Redacción
Un esfuerzo "kafkiano" de 11 años para reunir los manuscritos de Franz Kafka finalmente llegó a su final este agosto con la llegada del último lote de documentos a Israel.
Así, después de años de búsquedas internacionales y disputas legales, la colección completa finalmente está en poder de la Biblioteca Nacional de Israel.
Los documentos le fueron dejados en herencia por Max Brod, el amigo a quien Kafka le pidió quemar sus escritos después de su muerte, en la década de 1920.
Pero Brod no solo se negó, sino que los publicó, ayudando a consolidar la reputación del célebre escritor checo.
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Y aunque en su testamento le dejó los originales a la Biblioteca, e
La desaparición eventualmente dio lugar a una cacería que llevó a investigadores a Alemania, Suiza y a bóvedas bancarias en Israel.
Una historia "kafkiana", en palabras de la portavoz de la Biblioteca Nacional de Israel, Vered Lion-Yerushalmi.
El último lote, que llegó a Jerusalén a inicios de agosto, pasó décadas en las bóvedas que el banco suizo USB tiene en su sede de Zúrich.
El mismo incluye un cuaderno en el que Kafka practicaba hebreo, tres borradores diferentes de su historia "Preparativos de boda en el campo", y cientos de cartas personales, dibujos y diarios.
Las obras maestras que pudieron haber sido quemadas
Franz Kafka es reconocido como uno de los mejores escritores del siglo XX, y sus obras, entre las que se destacan "El proceso", "La metamorfosis" y "El castillo", se consideran obras maestras de la literatura.
Sin embargo, sin su amigo cercano Max Brod, Kafka muy probablemente se habría desvanecido en el olvido.
Kafka estaba siendo tratado por tuberculosis en un sanatorio en Austria cuando instó a Brod a destruir todas sus cartas y escritos.
Pero Brod se negó y, después de la muerte de Kafka en 1924, conservó los papeles.
Unos 15 años después, Brod -un escritor checo de origen judío, al igual que Kafka- se vio obligado a huir de Checoslovaquia ocupada por los nazis hacia Tel Aviv.
Y se llevó los papeles de Kafka en una maleta, publicando posteriormente muchos de ellos y ayudando así a cimentar póstumamente el lugar de su amigo en la historia.
Desperdigados por Europa
Lo que Lion-Yerushalmi describió como la "historia kafkiana" del archivo, sin embargo, empezó con la muerte de Brod en Israel, 29 años después.
El escritor le dejó todo el archivo a su secretaria, Esther Hoffe, y le pidió que se asegurara de que llegara a la Biblioteca Nacional.
Sin embargo, Hoffe conservó los documentos hasta su propia muerte, en 2007, guardando algunos de ellos en su departamento en Tel Aviv y otros en bóvedas en Israel y Suiza.
Y en 1988, vendió el manuscrito de "El proceso" por US$2 millones.
Cuando murió Hoffe, la Biblioteca Nacional hizo un llamado a sus hijas para que cumplieran los últimos deseos de Brod y les entregaran los manuscritos restantes.
Sin embargo, su solicitud fue rechazada y al año siguiente comenzaron los procedimientos legales.
Finalmente, la Corte Suprema de Israel se puso del lado de la Biblioteca y ordenó la entrega de los documentos.
Entonces comenzó la búsqueda.
Vendidos, robados y arañados por gatos
Después del fallo de la Corte Suprema, se abrieron las bóvedas bancarias en Israel que contenían algunos de los documentos, y se permitió a los investigadores buscar en el departamento de Hoffe en Tel Aviv.
Cuando registraron el departamento, descubrieron que el mismo había sido tomado por gatos. Y algunos de los papeles se habían guardado en una nevera en desuso.
Stefan Litt, curador de humanidades de la Biblioteca Nacional de Israel, le dijo al periódico británico The Telegraph a principios de este año que los gatos habían causado daños a los documentos literarios.
"Algunos habían sido arañados por los gatos, otros habían sido mojados", lamentó.
En 2013, apareció otro lote, luego de que dos israelíes se acercaron a los Archivos literarios alemanes, en la pequeña ciudad de Marbach, diciendo que tenían algunos de los documentos inéditos de Brod.
La policía alemana localizó y confiscó los documentos, y después de un fallo judicial en enero pasado, los mismos fueron devueltos a Israel.
Mientras que el quinto y último caché fue liberado después de un fallo judicial en Suiza en mayo.
Hablando después de su regreso a la Biblioteca, Litt le dijo a la agencia de noticias AFP que estaba agradecido con UBS por su cooperación.
Y reflexionando sobre la colección, ahora completa, destacó el valioso trabajo del hombre que durante mucho tiempo custodió la colección.
"Sin Max Brod, realmente no sabríamos quién es Kafka", destacó.
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