Borges rechazó homenajes por su cumpleaños 77. Envió a la basura telegramas y felicitaciones [Diario Excelsior, 26 de agosto de 1976]





BUENOS AIRES, 26 de agosto. (Latin) — Jorge Luis Borges, orgullo intelectual de la Argentina, reconocido como uno de los más grandes prosistas vivientes del idioma castellano, cumplió 77 años alejado de homenajes que dice desmerecer. 
Anciano y casi ciego, Borges rechazó ayer saludos y visitas en el céntrico departamento que habita —solitario— en esta capital. 
"No quiero fotos y además no tengo nada importante que decir. Mis cumpleaños ya no los festejo", respondió, malhumorado, a quienes pretendieron felicitarlo telefónica o personalmente. El redactor de un vespertino, el único periodista que logró conversar ayer con él, dijo que el escritor envió al canasto todos los telegramas que instituciones y admiradores le dirigieron.
''Yo no soy un político para que me saquen fotos, hay muchas otras personas que merecen la atención de los periodistas", insistió en tajantes respuestas. 
Transitando por una ceguera solitaria, Borges continúa creando, "trabajando sin horario", como define su actual actividad. 
"Como ya no veo, necesito a alguien que me escriba. Sólo hago ejercicios de memoria, hasta que llega algún amigo y le dicto". 
Resignado tras el peor golpe que pudo ocurrirle —la muerte de su madre, hace casi un año—, el autor de El Aleph anunció la conclusión de su más reciente obra: La moneda de hierro, un libro de 36 composiciones en prosa y verso cuyos originales ya entregó a una editorial local. 
Profundo conocedor de la literatura de todas las épocas y latitudes, estudioso de la metafísica, el maestro se definió recientemente a sí mismo: "'Pocas cosas me han ocurrido y muchas he leído. Mejor dicho, pocas cosas me han ocurrido más dignas de la memoria que el pensamiento de Schopenhauer, o la música verbal de Inglaterra". 
Tímido, encogido en laberintos de sueños, reclamó ayer, al cumplir los 77 años, por su soledad.  
"Para mí es lo mismo 77 que cualquier otro número. La única cábala que conozco es la de estar tranquilo y sin que me molesten. No quiero rodearme de gente. Quiero estar solo". Candidato en 1972 al Premio Nobel de Literatura junto a otro latinoamericano, el galardonado poeta Pablo Neruda, Borges se preguntó alguna vez: "El premio Nobel, yo creo que no lo merezco. ¿Cómo podrían concederme a mí un premio que una vez fue de Kipling y de Bernard Shaw?". 
Con excepcional dote de ironía, entonces recordó aquella anécdota de Groucho Marx, a quien le habían comunicado su inclusión como socio en un club: "Yo no puedo ser miembro de un club que admite como socio a una persona como yo". 
Nacido en esta metrópoli el 24 de agosto de 1899, su biografía no registra sucesos espectaculares. En 1914 viajó a Europa con sus padres y hasta 1918 estudió bachillerato en Ginebra. Luego conoció España y a su regreso a Buenos Aires en 1921 comenzó a difundir su vasta obra creativa en cuento, ensayo y poesía. 
A los 77 años cumplidos dijo estar preparando un "libro de cuentos fantásticos", pero evitó especulaciones previas. Jorge Luis Borges ratificó ayer la deliberada extravagancia de sus declaraciones públicas. 
Acérrimo antiperonista en su país, intransigente defensor de los derechos judíos, Borges prepara un nuevo viaje al exterior, después de una reciente gira por Estados Unidos en la que levantó los más enconados y controvertidos comentarios. 
Irá a España, posiblemente a Italia y hará escala a su retorno, en Santiago de Chile, donde recibirá el título de "Doctor Honoris Causa" de la universidad de ese país. 
Posteriormente, junto a Luis Federico Leloir, Premio Nobel Argentino de Química en 1970, será condecorado por el gobierno militar chileno con la Gran Cruz al Mérito O'Higgins
Tanteando con su bastón, solitario en su ceguera, Jorge Luis Borges comenzó ayer un nuevo año, urdiendo laberintos y nuevos sueños.


En diario Excelsior, México DF
Ejemplar del 26 de agosto de 1976

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