la estructura que estaba buscando. No era un diario ni confesiones, era una novela. Y la exigencia que le demandaba era la misma escribiera sobre él mismo o no.

Entonces apareció Anaïs, quien tuvo en Miller a un conejillo de indias sexual. Mientras servía como el experimento emocional que la también escritora estadunidense necesitaba para conformar su obra, Henry recibía dinero para su supervivencia. Sustento que le permitía dedicarse a escribir sin preocuparse por su manutención. Pero Miller se enamoró. La situación era complicada porque Anaïs era casada. Y al enredo se sumó June, la esposa de Miller, que lo visitó en París arrastrada por los celos y la sospecha de que Henry tenía una amante. Este triángulo inauguró el poliamor. Porque June se enamoró de Anaïs y esta de June. La situación enfureció a Miller. Los conflictos matrimoniales eran un ingrediente más en la lista de sus distracciones y sus sufrimientos.

Consciente de su grandeza, Miller luchaba por escribir la mejor literatura de su tiempo.

LA SEGUNDA TRILOGÍA

Miller jamás pudo escapar de June, quien lo manipulaba y humillaba con el objeto de que se esforzara más y más en convertirse en el Dostoievski gringo. Se divorciaron, pero Miller la inmortalizó en la Trilogía Rosada, conformada por Sexus (1949), Plexus (1953) y Nexus (1959). La escritura de estas obras fue inspirada por la irrupción de June en la vida de Henry. Antes de convertirse en escritor, trabajó en Telégrafos (otra similitud con Bukowski, que fue cartero) y la conoció en una sala de baile, fichando. Se enamoró y no descansó hasta convertirla en su esposa.


La Trilogía Rosada tiene lo mejor y lo peor de la escritura de Miller. Posee la enjundia de Trópico de Cáncer pero también su proclividad a salmodiar. Existen tramos narrativos en los que se dedica a reflexionar con desgarbo. Lo que lo distrae de la trama. El Miller ensayista se desenvuelve a sus anchas pero en detrimento de la cadencia. La consecución de pasajes dedicados a darle rienda suelta a sus pensamientos hace pensar que la trilogía está dilatada innecesariamente. Este efecto estaba ya presente en la primera trilogía, pero de una manera contenida. Con todo, SexusPlexus y Nexus son magnificas, irrepetibles e imperdibles novelas.

El final de Sexus es estremecedor: June se le escapaba a Henry, pero no con un hombre, sino con una mujer. Y el dolor que supone para un don Juan como Miller es insoportable. La novela concluye con un Miller aullando y llorando en un sótano por June. Desenlace demasiado escandaloso para la sociedad de la primera mitad del siglo XX. Todo esto es anterior al exilio de Miller en Francia. Y como vemos en Trópico de Cáncer, la enfermiza relación de Henry y June continuó. Sin June como apoyo moral y económico y como motor diabólico, Miller no se hubiera convertido en el escritor que ahora conocemos.

BIG SUR, CALIFORNIA

En 1940 Miller renunció a Europa y se estableció en California. Se dedicó a viajar por el noroeste, a escribir y a pintar. Con Nexus cerraría tres décadas dedicadas celosamente a la literatura. Publicó más de veinte libros. Lo que lo reveló al final como un escritor prolífico, pese a haber deambulado con el manuscrito de Trópico de Cáncer varios años antes de su publicación.

Su aura de escritor maldito lo erigiría como padre espiritual de la generación beat. Fue uno de los primeros escritores en abrazar el budismo.

Finalmente, en 1964 ganó el juicio y Trópico de Cáncer y su obra en general dejó de estar prohibida en Estados Unidos. Murió como vivió, siempre en una relación con una mujer pero como un eterno solitario.

