El oficio de vivir»: diario de Cesare Pavese FRAGMENTOS

 


Traducción de Esther Benítez 


1935

6 de octubre

El que alguna de las últimas poesías sea convincente, no quita importancia al hecho de que las compongo con creciente indiferencia y renuencia. Tampoco importa mucho que el goce inventivo me resulte a veces sumamente agudo. Ambas cosas, unidas, se explican por la adquirida desenvoltura métrica, que priva del placer de excavar en un material informe, ya un tiempo por intereses míos de vida práctica que agregan una exaltación pasional a la meditación sobre ciertas poesías.
Cuenta en cambio esto: que me parece cada vez más inútil e indigno el esfuerzo; y más fecunda que la insistencia sobre estas cuerdas, la búsqueda, concebida hace tiempo, de nuevas cosas que decir y por lo tanto de nuevas formas que forjar. Porque lo que da tensión a la poesía en sus comienzos es el ansia de realidades espirituales ignotas, presentidas como posibles. Una última defensa contra la manía de violentos intentos renovadores la hallo en la convicción soberbia de que la aparente monotonía y severidad del medio, que ya poseo, ha de ser aún el mejor filtro de cualquier aventura espiritual mía. Pero los ejemplos históricos -aunque en materia de creatividad espiritual sea lícito atenerse a los ejemplos de cualquier tipo- están todos en contra de mí.
Sin embargo, hubo un tiempo en el que tenía muy vivo en la memoria un acopio pasional y sencillísimo de materia, sustancia de mi experiencia, que había que reducir a claridad y determinación orgánica al versificar. y cada uno de mis intentos se relacionaba, sutil pero inevitablemente, con este fondo y jamás me pareció desviarme por extravagante que fuese el núcleo de cada nueva poesía. Sentía que componía algo que superaba siempre el fragmento (del momento) (actual).
Llegó el día en que el acopio vital quedó del todo asumido en la obra, y me pareció que ya sólo trabajaba con retazos o que me limitaba a sutilizar. Tan cierto es esto que -y lo advertí mejor cuando quise aclararme en un estudio el trabajo realizado- disculpaba las ulteriores búsquedas de mi poesía como aplicaciones de una técnica consciente del estado de ánimo, cuando lo que hacía era una poesía- juego de mi vocación poética. Esto es, volvía a incurrir en el error que, identificado y eludido, había servido al principio para conservarme tan fresca osadía creativa, de versificar, y, aunque fuese indirectamente, sobre mí como poeta. (Exegi monumentum...). A esta sensación de involución puedo responder que en vano buscaría ahora en mí un nuevo punto de partida. Desde el día de los Mares del Sur (1), cuando por primera vez me expresé a mí mismo de forma resuelta y absoluta, comencé a construir una persona espiritual que nunca podré ya sustituir conscientemente, so pena de negarla y de poner en tela de juicio cualquier futuro e hipotético impulso mío. Respondo, pues, a la sensación de inutilidad presente, humillándome en la necesidad de interrogar a mi espíritu sólo de aquellos modos que hasta ahora le fueron naturales y fructíferos, remitiendo cualquier descubrimiento a la fecundidad de cada caso en particular. Pues la poesía sale a la luz intentándola y no formulándola.
Pero ¿por qué, al igual que hasta ahora me he limitado como por capricho sólo a la poesía en verso, no intento otro género? La respuesta es una sola y acaso insuficiente: por razones de cultura, de sentimiento, de hábito ya y no por capricho, no sé salir de ese sendero, y me parecería de aficionado el antojo de cambiar la forma para renovar la sustancia.

9 de octubre 

Todo poeta se ha angustiado, se ha asombrado y ha gozado. La admiración por un gran pasaje de poesía no se dirige nunca a su pasmosa habilidad, sino a la novedad del descubrimiento que contiene. Incluso cuando sentimos un latido de alegría al encontrar un adjetivo acoplado con felicidad a un sustantivo, que nunca se vieron juntos, no es el estupor por la elegancia de la cosa, por la prontitud del ingenio, por la habilidad técnica del poeta lo que nos impresiona, sino la maravilla ante la nueva realidad sacada a la luz.
Es digna de meditación la gran potencia de imágenes como las de las grullas, la serpiente o las cigarras; o las del jardín, la meretriz y el viento; las del buey, del perro, de Trivia, etc. Ante todo, están hechas para obras de vasta construcción, pues representan la ojeada echada a las cosas externas en el curso de la atenta narración de hechos de importancia humana. Son como un suspiro de alivio, una mirada por la ventana. Con ese aspecto suyo de detalles decorativos que han brotado variopintos de un duro tronco, prueban la inconsciente austeridad del creador. Exigen una natural incapacidad para los sentimientos paisajísticos. Utilizan clara y honestamente la naturaleza como un medio, como algo inferior a la sustancia del relato. Como una distracción. Y esto ha de entenderse históricamente, pues mi idea de las imágenes como sustancia del relato lo niega. ¿Por qué? Porque nosotros hacemos poemas breves. Porque aferramos y martilleamos en un significado un único estado de ánimo, que es principio y fin en sí mismo. Y no nos está permitido por tanto hermosear el ritmo de nuestro condensado relato con desahogos (2) naturalistas, que serían remilgos, sino que debemos, preocupados por otra cosa, o bien ignorar la naturaleza vivero de imágenes, o expresar justamente un estado de ánimo naturalista, en el que la mirada por la ventana es la sustancia de toda la construcción. Por lo demás, basta con pensar en alguna obra moderna de vasta construcción -en novelas, pienso- y he aquí que encontramos en ella, a través de una maraña de filtraciones paisajísticas debidas a nuestra insuprimible cultura romántica, nítidos ejemplos de imaginismo-distracción.
Supremo entre los antiguos y los modernos -entre la imagen-distracción y la imagen-relato- es Shakespeare, que construye con vastedad y al tiempo es toda una mirada por la ventana; surge en una imagen retoñante de un tronco austero de humanidad y al tiempo construye la escena, el play [pieza de teatro] entero, como interpretación imaginista del estado de ánimo. Esto debe nacer de la felicísima técnica dramática, para la cual todo es humanidad -la naturaleza, inferior-, pero también todo, en el lenguaje imaginativo de sus personajes, es naturaleza.
Maneja fragmentos de lírica, con los que hace una estructura sólida. Narra, en suma, y canta indisolublemente, único en el mundo.


