El pedigrí de Simenon

 

  • A los 37 años le diagnosticaron un problema cardiaco: creía que iba a morir, así que escribió sus recuerdos de infancia y juventud para que su hijo Marc supiera quién fue su padre. Ahora Acantilado recupera esa maravilla

DANIEL VÁZQUEZ SALLÉS Madrid:15/08/2015

Millón arriba, millón abajo, se calcula en 550 los millones de libros vendidos por George Simenon desde que publicó su primera novela. Su extensa obra, más de 180 libros de géneros diversos, han sido leídos, releídos y destripados por críticos y expertos con el fin de encontrar los rasgos estilísticos y biográficos de un autor tan prolífico como talentoso. Del escritor belga se sabe casi todo y no siempre bien por los laberintos que conformaron su vida.

Georges Simenon.

Que Simenon nació en Lieja, lo sabe la humanidad informada. Pero quien no sepa que Simenon fue el padre del comisario Maigret, debería considerarse un extraterrestre. A estos marcianos iletrados, de las novelas protagonizadas por el comisario Maigret se les podría recomendar desde la primera, Pierre el Letón (1929), hasta la última, Maigret y el señor Charles (1972), y se sorprenderían del hecho de descubrir un universo en el que encontrarían sencillas proximidades por la facilidad del autor en recrear mundos cotidianos utilizando la trama detectivesca como excusa.

O como escribió el crítico Robert Poulet sobre Maigret mucho mejor de lo que podría decir este cronista aunque lo hiciera disfrazado del mismísimo comisario hospedado en la comisaría de Quai des Orfévres: "Simenon est bien supérieur dans la peinture des états que dans celle des actions".

El escritor belga escribió 78 novelas protagonizadas por Maigret y su metodología de trabajo era invariable: tardaba dos meses en elucubrar una nueva trama y 15 días para escribirla. Una imaginación envidiable e hiperactiva.

El novelista belga.

Simenon es uno de tantos autores cuya obra narrativa se vio sepultada por el éxito de sus novelas detectivescas. En las postrimerías de su vida, Simenon se quejó de que no hubiera logrado la consideración de autor serio como consecuencia del monumental éxito de su hijo predilecto. George Simenon murió en Lausana en 1989, demasiado pronto para asistir a una resurrección como autor comparable a la de un bacalao seco y poder disfrutar de su entrada, con todos los honores, en el Olimpo de los escritores respetados. Este milagro, y se le puede tildar de milagro por ser una singularidad en un mundo cada vez más sometido a la inmediatez mediática, se debe, en gran parte, a la reedición de un buen número de novelas que malvivieron y murieron en un cementerio de libros mal leídos, incapaces de soportar el peso de Maigret. Que hayan coincidido la crítica y el público en esta milagrosa resurrección se debe, sin duda, a su escritura nítida y poderosa, y a la pericia argumental de un autor tan prolífico como genial.

Una de las editoriales dedicadas, desde hace unos años, a recuperar la obra de Simenon de una manera pausada y muy cuidada es Acantilado. Buenas traducciones, magníficas ediciones, los libros de Simenon publicados por la empresa barcelonesa no sólo nos permiten recuperar la lectura de obras que parecían tragadas por un agujero de gusano sino, también, disfrutar del libro. Cuando uno lee, los sentidos deben fusionarse y el tacto es fundamental. Y entre los placeres que guarda el catálogo de Acantilado encontramos El círculo de los MahéLa nieve estaba suciaLas hermanas LacroixLos vecinos de enfrenteLa casa del canal o El gato.

La última novela del escritor belga editada en Acantilado es Pedigrí. Publicada por primera vez en Presses de la Cité en 1948[], Simenon tuvo que retirarla de las librerías y volver a publicarla en 1953 tras haber sufrido tres demandas de difamación por parte de personas cercanas al autor que creían reconocerse en algunos de los personajes de la novela. A pesar de las dificultades legales primigenias, con el paso de los años Pedigrí ha quedado como una de las mayores proezas narrativas del autor.

¿Y qué es Pedigrí?

El novelista con una colección de pipas.

En el prefacio escrito por el autor en 1957, Simenon escribe de Pedigrí que en él "todo es verdad pero nada es exacto", para añadir, que "a pesar de ser una novela, y por lo tanto, predominar la imaginación y la recreación, admito que Roger Mamolin tiene muchos rasgos en común con el niño que yo fui". Y es que, aunque ningún personaje esté bautizado con el nombre de su homónimo, Pedigrí pertenece al grupo de libros autobiográficos del autor y en el que se incluyen Cuando yo era viejo (1972), Carta a mi madre (1974) y Memorias íntimas (1981).

El origen de Pedigrí es el de la desesperación. En 1940, a Simenon le fue diagnosticado un problema cardiaco irreversible con una esperanza de vida muy corta. Años más tarde, Simenon recordaba los días posteriores al diagnóstico como de una angustia insoportable que le supuso una crisis existencial comprensible. A pesar de que el diagnóstico resultó ser erróneo, Simenon decidió gestar un libro con el que pretendía recuperar su infancia y su primera juventud y legar a su hijo Marc la memoria de una época que un falso diagnóstico había puesto en peligro.

La primera versión la escribió en primera persona y bajo el título Je me souviens. Bien recomendado por André Gide, autor de Los alimentos terrestres y premio Nobel de Literatura en 1947, Simenon decidió reescribir el texto en tercera persona con el objetivo de lograr describir con un realismo más poético unos acontecimientos que llevaban décadas macerándose en sus vísceras. La tercera persona siempre permite ponerte el escudo y describir con alegorías una realidad a veces demasiado prosaica.

