Relatos y ensayos Kureishi se asoma al abismo

 Amor+odio reúne piezas breves de Hanif Kureishi, destacado miembro del boom británico de la década del 80 y autor de novelas célebres como El buda de los suburbios.

Hanif Kureishi firmando ejemplares en la librería Shakespeare & Co., París.


25/03/2022

Flavio Lo Presti

Estamos siempre al borde de un abismo: esa parece la convicción que se desprende de las piezas que componen este volumen misceláneo de Hanif Kureishi, dramaturgo, novelista y ensayista inglés de origen paquistaní que irrumpió en la gran escena de la literatura global con El buda de los suburbios. En Amor+odio presenta piezas de origen y estilo distinto, ensayos y relatos que se intercalan sin otro plan que una reunión, pero que dibujan una serie de patrones, ideas y exploraciones alrededor de la experiencia humana del abismo tanto en términos colectivos como individuales.

Es notable la cantidad de veces que Kureishi habla de los pies y de la necesidad de mantenerlos sobre la tierra, y cómo reaparece la metáfora de algo que se desvanece debajo de ellos: “Debajo de la mayoría de las personas (…) siempre hay un abismo cubierto de hojas y ramas. Pero un día tu pie lo atraviesa, y ves que estás a un último y fatal paso de la eternidad, a un parpadeo de la miseria”. O bien: “Hay un abismo bajo la mayoría de nosotros, y a veces tu pie se sumerge en él, y entonces entiendes algo sobre lo catastrófico y la pérdida”.

Hijo de inmigrante y criado en los suburbios de Londres cuando empezó a sonar con fuerza el nombre del recalcitrante Enoch Powell (un político xenófobo del que hay un excelente retrato en el libro) Kureishi parece en este volumen especialmente sensible a toda situación en que las diferencias implican una disminución o aumento de poder, lo que hace que incluso los textos de ficción estén atravesados por la amenaza de la tesis.

La piedra de toque del libro es, de hecho, un cuento breve en el que se imagina un futuro dominado por ricos longevos que han conseguido, como forma de distinción, la potenciación de sus orgasmos; el relato está narrado por un esclavo cincuentón que nos advierte que la decisión sobre si vive o no depende de sus amos, a los que tiene que servir de forma degradante.

El texto es una respuesta distópica a la pregunta sobre qué tanto mal pueden los humanos hacerse mutuamente, qué tanto daño es necesario, pero a esa misma pregunta se encuentran respuestas diferentes en los ensayos sobre el racismo incluidos en el libro.

En primer lugar, el que Kureishi le dedica a E. M. Braithwaite, autor de Al señor con cariño, “un registro de donde estábamos en Gran Bretaña al principio de los sesenta”. A esa caracterización Kureishi agrega una nota negativa: “Podemos ver… lo que ha cambiado y lo que sigue igual. El lenguaje que se usa en la novela para habla de extranjeros e inmigrantes es el que usan hoy los fascistas y fundamentalistas”.

En segundo término aparece el ya mencionado retrato de Enoch Powell, el recalcitrante político proto thatcherista que en los años 60 instigaba una repatriación de inmigrantes y abogaba por el libre mercado haciéndose eco de la escuela austríaca de economía.

Con un espejo inmediato en el crecimiento de algunas opciones políticas, Kureishi nos advierte del resultado: “Traicionó a sus seguidores, porque lo único que dio fue la breve emoción de la superioridad y el odio. No cambió nada substancial en el mundo, y el capitalismo salvaje y sin conciencia que se derivó de la visión económica que adaptó de Hayek creó riquezas para algunos, pero, por lo demás, no tenía en cuenta las casas ni los trabajos de los seguidores de Powell”.

Sin embargo, la nota con la que termina el texto alcanza una cota equilibrada de esperanza: “El experimento neoliberal que empezó en los 80 usa el racismo como entretenimiento depravado, como espectáculo secundario, mientras los ricos siguen acumulando. Pero todos somos migrantes de algún sitio, y, si recordamos eso, todos podríamos ir a alguna parte, juntos”.

Uno de los espacios o instituciones en que se anuda la contención de ese abismo al que se asoman lo individual y lo social es el matrimonio, y el análisis de su funcionalidad y disfuncionalidad se lleva algunos relatos y piezas reflexivas.

