Cualquier intento de plasmar mediante el lenguaje escrito lo que intenta transmitir el maestro Fritz Lang con esta gran obra, no sólo es arriesgado, sino que probablemente siempre sea insuficiente.
En primer lugar, hay que otorgarle a la película su gran valor, su originalidad y brillantez, capaces de convertirla en una obra visionaria y atemporal, sujeta a tantas interpretaciones como el espectador quiera darle, sin olvidar que esta película está considerada por méritos propios como un gran hito cinematográfico.
Lang firma su primera película sonora durante su etapa alemana. Se trata de un complejísimo y completo thriller policíaco que toma del expresionismo alemán su fundamento estético, para trascender, conseguir algo aún más perfecto y crear uno de los primeros relatos de Cine Noir de la historia. Es una de las películas que más influencia ha tenido tanto en el cine negro como en el policíaco, especialmente en el tipo de relatos de Serial – Killers que intentan abordan su vertiente más analista o psicológica.
"M, el vampiro de Düsseldorf", es una exquisita pieza de cine con una extraordinaria riqueza técnica. Aquel que dijo que un buen director de cine antes de serlo debía haber sido un gran fotógrafo no se equivocaba. No exagero lo más mínimo cunado digo que cada fotograma, cada plano de este film hoy en día ganarían cualquier concurso de fotografía en B&N.
Lang hace de la cámara una continuación de su mirada, de su percepción sobre la figura de un asesino de niñas que pasa desapercibido entre la población por su aparente ingenuidad y, que al mismo tiempo, es tan frío y despiadado como para descuartizarlas sin dejar ningún rastro ni levantar ninguna sospecha. En un análisis individual sobre el asesino encontraremos muchas contradicciones, nos debatiremos entre el bien y el mal, entre la cordura y el sufrimiento del enfermo mental. Todo ello de forma tan atemporal, que aún hoy seguimos sin resolver el gran dilema que subyace en este tipo de cuestiones.
Por si este tema fuera poco difícil de representar en pantalla, el maestro todavía nos sorprende más siendo capaz de plantear junto con la visión individual de un hecho tan atroz, la perspectiva de sus implicaciones sociales. Lang retrata a la perfección a cada uno de los estamentos implicados. Desde la madre que se queda esperando una hija que nunca volverá, hasta la policía que soporta una gran presión política y popular. Pero no serán los grandes estamentos encargados de cuidar al Estado los que capturen y pretendan juzgar al asesino. La crispación social y la paranoia se apoderarán de la población que deberá organizarse de forma autónoma frente al mal.
En el aspecto técnico, además de la maravillosa fotografía de Fritz Arno Wagner, los movimientos de cámara tan sutiles como efectivos del maestro nos regalan escenas impecables, un cine absolutamente artesanal y perfeccionista que se recrea en detalles medidos al milímetro capaces de atravesar nuestra retina de forma precisa para llegar transformados en mensajes completos a nuestro cerebro. La utilización del Fuera de campo es de una belleza inusitada para un film de contenido tan sombrío como retorcido. El silbido del asesino, el reflejo sobre distintas superficies, cómo sabemos que se ha cometido un crimen sin que veamos una sola escena de violencia, es una de las características del cine de Lang que aquí adquiere cotas celestiales.
La interpretación de Peter Lorre es una pieza clave del relato. Prácticamente se hace casi imposible hablar de este film sin nombrar el binomio Lang/ Lorre, más incluso que el que formó con su esposa de entonces Thea von Harbou para crear el guion de esta historia.
Me parece acertado insistir en que las múltiples interpretaciones del film deben ser individuales, teniendo en cuenta la época en que fue rodada la película amén del contexto social que se vivía. En una entrevista, el propio Lang afirmaba que él no hacía cine para explicar sus películas, dejando ese trabajo para el espectador. Lo único que el maestro quiso recalcar de este film es ese final tan demoledor, esa insistencia en que sepamos buscar el mal, el cual puede encontrarse entre nosotros sin que nos demos cuenta, y para cuando intentemos hacer algo, ya sea demasiado tarde.
Título original: M.
Director: Fritz Lang.
Intérpretes: Peter Lorre, Otto Wernicke, Gustav Gründgens, Theo Lingen, Theodor Loos, Georg John, Ellen Widman.
Trailer:
Escena:
Reseña escrita por Bárbara Valera Bestard
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