Gramsci: Agitación y propaganda

 POR CARVAI01 7 DICIEMBRE, 2021

Cuadernos de la cárcel. Tomo II. Cuaderno 3, 1930.

[119] Pasado y presente. Agitación y propaganda. La debilidad de los partidos políticos italianos en todo su periodo de actividad, desde el Risorgimento en adelante (exceptuando en parte al partido nacionalista) ha consistido en lo que se podría llamar un desequilibrio entre la agitación y la propaganda, y que en otros términos se llama falta de principios, oportunismo, falta de continuidad orgánica, desequilibro entre táctica y estrategia, etcétera. La causa principal de este modo de ser de los partidos debe buscarse en la delicuescencia de las clases económicas, en la gelatinosa estructura económica y social del país, pero esta explicación es un tanto fatalista: de hecho, si bien es verdad que los partidos no son más que la nomenclatura de las clases, también es verdad que los partidos no son solamente una expresión mecánica y pasiva de las clases mismas, sino que reaccionan enérgicamente sobre ellas para desarrollarlas, consolidarlas, universalizarlas. Precisamente esto es lo que no ha sucedido en Italia, y la manifestación de esta «omisión» es precisamente este desequilibrio entre agitación y propaganda o como quiera llamársele.

El Estado-gobierno tiene cierta responsabilidad en este estado de cosas (puede llamarse responsabilidad en cuanto que ha impedido el fortalecimiento del propio Estado, o sea ha demostrado que el Estado-gobierno no era un factor nacional): de hecho el Estado ha operado como un «partido», se ha colocado por encima de los partidos no para armonizar sus intereses y sus actividades en los cuadros permanentes de la vida y de los intereses estatales nacionales, sino para disgregarlos, para apartarlos de las grandes masas y tener «una fuerza sin partido ligada al gobierno con vínculos paternalistas de tipo bonapartista-cesáreo»: así es como hay que analizar las llamadas dictaduras de Depretis, Crispi, Giolitti y el fenómeno parlamentario del transformismo. Las clases expresan a los partidos, los partidos elaboran a los hombres de Estado y de gobierno, los dirigentes de la sociedad civil y de la sociedad política. Debe haber una cierta relación útil y fructífera en estas manifestaciones y en estas funciones. No puede haber elaboración de dirigentes donde falta la actividad teórica, doctrinaria de los partidos, donde no se buscan y estudian sistemáticamente las razones de ser y de desarrollo de la clase representada. De ahí la escasez de hombres de Estado, de gobierno, miseria de la vida parlamentaria, facilidad de disgregar a los partidos, corrompiéndolos, absorbiendo a sus pocos hombres indispensables. De ahí la miseria de la vida cultural y la angustia mezquina de la alta cultura: en vez de la historia política, la erudición descarnada, en vez de religión, la superstición, en vez de libros y grandes revistas el periódico diario y el libelo. El día por día, con sus sectarismos y sus enfrentamientos personalistas, en vez de la política seria. Las universidades, todas las instituciones que elaboraban las capacidades intelectuales y técnicas, no permeadas por la vida de los partidos, del realismo viviente de la vida nacional, formaban cuadros nacionales apolíticos, con formación mental puramente retórica, no nacional. Así la burocracia se enajenaba del país, y a través de las posiciones administrativas, se convertía en un verdadero partido político, el peor de todos, porque la jerarquía burocrática sustituía a la jerarquía intelectual y política: la burocracia se convertía precisamente en el partido estatal-bonapartista.

Ver los libros que a partir del 19 criticaron un estado de cosas «similar» (pero mucho más rico en la vida de la «sociedad civil») en la Alemania del emperador Guillermo, por ejemplo el libro de Max Weber, Parlamento y gobierno en el nuevo ordenamiento de Alemania. Crítica política de la burocracia y de la vida de los partidos.

https://laclandestinavirtud.org/2021/12/07/gramsci-agitacion-y-propaganda/

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