Si bien ha habido avances recientes sobre su uso en internet y las normas de protección de datos, las cookies representan una considerable carga cognitiva para los usuarios, lo cual, además, pone sobre la mesa la importancia del debate sobre la crisis de atención y la privacidad mental.
Mariana Toro Nader
Entras a Google. Tecleas tu búsqueda y eliges uno de los resultados. Aún no ha terminado de cargar la página cuando de repente una ventana emergente ocupa tu pantalla: «Aviso de privacidad». Cada sitio web maneja su propio diseño –algunos te dejan sencillamente «aceptar solo las cookies necesarias»–, pero por lo general hay dos opciones: «aceptar» o «configurar».
Decides configurar y aparece un nuevo chorro de texto, con opción múltiple. «Usted permite», dice la página (que todavía no ha dejado leer nada de la búsqueda inicial) y lanza más de una decena de opciones que se deben rechazar o aceptar. Estas van desde «utilizar datos de localización geográfica precisa» hasta «almacenar o acceder a información en un dispositivo». Como no quieres hacer trece clics, bajas y bajas buscando el botón que te permita «rechazar todo». Clicas y, por fin, logras leer el contenido. Ahora haces una nueva búsqueda; nuevo sitio web. Vuelve y juega: política de cookies. Empiezas de nuevo.
Ante la proliferación de notificaciones y la ubicuidad de las redes sociales, un fenómeno ‘retro’ parece estar cobrando cada vez más fuerza: el paso –en reversa– del ‘smartphone’ al ‘dumbphone’.
Mariana Toro Nader
Tienen lo básico. Hacer y recibir llamadas, enviar mensajes SMS, quizás una cámara sencilla, una linterna y poco más. Algunos cuentan con un reproductor de música corriente, una alarma, quizás un calendario. Son el regreso a los primeros teléfonos celulares, dando a sus usuarios solo las funcionalidades básicas. Ante la proliferación de notificaciones y la hiperconexión, un fenómeno retro parece cobrar cada vez más fuerza entre usuarios de todas las edades: el paso –en reversa– del smartphone (teléfono inteligente) al dumbphone (teléfono tonto).
En los últimos veinte años, la acelerada actualización de los móviles nos llevó de los ultrabásicos «teléfonos ladrillo» como el Nokia 3310 a los ultrainteligentes celulares iOs y Android que acompañan y monitorean cada segundo del día. Pasamos de la simple llamada o el corto SMS –en el que había que presionar varias veces la misma tecla para llegar a la letra correcta y que generalmente se pagaba aparte– a las cámaras de alta definición, los GPS, las redes sociales, las apps de streaming, etcétera.
Un estudio de Dscout encontró hace unos años quelos usuarios de smartphones tocan el móvil en promedio 2.617 veces por día. Si se tiene en cuenta que, desde que la compañía hizo el análisis los teléfonos han evolucionado de forma exponencial –especialmente con la llegada delscrollinfinito y de plataformas de videos cortos como TikTok– cabría esperar que ese número haya crecido todavía más en los últimos años.
El smartphone ha llegado al punto de englobar lo que antes requería distintos objetos o aparatos: el teléfono, la cámara, el reproductor de audio, el mapa, el cronómetro, los videojuegos, el televisor, el ordenador, los libros, las tarjetas bancarias, ad infinitum. Esto, por supuesto, con el consecuente aumento del tiempo en pantalla y el preocupante retroceso de la capacidad de atención.
En dos décadas, nuestra capacidad de atención en pantalla pasó de dos minutos y medio a 47 segundos
Las investigaciones de la doctora en informática de la Universidad de California (Irvine) Gloria Mark demuestran que, en dos décadas, nuestra capacidad de atención en pantalla ha pasado de dos minutos y medio a 47 segundos. Además, distintos expertos en psicología cognitiva han alzado la voz de alarma sobre el incremento de los niveles de ansiedad debidos al abuso de los dispositivos electrónicos.