10 de octubre

Aun admitiendo que yo haya alcanzado la nueva técnica que trato de explicarme, es evidente empero que diseminados aquí y allá se encuentran rasgos filtrados a través de larvas de otras técnicas. Esto me impide ver con claridad la esencia de mi estilo (digamos con cautela, en contra de Baudelaire, que en poesía no todo es previsible y al componer se eligen a veces formas no por razones claras, sino por instinto; y se crea, sin saber con definida claridad cómo). Es cierto que yo tiendo a sustituir el desarrollo objetivo de la trama por la calculada ley fantástica de la imagen, porque así lo pretendo; pero hasta dónde llega ese cálculo, qué importancia tiene una ley fantástica, y dónde acaba la imagen y comienza la lógica, son problemillas de no escasa monta.

Esta noche, bajo las lunares rocas rolas, pensaba en qué gran poesía sería la que mostrase al dios encarnado en este lugar, con todas las alusiones de imágenes que semejante trato consentiría. Al punto me sorprendió la conciencia de que ese dios no existe, de que yo lo sé, estoy convencido de ello, y por lo tanto otros podrían hacer esa poesía, pero no yo. De ahí pasé a pensar cuán alusivo y all-pervading [que la impregna todo] ha de ser cualquier futuro tema mío, del mismo modo que debía ser alusiva y all-pervading la fe en el dios encarnado en las rocas rojas, si un poeta se hubiera servido de ella.
¿Por qué no puedo tratar yo de las lunares rocas rojas? Pues porque no reflejan nada mío, salvo una descarnada turbación paisajística, que nunca debiera justificar una poesía. Si estas rocas estuvieran en el Piamonte, sabría perfectamente, empero, absorberlas en una imagen y darles un significado. Lo cual equivale a decir que el primer fundamento de la poesía es la oscura conciencia del valor de las relaciones, incluso las biológicas, que viven ya con una larval vida de imágenes en la conciencia prepoética.
Seguramente debe ser posible, incluso para mí, hacer poesía sobre una materia de fondo no piamontesa. Debe serlo, pero hasta ahora no lo ha sido casi nunca. Esto significa que aún no he salido de la simple reelaboración de la imagen representada materialmente por mis lazos originarios con el ambiente; que, en otras palabras, en mi laboreo poético hay un punto muerto, gratuito, un material subyacente del que no logro prescindir. Pero ¿se trata en verdad de un residuo objetivo o de sangre indispensable?

17 de octubre

Habiendo recomenzado esta mañana y terminado el poema de la liebre, del cual, justamente por culpa de la liebre, desesperaba, siento cierta osadía para perseverar en el oscuro esfuerzo. Me parece haber conquistado de veras tal instinto técnico que, sin pensar deliberadamente en ellas, mis fantasías me brotan ya imaginadas de acuerdo con esa fantástica ley que mencionaba ello de octubre. Y mucho me temo que eso significa que ya es hora de cambiar de música, o al menos de instrumento. Si no, llego a un punto en que, antes aun de componer la poesía, esbozo un ensayo crítico. Y la cosa se convierte en un asunto tan burlesco como el Lecho de Procusto (3).
He aquí la fórmula hallada para el futuro: si antaño me torturaba por crear una mezcla de mis lirismos (apreciados por su ardor pasional) y de mi estilo epistolar (apreciable por el control lógico e imaginativo) y el resultado fueron los Mares del Sur con toda su coda, ahora debo encontrar el secreto para fundir la fantástica y sentenciosa vena de Trabajar cansa con la otra, burlona y realistamente entonada a un público, de la pornoteca. Y es indudable que eso exigirá la prosa.
Porque sólo una cosa (entre tantas) me parece insoportable para el artista: no sentirse ya en los comienzos.


28 de octubre

La poesía comienza cuando un necio dice del mar: "Parece aceite". No se trata, en absoluto, de una más exacta descripción de la bonanza, sino del placer de haber descubierto la semejanza, del cosquilleo de una misteriosa relación, de la necesidad de gritar a los cuatro vientos que se ha notado.
Pero resulta igualmente necio detenerse aquí. Iniciada así la poesía, es preciso acabarla y componer un rico relato de relaciones que equivalga hábil- mente a un juicio de valor.
Esta sería la poesía típica, la idea. Pero normalmente las obras están hechas de sentimiento -la exacta descripción de la bonanza- que a ratos espumea en descubrimientos de relaciones. Puede ocurrir que la poesía típica sea irreal y -al igual que vivimos también de microbios- lo que se ha hecho hasta ahora conste de meros trozos miméticos (sentimiento), de pensamientos (lógica) y de relaciones a la buena de Dios (poesía). Una combinación más absoluta quizá sería irrespirable y necia.


