Edith Piaf, mito y símbolo de París

18/12/2015 23:59

La cantante francesa que hoy cumpliría cien años sigue vigente. Fue un espíritu libre que se entregó apasionadamente a la vida y al amor



Piaf le canta a las facetas más bellas y más dolorosas de la vida. Sin embargo, las baladas y chansons del “gorrión de París” son más que melodías conocidas en todo el mundo. Sus canciones son simbólicas. Piaf, que nació un 19 de diciembre hace 100 años, representa hoy en día el espíritu de París.

POR SABINE GLAUBITZ

“Non, je ne regrette rien” Edith Piaf / traducido al español

Acompañada sólo por una guitarra, la “reina del pop”, Madonna, cantó a mediados de noviembre en uno de sus conciertos en Estocolmo “La vie en rose” en honor a las víctimas de los atentados de París. Con el mismo propósito, Céline Dion cantó “L’hymne à l’amour” en los American Music Awards en Los Ángeles.

Canciones que, al igual que la “Marsellesa”, sirvieron para manifestar solidaridad con Francia en todo el mundo tras la masacre. Piaf se convirtió en un símbolo. Sin embargo, según Joël Huthwohl, que curó este año la muestra “Non, je ne regrette rien” en la Biblioteca Nacional de París”, representa el espíritu parisino, más que francés. En la muestra se exhibieron fotos, cartas, afiches y algunos extractos de películas de la particular carrera de Piaf, así como el vestido negro que siempre usaba en sus actuaciones.

Robert Belleret también es especialista en Piaf. En 2013 publicó bajo el título “Un mythe français” (Un mito francés) una de las biografías más completas sobre la cantante. Allí describió a una Piaf que representa la vida libre. Para muchos estudiosos de su historia, Piaf fue una mujer que se entregó apasionadamente a la vida y el amor.

Para Piaf no hubo tabúes ni convenciones. La vida no la trató con guantes de seda. Nacida en el barrio en ese entonces humilde de Belleville, fue abandonada cuando tenía dos años por su madre, una cantante de cafés. Su padre, un acróbata y contorsionista, llevó a la niña a vivir con su propia madre, dueña de un burdel. A los cuatro años sufrió una infección en la córnea que la dejó ciega. Sin embargo, según la cantante, se curó más tarde gracias a una peregrinación hacia la Santa Teresa.

La violencia y el alcoholismo marcaron la vida de Piaf, que medía apenas 1,47 metros. Su padre, que la entrenó como cantante callejera, bebía mucho y la golpeaba. También la cantante se sumió en el alcohol. Como escribió Piaf en sus memorias, “Mi vida”, poco antes de morir con sólo 48 años, en octubre de 1963, su abuela le daba de beber todas las mañanas una botella de vino tinto con algo de agua para diluirlo.

Trataba de dejar atrás el mal de amores y las crisis con borracheras. Tuvo muchas en su vida. Una de sus parejas, el campeón mundial de boxeo Marcel Cerdan, murió en octubre de 1949 en un accidente de avión en las islas Azores. Su único hijo, que nació cuando Piaf tenía 17 años, murió a los dos años a causa de una meningitis.

Piaf tuvo muchos hombres en su vida y sus relaciones siempre fueron la comidilla de la prensa del corazón, como la que tuvo con el cantante de chansons Georges Moustaki, 18 años menor que ella. Con Moustaki sufrió un grave accidente de automóvil. Ella se fracturó un brazo y varias costillas. Le dieron morfina para el dolor, de la que se hizo dependiente hasta su muerte. Moustaki, que murió en mayo de 2013, escribió para Piaf la música de “Milord”, una de sus chansons más famosas.

Fuente: DPA

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“La vie en rose”.

UNA VOZ SIEMPRE PRESENTE

La mítica voz de Edith Piaf sigue vibrando en el mundo, y su tierra natal, Francia, recuerda estos días a la artista con la publicación de biografías, cartas y nuevas grabaciones.

Coincidiendo con el centenario de su nacimiento, igual que pasó hace dos años con los cincuenta años de su muerte (el 10 de octubre de 1963), se han publicado numerosos libros que recuerdan su carrera, sus amores y sobre todo las canciones de la “Môme”.

El libro de Belleret reproduce documentos oficiales, entre ellos el certificado de nacimiento, pero también carteles, cartas y artículos de periódico.

Piaf también protagoniza un libro de recuerdos de su amiga Ginou Richer (“Piaf, mi amiga”), una biografía escrita por Claude Fléouter (“Edith Piaf, diez minutos de felicidad al día no están tan mal”) y un libro con un centenar de cartas que escribió a su confidente Jacques Bourgeat entre 1936 y 1959 (“Cartas al amigo de la sombra”).

2015 ha sido el año de Piaf en Francia. Se inauguró una nueva estatua en el museo de cera de la capital francesa y la cantante fue protagonista en julio del festival de música Francofolies, en la ciudad de La Rochelle.

Y Charles Aznavour, que fue su secretario y escribió letras para sus canciones, le rindió homenaje en un disco publicado en mayo, “De la môme à Edith”.

Pero no hay nada mejor para celebrar su centenario que escuchar de nuevo sus canciones.

En principio no quedan canciones inéditas por descubrir desde que en 2003 se publicaron seis. Aún así el sello Warner ha aprovechado el centenario para publicar sus archivos, en este caso canciones grabadas por Piaf a partir de 1946.

Se trata de un conjunto de 350 temas, entre ellos los más conocidos, que han sido remasterizados a partir de discos de vinilo nuevos de 78 revoluciones y de grabaciones originales, todas ellas reunidas en 20 CD.

Según el director artístico de la edición, Mathieu Moulin, era “un deber” actualizar este repertorio “sin distorsionarlo”, como pasó con las primeras grabaciones de Piaf, entre 1936 y 1945.

Esta nueva edición, explica Moulin, ha permitido corregir imperfecciones que había en algunas canciones. Es el caso de “Le bal dans ma rue” (1949), de la que sólo se conocía hasta ahora una versión demasiado rápida con relación a la original.

El trabajo de la discográfica también ha permitido descubrir que Piaf grabó en algunas ocasiones dos versiones de la misma canción, como en los casos de “Jezebel” (1951), “Les Amants de Venise” (1953) o “Heureuse” (1953).

Fuente: AFP.


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