La pasión de la mente occidental Richard Tarnas PREFACIO

 

PREFACIO
    Este libro presenta una historia concisa de la cosmovisión occidental desde los griegos antiguos hasta los autores posmodernos. Con ello he querido proporcionar, en un solo volumen, una exposición coherente de la evolución de la mente occidental y de su cambiante concepción de la realidad. Los últimos progresos en diversos frentes (el filosófico, el de la psicología profunda, el de los estudios de la religión y el de la historia de la ciencia) han arrojado nueva luz sobre esta notable evolución. Esos progresos han influido y enriquecido enormemente la exposición histórica que aquí se presenta, razón por la cual los he expuesto en un epílogo, con el fin de explicitar una nueva perspectiva en la comprensión de la historia intelectual y espiritual de nuestra cultura.
    Hoy se habla mucho de la quiebra de la tradición occidental, del declive de la educación liberal, de la peligrosa ausencia de fundamento cultural para abordar los problemas contemporáneos. Estas preocupaciones reflejan, en parte, inseguridad y nostalgia ante un mundo que está sufriendo cambios radicales. Pero también reflejan una necesidad auténtica. Es a los hombres y mujeres que, cada vez en mayor número, reconocen esa necesidad, a quienes se dirige precisamente este libro.
    ¿Cómo ha llegado el mundo moderno a ser lo que actualmente es? ¿Cómo ha llegado la mente moderna a concebir las ideas fundamentales y los principios que tan profunda influencia ejercen en el mundo de hoy? Se trata de cuestiones apremiantes de nuestra época, y para abordarlas debemos recuperar nuestras raíces, no con reverencia acrítica ante las ideas y los valores del pasado, sino para descubrir e integrar los orígenes históricos de nuestro tiempo. Creo que sólo si recordamos las fuentes más profundas de nuestro mundo presente y de nuestra cosmovisión podremos aspirar a un conocimiento suficiente de nosotros mismos como para enfrentarnos a los dilemas actuales. Con este libro espero haber hecho más accesible al lector corriente una parte esencial de esa historia.
    Pero también quise contar una historia que a mi juicio merecía la pena ser contada. Durante mucho tiempo, la historia de la cultura occidental pareció tener el dinamismo, el alcance y la belleza de un gran drama épico: la Grecia antigua y la clásica, el helenismo y la Roma imperial, el judaísmo y el surgimiento del cristianismo, la Iglesia católica y la Edad Media, el Renacimiento, la Reforma, la Revolución Científica, la Ilustración, el Romanticismo y así hasta nuestros días. Amplitud y grandeza de espíritu, junto con dramáticos conflictos y soluciones asombrosas, caracterizan el sostenido esfuerzo del pensamiento occidental por comprender la naturaleza de la realidad, de Tales y Pitágoras a Platón y Aristóteles, de Clemente y Boecio a Tomás de Aquino y Ockham, de Eudoxo y Ptolomeo a Copérnico y Newton, de Bacon y Descartes a Kant y Hegel, y de todos ellos a Darwin, Einstein, Freud… Esta larga lucha de ideas llamada «tradición occidental» ha sido una incitante aventura cuyas consecuencias son hoy parte de nosotros mismos. En los esfuerzos personales de Sócrates, Pablo y Agustín, de Lutero y Galileo, así como en la más amplia lucha cultural que libraron éstos y muchos otros protagonistas menos visibles, responsables todos de las transformaciones de Occidente a lo largo de un extraordinario decurso, brilló un auténtico heroísmo épico. Hay allí tragedia en el sentido más alto, y también algo que trasciende la tragedia.
    La exposición que ahora presentamos traza el desarrollo de las principales cosmovisiones de la alta cultura occidental, con atención particular a la decisiva esfera de interacción entre filosofía, religión y ciencia. Tal vez podría decirse de las grandes cosmovisiones lo que Virginia Woolf dijo a propósito de las grandes obras literarias: «El éxito de las obras maestras no parece descansar tanto en su ausencia de defectos —en verdad, a todas les toleramos los más grandes errores— como en la inmensa persuasión de que es capaz una mente que ha llegado al pleno dominio de su perspectiva». Mi objetivo en estas páginas ha sido prestar una voz a cada una de las perspectivas que el pensamiento occidental desarrolló en el curso de su evolución, y expresarlas en sus propios términos. He partido del supuesto de no otorgar prioridad especial a ninguna concepción de la realidad en particular, ni siquiera a la actual, que, por lo demás, es múltiple y tremendamente fluida en sus capas profundas. En cambio, me he aproximado a cada cosmovisión con el mismo espíritu con el que me hubiera aproximado a una obra de arte excepcional; es decir, tratando de comprender y apreciar, de experimentar sus consecuencias humanas, de permitirle revelar su significado.
    Hoy el espíritu occidental parece estar atravesando una transformación profunda, de magnitud tal vez comparable a cualquiera de las grandes transformaciones que se produjeron a lo largo de nuestra historia. Cuanto mayor sea nuestra comprensión histórica, más inteligentemente podremos participar en dicha transformación. Cada época debe recordar de nuevo su historia. Cada generación debe reflexionar desde su propio punto de vista acerca de las ideas que han dado forma a su comprensión del mundo. Nuestra tarea consiste en hacerlo desde la rica y compleja perspectiva de hoy. Espero que este libro contribuya a ese esfuerzo.
    R. T.

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