1 de noviembre

Es interesante la idea de que el sentimiento en arte sea el puro trozo mimético, la exacta descripción de la bonanza. Esto es, una descripción hecha con términos propios, sin descubrimientos de relaciones imaginativas y sin intrusiones lógicas.
Pero, si es concebible una descripción que no cuente imágenes (que quizá la misma naturaleza del lenguaje niega), ¿puede existir una descripción al margen del pensamiento lógico? ¿No es ya expresión de juicio observar que el árbol es verde? O, si pare- ce ridículo encontrar un pensamiento en semejante trivialidad, ¿dónde acaba la trivialidad y comienza el verdadero juicio lógico? Remito a mejor filósofo el segundo párrafo. Sin embargo, me parece exacto que el sentimiento consiste en describir con propiedad. Utilizar las emociones para descubrir en ellas relaciones es, en efecto, elaborar ya racionalmente estas experiencias.
¿Y cómo es que la naturaleza del lenguaje niega la posibilidad de usar imágenes? El que verde se derive de vis, y aluda a la fuerza de la vegetación, es una relación hermosa e indiscutible; pero también es indiscutible la sencillez actual de esta palabra y su remitirse de inmediato a una idea única. El que arribar significase antaño abordar, y al principio fuera hacer una imagen náutica decir que el invierno arribaba, no priva de absoluta objetividad a la misma observación hecha líneas antes. Mi paréntesis era, pues, estúpido. Y no le demos más vueltas.


9 de noviembre

La búsqueda de una renovación está ligada al afán constructivo. Ya he negado valor poético de conjunto al cancionero que aspire a poema, y sin embargo, sigo pensando en cómo disponer mis poemillas, para multiplicar y completar su significado. Vuelve a parecerme que no hago sino presentar estados de ánimo. Vuelve a faltarme el juicio de valor, la revisión del mundo.
Cierto es que la colocación calculada de las poesías en el cancionero-poema no responde sino a una complacencia decorativa y refleja. Esto es, dadas las poesías de Las Flores del Mal, el hecho de que estén dispuestas así o asá, puede ser elegante y es- clarecedor, e incluso crítico, pero nada más. Dadas las poesías como ya compuestas, pero el hecho de que Baudelaire las haya compuesto así una a una, convincentes y cautivadoras en conjunto como un relato, ¿no podría derivarse de la concepci6n moral, juzgadora, exhaustiva de su totalidad? ¿Acaso una página de la Divina Comedia pierde su valor intrínseco de nota de un todo si la arrancamos del poema o la desplazamos?
Pero, dejando para mejor momento el análisis de la unidad de la Comedia, ¿es posible atribuir un valor de pertenencia-a-un-conjunto a una poesía concebida en sí, según el aleteo de una inspiración ? Además, me parece inverosímil que Baudelaire no concibiera una poesía en sí, sino que la pensara engranada con las otras.
Y aún hay más. Dado que una poesía no está clara para su autor, en su significado más profundo, hasta que está terminada, ¿ cómo es posible que aquél construyera su libro sino reflexionando sobre las poesías ya hechas? El cancionero-poema es, pues, siempre un afterthought [reflexión a posteriori]. Aunque sigue en pie la objeción de que, sin embargo, fue posible concebir como un todo -dejemos de lado la Comedia-, sin duda alguna, los dramas shakespearianos. Es preciso decirlo: la unidad de estas obras proviene justamente de la realista persistencia del personaje, del desarrollo naturalista de los hechos, que al producirse en una conciencia no frívola pierde su materialidad y adquiere significado espiritual, se convierte en estado de ánimo.


10 de noviembre

¿Por qué pido siempre a mis poesías un contenido exhaustivo, moral, juzgador? ¿ Yo, a quien no le convence que el hombre juzgue al hombre? Mi pretensión no es sino un vulgar deseo de echar mi cuarto a espadas. Lo cual dista mucho de la administración de la justicia. ¿Hago yo justicia en mi vida? ¿Me importa algo la justicia en las humanas cosas? y entonces, ¿por qué la pretendo pronunciada en las poéticas?
Si hay algún símbolo en mis poesías, es el símbolo del que ha escapado de casa y regresa con alegría al pueblecito, tras haberlas pasado de todos los colores y siempre pintorescas, con poquísimas ganas de trabajar, disfrutando mucho con cosas sencillísimas. siempre generoso y bonachón y franco en sus juicios, incapaz de sufrir a fondo, contento de seguir a la naturaleza y gozar a una mujer, pero también contento de sentirse solo y sin compromisos, dispuesto a recomenzar cada mañana: los Mares del Sur en suma.


12 de noviembre

Lo que precede puede ser una generalización. Sería preciso hacer el inventario de las poesías del libro, cuáles no entran en el cuadro trazado. Es evidente que los grupos no se diferenciarán por una divergencia de vicisitudes, tanto más cuanto que mi protagonista "las pasa de todos los colores", sino por divergencia en el sentir, por ejemplo: capacidad de sufrir a fondo, incapacidad de soledad, descontento ante la naturaleza, cautela y malignidad. La única de estas actitudes propuestas que encuentro excepcionalmente ya realizada es la impaciencia ante la soledad en el aspecto sexual (Maternidad y Paternidad). Pero presiento que la nueva vía no estará ni en la dirección ya recorrida a lo largo ya lo ancho ni en los diversos "no" imaginados por oposición; sino en el aprovechamiento de algún modo lateral que, conservando el personaje ya realizado, desplace insensiblemente sus intereses y su experiencia. Esto ocurrió en la época de Una estación, cuando, interesándome por la vida carnal hasta entonces desdeñada, conquisté un nuevo mundo de formas (salto de los Mares del Sur al Dios-cabro ). En suma, es estéril la búsqueda de un nuevo personaje, y fecundo el interés humano del viejo personaje por nuevas actividades.


