Poema de Edgar Lee Masters. REUBEN PANTIER

 



REUBEN PANTIER

Bien, Emily Sparks, tus plegarias no se perdieron,
tu amor no fue completamente en vano.
Le debo todo cuanto fui en la vida
a tu esperanza que nunca renunció a mí,
a tu amor que me vio siempre tan bueno.
Querida Emily Sparks, déjame contarte mi historia.
Ignoré los consejos de mi padre y mi madre;
la hija de la sombrerera me metió en problemas
y me lancé hacia el mundo,
donde pasé por cada peligro conocido
del vino, las mujeres y los placeres de la vida.
Una noche, en un cuarto en la Rue de Rivoli,
estaba bebiendo vino con una prostituta de ojos negros,
y las lágrimas inundaron mis ojos.
Ella pensó que eran lágrimas de amor y sonrió
creyendo que me había conquistado.
Pero mi alma estaba a tres mil millas de distancia,
en los días en que tú me enseñabas en Spoon River.
Y justo porque ya no me podías amar,
ni rezar por mí, ni escribirme cartas,
tu silencio eterno habló en vez de ti.
Y la prostituta de ojos negros tomó para sí las lágrimas,
como también los besos engañadores que le daba.
De algún modo, desde aquella hora, yo tuve una nueva
visión.
¡Querida Emily Sparks!

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