Por Carlos Velázquez / @Charfornication

https://www.yaconic.com/henry-miller/

Un experto destroza las cinco falacias más extendidas sobre Hitler y la Segunda Guerra Mundial: «Son absurdas»

 

Adolf Hitler, en 1937 - ABC

Richard J. Evans, autor de 'Hitler y las teorías de la conspiración. El Tercer Reich y la imaginación paranoide', analiza mentiras tan populares como la huída del 'Führer' del búnker o la quema del Reichstag

Richard J. Evans, de amplia sonrisa y aspecto afable, nos recibe en el corazón de su hogar. Aunque no en persona, sino a través de videollamada. Cosas de la pandemia. La camisa blanca de este historiador va a juego con una habitación que transmite tranquilidad. A su lado, un vaso de agua de grandes dimensiones que parece no vaciarse nunca. La conversación, calmada y de un inglés de manual, solo se corta en dos momentos: cuando su perro hace acto de presencia y cuando le llaman al timbre. Esos breves minutos permiten que el ambiente se distienda y que los complots, tema central de su nueva ‘Hitler y las teorías de la conspiración’ (Crítica), queden a un

 lado. Algo que no ha sucedido desde que acabó la Segunda Guerra Mundial.

¿El objetivo de su libro es cargar de forma frontal las teorías de la conspiración?

El libro analiza cinco teorías de la conspiración que, o bien influyeron en Hitler, o bien estuvieron relacionadas con él. Las he seleccionado porque, mientras investigaba sobre la Alemania nazi para otras obras, me percaté de que muchas de estas ideas siguen triunfando en internet a pesar de que son refritos con años de antigüedad. El objetivo ha sido, en primer lugar, demostrar que se sustentan en la manipulación de las evidencias o en la exageración de las casualidades, pero también desvelar la causa que lleva a la sociedad a creer estos bulos y propagarlos.

¿Cuál es el elemento común de todas ellas?

El argumento del ‘Cui bono’ o ‘¿Quién se beneficia?’. La idea de que, quien sale favorecido por un suceso, ha motivado el mismo. Las teorías de la conspiración también afirman que todo ocurre porque un grupo de personas lo motivan. La realidad es mucho más caótica y compleja que todo eso.

¿Existen varios tipos de teorías de la conspiración?

En efecto. La primera es la sistémica, que involucra a muchas personas que trabajarían durante un largo período de tiempo para perpetrar un propósito maligno. Son las más populares, pero son poco plausibles porque, cuanta más gente conspira, más fácil es atraparlos. En 1944, de hecho, la Gestapo estuvo a punto de desvelar la Operación Valkiria por la ingente cantidad de conjurados que había. En el libro, el claro ejemplo es la de ‘Los protocolos’ de los sabios de Sión, la obra que –según se extendió– había nacido en el siglo XIX y que afirmaba que los judíos llevaban décadas planeando el declive de la civilización.

Por otro lado están las que se enfocan en un evento concreto, como las del 11 de septiembre o el asesinato del presidente JFK. Dentro de este segundo grupo se pueden enmarcar la huida de Hitler a Argentina, el vuelo de Rudolf Hess Gran Bretaña o el incendio del Reichstag. En las dos últimas sorprende que los conspiranoicos insistan en que fueron sucesos organizados por una sola persona a pesar de la infinidad de evidencias que demuestran lo contrario.

Adolf Hitler y su edecán Julius Schaub, contemplas las ruinas de la Cancillería
Adolf Hitler y su edecán Julius Schaub, contemplas las ruinas de la Cancillería - ABC

¿Son peligrosas las teorías de la conspiración?

Las teorías de la conspiración son una amenaza a la verdad y una amenaza a la democracia. Y, por descontado, habría que eliminarlas. Yo quiero contribuir a eso.

¿Por qué son bien recibidas por la sociedad?

Vivimos en una era de sobreinformación: se cubren noticias 24 horas al día, está internet…. Hay una cantidad abrumadora de datos. La teoría de la conspiración elimina la complejidad. Te dice que no hagas caso a esos análisis y que todo ha ocurrido porque un grupo de personas lo han tramado en una sala. Es una forma sencilla de lidiar con el trabajo que supone contrastar. Pero estas simplificaciones son erróneas y, muchas veces, están basadas en manipulaciones de pruebas. Es raro que la explicación más sencilla sea la más convincente.

¿Cómo es la gente que apoya estas teorías?

Aquellos que inventan y propagan teorías conspiratorias suelen ser personas marginales o que se sienten inferiores. Como no comprenden los datos, afirman que los expertos (los profesores y los periodistas) se equivocan. Al extender ideas como que las Torres Gemelas fueron derribadas por la CIA creen que saben más que el resto y que conocen la verdad que se oculta a todos. Es una forma de sentirse importantes.