16 de noviembre

El problema estético, mío y de mis tiempos, más urgente es sin duda el de la unidad de una obra de poesía. Si deberemos contentarnos con la empírica ligazón aceptada en el pasado, o explicar esta ligazón como una transfiguración de materia en espíritu poético, o buscar un nuevo principio ordenador de la sustancia poética. Han percibido este problema y han negado los tres puntos antedichos los pulverizadores actuales de la poesía, los poetas de la precisión. Es preciso volver a la poesía de situación. ¿Aceptando tal cual las situaciones del pasado o dando una nueva manera espiritual de situar los hechos?
La nueva manera que yo creía haber puesto en práctica -la imagen-relato- me parece hoy que no vale más que cualquier medio retórico helenístico. Es decir, un simple hallazgo, del género de la repetición o del in medias res, que tiene una gran eficacia ocasional, pero que no basta para constituir un enfoque suficiente.


7 de diciembre

Ha de profundizarse la afirmación de que el secreto de mucho gran arte estriba en los impedimentos que, en forma de reglas, impone el gusto contemporáneo. Las reglas del arte, proponiendo un ideal definido que hay que alcanzar, dan al artista una meta que impide el laboreo en el vacío del ingenio. Pero es preciso agregar que jamás el valor de las obras está para nosotros en las reglas observadas, sino -en vista de la heterogeneidad de los fines- en estructuras crecidas, bajo la mano del artista durante su búsqueda de lo que la regla -el gusto- exige. El ingenio recalentado por un juego racional, como es el intento de alcanzar ciertos resultados tenidos por valiosos, supera el abstracto valor de convención de esos "gustos" y crea arrebatadamente nuevas arquitecturas. Sin saberlo; y esto es lógico, si se piensa que el secreto de una estructura artística se le escapa a su creador hasta que, esclareciéndosela, él mismo le quite interés. Así resuelvo la necesidad de "inteligencia" en arte: existe aplicación consciente de ésta, pero sólo a aquellas metas contemporáneas que, válidas para el artista y para su tiempo, se funden después en la erupción de poesía nacida del recalentamiento del ingenio. El artista trabaja con su cerebro para llegar a metas que perderán valor ante la posteridad; pero, al obrar así, su "cerebro" crea precríticamente nuevas realidades intelectuales: Ejemplo: la manía del conceit [noción o expresión imaginativa, ingeniosa o aguda] entre los isabelinos y el resultado shakespeariano de la imagen-relato. La afición al ejemplo con- creto del mundo científico clásico y la resultante visión cósmica de Lucrecio.


15 de diciembre

En cuanto a mí, la composición de una poesía se produce de un modo que -de no mostrármelo la experiencia- jamás hubiera creído. Moviéndome en torno a una informe situación sugerente, gimoteo para mí mismo una idea, encarnada en un ritmo abierto, siempre el mismo. Las diversas palabras y los diversos nexos colorean la nueva concentración musical, identificándola. y lo más importante está hecho. Sólo queda entonces volver sobre esos dos, tres, cuatro versos, casi siempre ya en este estadio definitivos e iniciales, y atormentarlos, interrogar- los, adaptar sus variados desarrollos, hasta que doy con el justo. La poesía ha de extraerse toda del núcleo que he dicho. y cada verso que se añade lo determina cada vez mejor y excluye un número cada vez mayor de errores fantásticos. Hasta que las posibilidades intrínsecas del punto de partida están todas identificadas y desarrolladas en la medida de mis fuerzas; poco a poco se han ido formando bajo la pluma nuevos núcleos rítmicos, identificables en las diversas "imágenes" singulares del relato; y llego, desganadamente porque el interés se está ya acabando, al último verso conclusivo, casi siempre amplio y reposado y ligado con el comienzo y recapitulación alusiva de los diversos nucleos. ¿ Será esto la cristalización de Stendhal? Tengo ante mí un conjunto rítmico -lleno de colores, de pasajes, de impulsos y de distensiones- donde los distintos momentos de descubrimiento, de avance -los núcleos, en suma- se intercambian, se iluminan, perennemente activados por la sangre rítmica que corre por doquier. Me encojo de hombros de pensar en otra cosa, pero sonrío estimulado por el secreto.


1936

23 de febrero

Cuanto más lo pienso, más notable me parece el hecho homérico del libro-unidad. En un estadio que todo inclinaría a suponer proclive a la uniformidad, se revela en cambio el gusto por el tapiz circunscrito y abigarrado, el estudio de la unidad diferenciada. Es, en realidad, un escritor de relatos diversamente condicionados (el amor, la pasión heroica, la aventura, la guerra, el idilio, el regreso, el mundo epicúreo, el gusto social, la venganza, la ira, etcétera). En esto es como sus allegados Dante y Shakespeare: poderosos. fabulosos constructores que se deleitan con el detalle, sentido hasta el revoloteo, que respiran toda la vida con regulares y perfectas respiraciones cotidianas. Sobre todo, no son hombres de grito repentino y monótono, que irrumpe de la experiencia y la sobreentiende y unifica en una sensación; sino vates castizos, impregnados de cosas, tranquilos e impasibles suscitadores de la variedad, socarrones de la experiencia, a la que tallan en figuras como por juego, acabando por sustituirla, astutísimos. Carecen sobre todo de ingenuidad.
Entendidos así, los creadores aparecen bien acondicionados para ese trabajo de grandiosa y sutilísima habilidad, astucia, que se requiere para cumplir el papel de puente entre relato y poesía. Son admirables en el compromiso, en el arte enteramente social y prudencial de la experiencia. En lugar de derivar una grandeza de la violencia de los sentimientos, la derivan del arte de saber vivir. Esta base biográfica es la única cosa que tienen en común los líricos y los creadores. Pero mientras que para los líricos todo se extingue en esta violencia, para ellos, para los maestros, el saber vivir es un arte que simplemente sirve para tornear el material humano, entregado a sí mismo, pulido, ultimado: puesto a disposición de todos. Así ellos desaparecen en la obra, mientras que los líricos se desfiguran en ella.


