Daños colaterales. Desigualdades sociales en la era global
ISBN: 9789505578931
Autor: Zygmunt Bauman Editorial: Fondo de cultura económica.
Materia: Sociología
Idioma: Español
Reseñado por: Diandra Payares Mendoza
Practicante de investigación de la Escuela Latinoamericana de Cooperación y Desarrollo. Universidad de San Buenaventura
El sociólogo polaco Zygmunt Bauman ha escrito ampliamente acerca de las problemáticas sociales, el capitalismo, el consumismo, los movimientos sociales, la pobreza y la desigualdad en la modernidad. Sus escritos y pensamiento se caracterizan por una fuerte crítica a los avatares de la modernidad y la manera en cómo el sistema no logra brindar una calidad de vida digna a todos los sectores de la sociedad, dejando por fuera a grupos que no interiorizan las reglas establecidas.
En Daños Colaterales: desigualdades en la era global, Bauman explica cómo la desigualdad, la marginalidad, la externalidad y todo el sufrimiento humano inherente a los grupos sociales no favorecidos por la fortuna social, a su vez relegados de la agenda política. La politicas publicas y las agendas politicas en general impulsan la globalizacion de manera descoordinada, impulsan el crecimiento económico entendido como capacidad adquisitiva y no por distribución de la riqueza. En un sentido estricto un grupo poblacional se encuentra afectado por la desigualdad y por los daños no consentidos e ignorados que implica estar inmerso en esta sociedad desigual e inequitativa.
El libro está compuesto por once capítulos escritos a manera de ensayos críticos, producto de conferencias dictadas por el autor en los años 2010 y 2011.No obstante, en mi opinión los capítulos que revisten de mayor importancia van del primero al quinto, el numero siete y el noveno, se abordan temas generales como la desigualdad social y la inutilidad de los sistemas politicos. La democracia y el comunismo como sistemas politicos son abordados en el capítulo I y II. En el capítulo III el autor propone un plano a futuro y predice el destino de la desigualdad sino se realizan cambios estructurales en el manejo de la política. Las consecuencias de la desigualdad social, como la xenofobia y segregación, la pérdida de identidad moral están plasmados en los capítulos IV, V, respectivamente. En el capítulo VII se muestra la solución a la desigualdad basada en la ley natural del más fuerte, la suerte y la individualización. Finalmente en el capítulo IX, Bauman añade el poder de la sociología como una de las muchas ideas para mejorar la sociedad y propone una estrategia global para la solución
Desde el inicio del libro surge el interrogante del concepto daños colaterales en un contexto sobre el estudio del estado de la sociedad. Este término es utilizado en la obra para hacer referencia a los efectos negativos e ignorados con antelación por la puesta en marcha de una política orientada al consumo, la cual acepta a priori la distribución desigual de los costos que implica emprenderla. Los daños colaterales puestos en el plano de la sociedad son hechos verídicos y constantes tales como la desigualdad, la pobreza, la marginalización, que se pueden palpar, ver y sentir pero de manera voluntaria se suprimen y se subestiman e incluso se niegan con tal de alcanzar el crecimiento económico. De primera mano el libro trae a la realidad al lector y lo invita a cuestionarse, por ejemplo, en qué grado de importancia son tomadas en cuenta las personas en desventaja social cuando se impone un sistema y estrategias económicas tan agresivas e invasivas como el capitalismo. También, lo incita a conocer qué puede llegar a ser peor además de ser pobre, marginal e ignorado por el Estado. Bauman contextualiza en tiempo y espacio los daños colaterales en la "era global", es decir el siglo XXI, la época en que la globalización se posiciona como un hito histórico del desarrollo, pero ¿qué clase de desarrollo? cuando aún existe una brecha considerable entre pobres y ricos.
En el capitulo 1 titulado Del ágora al mercado, el autor expone la génesis de la democracia, como producto del crecimiento de una comunidad que atraviesa diversas inquietudes y un temor incesante de no poder seguir en la vida diaria por falta de capacidades u oportunidades, por tal motivo los ciudadanos de manera voluntaria deciden no estar guiados por las leyes naturales sino por un cúmulo de reglas establecidas y entidades burocráticas, por lo que presentan su voto de confianza a quien le garanticen seguridad y a su vez calidad de vida. En su significado más amplio la democracia obliga de manera natural a los Estados a ser garantes de los derechos de sus ciudadanos.
No obstante, el autor señala que actualmente la democracia atraviesa una crisis donde el deber de proteger y garantizar una vida digna ha recaído nuevamente en los ciudadanos, son ellos los principales responsables de su bienestar, quienes hacen uso de sus propios esfuerzos y actúan de manera individual para dar solución al desequilibrio. Claramente se crea un campo competitivo e inequitativo donde la colaboración mutua es impensable, donde cada día se generan inseguridades y temores para enfrentar la vida; los individuos temen ser incompetentes, rechazados o excluido de la sociedad.
Por otro lado, el autor explica una de las razones de la desigualdad social o quizás uno de los errores comunes cuando se analizan las sociedades modernas por crecimiento económico y no en calidad de vida y bienestar. Resulta evidente que el crecimiento económico proyectado por las naciones subordina el bienestar de las personas, verdadero fin del desarrollo. Por consiguiente, se cae en el error de medir la calidad de vida por el ingreso promedio, dejando de lado la distribución de la riqueza. En ese sentido, los Estados centran su atención en cuan ricos son un porcentaje irrisorio de los ciudadanos sin importar cómo y de qué manera paupérrima vive un porcentaje escandaloso de los ciudadanos, a su vez ignoran de plano y de manera sistemática políticas públicas que brinden a los menos favorecidos oportunidades reales de cambio para disminuir las discriminaciones, exclusiones y vulnerabilidades en la sociedad.