El pésimo trabajo de los gobiernos ha ayudado a extender teorías como que Hitler no murió y escapó a Argentina. Trevor-Roper, enviado por Churchill para esclarecer la muerte del ‘Führer’, cometió severos errores durante su investigación que han dado alas a los conspiranoicos…

En parte es cierto. Tras la Segunda Guerra Mundial el servicio secreto británico encargó a Trevor-Roper investigar la muerte de Hitler porque Stalin estaba extendiendo que seguía vivo. No podemos negar que cometió pequeños errores porque elaboró su informe de una manera apresurada. Un ejemplo es que no pudo entrevistar a ciertos testigos como los encargados de enterrar el cadáver del ‘Führer’ y de su esposa. Pero también es verdad que hizo un examen muy exhaustivo y sacó unas declaraciones muy convincentes. Las más cercanas a la realidad en la actualidad.

Única fotografía de Adolf Hitler muerto, realizada por su médico personal
Única fotografía de Adolf Hitler muerto, realizada por su médico personal - ABC

¿Por qué ese miedo de Stalin a que Hitler siguiera vivo?

Stalin creó mucha desinformación. Quería confundir a los poderes del oeste y justificar la ocupación de Alemania por los soviéticos. Insistió en que debían quedarse porque Hitler podía volver, como Napoleón. Estas ideas son mucho más peligrosas cuando el que las extiende es la cabeza de un estado. Podríamos decir en este sentido que Stalin fue el jefe de un país que más apoyó las teorías de la conspiración. Pero hay que entender que le eran beneficiosas. Le permitían encarcelar y arrestar a sus opositores. Para él eran una excusa: cuando algo iba mal, acusaba a sus opositores de una conspiración cualquiera y les arrestaba. Así, les eliminaba como rivales. Es algo parecido a lo que hizo Trump al extender falacias sobre los recuentos en las elecciones.

¿Intentaron los soviéticos esclarecer lo sucedido con Hitler en el búnker?

Sí. Tras la Segunda Guerra MundialStalin pidió a sus servicios secretos que hicieran un informe para saber qué había ocurrido con Hitler. Cuando le confirmaron que se había suicidado con Eva, ordenó ocultarlo. No salió a la luz hasta la caída del comunismo.

En los años cincuenta se publicaron cientos de noticias en medios internacionales que se hacían eco de la posible huida de Hitler del búnker. ¿Cree que fue un error por parte de los medios?

Hitler siempre será noticia y venderá periódicos. Es normal publicar un informe que afirma que alguien le vio en Argentina en los sesenta. De hecho, lo siguen haciendo muchos diarios sensacionalistas como el ‘Daily Star’ para atraer lectores. El problema es deberían añadir una nota en la que recojan la opinión de los historiadores sobre el tema. En ese sentido sí creo que la prensa ha sido irresponsable. Los periódicos se hicieron eco, por ejemplo, de una serie de informes en los que la CIA y el FBI barajaban la posibilidad de que el ‘Führer’ hubiese escapado, pero no publicaron la parte en que estas agencias descartaron esas ideas. Los programas de televisión tampoco han ayudado. Ha habido una serie de 24 documentales llamados ‘Hunting Hitler’ que han sembrado la duda en millones de espectadores.

¿Qué opina de este tipo de documentales?

Creo que fue muy irresponsable por parte del ‘History Channel’ emitir estos programas cuando no era una caza real; era la caza de una quimera, una fantasía. Si te bebieras un vaso de whisky cada vez que documentales como ‘Hunting Hitler’ dicen que Hitler “podría haber estado aquí”, acabarías completamente borracho antes de terminar el primer episodio.

Soldados sovieticos posan ante la pila de tierra donde se suicidó Adolf Hitler
Soldados sovieticos posan ante la pila de tierra donde se suicidó Adolf Hitler - ABC

También analiza la teoría que afirma que Rudolf Hess, el edecán del Reich, voló a Gran Bretaña con el beneplácito de Hitler para negociar la paz con Gran Bretaña

Sí. Pero la explicación es otra. Hess había perdido poder y quería recuperarlo. Pensó que podría pactar la paz por su cuenta y voló sin que Hitler lo supiera. Hay muchos detalles que los teóricos de la conspiración recogen para afirmar que actuaba por órdenes del ‘Führer’, pero evitan hacer referencia a la reacción del dictador cuando le informaron de lo que había sucedido. Todos los que estaban presentes dijeron que entró en un estado de furia absoluta por la traición. No podía creerlo. Dijo que Hess se había vuelto loco. Pero obvian esto y proyectan dudas sobre la competencia y la profesionalidad de los investigadores. Siempre usan el concepto de ‘versión oficial’ para denostar a los expertos y dicen que gente como yo estamos bajo el mando del gobierno.