10 de abril

Cuando un hombre está en mi situación sólo le queda hacer examen de conciencia.
No tengo motivos para rechazar mi idea fija de que cuanto le ocurre a un hombre está condicionado por todo su pasado; en suma, es merecido. Evidentemente, buenas las he hecho para encontrarme en este punto.
Ante todo, ligereza moral. ¿Me he planteado nunca en serio el problema de lo que debo hacer en conciencia? He seguido siempre impulsos sentimentales, hedonistas. No caben dudas sobre esto. Hasta mi misoginia (1930-1934) era un principio superfluo: no quería incordios y me complacía esa pose. Luego se ha visto hasta qué punto esa pose era invertebrada. y también en la cuestión del trabajo, ¿he sido alguna vez más que un hedonista ? Me complacía en el trabajo febril ya saltos, bajo la inspiración de la ambición, pero tenía miedo, miedo de ligarme. Nunca he trabajado de veras y en realidad no sé ningún oficio. y se ve con claridad también otra lacra. Jamás he sido un simple inconsciente, que goza con sus satisfacciones y se le da un ardite de lo demás. Soy demasiado cobarde para eso. Me he acunado siempre con la ilusión de sentir la vida moral, pasando instantes deliciosos -es la palabra exacta- al plantearme casos de conciencia, sin la decisión de resolverlos en la acción. Yeso si no quiero desenterrar la complacencia que antaño experimentaba en el envilecimiento moral con finalidad estética, esperándome de eso una carrera de genio. Y esa época no la he superado aún.
A las pruebas. Ahora que he alcanzado la plena abyección moral, ¿en qué pienso? Pienso en lo hermoso que sería si esa abyección fuese también material, si tuviera por ejemplo los zapatos rotos.
Sólo así se explica mi actual vida de suicida. Y sé que estoy condenado para siempre a pensar en el suicidio ante cualquier molestia o dolor. Esto es lo que me aterra: mi principio es el suicidio, nunca consumado, que no consumaré nunca, pero que acaricia mi sensibilidad.
Lo terrible es que todo cuanto me resta ahora no basta para enderezarme, porque en idéntica situación -aparte las traiciones- me encontré en el pasado y tampoco entonces encontré ninguna salvación moral. Ni siquiera me endureceré esta vez, está claro.
Y sin embargo -puede que la infatuación me engañe, pero no lo creo-, había encontrado el camino de salvación. Y con toda la debilidad que en mí había, esa persona sabía sujetarme a una disciplina, a un sacrificio, con el simple don de sí misma. Y no creo que eso fuese una bobada, porque el don de ella me elevaba a la intuición de nuevos deberes, les daba cuerpo ante mí. Porque abandonado a mí mismo, ya he hecho la experiencia, estoy seguro de no tener éxito. Hecho una carne y un destino con ella, habría triunfado, estoy igualmente seguro. A causa también de mi propia cobardía: habría sido un imperativo a mi lado.
Y en cambio, ¡qué ha hecho! Quizá ella no sepa, o si no sabe no le importa. Y es justo porque ella es ella y tiene su pasado que le traza su futuro.
Pero ha hecho esto. Yo he tenido una aventura, durante la cual se me ha juzgado y se me ha declarado indigno de continuar. Ante este golpe de gracia no es ya absolutamente nada el lamento del amante, que sin embargo es tan atroz, o el derrumbe de la posición, que también es grave.
Se confunde, el sentido de este golpe de gracia con el martillazo que en 1934 había cesado de golpearme: ¡fuera ]a estética, fuera las poses, fuera el genio, fuera todas las mentiras!, ¿he hecho algo en la vida que no sea el gilipollas?
Gilipollas en el sentido más trivial e irremediable de hombre que no sabe vivir, que no ha crecido moralmente, que es vano, que se sostiene con el puntal del suicidio, pero no lo comete.


20 de abril

Veamos si incluso de esto se puede sacar una lección de técnica.
La de costumbre -trivial, pero aún no profundizada. Es sumamente voluptuoso abandonarse la sinceridad, anularse en algo absoluto, ignorar todo lo demás; pero justamente -es voluptuoso-, y por lo tanto es preciso dejarlo. Si tengo hoy clara una cosa, es ésta: cada putada que me han hecho, se ha originado en mi voluptuoso abandono a lo absoluto, a lo desconocido, a lo inconsistente. No he comprendido aún en qué consiste lo trágico de la existencia, aún no me he convencido. Y sin embargo, está muy claro: es preciso vencer el abandono voluptuoso, dejar de considerar los estados de ánimo como fines en sí.
Para un poeta es difícil. O también muy fácil. Un poeta se complace hundiéndose en un estado de ánimo y disfrutando con él: ahí está la huida de lo trágico. Pero un poeta no debería olvidar jamás que un estado de ánimo no es aún nada para él, que lo que importa para él es la poesía futura. Este esfuerzo de frialdad utilitaria es su tragedia.
Que hay que vivir trágicamente y no voluptuosamente lo prueba cuanto he padecido hasta ahora. Más aún, cuanto he padecido inútilmente. Me ha abierto los ojos la relectura de las poesías del 27. Encontrar en aquella pringosa y napolitana ingenuidad los mismos pensamientos y las mismas palabras de este mes pasado me ha aterrado. Han transcurrido nueve años, ¿y yo sigo respondiendo tan infantilmente a la vida ? ¿Y aquella virilidad que parecía algo mío, duramente conquistado en los años de trabajo?, ¿era tan inconsistente?
La culpa de tal insuficiencia no ha de achacarse, menos que a cualquier otra cosa, a la poesía. La poesía, si acaso, me ha enseñado a dominarme, a recogerme, a ver claro; la poesía me ha devuelto a mí mismo, en el más práctico de los sentidos. La culpa es de la ensoñación, cosa muy distinta, y enemiga del buen arte. Es de mi deseo de eludir las responsabilidades, de sentir sin pagar.
No es sólo una similitud el paralelo entre una vida de abandono voluptuoso y el hacer poesías aisladas, pequeñas, una de vez en cuando, sin responsabilidad de conjunto. Eso habitúa a vivir a saltos, sin desarrollo y sin principios.
La lección es ésta: construir en arte y construir en la vida, proscribir lo voluptuoso tanto en el arte como en la vida, ser trágicamente. (Eso no veda, claro, hacer el cerdo de vez en cuando, o un sonetillo y un relato; más aún, es preciso hacerlo. Solamente, acordarse de que, para componer un cuento o una velada, no es preciso alborotar cielo y tierra.)
Explicado y suscrito esto, es humano dejar desahogar y meditar en que jamás nadie me ha hecho agravio más grande. No por la cuestión del amor -estamos hasta los cojones del amor-, sino por esa otra razón de que precisamente esta vez yo estaba intentando pagar, responder, ligarme y limitarme, tragicizar lo voluptuoso, en suma. Conviene que me haya ocurrido lo contrario: así probará si mi virilidad puede recobrarse. Conviene, conviene, pero ha sido una gran canallada. Y bien pensado, excluyendo de buen grado toda voluptuosa ensoñación y pasión, ¿quién puede decir que mi tortura no nace justamente de eso -de que me han hecho una cosa injusta-, una mala acción? ¿Y no se encuentra también aquí una lección de técnica una poética?