En el Capítulo II, Requiem para el comunismo, se plantea como la desigualdad social no es un mal exclusivo de la democracia, también hace alusión al comunismo como otro sistema político que falló en la garantía del bienestar humano y no sólo falló sino que optó por medidas extremas para adelantar sus ideales. La adaptación leninista del socialismo, como lo distingue Bauman, pretendía alcanzar sus objetivos a cualquier costo material e inmaterial, y aunque el comunismo se ha destacado por hacer fuertes críticas a la explotación y a la pobreza no alcanzó a subsanar las brechas de desigualdad, garantía de libertades y seguridad. En síntesis, se debe reconocer que ninguno de los dos sistemas políticos ha logrado dar respuesta a este problema.
En el capítulo III El destino de la desigualdad social se reafirma que los movimientos de capital y el crecimiento económico no son sinónimo de igualdad, por lo contrario los ricos son más ricos y los pobres más pobres. Los Estados que han dado rienda suelta al capitalismo salvaje y así no son garantes de la seguridad de sus ciudadanos, han entregado gran parte de su poder y autoridad a fuerzas del mercado, han gestionado un divorcio entre el poder y la política sin tener en cuenta que se obtienen mejores resultados cuando se posee la capacidad de hacer las cosas y la capacidad de decidir que es preciso hacer. Los ciudadanos temen por la situación que viven pero también por la venidera porque son conscientes que cada día la obra de mano es más barata en los países donde existe libertad de movimiento.
En el capitulo IV ¿Son peligrosos los extraños? El autor explica cómo los gobiernos usan la incertidumbre y la vulnerabilidad de los humanos para dominarlos en función de sus propios intereses, ya que éstos sostienen su posición política con la idea de proteger a sus ciudadanos de la inseguridad del sistema, aunque en la praxis esta protección se extiende a una pequeña minoría. No obstante, estos no pueden atribuirse a sí mismos la responsabilidad de un sistema caótico, y preferencias sociales por lo que endonan el compromiso de una enfermedad social a variables exógenas, siendo estas: desplazados, migrantes, refugiados. En estos escenarios se propician los prejuicios, la xenofobia, y la exclusión, desigualdades sociales más allá de las fronteras. En otras palabras, no es raro oir por parte de gobiernos totalitarios de extrema derecha que los nacionales no tienen empleo porque extranjeros están ocupando sus puestos de trabajo y con mejor remuneración, o que los índices de inseguridad han aumentado a raíz de tanto migrantes al territorio. Así entonces lo gobiernos son tan inoperantes para sus nacionales como para los extranjeros.
En el capítulo V Consumismo y moral el autor inicialmente afirma que podría pensarse que las desigualdades afectan la calidad de vida de los individuos (dignidad, salud, educación, economía etc.), pero yendo más al detalle, de la desigualdad brota inestabilidad en todas las personas sin importar su edad, el mercado se apodera de estos espacios y por medio del consumismo llena ciertos vacíos. El consumismo pretende cubrir faltas morales aunque su práctica no sea testimonio de la ética. Los humanos pretenden llenar de amor, compañía y atención con donaciones materiales a los otros, no con el ánimo de agradarlos sino tratando de minimizar faltas. El aumento acelerado y exacerbado del consumo deja de lado lo que en realidad convierte al ser humano en un ser moral, es decir preocuparse y atender las necesidades que aquel que está a su lado con una necesidad mayor y menos superficial que un estrato social.
Bauman en el capitulo VII La suerte y la individualización de los remedios establece que no resulta extraño que en las condiciones actuales los individuos construyen su realidad desde puntos de salida totalmente diferentes, algunos con mayor ventaja y herramientas para alcanzar sus objetivos. Para aquellos que parten desde cero, con pocas oportunidades como facilidad para el acceso a la educación de calidad, la suerte y al "mero azar" resulta ser la oportunidad para construir una vida digna. A su vez recae sobre el individuo la responsabilidad de construir algo que socialmente fue destruido, la igualdad social, si se fracasa en el intento de tener una vida digna se somete a la perdida de la autoestima por acusársele de ineptitud para forjarse una calidad de vida.
Finalmente, el autor indica que la pobreza y la desigualdad no son problemas que afecten sólo a los países en vía de desarrollo, o exclusivamente a los países más pobres, directa o indirectamente esto se considera un fenómeno global. En el mundo ya no existe sinergia entre poder y política, en palabras de Bauman "hoy tenemos un poder que se ha quitado de encima la política y una política despojada de poder" sobre el Estado nacional soberano. El poder actualmente es global y conforme a la estructura netamente globalizada del sistema internacional, el poder es multipolar y multilateral, y por ende debe dar respuesta a las problemáticas que aquejan a la sociedad a nivel global.
Aunque Bauman afirma que el siglo XXI es el tiempo indicado para dar fin a este fenómeno, y aunque es un tema que en la teoría se refleja un poco más en las agendas políticas y en la agenda internacional como es el caso específico de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en la praxis existe un camino más amplio por recorer con el ánimo de alcanzar las sociedades desarrolladas y cerrar las brechas sociales. A juicio personal el autor se queda en deuda con el lector cuando no manifiesta la ausencia de voluntad política de los dirigentes por tomar decisiones radicales, para ejercer políticas públicas incluyentes.
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