Dividida en tres partes, Pedigrí es la historia de Roger Mamolin desde su nacimiento hasta la adolescencia, y la idea inicial era que fuera el primer tomo de una biografía ficcionada que debía terminar en 1941, el año del falso diagnóstico. Finalmente, los pasos literarios del joven Roger se perdieron de manera irreversible a los 16 años por decisión de su homónimo escritor tras el fin de un primer tomo que no tuvo continuidad.

Roger Mamolin nace en la ciudad de Lieja en 1903 y es el hijo de Désiré Mamolin, empleado de seguros, y de Élise Peters, dos miembros de caracteres contrapuestos de la burguesía belga. Desiré, francófono, es optimista y soñador; Elisa, flamenca, es más realista. Roger crecerá sometido a esa batuta bicéfala e irá cambiando de casa a la par que los Mamolin van progresando económicamente. La última morada, una casa en rue de la Loi, permitirá a su madre cumplir el deseo de acoger estudiantes extranjeros. Una casa cosmopolita que brindará a Roger la oportunidad de conocer a jóvenes provenientes de diversos países en un momento trascendental de la historia de Europa.

El 28 de junio de 1914, asesinan al heredero al trono de los Habsburgo y estalla la Primera Guerra Mundial, cuyas consecuencias cambiarían la fisonomía y el carácter del viejo continente. Y aquí hago un inciso. Para entender los acontecimientos es muy recomendable la lectura de 1913. Un año hace cien años (editado por Salamandra), una novela magistral de Florian Illes.

La Primera Guerra Mundial marca de manera decisiva la vida cotidiana del joven Roger. Cuando estalla la contienda, él está estudiando primaria, a muy pocos pasos de los años decisivos de su formación vital e intelectual. Bélgica, declarado territorio neutral en un tratado firmado en 1831, es invadida por Alemania y algunos de los residentes que compartían una vida estudiantil deberán partir a sus respectivos países para convertirse en enemigos en el campo de batalla. A pesar de ese éxodo a pequeña escala, Roger tratará de crecer con las contradicciones propias de la edad. Estudios en una escuela católica, los primeros escarceos con el amor, los primeros juegos en los que trata de mostrase al mundo como un joven capaz de hacerse un hueco en los mercados oscuros surgidos de la guerra y, finalmente, el primer empleo en una librería que para George, alias Roger, serviría para abrirle los ojos al universo de la ficción.

Pedigrí es un libro extraño en la novelística de Simenon. Un libro hermoso y triste a la vez, alejado de las tramas rocambolescas y entregado a una narración pausada que cuenta, como lo hizo con maestría el escritor Stefan Zweig, los avatares de una época que expira lentamente, amenazada por una modernidad que desembocará finalmente en la contienda mundial. "En la cocina donde tiemblan las tapaderas de las marmitas, se habla de la época de la señora Pauline y del señor Saft como Chretién Mamelin y su amigo Kreutz hablan de una época que ellos conocieron sin coches ni tranvías".

Pedigrí también sirve para conocer un poco mejor a Simenon. Si hiciéramos un paralelismo, sería como asistir a los preparativos de un boxeador en el vestuario antes de saltar al cuadrilátero. Una vez en el ring, Simenon fue periodista antes que escritor, un oficio que le permitió conocer los claroscuros de la sociedad y estar cerca de informes policiales que asentaron las bases de sus futuros libros detectivescos.

A la muerte de su padre en 1922, Simenon se trasladó a París. En los felices años 20, que desembocarían en los terribles años 30, París era una ciudad abierta a todos los deseos de un joven, y en la Ciudad de la Luz cultural, Simenon pasó a formar parte del grupo bohemio La Caque. Al sexo, a las drogas y al charlestón, se le unió el alcohol. La vida en el París de la década de los 20 todo era posible, como demuestra el hecho de convertirse en amante de Joséphine Baker. La vida bohemia acabó siendo una enorme pátina de colores y el futuro, un lienzo por pintar.

Convertido ya en escritor con el impagable apoyo de Colette, los años 30 fueron los de su afianzamiento como autor. Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, la vida se le complicó en exceso a Georges Simenon como consecuencia del fatídico y productivo diagnóstico, de unos años de dudas y, al término de la contienda, de una huida a los Estados Unidos con el propósito de alejar las sospechas que versaban sobre él de haber colaborado con el nazismo. Su hermano Christian había sido filonazi, y la mancha ideológica se extendió incomprensiblemente a toda la familia.

Antes de volver a Europa, Simenon se dedicó a viajar con su segunda esposa, Denise Ouimet. Simenon siempre arrastró la fama de mujeriego y su matrimonio con Denise se vio salpicado por más de un escándalo.

Georges Simenon se trasladó a vivir a la avariciosa y neutral Suiza de 1957, país en el que pudo escribir sin el agobio de los flashes y en el que vivió la alegría. Allí conoció a su tercera esposa, Teresa Sburelin, y la tragedia, con el suicidio de su hija Marie-Jo en 1978 a los 25 años de edad. Una muerte no anunciada que jamás superaría.

Simenon en Lausana murió en 1989.


https://www.elmundo.es/cultura/2015/08/15/55ccce63ca474179568b45a0.html

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