24 de abril

Es preciso haber sentido la manía de la autodestrucción. No hablo del suicidio: gente como nosotros, enamorada de la vida, de lo imprevisto, del placer de "contarla", sólo puede llegar al suicidio por imprudencia. Y además, el suicidio aparece ya como uno de esos heroísmos míticos, de esas fabulosas afirmaciones de una dignidad del hombre ante el destino, que interesan estatuariamente, pero que nos dejan abandonados a nosotros mismos.
El autodestructor es un tipo más desesperado y utilitario al tiempo. El autodestructor se esfuerza por descubrir en su interior cualquier lacra, cualquier cobardía, y por favorecer estas disposiciones a la anulación, buscándolas, embriagándose con ellas, disfrutándolas. El autodestructor está en definitiva más seguro de sí que cualquier vencedor del pasado, sabe que el hilo del apego al mañana, a lo posible, al prodigioso futuro, es un cable más fuerte -tratándose del último empujón- que no sé cuál fe o integridad.
El autodestructor es sobre todo un comediante y un dueño de sí. No desperdicia ninguna oportunidad de sentirse y de probarse. Es un optimista. Lo espera todo de la vida, y se va afinando para producir bajo las manos del caso futuro los sonidos más agudos o significativos.
El autodestructor no puede soportar la soledad. Pero vive en un continuo peligro: que lo sorprenda una manía de construcción, de ordenación, un imperativo moral. Entonces sufre sin remisión, y podría incluso matarse.

Es preciso observar bien esto: en nuestros tiempos el suicidio es un modo de desaparecer, se comete tímidamente, silenciosamente, chatamente. No es ya un hacer, es un padecer.
¿Quién sabe si volverá aún al mundo el suicidio optimista?

Expresar en forma de arte, con finalidad catártica, una tragedia interior, sólo puede hacerlo el artista que a través de la tragedia vivida estaba ya tendiendo sutilmente sus hilos constructivos, desarrollaba una incubación creadora, en suma. No existe la tempestad sufrida locamente y después liberación a través de la obra, so pena de suicidio. Tan cierto es esto que los artistas que se han matado de veras por sus trágicos casos, suelen ser ligeros cantores, aficionados a sensaciones, que nada insinuaron jamás en sus cancioneros del profundo cáncer que los roía. De lo cual se aprende que el único modo de huir del abismo es mirarlo y medirlo y sondearlo y bajar a él.

Es de una desolación tonificante -como una mañana invernal- el padecer una injusticia. Eso hace retoñar, según nuestros más celosos deseos, la fascinación de la vida; devuelve el sentido de nuestro valor frente a las cosas; adula. Mientras que sufrir por puro azar, por una desgracia, es envilecedor. Lo he probado, y quisiera que la injusticia que la ingratitud hubieran sido mayores. Esto llama vivir y, a los veintiocho años, no ser precoces.

Para la humildad. Es tan raro, sin embargo, sufrir una hermosa y total injusticia. Son tan tortuosos nuestros actos. En general, siempre encontramos que un poco de culpa la tenemos también nosotros, y adiós mañana invernal.


25 de abril

Hoy, nada.


26 de abril

Existe también el tipo que, cuanto más bajo cae y cuando debería pensar sólo en levantarse, más piensa en volar y más se exalta. Es ante todo el gusto por los contrastes y el hábito de contemplarse. Nadie que no tenga el vicio de mirarse a sí mismo como si fuera otro -un importantísimo otro- puede durante el dolor o la preocupación exaltarse en cambio con el placer y la Libertad.
Un hombre que ha vivido doce años con un ideal -tanto mas si es inconfesado-, cuando despierta se encuentra inevitablemente comprometido con su carácter y ya no huye del habito de aquel ideal. Ahora bien, entre las muchas cosas monstruosas, el hábito de un ideal es feísimo. Y uno se corrige de todo, pero no de eso. Podrá tratar de cambiar la dirección de su ideal, pero nada más.
Por fortuna entre todos los hábitos espirituales -pasiones, deformaciones, complacencia, serenidad, etcétera-, el único que sobrevive a los días es la calma. Volverá.

