David Eagleman y la desmitificación de la conciencia

 

Edith Sánchez· 
19 julio, 2020
Este artículo ha sido verificado y aprobado por la psicóloga Gema Sánchez Cuevas al 
19 julio, 2020
David Eagleman es un neurocientífico muy singular. A diferencia de sus colegas, no le gustan los debates eternos por pequeños detalles. Además, prefiere el Big Data al laboratorio y, como inventor, ya tiene registradas varias patentes.

David Eagleman es uno de los neurocientíticos más populares. Su programa de televisión, El cerebro, se ha convertido en el favorito de millones de personas. Muchos lo llaman el “Carl Sagan del cerebro” por cómo une el conocimiento con el espectáculo.

Más allá de su fama o su popularidad, David Eagleman ha hecho interesantes aportes a la ciencia. Como estudioso del cerebro se ha centrado en las preguntas sobre la conciencia, un tema que lo intriga y lo fascina. Al respecto, ha aportado información paradójica e interesante.

David Eagleman dice que la conciencia es “el cuarto de las escobas en la mansión del cerebro y que ha sido demasiado sobrevalorada. Incluso ha retomado a Sigmund Freud y está básicamente de acuerdo con su teoría del inconsciente. Es muchísimo más amplio el terreno que abarca la inconsciencia, que el ocupado por la conciencia.

Nuestra ignorancia del cosmos es demasiado vasta para comprometernos con el ateísmo, y sin embargo sabemos demasiado para comprometernos con una religión en particular”.

-David Eagleman-

Mente iluminada

David Eagleman y la conciencia

La conciencia sigue siendo un tema envuelto en misterio. David Eagleman señala que cuando alguien intenta comprenderla es como un pez que está dentro del agua y se pregunta si existe una realidad sin agua.

Precisa que mucho de lo que pasa en el cerebro ocurre sin que nos demos cuenta de que sucedió. Por eso, al igual que la mayoría de los neurocientíficos, no cree que exista algo como “el libre albedrío”. Piensa que unas partes del cerebro son impulsadas por otras partes, pudiéndose entender todo lo que sucede a partir de leyes físicas.

Sin embargo, su postura no es cerrada: no descarta que exista algo incomprensible para la ciencia actual y que correspondiera a ese espacio de libertad en la mente. Añade que las emociones son fenómenos altamente complejos y que condicionan nuestra definición de todo aquello de lo que nos hacemos una idea.

Mientras que la razón funciona con información muy puntual, la emoción trabaja con múltiples datos, a una escala mayor. Señala que las decisiones óptimas son aquellas que involucran cognición y emoción. Incluso va más allá al afirmar que la razón por sí sola puede ser peligrosa, de manera especial si hacemos un análisis desde un punto de vista moral.

¿Un Leonardo Da Vinci?

Una de las facetas más llamativas de David Eagleman es la de inventor. En una de sus exposiciones públicas más memorables, durante una conferencia de TED, se le vio comenzar a hablar con lentitud, al tiempo que se movía de forma particularmente pausada. A la mitad de la charla se quitó la camisa y todo el auditorio pudo observar que llevaba encima un chaleco pegado a la piel.

Eagleman mostró cómo todo lo que decía era “traducido simultáneamente” a su cerebro. Las palabras se convertían en vibraciones que circulaban por su espalda a través de unos motores minúsculos, a los que se comparó con el sistema de vibración de un teléfono celular.

De este modo, las señales de su laringe al hablar se convertían en vibraciones que la piel podía reconocer y que luego eran transmitidas al cerebro. Este, identificaba los sonidos. ¿De qué va todo esto? Sencillamente, David Eagleman mostró en la práctica cómo era posible que una persona sorda aprendiera a oír mediante ese chaleco.

Después de esa conferencia, varias compañías se interesaron en el invento y David Eagleman firmó con una de ellas para estudiar su producción masiva. Se llama Ipad y el artilugio tiene un precio alrededor de los 500 euros. Sin embargo, este no es el único invento que ha patentado este singular neurocientífico.

Un científico productivo

Dentro de su producción está un dispositivo que permite evaluar si los jugadores de algún deporte han sufrido una conmoción cerebral después de un golpe. Este dispositivo funciona como un videojuego y es capaz de evaluar 12 variables para emitir el diagnóstico preliminar.

También diseñó otro aparato que ayuda a la policía a determinar si alguien ha bebido alcohol o consumido drogas. Uno de sus planteamientos más audaces es el que señala que en el futuro los juicios legales deben tener en cuenta a la neurociencia antes de emitir un veredicto.

Hay factores que están más allá del “libre albedrío” del presunto delincuente. Por ejemplo, dice, las personas nacidas en los años 60 en Estados Unidos son más dadas a trasgredir la ley. ¿Por qué? No se sabe, pero es un hecho. Incluso está haciendo una investigación al respecto, en la que ya lleva varios años.

Actualmente David Eagleman trabaja sobre un dispositivo relacionado con la esquizofrenia. Sería un aparato que los pacientes podrían llevar en el bolsillo y que les ayudaría a corregir ciertos pequeños errores de percepción. Si lo logra, será una auténtica revolución.

 

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