No hay duda de que el smartphone nos ha facilitado las tareas cotidianas, pero cada vez está más claro que su ubicuidad está cobrando un alto precio en materia de concentración, calidad del sueño y salud mental. Por este motivo, no sorprende el reciente auge de los llamados dumbphones o feature phones («teléfonos con funciones limitadas») como contraposición a los avanzadísimos –y demandantes– teléfonos inteligentes.
Un reportaje de Business Insiderhabla incluso de personas que se autodenominan como «appstinentes». Según Julia Pugachevsky, una cifra cada vez mayor de estadounidenses, especialmente millennials y centennials, están optando por adquirir teléfonos que no tienen acceso al correo electrónico ni a las redes sociales. El término «appstinencia» fue acuñado por Gabriela Nguyen, quien, tras crecer en Silicon Valley, anima ahora a la gente a desengancharse de sus smartphones para superar la adicción al móvil.
Título del video,Un pequeño niño descalzo huye desesperado cargando a su hermanitoInformación del artículo
Autor,Redacción
Título del autor,BBC News Mundo
En medio del caos y el horror de los desplazamientos forzados en Gaza, un pequeño niño descalzo huye desesperado cargando a su hermanito, mientras con la voz ahogada en llanto grita una y otra vez "ya ama", que significa "mamá".
El video, captado por el fotoperiodista palestino independiente Ahmed Younis, ha sido visto por millones de personas en el mundo.
Gracias a estas imágenes un comité de ayuda egipcio logró encontrar a los niños y reunirlos con sus padres en el sur de Gaza.
Su historia es para muchos otro símbolo de la agonía de los niños palestinos ante los incesantes ataques israelíes.
Quiénes son los niños en el video
Jadoua, de 8 años, es quien carga a su hermanito Khaled, de 2. El video capta el momento en que los niños huyen tras quedar separados de sus padres en medio de los bombardeos, luego de la orden del ejército israelí de evacuar la Ciudad de Gaza.Saltar Más leídas y continuar leyendo
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El periodista Ahmed Younis se reencontró con los niños en el sur de Gaza y habló con la familia.
Noha Mahmoud Khalil Abu Arar, la madre de los niños, relató a Younis cómo se sintió al ver el video viral de los dos hermanitos.
"Me sorprendió cuando me dijeron que mi hijo aparecía en un video en internet cargando solo a su hermano. Cuando vi el video, no pude soportarlo. Lloré y me sentí asfixiada. Pero luego me alegré de que Jadoua hubiera hecho algo así".
"Incluso los hombres se sienten agotados al cruzar esa ruta, así que imagínense un niño".
Jadoua caminó cargando a su hermano durante 10 kms hasta llegar a Jan Younis.
En la Ciudad de Gaza la familia estaba desplazada en la zona de Tal al-Hawa.
"Mi esposo había salido a traer comida para los niños", relató Noha.
"El ejército de ocupación israelí comenzó a bombardear. Lanzaron bombas incendiarios y usaron robots para atacar. El bombardeo fue extremadamente intenso".
La madre se encontraba con las niñas e intentó salvarlas.
Fuente de la imagen,Ahmed Younis @ahmed.ys3
Pie de foto,Luego de ver el video, una organización de ayuda egipcia buscó a Jadoua y a su hermanito durante tres días hasta encontrarlos y reunirlos con sus padres.
Jassim Abu Arar, el padre de Jadoua, estaba en la calle.
"Los bombardeos comenzaron a sucederse uno tras otro. Me escondí en la entrada de un edificio. La entrada quedó sellada tras de mí y me quedé atrapado allí. No supe entonces qué pasó con mis hijos", relató el padre.
"Jadoua estaba jugando con sus amigos y cuando ocurrió una explosión salió corriendo. Cuando regresó donde estaba su madre no la encontró. Vio a su hermano en el suelo, llorando y gritando, así que lo levantó y echó a correr".
