Por: Carolina De La Torre - 08/30/2025
Estamos inmersos en una era donde la autenticidad se ha vuelto moneda de cambio y la imagen parece tener más peso que la esencia. En este contexto, emerge un fenómeno viral: el “hombre performativo”. Este arquetipo no es solo un estilo o una preferencia cultural; es un escenario cuidadosamente construido, una máscara que combina sensibilidad, feminismo y estética, pero cuya sustancia interior muchas veces se queda vacía.
El hombre performativo proyecta la sensibilidad y la conciencia emocional que cree que las mujeres progresistas desean ver. Matcha lattes, libros escritos por mujeres, muñecos Labubu y vinilos se convierten en señales de una narrativa cuidadosamente elaborada. Pero más allá de los gestos y accesorios, surge la duda: ¿es auténtico o simplemente un espectáculo calculado para influir en la percepción y, en cierto modo, imponerse moralmente sobre los demás?