"(…) a principios del siglo XIV, Ludovico Ariosto imaginó que un paladín descubre en la Luna todo lo que se pierde en la Tierra, las lágrimas y suspiros de los amantes, el tiempo malgastado en el juego, los proyectos inútiles y los no saciados anhelos (…)"
— Fragmento: “Prólogo a Crónicas marcianas”, de Jorge Luis Borges.
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