Jadoua comenzó a andar cargando a su hermanito en la misma dirección en la que huía el resto de la gente.
"No encontré ni a mi madre ni a mi padre. Tomé a mi hermano y caminé, cada tanto me sentaba para descansar", relató el niño.
"Llegué a mi destino en plena noche. Y seguía preguntando direcciones a todo aquel que conocía".
Fuente de la imagen,Ahmed Younis @ahmed.ys3
Pie de foto,Jassim, el padre de los niños, pensó que sus hijos habían muerto.
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Fin de WhatsApp
Jassim, el padre del los niños, descubrió que sus hijos estaban vivos cuando vio el video viral por internet.
"Pensé que todos habían muerto", afirmó.
El Comité Egipcio de Ayuda a los Residentes de Gaza buscó a Jadoua y a su hermanito durante tres días hasta encontrarlos y reunirlos con sus padres. La familia se encuentra ahora en un campamento de la misma organización en Jan Yunis.
Ahmed Younis, el periodista que captó tanto el video viral como el posterior del reencuentro, reflexiona sobre el impacto de su trabajo.
"Desde el comienzo de la agresión hemos documentado diversos sucesos aquí en Gaza, ya sean desplazamientos, ataques selectivos u otros incidentes".
"A menudo nos enfrentamos a desafíos con la reacción de la gente a nuestras grabaciones, que nos pregunta: ¿para quién grabamos?, ¿quién va a ver esto?, ¿y por qué?".
"Normalmente filmamos para que el mundo vea lo que está sucediendo y actúe. Gracias a Dios, este video conmovió al mundo entero".
El padre de Jadoua señaló que todos sus hijos, "cada uno de ellos, tiene un sueño".
"El sueño de Jadoua es ser maestro o profesor en el futuro".
Para Ahmed Younis, las lágrimas del niño en su video simbolizan el inmenso sufrimiento y la carga que soportan los niños de Gaza.
Tess Ingram, vocera de UNICEF, condenó el desplazamiento forzado de miles de niños como Jadoua y adultos desde la Ciudad de Gaza, que tenía hasta hace poco más de un millón de habitantes.
"El desplazamiento masivo forzado desde la Ciudad de Gaza es una amenaza mortal para los más vulnerables", señaló Ingram.
"Es inhumano esperar que medio millón de niños golpeados y traumatizados tras más de 700 días de conflicto implacable huyan de un infierno para acabar en otro".
"Sólo en la Ciudad de Gaza había al menos 10.000 niños con desnutrición agua y ahora con los bombardeos no pueden acceder a un tercio de los centros de nutrición que pueden salvarles la vida".
Fuente de la imagen,Getty
Pie de foto,"Es inhumano esperar que medio millón de niños golpeados y traumatizados tras más de 700 días de conflicto implacable huyan de un infierno para acabar en otro", dijo Tess Ingram, vocera de UNICEF, sobre los bombardeos en la Ciudad de Gaza.
Israel lanzó una campaña militar en Gaza después del ataque transfronterizo de Hamás el 7 de octubre de 2023 en el que murieron unas 1.200 personas y otras 251 fueron tomadas como rehenes, según autoridades israelíes.
Los ataques israelíes mataron a más de 65.000 personas, incluyendo más de 18.000 niños, e hirieron a más de 167.000, según el Ministerio de Salud de Gaza.
Un comité de Naciones Unidas señaló que más de 40.000 niños fueron heridos por los ataques israelíes, y de ellos al menos 21.000 están ahora discapacitados.
El 16 de septiembre un comité de investigación de la ONU, la Comisión Internacional Independiente de Investigación sobre el Territorio Palestino Ocupado, concluyó que Israel cometió y sigue cometiendo genocidio en Gaza.
Lo mismo afirmaron antes la Asociación Internacional de Expertos en Genocidio, relatores de la ONU, Amnistía Internacional y Human Rights Watch, entre otros.
