La familia chiapaneca asesinada por el Ejército en Rancho Nuevo, Chiapas. Foto: Marco Cruz |
Matanza de Acteal, México 22 diciembre 1997 |
Artículo escrito en primera persona por José Saramago, resultado de sus impresiones recogidas durante su viaje a Chiapas, con motivo de los disturbios que enfrentaron a la población indígena con el gobierno mexicano, y publicado en La Revista del diario español El Mundo.
He visto el horror. No el que hemos observado en lugares como Bosnia o Argelia. No. Éste es otro tipo de horror. Estuve en Acteal, en el mismo lugar de la matanza... escuchando a los supervivientes. Es difícil expresar lo que se siente cuando uno sabe que se encuentra con los pies sobre el mismo lugar donde hace tres meses asesinaron a estas personas.
Me imaginaba la escena... La gente tratando de escapar... los paramilitares disparando a discreción... las mujeres y los niños gritando, huyendo entre la maleza... el lamento de los heridos...
En Chiapas se vive una situación de guerra o una ocupación militar, que al final es casi lo mismo. No es una guerra en el sentido común, con un frente y dos partes confrontadas. Yo nada más he visto una parte confrontada: el Ejército y los paramilitares. La otra parte, las comunidades indígenas, no están enfrentándolos, no tienen medios. Están rodeados, no tienen comida ni agua... Viven en condiciones infrahumanas. Son casi campos de concentración. No los reunieron allí a la fuerza, es cierto, pero cuando huyeron a esos lugares (se refiere a los campos de refugiados) los rodearon los paramilitares y el Ejército. Entonces esos campamentos se convirtieron en una especie de campo de concentración.
Si alguna vez hubo en la historia de la humanidad una guerra desigual, no la hubo nunca como ésta. Es una guerra de desprecio, de desprecio hacia los indígenas. El Gobierno esperaba que con el tiempo se ¡acabaran! todos, simplemente eso.
Pero ellos sobreviven, alimentándose de su propia dignidad. No tienen nada, pero lo son todo. Enfrentan la guerra con ese estoicismo que me impresionó tanto, un estoicismo casi sobrehumano que no aprendieron en la universidad, que consiguieron tras siglos de humillación. Han sufrido como ninguno y mantienen esa fuerza interior, una fuerza que se expresa con la mirada... La mirada de ese niño al que le han destrozado para siempre la vida... (Saramago conoció al pequeño de cuatro años Gerónimo Vázquez al que los paramilitares amputaron cuatro dedos en Acteal) Es algo que no se me borrará jamás de la memoria... Las miradas serias, severas, recogidas de las mujeres, de los hombres... son algo que está por encima de todo. Los indígenas no tienen nada, pero lo son todo. ¿Cómo es posible que después de tanto sufrimiento ese mundo indio mantenga una esperanza? ¿Cómo puede sonreír ese hombre de Polhó que nos acaba de decir "mañana puede que nos maten a todos, pero bueno, aquí estamos"? Es algo que no alcanzo a entender.
En Chiapas encontré un mundo que no comprendo. El mundo indio es un mundo donde el europeo no puede entrar fácilmente. Es como si me asomara a una ventana que da a otro mundo y, aunque lo tengo enfrente, no lo puedo entender.
También descubrí otra realidad, la de un territorio ocupado militarmente. Un territorio donde los paramilitares y el Ejército son la uña y la carne juntas. Por una razón muy sencilla: de no ser así, los paramilitares no podrían haber hecho lo que hicieron y lo que siguen haciendo. Yo vi camiones del Ejército transportando a civiles que seguro no viajaban allí por la amabilidad de los militares. Minutos después de que abandonáramos Acteal hubo un acto de intimidación e hicieron hasta 30 disparos al aire. Esto sólo puede ocurrir si el Ejército da su bendición. Nada más fácil para el Ejército que identificar a los paramilitares y desarmarlos.
