Fue el primero entre los ejecutantes del apenas bautizado “jazz” en ser identificado como “un artista de genio”. Muy pocos músicos de jazz son tan conocidos como Sidney Bechet, especialmente entre la gente que no está particularmente familiarizada con la música. Nadie tiene una voz más fácil e inmediatamente reconocible. A los pocos meses de su muerte en 1959 se inauguró una estatua de él en la Riviera francesa y, gracias a los trabajos de su biógrafo, ahora sabemos que su rostro está en sellos postales de las repúblicas de Chad y Gabón. El poeta Philip Larkin escribió sobre él:
Sobre mí cae tu voz como dicen que el amor debe
Como un enorme sí.
Igualmente, en la década de 1920, Bechet fue admirado por otros músicos, incluidos hombres de considerable discernimiento como Duke Ellington y Benny Carter. Y pequeña maravilla. Después de todo, fue uno de los primeros, si no el primero, en convertir el saxofón en un importante instrumento de jazz.
¿Por qué, entonces, la carrera de Sidney Joseph Bechet (1897-1959) es, o más bien se convirtió, en la periferia de la corriente principal del desarrollo del jazz? Estaba colocado estratégicamente, y tenía originalidad y talento más que suficientes para convertirse en un modelo e inspiración para otros músicos, o un modelo permanente para quienes tocaban un instrumento: como Louis Armstrong, Coleman Hawkins, Django Reinhardt, Charlie Parker, Charlie Christian, John Coltrane. Sin embargo, si bien inspiró a Johnny Hodges de la banda de Ellington, su impacto durante su vida es difícil de rastrear, excepto en los discípulos blancos de Dixieland. Cuando los fanáticos blancos pusieron de moda a Bechet a fines de la década de 1930, ni siquiera era particularmente conocido entre los propios músicos.
El libro de John Chilton, uno de esos monumentos de recopilación de datos devotos y eruditos que el jazz ha inspirado con tanta frecuencia entre sus leales, probablemente proporcione tanto material para comprender el aislamiento de Bechet como es probable que obtengamos ahora. Ciertamente reemplaza los romances que pasaron como la autobiografía de Bechet.
Sidney Bechet - Summertime
Cuando Eric Hobsbawm fue crítico de jazz
Fue uno de los pensadores clave de la historia del siglo XX, pero además ejerció la crítica musical durante más de una década en los más diversos medios. El jazz, como él mismo contó, fue nada menos que su refugio y, al mismo tiempo, su primer gran amor.
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