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Entrevista con Peter Jackson Los Beatles: desandar el largo y sinuoso camino
En la serie documental Get Back, el célebre director de El señor de los anillos se vale de 60 horas de material inédito grabado en 1969 para enfatizar el espíritu lúdico del final de la banda.
26/11/2021
Con la trilogía de El Señor de los Anillos, Peter Jackson se convirtió en la primera persona en dirigir tres películas en simultáneo: La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno del Rey, por las que recibió una enorme cantidad de reconocimientos. The Beatles: Get Back (disponible en Disney+), replica la tríada: el nuevo documental sobre la banda de rock consta de tres episodios de dos horas cada uno que mezclan más de 60 horas de material inédito, grabado por Michael Lindsay Hogg para su película Let It Be, pero luego archivado durante 50 años. Un nuevo abordaje, con foco en la amistad sobre el final de Los Beatles. Acerca de esa decisión responde el triple ganador de los premios Oscar.
–¿Qué recuerdos tenía de esta época (1969-1970) en relación con la carrera de Los Beatles, antes de empezar con este proyecto?
–No tenía una muy buena impresión del concierto de la terraza por todo lo que había leído y todo lo que había creído. Cuando lo vi (la primera vez fue en Let It Be, pero después lo vi nuevamente en Anthology), pensé: “Dios, realmente se los ve deprimidos, la están pasando mal, no quieren estar allí. Entiendo la naturaleza histórica del concierto en la terraza por ser el último, pero esto no es divertido. No es tan divertido como fue el Shea Stadium o The Ed Sullivan Show”. Sin embargo, ahora lo miro y es pura alegría. Miro las mismas imágenes, las mismas tomas, y son pura alegría. Eso demuestra que la forma en que uno interpreta algo puede estar muy influida por la información que incorporó. No fue solo Let It Be particularmente, también leía todos los libros de Los Beatles que se publicaban en los años 80 y 90. Había libros en los que decían que durante las sesiones de Get Back John y Paul no se soportaban, que no querían estar en la misma habitación al mismo tiempo.
–¿Y qué lo hizo cambiar de opinión?
–Vi los primeros tres o cuatro días de escenas descartadas, incluido el día tres, cuando Paul y George discuten (me refiero a la discusión breve que se puede ver en Let It Be), pero la vi en contexto. Esta vez vi los 45 minutos de conversación que terminaron en esa sección, es decir toda la sección, y lo que pasó después. Me di cuenta de que en contexto se ve muy, muy diferente. Uno puede ver qué piensan George y Paul. Pensé: “Si es tan triste como se dice y si lo que muestran en Let It Be es lo que ellos autorizaron, ¿qué será lo que hay en lo que no autorizaron?”. Así que les dije (a los directivos de Apple): “No quiero hacer un documental sobre la separación de Los Beatles, si es esto lo que se va a ver en estas filmaciones (más allá de lo que ya se había visto en Let It Be), pero si puedo echarle un vistazo, me encantaría ayudar”. Me siento muy agradecido de que, después de tantos años como fanático de Los Beatles, no tengo que pensar en Let It Be. Quiero decir, el disco Let It Be es uno de los que menos me gustan. Las canciones de Let It Be no me gustaron particularmente. Por supuesto que “The Long And Winding Road” y “Let It Be” son lindas canciones, además de famosas. Pero, por ejemplo, “Dig A Pony”, ni siquiera me molestaba en ponerla. Y con “I’ve Got A Feeling” simplemente… me preguntaba por qué querría escuchar canciones que escribían al momento de separarse. Ahora me encantan esas canciones, había algo negativo en mi amor por Los Beatles y ahora eso ya no está.
–Originalmente The Beatles: Get Back iba a ser una película. ¿Cómo se convirtió en una serie documental de tres episodios?
–Estábamos encaminados para hacer un largometraje para estrenar en 2020. Habíamos trabajado desde 2017, así que empezó 2020 y yo pensaba: “Bueno, en agosto tengo que lograr que esto dure dos horas, a lo sumo dos y media si tengo suerte”. Podía hacerlo, no es difícil físicamente lograr una película de dos horas y media, pero sí es difícil que sean las dos horas y media correctas. Y cuando empezó la pandemia y nos aislamos y pasó todo lo que pasó, supimos que no íbamos a llegar a las salas. Así que seguimos cortando, pero cuanto más lo hacía, más me convencía de que la extensión que necesitaba era de seis horas. Dentro de cada uno de estos días comprimidos traté en la medida de lo posible de transmitir la realidad como la veía en la versión más larga, cómo estaban las relaciones ese día en particular. Porque realmente cambia.
–¿Le preocupaba que relacionaran su trabajo con Let It Be, de Michael Lindsay Hogg?