Me parece esquizofrénico que el Congreso pueda estar debatiendo una ley (el Proyecto de Ley sobre Autonomía Indígena propuesto por el ejecutivo) supuestamente para resolver los problemas de las comunidades indígenas, como si fuera una ley normal, en situaciones normales para objetivos consensuados, cuando al mismo tiempo hay miles de desplazados que no pueden volver a sus tierras, con miedo a ser asesinados, mientras hay una ocupación militar clara en el territorio de Chiapas. Y mientras los paramilitares se pasean tranquilamente y hacen lo que quieren.
¿Cómo es que no se empieza por pacificar la situación para después discutir una ley donde participen todos los sectores y todas las comunidades?
Todo se ha hecho sometiendo a los indios de Chiapas a una presión incalificable y esto no puede llamarse humanidad.
El pueblo de México tiene que reclamar a su Gobierno una paz justa y digna. Yo no puedo, sólo soy un escritor extranjero acusado de injerencia. El pueblo mexicano no puede quedarse parado, dejando que los gobernantes lo decidan todo, hay que bajar a la calle... no estoy pidiendo un levantamiento sino simplemente que las conciencias se manifiesten... estoy pidiendo una insurrección moral, desarmada, étnica...
Acteal es un lugar de la memoria que no puede de ninguna manera desaparecer. Sabemos lo que ocurrió y no lo queremos olvidar. Chiapas es el cuerpo de México. La sociedad civil debería admirar no sólo a los indios sino a los que se levantaron para defender a esos mismos indígenas.
De Chiapas me llevo no sólo el recuerdo, me llevo la palabra misma... Chiapas... La palabra Chiapas no faltará ni un solo día de mi vida. Si tenemos conciencia pero no la usamos para acercarnos al sufrimiento ¿de qué nos sirve la conciencia? Volveré a Chiapas, volveré".
Transcripción de Javier Espinosa
(Declaraciones concedidas a LA REVISTA por José Saramago (Portugal, 1922) en México DF tras su viaje a Chiapas el 14 y 15 de marzo. En su visita conversó con los supervivientes de la matanza de Acteal en el lugar de la masacre, recorrió después el campo de refugiados de Polhó y hasta se acercó al campamento militar de Majomut, sito en las inmediaciones del asentamiento indígena).
José Saramago
Lo que dicen de él ...
"Como Gunter Grass o Ces Nooteboom, Saramago aspira a enlazar con un público que desborde los límites nacionales." - Miguel García-Posada / El País
"Con toda su habilidad de escritor que merece las máximas distinciones internacionales, Saramago reivindica algo que se halla muy lejos de nuestra era: la utopía de la fraternidad." - Luis León Barreto / La Provincia
"Su idea de la literatura es la de un arte comprometido y global, capaz a la vez de integrar géneros y difuminar las fronteras entre estos sin caer en el caos, y de defender todos y cada uno de los resquicios de humanidad que alberga el individuo." - Juan Manuel González / Leer
" Yo no sé, ni quiero saberlo, de dónde ha sacado Saramago ese diabólico tono narrativo, duro y piadoso a un tiempo, con algo de letanía bíblica y de nana infantil, que le permite contar tan cerca del corazón y a la vez tan cerca de la historia, y donde los afanes se ven casi siempre al trasluz de los afanes colectivos." - Luis Landero
" Saramago ha bajado hasta las cavernas más profundas de la trastienda humana y nos ha prevenido de los males no sólo de la razón, sino de la sinrazón." - César Antonio Molina / Diario l6
" Convertido ya en uno de los grandes olvidados del Nobel, el escritor portugués José Saramago sigue dejando en evidencia al jurado del premio con nuevas demostraciones de calidad literaria y compromiso humano." - Manuel Mediavilla / Sur
" La narrativa de Saramago aúna cualidades líricas y épicas, pero tampoco faltan en ella la crítica y la parábola de contenido, y una fertilidad imaginativa y temática que hace de su lectura un gustazo, así como un conocimiento de su suelo y sus gentes sin el cual no parece concebible esa novelística, tan histórica como contemporánea." - Fernando Quiñones