Acaso los cristales de sus gafas sean tan pequeños como sus ojos. Pizpireto y presto a la conversación, siempre apasionada y trufada de humor, Rob Riemen (Países Bajos, 1962) conversa con Ethic a propósito de su último ensayo, ‘La palabra que vence a la muerte’ (Taurus), un ramillete de historias que recogen cómo enfrentarse a la decadencia moral de nuestra época. Además de ensayista, Riemen dirige Nexus Institute, un foro independiente creado en 1994 para fomentar el debate filosófico y cultural en el ámbito internacional.
Podía haber abordado los asuntos que reúnen estos cuatro cuentos como un ensayo; sin embargo, ha preferido el relato, la historia. ¿Tiene que ver con reivindicar la transmisión oral que había antes, en la que los cuentos que nos contaban nuestros padres, de alguna manera, nos preparan para el mundo?
Sí. Sí, así es. Está muy bien visto. Cuando uno escribe un libro es porque quiere comunicar algo, compartir algo con otro. A los académicos no les interesa comunicar nada a la gente en general, solo saben hablar de temas especializados, con su lenguaje engolado, sus notas a pie de página… además, les da igual lo que publiquen los demás si no les citan. Así que decidí que el género del relato era el más apropiado para lo que quería contar, porque es más fácil de articular, más amable en su lectura; no quería hacer un libro sesudo. Me limité a escribir lo que Clío que me dictaba.
¿Así que fue la musa de la Historia quien le dictó este libro…?
Sí, qué suerte la mía, ¿verdad?
Uno de los conceptos que aparecen en el libro es el de «falsa grandeza». ¿Cómo se la reconoce?, porque el hecho de que haya desplazado a la verdadera, según apunta, significa que al menos no es tan evidente su engaño…
Pensemos en determinados pensamientos u obras de Thomas Mann o Thomas Bernhard, por ejemplo, en ellos vemos que la grandeza es la expresión solo de unos cuantos, pero ahora la grandeza está basada en la cantidad, en la mayor cantidad de algo, en lugar de la calidad, en vez de ser expresión de valores espirituales: verdad, bondad y belleza. La grandeza de la pintura de Velázquez es muy distinta a la «grandeza» de Trump; pasar una noche con cualquier enfermo, en el hospital o en su casa, es una grandeza distinta a la «grandeza» del hombre más rico del mundo. ¿Por qué ahora fascina tanto la «grandeza» de Elon Musk? Porque es el hombre más rico del mundo. Estamos obsesionados con esa grandeza, una grandeza falsa porque no tiene sustancia ni calidad, solo es cantidad, apunta a un tipo de poder que es efímero, que no permanecerá, a diferencia de la música de Bach, por ejemplo.
El silencio es muy elocuente. El silencio tiene un lenguaje. La quietud también es elocuente, y puede ser un lenguaje, también. Pero el ruido y la ausencia de palabras son sin lenguaje. Sólo hay comunicación sin palabras, ruidosa, que es un problema.
Entrevista al filósofo surcoreano Byung-Chul Han, realizada por la revista alemana ZEIT Wissen
ZEIT Wissen: ¿De dónde vienes?
Han: Mi escritorio, como siempre.
ZEIT Wissen: ¿En qué estás trabajando?
Han: Estoy escribiendo un nuevo libro sobre la belleza. Decidí hacerlo después de leer una entrevista con Botho Strauss. Cuando se le preguntó qué extrañaba, Botho Strauss respondió: “belleza”. Él no dijo nada más, echo de menos la belleza, y lo entendí. Entonces pensé, escribiré un libro sobre la belleza.
“El sujeto narcisista solo percibe el mundo en las matizaciones de sí mismo. La consecuencia fatal de ello es que el otro desaparece. La frontera entre el yo y el otro se difumina. Difundiéndose el yo, se vuelve difuso. El yo se ahoga en sí mismo. Un yo estable, por el contrario, solo surge en presencia del otro.“