–Michael filma lo que imagina que será su película y, por algún motivo, eso cambia. Porque en Twickenham imagina que será algo de unos 30 minutos para televisión, como un ensayo antes del concierto. Luego, cuando van a Savile Row se convierte en una película. Pero más allá de lo que imaginara que sería su película, no creo que se considerara uno de los personajes ni una parte importante de ella. Hay que reconocerle que cuando están sentados, en esos momentos en los que algo salió mal, Michael les hace preguntas, preguntas específicas. Es como un David Frost o un reportero, es como un periodista que se da cuenta de que tiene cámaras, los tiene a estos muchachos, y les va a hacer preguntas bien francas para recibir respuestas honestas. Ahora, en su película no hay nada de eso, pero por suerte lo hizo, y merece el crédito por ello porque lo que nos dejó nos interpela. Lo dejó en un archivo y allí está desde hace 50 años.
– ¿Evitó usar las partes de las filmaciones que aparecen en su película?
–Tanto como pudimos. Hay algunos momentos sueltos cuando había solo una cámara rodando algo que necesitábamos para contar la historia. Y también hay secuencias en las que usamos cámaras alternativas de la misma toma. En Let It Be hay un momento en el que a George le da un golpe de electricidad un micrófono, y tenemos exactamente la misma escena en la nuestra, pero como en ese momento había dos cámaras filmando, nosotros usamos la otra cámara. La gente puede mirar estas seis horas y mirar Let It Be y habrá mucho más material que no vieron que el que sí vieron.
–¿Cuál fue su percpeción en relación a los roles de cada integrante de la banda?
–El John Lennon que vemos en Twickenham es un John que en realidad no quiere estar ahí. También sabe que la filosofía de Twickenham es “tenemos solo dos semanas para escribir y grabar estas canciones, vamos a tocarlas”. No se le ocurren las canciones. Quiero decir, también sabe eso, y de alguna manera bromea un poco un par de veces sobre el tema. Bromea con que solo tiene dos canciones. Sabe que está decepcionando a la banda y creo que eso lo entristece. Y probablemente, en su fuero interno, no sabe si el show en vivo es una buena idea o no. Cuando van a Apple y en esencia el recital en vivo se transforma en la grabación de un disco, es posible que sienta que eso sí es algo que puede hacer. Sabe sobre grabar discos, pero cuando van a Savile Row también se rinden por completo a la filosofía de Get Back, “sin sonido agregado, sin edición, tenemos que tocarlas en vivo en lugar de tocar frente a las cámaras de televisión, en el set de Twickenham o en un anfiteatro en Libia. Las vamos a tocar en vivo en nuestro propio estudio”. Así que me gusta esa idea de que nunca se despegaron de la regla que se impusieron de que eran actuaciones en vivo. De hecho, Paul lo explica en la conversación que tienen en Twickenham, cuando dice “bueno, John y yo solíamos escribir juntos mucho más cuando estábamos de gira. No teníamos nada que hacer en la habitación del hotel mientras esperábamos el recital, y no podíamos salir del hotel. Así que nos sentábamos y escribíamos canciones”. Entonces, por supuesto, cuando dejaron de hacer giras, dejaron de encontrarse en habitaciones de hotel, en autobuses o vans, que eran los lugares en los que acostumbraban escribir la mayoría de sus canciones. Y tiene todo el sentido del mundo: no es que no escribían juntos porque no se soportaban. Durante toda su historia el proceso era escribir juntos una canción a medio terminar y llevarla al estudio para terminarla con el resto del grupo. Y en gran medida eso es lo que pasa en las sesiones de Get Back. Muchas de las canciones presentadas están a medio terminar. Y George era sorprendentemente prolífico. George llegaba con una canción nueva todos los días. Escribió “I Me Mine” la noche anterior, igual que “Old Brown Shoe”. Con algunas de ellas, como “Something”, había estado trabajando solo durante meses.
–¿Y sobre su estado de ánimo?
–Intenté reflejar las tensiones. Se puede ver un día entero en el que John, por ejemplo, puede estar muy callado por la mañana. Algo le pasa, pero se relaja después del almuerzo. Así que si eso era lo que pasaba en un día en particular, a medida que reducía los días intentaba que igual quedara plasmado. Intentaba ver a John callado por la mañana y luego más relajado. Como tenía que acortar cada vez más los días para llegar a la extensión que necesitábamos, intenté mantener la idea general del estado de ánimo y el tono con la mayor precisión posible. Traté de no alterar esto demasiado. Es cierto que se menciona un par de veces la idea de separarse, pero parecen estar divirtiéndose tanto, especialmente en la terraza, que uno siente que para el final de ese mes ninguno de ellos tenía intención de hacerlo. Ni se les ocurría la idea de separarse.
https://www.clarin.com/revista-enie/escenarios/beatles-desandar-largo-sinuoso-camino_0_-e4dIgXpQ.html
¡El fraude eres tú! ..
Si hubo fraude. El fraude fueron Uds. que primero llamaron a abstenerse y después les faltó coraje para rectificar con honestidad, conducir abiertamente a la gente a votar. Balbuceantes, no tuvieron sesos ni redaños para explicar su error...