Hay que andarse con cuidado al comunicar los descubrimientos psicológicos de poderosas perversidades a quien ignoraba ser así; porque la primera víctima será el descubridor verídico. La vieja historia del toro de Perilo.
Quien revela a una mujer el ser potencial de ella, será el primer cornudo.
Es matemático. Eso es, matemático.

¿Qué método mejor para una mujer que quiere joder a un hombre que llevarlo a un ambiente que no es el suyo, vestirlo de modo ridículo, exponerlo a cosas en las que es inexperto, y -en cuanto a ella- tener mientras tanto otras cosas que hacer, incluso esas mismas que el hombre no sabe hacer? No sólo lo jode delante del mundo, sino -importante para una mujer, que es el animal mas racional que existe- lo convence de que esta jodido, conserva la buena conciencia. Porque con habilidad y experiencia se llega a esta cosa increíble: preparar las cosas y los hechos -las cadenas de causalidad-, de modo que, cuanto se desea, se produzca sin ofender los propios principios de comportamiento ético.


27 de abril

Cuenta:

«Un día me dijo cómo me trataría. Era en aquella época ansiosa en la que nada había ocurrido, pero debía producirse. La hacia hablar de su pasado, con el afán de conocer cuanto mas pudiera de ella, y tener un motivo para mi ensoñación.
Hablaba de un jovenzuelo ingenuo que la había abordado en el tren. Lo describía como decidido y normal. No le costó mucho trabajo infatuarlo. Con palabras y gestos. (También conmigo hizo un viaje.) Y después terminó dándole un nombre falso.»Y el jovenzuelo le había escrito pidiéndola en matrimonio.»

28 de abril

«Que al señor le agraden las cosas claras, me parece muy bien por su buen gusto. Pero reflexione el señor que las cosas claras se digieren en seguida, y luego vuelve el apetito. Mucho mejor roer en le difícil, darse maña en la búsqueda de lo pequeño hacer durar mas la esperanza, en suma.»

¿Por que tomárselo tan a pecho? Hemos vuelto al 29. Compuse poemas ociosos, sufrí por la incapacidad de trabajar, sólo y contrito en medio de la vida, vagabundo irritado ante el espectáculo público. ¿Que es lo que falta? ¿Los siete años transcurridos?
Pero ya basta: ¿ha importado alguna vez la juventud en mi oficio? Y si los siete años no faltaran, si hubieran acabado todos bien, es decir, si hubiera compuesto poemas perdurables, encontrado un trabajo satisfactorio, estuviera acoplado y agradecido a la vida, casado y alegre con el espectáculo público; si todo hubiera salido así, ¿tendría algo más? ¿Habría valido la pena? ¿Estaría sentado ante esta mesa con más gozo?
Y, si respondiera que me encantaría estar ligado, tener deberes, ¿no estaría diciendo algo inútil, dado que deberes siempre los tiene uno, con tal de que quiera?

Y entonces, entonces, ¿Sólo la echo de menos a ella? ¿A ella, que me ha jodido? Pero, si todo lo demás sigue inalterable, ¿que representa ella sino una trivial desilusión sentimental?
Animo, joven, ni siquiera es lícito hundirse en un gran fracaso; no existe el fracaso; estamos como antes, hemos quemado siete años, nos han ocurrido cosas amables; recomencemos, pero sin gritar, y tengamos presente que no hay razón alguna para que dentro de otros siete años no volvamos a repetir el mismo discurso. Y luego también, y luego también. Pues ¿quien ha dicho que la vida es para gozarla? Chico, tenemos aun las ilusiones juveniles.
Pero, si es cierto que a todos les ocurre lo mismo, ¿cómo es que los viejos no tienen todos caras turbadas. endemoniadas, torturadas, rotas, y son en cambio tan tranquilos?
La única cosa clara es por que los muertos se pudren. Con todo ese veneno en el cuerpo.


1 de mayo

El que la poesía nazca de la privación, lo apoya el hecho de que la poesía griega sobre los héroes se realiza cuando los epígonos son expulsados de las patrias donde están las tumbas de los héroes.


5 de mayo

El pecado no es una acción en vez de otra, sino toda una existencia mal trabada. Hay quien peca y quien no. Las mismas cosas (odiar, joder, holgazanear, maltratar, humillarse, ensoberbecerse) en uno son pecados, en otros no.
Haber pecado significa quedar convencido de que esa acción es, de un modo misterioso, creadora de infelicidad propia para el futuro, que ha quebrantado alguna ley misteriosa de armonía y que no es sino un eslabón de una cadena de inarmonías precedentes y futuras. Vivir es como hacer una larga suma, en la cual basta con haber equivocado el total de los dos primeros sumandos para que ya no salga. Quiere decir engranarse en una cadena dentada, etc.


9 de mayo

¿También el consuela de humillarse incurre en las voluptuosidades de costumbre o es un principio valido?