Hess, como bien recoge en su obra, afirmó en repetidas ocasiones que había volado sin informar de ello a Hitler…

Sí, pero es más fácil para los conspiradores obviarlo. Cuando Hess murió en Spandau después de cincuenta años preso esgrimieron que fue asesinado para impedir que contara la verdad. La pregunta es: ¿por qué habría guardado silencio medio siglo? Es absurdo.

Analiza también el uso que nazis y comunistas hicieron del incendio del Reichstag en 1933

El incendio lo llevó a cabo una sola persona, el holandés Marinus van der Lubbe, que fue arrestado en el mismo edifico. Lo hizo en un momento en el que Hitler era el líder del gobierno, pero no un dictador. Los nazis se valieron de este hecho; dijeron que habían sido los comunistas y lo utilizaron para instaurar un decreto que restringía las libertades civiles. Fue el primer paso para establecer la futura dictadura. Gracias a esta ley arrestaron a cientos de miles de opositores, entre 100.000 y 200.000.

¿Qué esgrimieron los nazis?

Afirmaron que el incendio del parlamento nacional era el preludio a una revolución. Parece que Hitler y sus jerarcas se creían esto de verdad. En cierto modo es plausible porque, tras la Revolución Rusa de 1917, el Partido Comunista era un movimiento masivo que pretendía crear una Alemania soviética. Hitler detuvo a Van der Lubbe y a otros tres líderes más, pero, al final, solo pudo condenar al primero por la falta de pruebas.

¿Quién era Van der Lubbe?

Era un radical que había intentado incendiar algunos edificios públicos en Berlín como protesta contra el desempleo masivo que había en Alemania. No pudo quemar el ayuntamiento, pero sí tuvo suerte con el Reichstag. Pero no era ni alemán, no comunista.

Hitler, desde la tribuna del Reichstag
Hitler, desde la tribuna del Reichstag - ABC

Al poco, los comunistas extendieron su propia teoría sobre el incendio…

Afirmaron que todo había sido una mentira y que los nazis habían incendiado el edificio para poder aprobar la ley que suspendía las libertades civiles. Este es el argumento ‘Cui bono’: el que se beneficia de algo, tiene que estar detrás. Todavía muchos piensan que esta teoría es plausible, pero se basan en documentos falsos, evidencias circunstanciales exageradas y mentiras.

La cuarta teoría que analiza es la de la ‘Puñalada por la espalda’

Es una idea que cogió fuerza tras la Primera Guerra Mundial, aunque tuvo tres versiones. La primera afirmaba que el ejército alemán no fue derrotado en combate, sino que fue apuñalado en retaguardia por ciudadanos alemanes que no querían que la guerra continuara. Una segunda decía que la sociedad se movilizó para socavar al Káiser e instaurar una república socialista. La más extrema determinaba que era una conspiración judía. La verdad, sin embargo, fue que la derrota fue militar. En el frente occidental los aliados avanzaron con carros de combate, y en el oriental hubo un colapso de Bulgaria Austria-Hungría. Los nazis estaban convencidos de la última, pero no quisieron utilizarla como arma electoral porque sabían que podía quitarles votos.

La falacia de los ‘Los protocolos’ demuestra que es difícil combatir contra las mentiras

Sí. En la década de los veinte, Philip Graves demostró que el libro era una versión de una sátira francesa del mismo período. Comparó los textos y eran casi idénticos. Pero los nazis no le creyeron. Les dio igual que fuera mentira y siguieron creyendo que la obra explicaba una verdad absoluta de los judíos. Es triste porque se llega a un punto en el que los conspiracionistas no pueden ser convencidos de que las evidencias son reales. Que no abandonen sus creencias demuestra que, a veces, la verdad no tiene poder.

¿Cuál es la mayor teoría de la conspiración de la IIGM?

La más grande es el negacionismo del Holocausto. La teoría de que no paso y que no murieron seis millones de judíos la Segunda Guerra Mundial. Pero no la incluí porque ya la había explicado en una de mis obras.