Perfil Clodovaldo Hernández | Carl Gustav Jung: un psiquiatra casi brujo

 Clodovaldo Hernández

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Para Jung, las imágenes mentales, los sueños, las reflexiones eran igual de importantes que las experiencias físicas


Si a usted le llama la atención la idea de tener un psiquiatra que, además de analizarlo y recetarle algún tratamiento, le haga la carta astral, pues le hubiese venido muy bien conocer al suizo Carl Gustav Jung. O, como eso ya no es posible, pues puede anotarse en la consulta de algún doctor junguiano que sea también entendido en astrología.


La figura de este especialista en salud mental (y en tantas otras materias) adquiere gran relevancia porque es uno de los grandes referentes de la psiquiatría, al lado de Sigmund Freud y Jacques Lacan, entre otros.

Jung, que nació el 26 de julio de 1875 (el mismo día que el poeta español Antonio Machado) y fue uno de los protagonistas del auge del psicoanálisis, aunque terminó formando su propia rama, al margen de Freud, con quien tuvo discrepancias serias, la mayoría de las cuales solo pueden ser entendidas por otros psiquiatras y conocedores del tema.

«Jung se empató en una del inconsciente colectivo e individual buscando soporte en arquetipos, y estás son estructuras universales que invisibilizan el caso por caso. Quiso poner en el psicoanálisis algo de corte zodiacal», dijo el psiquiatra lacaniano Roberto Moy Boscán, quien ejerce en Maracay.

Y la astrología no fue el único componente del enfoque junguiano que causó (y causa) urticaria en las mente más científicas y ortodoxas. El historiador y astrólogo José Bernardo Gómez expresa que «siempre  tuvo inclinación hacia lo esotérico y, entre otras cosas, al I Ching«.

«Con la astrología en particular, usó un experimento para aclarar el principio de sincronicidad, en 1921, en un ensayo Sobre la naturaleza de la mente. Explicaba que tomó varias parejas y haciéndoles la carta astral a cada uno de los integrantes (unas 60 personas). Se fijó en dónde tenían el Sol, Venus, Marte y la Luna. Demostró que tomando al azar nunca habían tantas coincidencias como entre las que eran parejas», añadió Gómez.

Jung incorporó varios conceptos clave en el devenir de la psiquiatría, entre ellos esta idea de la sincronicidad, el tema de los arquetipos y la interpretación de los sueños. «Fue un estudioso de la mitología, no solo la grecorromana, sino que viajó mucho y encontró esos arquetipos presentes en pueblos indígenas de Estados Unidos, América Central y del Sur, asiáticos, africanos. Siempre hay una imagen del padre, la madre, el héroe, el villano, que representan esos arquetipos», puntualizó Gómez. No es de extrañar que haya tenido y tenga fama de brujo.

Uno de sus grandes logros es la idea del inconsciente colectivo que marca la brecha con otros psicoanalistas, que se centran exclusivamente en lo individual. Su tesis es que en cada uno está potencialmente contenido todo lo bueno y lo malo de la humanidad, desde los gestos más sublimes hasta las peores infamias.

Otra noción fundamental es la de la sombra, los aspectos ocultos, más que nada negativos de nuestra personalidad. Para Jung, buena parte de la terapia consistía en sacarlos a flote mediante la toma de conciencia del paciente. Durante su juventud y madurez, Jung trató de mantener bajo reserva sus veleidades herméticas porque era un científico, un médico y a él le tocó vivir en plena etapa del positivismo más radical. «Pero ya en los tiempos finales de su vida, decía que no le importaba que lo consideraran loco», comenta Gómez. 

Se atrevió a revelar todos sus secretos, incluyendo relatos de increíbles eventos a los que se negaba a llamar coincidencias, como cuando estaba en sesión con una paciente que había soñado que le regalaban un escarabajo de oro y, repentinamente, algo golpeó la ventana y resultó ser un insecto de estos del tipo dorado, no muy usual en la región.

Para Jung, los pensamientos, los procesos psicológicos eran tan materiales como las cosas y, a partir de esa premisa, sostenía que las imágenes mentales, los sueños, las reflexiones eran igual de importantes que las experiencias físicas.

En Venezuela, según el doctor José Mata, grandes nombres de la psiquiatría se han identificado con la doctrina de Jung. Tal vez el más destacado sea Fernando Rísquez, considerado uno de los grandes docentes de la psiquiatría en Venezuela. Este eminente médico volvió al país en 1952, procedente de Canadá y de una larga pasantía en Francia y Suiza. «De allá trae de la mano a Freud, Jung y Jacob Levy Moreno», dice.

Con el tiempo se formarán la Sociedad Venezolana de Analistas Junguianos, el Instituto Carlos Gustavo Jung y el Centro de Estudios Junguianos de Caracas, institución que desarrolla «conferencias, cursos, seminarios, talleres y cine foros, sobre temas relacionados con la psicología analítica, lo que incluye el arte, la literatura, la historia, la antropología y otras manifestaciones de la cultura», explica el documento del referido Centro.

Las temáticas de las organizaciones junguianas dan señas de lo particular de sus saberes: mitología, cuentos de hadas, sombra, sincronicidad, sueños, alquimia, ánima-ánimus, aportes filosóficos  y literarios.

El movimiento de los junguianos en Venezuela es muy intenso. Se reúnen para leer y discutir las obras del gran maestro. Incluso, algunas de sus lecturas pueden encontrase en YouTube, en particular una de los Libros Negros, uno de los más fascinantes de su extensa bibliografía.

Para los no junguianos esto no hace sino alimentar la tesis de que se trata de una secta, una logia, un club de iniciados y fanáticos camuflados detrás de un nombre célebre.

Ellas y ellos siguen adelante, convencidos de que en un futuro tal vez ya no tan lejano, la visión de Jung será entendida incluso por los más escépticos.

Un artista en su sombra
Jung, en su enfoque no restrictivo de la psiquiatría, tocó también los terrenos de la filosofía oriental. Al proponer la idea del inconsciente colectivo, llegó a lugares budistas como la no-mente, a los que llamó el sí mismo, el self, la conciencia espiritual profunda de cualquier humano. Eso era más de lo que sus colegas “occidentales” podían resistir.

Para llegar hasta esos rincones tan escondidos apeló a la filosofía, a lo onírico, al shamanismo, viajando por muchos países y reuniendo saberes dispersos. Como consecuencia de ello fue algo más que un médico psiquiatra para transformarse en un guía espiritual, un gurú poco ortodoxo con traje y corbata.

Adicionalmente era un destacado artista plástico (pintura y escultura). Varias de sus obras aparecen en el Libro Rojo, incluyendo sus famosos mandalas. Era tal su inclinación a esta expresión cultural que estuvo tentado varias veces a dejar todo lo demás para dedicarse a ello, pero resistió la tentación, según sus propias palabras.

Con esa capacidad tan propia, Jung no tuvo problemas en utilizar el arte como uno de los muchos mecanismos para hacer que sus pacientes dejaran emerger su esencia más pura. Incluso algunos psicóticos desahuciados lo hicieron bajo la supervisión del suizo, quien siempre tenía una interpretación para estas manifestaciones, algunas de ellas –por cierto- sencillamente geniales.

CLODOVALDO HERNÁNDEZ / CIUDAD CCS

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