Juan-Ramón
Capella
Pietro
Ingrao ha cumplido 100 años el pasado 30 de marzo. Es seguramente el dirigente
comunista democrático más longevo del mundo. ¿Qué no habrá visto Ingrao, que
pasó su infancia y su adolescencia bajo el fascismo, que vivió a continuación
la guerra, la afiliación al ilegal PCI, que se dedicó a confeccionarL'Unità
clandestina, que fue luego ayudante de dirección de Visconti, miembro
jovencísimo del grupo dirigente del Partido comunista italiano; que asistió en
Moscú, acompañando a Togliatti en los años cincuenta, al enfrentamiento de Mao
con los dirigentes soviéticos; que en los años sesenta era la cabeza visible
del ala izquierda del Partido, viviendo los años de plomo que siguieron al 68,
y que padeció como pocos la nefasta invasión que truncaba la Primavera de
Praga? Ingrao, el referente de R. Rossanda y de los fundadores de Il Manifesto,
a quienes no siguió fuera de PCI; el intelectual más destacado del partido,
presenció también la muerte de Enrico Berlinguer y la caída de la Unión
Soviética. Diputado entre 1948 y 1994 y presidente de la cámara entre 1976 y
1979, fundó y dirigió durante años el prestigioso Centro de Studi e Ricerche
per la Riforma dello Stato, probablemente el laboratorio de reflexión política
y social más importante de Europa. Ingrao se revolvió contra la decisión de
abandonar las siglas históricas del PCI promovida por un secretario general al
que había dado su apoyo y que resultó ser un inepto; y se opuso a la escisión
del PCI en 1991. Esos acontecimientos fueron el principio del final del PCI,
que no sobrevivió más de dos años a la caída de la Urss.
La política
es para Ingrao ante todo tensión moral, proyecto y comunicación con los demás;
y en cierto sentido una visión y una acción proféticas proyectadas sobre el
futuro. No es —hay que decirlo en España, dadas las circunstancias— técnica de
administración o caza de votos. Ingrao ha sido lo contrario del cazavotos. Ha
perseguido, con el análisis y el estudio innovadores, y con la acción, una idea
alternativa de democracia antitética a su degradación. Ha sido un pacifista
consistente, contraponiéndose a las guerras de Kosovo, de Afganistán, de Iraq.
La paz y la oposición a la guerra fue la materia de su discurso de investidura
como doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona en 1992.
Ingrao con Umberto Terracini e Palmiro Togliatti nel 1962 |
Pietro
Ingrao sigue intelectualmente muy vivo. A mediados de marzo presentó su último
libro, Restare a sinistra. Scritti sulla fine del PCI e oltre (2015); y son muy
recientes Crisi e riforma del Parlamento, con un dialogo epistolare con N.
Bobbio (mayo 2014) y el muy destacable Indignarsi non basta (2011). Sus
memorias, Quería la Luna (2007), han sido publicadas en castellano por
Península.
En una reciente manifestación a Roma.
Siempre hay que recordar, además, entre otros muchos escritos suyos, algunos libros importantes: Le cose impossibili (1990), Interventi sul campo (1990Tradizione e progetto (1982), Masse e potere (1977). Y dos libros de poemas, porque esta persona singular era también un buen poeta: L'alta febbre del fare(1994) e Il dubbio dei vincitori (1986). Nuestra revista impresa publicó en su número 57 un trabajo de Pietro Ingrao, "Hacia nuevas estructuras comunitarias". La Redacción de mientras tanto sabe que nuestro afecto hacia él es recíproco. Por eso le recordamos ahora y nos felicitemos por sus excepcionales cien años.30/3/2015
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