En unos se encara el tema desde un punto de vista negativo, como en “La mujer que se desmayó”: Kureishi pone en foco, ahí, a un ex hippie deprimido que encuentra en una fiesta a la hija de una pareja de su vieja comunidad, a la que prácticamente crió pero con la que ha roto todo lazo.

La resistencia al matrimonio de Kafka se analiza también en el marco del equilibrio peligroso entre neurosis y creatividad que constituye la biografía del autor checo, y a partir del film Le week-end, de su autoría.

Kureishi nos deja entender su perspectiva, no anacrónicamente apologética pero sí abierta a pensar la dialéctica entre el placer y la administración del tiempo y la energía y de los afectos que se da en el marco de las relaciones conyugales: “La mayoría de nosotros viene de un matrimonio, y, seguramente, de algún tipo de divorcio, y los dos reúnen las cosas más serias: sexo, amor, hijos, traición, frustraciones y propiedades. Las preguntas que giran en torno a las relaciones largas –¿Cómo es vivir con otra persona durante mucho tiempo?, ¿qué esperamos?, ¿qué necesitamos?, ¿qué queremos?, ¿qué relación hay entre la seguridad y el entusiasmo (…)?– son las más importantes que nos podemos hacer”.

La nota más extraña del libro se incluye, precisamente, en un texto que teje una reflexión sobre el matrimonio crepuscular entre un intelectual europeo y una inmigrante paquistaní en París: la contraposición entre descripciones muy desventajosas de Karachi, en Paquistán, y el elogio ecumenista de la civilizada Europa, que hace eco también en las descripciones de la Londres cosmopolita en la que vive Kureishi, no parecen matizadas por un panorama de las condiciones globales (y las responsabilidades respectivas) que hacen posible tanto las especificidades de la vida en Occidente y el tercer mundo como las diferencias (aunque también es cierto que están en boca de un personaje, y Kureishi señala explícitamente que un autor no es sus personajes).

El otro gran tema que atraviesa el libro es la creación artística, un tema que Hanif Kureishi investiga llegando a conclusiones ambiguas después de atravesar los aspectos involucrados en los procesos de escritura (la competencia inter e intrageneracional –hay relatos muy cómicos sobre la competencia física de padres e hijos–, la función de la procrastinación y el borde necesario del fracaso).

Por un lado, frente a las necesidades de equilibrio de la vida en común, el arte funciona como un filo de coqueteo con el caos: el artista necesita desconfiar del orden, de la disciplina instrumentada por el poder para el control social. Kureishi nos dice que el arte viene del caos y va hacia el caos, aunque el recorrido que dibujan sus ensayos sobre la materia terminan acercando su posición a la que (con una implicación más amarga) sostenía Fogwill en alguna novela “ensayística”: el arte trabaja con el caos para producir orden.

Pero si en Fogwill esa idea hablaba del arte como instrumento de la ingeniería social, la posición de Kureishi es distinta. El arte tiene un componente cuasi salvífico, en el que funciona como gestor o pivot del conflicto entre el placer y el deber: “Tras una encuesta rápida, veo que los amigos que han aguantado con más alegría, si no felicidad, son los artistas o artesanos (…) El trabajo puede ser excéntrico, exagerado o delictivo, pero el artista tiene que dar forma y controlar las volteretas de su imaginación para hacer algo por los demás”.

Pero como hemos dicho, estamos al borde del abismo, y ese oído para el caos del artista puede ponerlo a tiro de gente como Jeff Chandler. Hacia el final, la crónica de la seducción de un ser maligno y banal que estafa a Kureishi, ese micro estudio de la banalidad más banal del mal, vale la lectura completa de Amor+odio, sobre todo para los que estamos especialmente interesados en los canallas y los charlatanes, pero también como cierre ilustrado de ese merodeo en torno al maelström oscuro que amenaza debajo de nuestros pies.

Amor+odio, Hanif Kureishi. Trad. Mario amadas. Anagrama, 200 págs.

https://www.clarin.com/revista-enie/literatura/kureishi-asoma-abismo_0_f6ekPAkuam.html

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