" Tal vez Saramago tiene razón y hay que nombrar los buenos sentimientos para que no desaparezcan. En última instancia, quizás sea de nuevo la hora de la alegoría y necesitemos imaginar que apuramos el cáliz para volver a pensar en nuestra reforma." - José Antonio Ugalde / El Mundo
Premio Nobel
De izquierda a derecha: Stoermer, Laughlin, Amartya Sen,
Pople, Murad, Ignarro, Tsui, Saramago y Furchgott
José Saramago, premio Nobel de la literatura 1998
Servicio especial ESTOCOLMO. - En una sobria y solemne ceremonia en la Casa de Conciertos de Estocolmo, se llevó ayer a cabo la entrega de los premios Nobel de Física, Química, Medicina, Literatura y Economía, en la que los más aplaudidos fueron Saramago y el economista Amartya Sen. Los anfitriones principales, el rey Carlos XVI Gustavo, la reina Silvia y la princesa Lilian, llegaron con un cuarto de hora de retraso. La demora se debió a que se había recibido una amenaza de bomba falsa. Nueve galardonados con el Nobel recibieron del rey sueco sus medallas de oro, el diploma que los acredita como ganadores del premio, y un cheque por 7,6 millones de coronas suecas (unos 130 millones de pesetas). El único que no pudo asistir fue Walter Kohn, uno de los laureados con el Nobel de Química, por causa de enfermedad de un familiar. Kohn recibirá el premio el próximo año. Otra persona ausente fue la princesa Victoria, heredera del trono, quien cursa estudios superiores en una universidad de EE.UU. Entre las 1.800 personas que colmaban la sala, lujosamente decorada con adornos florales donados por la ciudad de San Remo, destacaban la esposa de José Saramago, Pilar del Río, el presidente de Portugal, Jorge Sampaio, y el ministro de Cultura portugués, Manuel María Carrilho.
Vestidos de frac y con la solemnidad que exige la ocasión, uno a uno fueron recibiendo el prestigioso galardón. Allí estaban los laureados con el Nobel de Física, los científicos Robert B. Laughlin y Daniel C. Tsui, ambos estadounidenses, con su colega alemán Horst L. Stoermer.
Inmediatamente después, los farmacólogos, también estadounidenses, Robert F. Furchgott, Louis J. Ignarro y Ferid Murad recibieron el Nobel de Medicina. También el británico John A. Pople, que recibió el Nobel de Química, que comparte con Walter Kohn.
El británico de origen indio Amartya Sen recogió su Nobel de Economía. Este es el único galardón que no fue instituido por Alfred Nobel, sino que es entregado por el Banco Central de Suecia.
Con un sonrisa amable, Saramago irradiaba orgullo y felicidad cuando recibió el aplauso de los asistentes. Su frac estaba adornado con el Gran Collar de la Orden de Torre de Santiago de Espada, máxima condecoración portuguesa, otorgada la semana pasada y que hasta ahora sólo se había entregado a personalidades extranjeras.
Ante la Academia Sueca, el académico Kjell Espmark señaló que el autor portugués "ha creado un cosmos que no pretende ser una imagen coherente del universo".
Por la noche, en la cena oficial, la esposa de Saramago, la española Pilar del Río, lució un vestido en el que llevaba bordadas las palabras "Miraré a tu sombra si no quisieras que te mire. Quiero estar donde estará mi sombra, si allí estuvieran tus ojos", extraídas de "El evangelio según Jesucristo". José de Sousa, verdadero nombre del escritor de 78 años, recordó en el brindis los cincuenta años de la Declaración de los Derechos Humanos. "Las injusticias se multiplican, las desigualdades se agravan, la ignorancia crece, la miseria se expande. La misma esquizofrénica humanidad capaz de enviar instrumentos a un planeta para estudiar la composición de las rocas, asiste indiferente a la muerte de millones de personas a causa del hambre. Se llega más fácilmente a Marte que a nuestros semejantes." [LA VANGUARDIA, 11 de diciembre de 1998]
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