El estudio académico de la política da un salto cuando se comprende que no es que “las cosas pasan” producto de “fuerzas históricas desatadas”, “fatalidades”, o avatares, sino porque los hombres las hacen, conscientemente o no, y que los fenómenos no son un montón caótico de avatares, sino parte de estructuras y sistemas, y tienen concatenación e interrelaciones comprensibles en cierta medida. Jacques Monod explicó que el caos es un orden que aún no hemos descubierto, sometido a dos fuerzas contradictorios, el azar y la necesidad, y nuestros actos tienen consecuencias que disfrutaremos o pagaremos. Una ciencia de lo político solo puede intentar comprender lo que ya ocurrió, por qué ocurrió y las consecuencias de la acción, nunca profetizar. Al contrario, la práctica política misma no tiene mucho que ver con la ciencia. La función de “líder” requiere esencialmente de la intuición, porque decide a caballo sobre los acontecimientos y si es cierto que su saber, experiencia y asesoría son valiosos recursos, la capacidad para sintetizar en su mente lo que no es visible para otros, es su liderazgo; si cruza el puente a punto de colapsar o no. Tener claro que la semilla puede llegar a ser un árbol es parte del “saber” de un líder. Eso se tiene o no se tiene.
En 2016 la sociedad estaba en la antesala del poder, y los “expertos” indicaban el fin de la revolución, pero mezclaban un caramelo envenado: tomar las calles, una vez decidieran “el método”. Muy simple. Todos celebraban y se confeccionaban trajes para lucir buenas telas en próximas responsabilidades. Pero la cadena de decisiones erradas, memeses, qué hoy el movimiento sufriera una cuadraplejia. ¿Cómo es que no vieron a dónde nos llevarían el calle-calle, los trancones, la hora cero, el “Maduro vete ya”, el retiro de las alcaldías, la abstención, el “cucutazo”, “los topochos”, “Gedeón”, la guerra sucia contra los defensores del voto en 2018-2020, esa inconcebible cadena, digna de los libros de Bárbara Tuchman, Paul Tabori, André Glucksmann y otros tratadistas sobre la estupidez ¿Cómo es que un día antes de las elecciones del 21N surgen balbuceantes llamados a abstenerse? Vanidad, irrealidad, ambición irracional y un mal mayor en este caso demostrado incurable: incapacidad política.
La ambición sensata logra los objetivos de la voluntad. Pero la soberbia maridada con medianía, impide cumplir el paso número uno de quienes dirigen cualquier cosa: examinar los fundamentos de la crítica, el feddback sobre la acción. Los líderes efectivos se alimentan precisamente de eso. Pero si llevas 22 años repitiendo que hay que abstenerse sin siquiera ver los daños que produces, eres una amenaza pública. Gracias al valor, a la pasión unida a la razón, la voluntad humana atravesó el Mar Tenebroso y descubrió América, pero optamos por arrojarnos al vacío dentro de nosotros al declarar clausurada la racionalidad política. En 2018 cierran la vía electoral, desacreditan el voto, califican de “alacranes” a quienes participan, y luego se lavan las manos y llaman a votar en 2021. “Por mal que esté una situación, siempre puede ser peor”, dice el sarcástico pesimismo de Murphy. Pero somos libres para enmendar, cambiar, rectificar, sacarnos las pifias de la cabeza, el mantra, la ingenuidad, pero estos no pudieron, por mermados mentales, por cobardes o por las dos juntas.
No es lo mismo tener popularidad que ser un líder, al que nadie hace, sino que se hace a sí mismo en la adversidad. Los conatos de líderes en estas penosas décadas no soportaron las pruebas, porque no tenían “lo que hay que tener”, según palabras de Tom Wolfe. Por si fuera poco, carecen de honradez y vergüenza para rectificar con claridad que dé ejemplo y oriente a los que antes confundieron, sino actuaron sinuosamente, por los rincones. Solo la rectificación valiente da la autoridad moral para llamar a que otros te sigan. Cuando descubrió sus trágicos errores, asesinado a su padre y acostarse con su madre sin saberlo, Edipo se arrancó los ojos. Es el castigo por no ver lo que estaba ante ellos, su imposibilidad para prevenir las fatales equivocaciones que labraban su desgracia. Por aquí ni siquiera se arrancaron una pestaña y cuchillo en mano, se lanzaron contra los que tuvieron razón. El error es demasiado humano, trae muchas veces consecuencias irreparables y los políticos tendrían que cuidarse, según la frase de la esfinge al comienzo de la obra, cuando Edipo la derrota y ella lo sentencia: “el abismo al que me lanzas está dentro de ti”. Tus errores en el tiempo y el espacio remacharon a tu adversario. Si no hubieran estado, seguramente el gobierno hoy sería otro, quizás el de Uds, eventualmente para una desventura peor. Tanta incapacidad para ganar denota una peor para mantenerse en el poder, como demuestran Maquiavelo y la historia. Si hubo fraude. El fraude fueron Uds. que primero llamaron a abstenerse y después les faltó coraje para rectificar con honestidad, conducir abiertamente a la gente a votar. Balbuceantes, no tuvieron sesos ni redaños para explicar su error. A un gobierno hambriento de poder le concedieron el milagro de la abstención ¿Qué cosa mejor podía soñar? El fraude eres tú.
@CarlosRaulHer
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