¿Es decir, ¿uno se humilla como para aprovechar un embate de la experiencia convirtiéndolo en pretexto de un autoespectáculo gratuito (sin compromisos morales) o para excavar un filón de conducta ética, para buscar en suma un plan concienzudo de deberes?
Es un hecho que existe complacencia en la propia humillación. Parece imposible distinguir si se goza voluptuosa trágicamente.
En el fondo, como no he encontrado otro reproche a la voluptuosidad que el de arruinar a quien la ejerce (hacerlo «sufrir inútilmente»), bastaría con ac1arar si la autohumillación hace sufrir inútilmente o no. Y en mi caso, ¿cómo salir de la habitual directriz de comprobar la legitimidad de mi estado mediante su fecundidad o esterilidad creadora? Porque seguramente esta directriz es falsa, o al menos insuficiente, ya que no todos practican el oficio de creadores. La utilidad o la inutilidad del sufrimiento se determinaran con relación a toda una existencia Y el que el interesado sea además un creador, nada tiene que ver con la conciencia. Se trata en este caso de exigencias que afectan a los cimientos, al margen del oficio, de la clase y de la nación. Pero quita eso, quita aquello, ¿qué es lo que queda al hacer de esclavo de los deberes? Es preciso, pues, no excluir mi condición de creador para bajar al sótano a buscar la piedra angular, sino considera simplemente que, amen de creador, soy también u hombre y un desocupado y un apolítico y un muchacho y otras cosas que se me escapan. Es un bonito trabajo examinar el efecto de la autohumillación sobre todas estas condiciones y encontrar el máximo común divisor. Y no sólo en el presente, sino, todo mi pasado. Porque, no lo olvidemos, el pecado no es una acción en vez de otra, sino toda la existencia mal trabada.
¿Es un pecado, pues, mi autohumillación?
Una idea. Al igual que solo he sabido razonar sobre estética cuando he tenido ante mi un rebano de poesías mías, donde he desentrañado el problema (y visto como había que volver a empezar por el principio), he aquí que deberé ponerme ante un numero de acciones éticas mías y meditarlas y decidir cuáles podré recoger y cuáles no, cuáles son los motivos constantes si los hay (sin duda), y todo lo demás. La dificultad estriba en aislar esas acciones, para manejarlas, como manejo cada una de mis poesías. Y después de todo no es una novedad. Ya he hecho a menudo este trabajillo.


16 de mayo

Es indudable que para la producción de una obra se necesita un público. Pero hay muchas obras que han nacido sin ese aparente círculo ansioso, turbulento y desordenado, que hace surgir el gran arte. Pero el público no faltaba. Simplemente, el autor se lo había imaginado, lo había creado (lo cual significa: definido, elegido y amado). En general los antiguos, hasta el romanticismo, tuvieron el circulo materialmente entendido; los modernos son diferentes en la falta de el y revelan ante todo su grandeza (como los antiguos la revelaron en la instintiva comprensión del verdadero público, al margen de los pedantes) en la elección y creación que saben hacer de sus lectores.
Observo, empero, que es falso creer en la posibilidad de una progresiva creación de un público propio por parte de un escritor. Así se crea el publico material, si acaso, el del editor. Pero el público verdadero debe de estar supuesto desde la primera obra.


6 de septiembre

He descubierto, pues, un tipo de hombre que toma trágicamente en serio los deberes morales. Piensa en seguida que un principio moral ha de sostenerse incluso frente a la prisión, la muerte, tormento, etc.; y, aterrado por tamaña obligación no se atreve a resolverse a definir y servir su principio moral. Este tal vive voluptuosamente y no tiene principios. En el fondo se trata de nobleza de sentimientos.


13 de septiembre

Entre las señales que me advierten de que acabo la juventud, la suprema es darme cuenta que la literatura no me interesa ya de veras. Quiero decir que no abro ya los libros con aquella viva ansiosa esperanza de cosas espirituales que, pese a todo, sentía antaño. Leo y me gustaría leer cada vez más, pero no recibo ya como antaño las diversas experiencias con entusiasmo, no las fundo ya en sereno tumulto prepoético. Lo mismo me ocurre pasear por Turín; ya no siento la ciudad como aguijón sentimental y simbólico para la creación. Ya está hecho, se me ocurre responder cada vez. Teniendo en la debida cuenta las diversas magulladuras y berrinches y cansancios y barbechos queda claro que ya no siento la vida como un descubrimiento y mucho menos por ende la poesía -sino más bien como un frío material de especulación y análisis y deberes. En esto late ahora mi vida: la política, la práctica, cosas todas que se favorece con los libros, pero los libros no aman como en cambio lo hace la esperanza de creación.
Ahora bien, también de joven me organizaba éticamente: hallada la posición del impasible investigador, la vivía y la aprovechaba en la creación. Ahora que he dejado en serio de aprovecharla en la creación, advierto que ni siquiera me basta para vivir.
Es un dilema grave: ¿he perdido el tiempo hasta ahora apostando por la poesía o bien la situación actual es premisa de una mas profunda y vital creación?


14 de septiembre

De acuerdo con Bergson en que tanto el racismo como la bondad natural del hombre son mitos políticos que han de juzgarse por sus realizaciones, pero es deshonesto disculpar la reconocida debilidad filosófica del racismo por el hecho de que ahora se ha reconocido filosóficamente débil también la bondad natural. Porque un mito, para ser históricamente legitime, ha de ser creído en su tiempo, y debe ser la ultima palabra de la crítica de su tiempo. Tal era la bondad natural en el siglo XVIII, tal no es el racismo en el XX.
La mismo ocurre con las estructuras de la poesía en las diversas épocas. Es indiscutible que para nosotros las fábulas del pasado son mitos, pero para hacer gran poesía el poeta ha debido creer en sus fábulas, creerlas, esto es, la ultima palabra de la crítica de su tiempo.


15 de septiembre

Si intento un balance de mi obra poética, no le encuentro ya todas aquellas ventajas. Dejando de lado la gloria o el deshonor -me examine como si no hubiera publicado-, opino que el mundo ha perdido ahora para mí todo su aspecto encantado, pues muchas cosas que me gustaban y contentaban se han apagado ahora en la página escrita que las incineró. Revelándome a mí mismo, con su realización, la naturaleza totalmente fantástica de mis transportes e impulsos y amores y apegos, los he vuelto ahora, por el propio hecho de la realización consumada, vacíos e inútiles. Aclaro: no me atormenta el amor a la novedad por ambición; tengo muy claro que aquellos descubrimientos no tenían sino un significado prepoético y por ello -una vez poetizado- han cumplido su misión.
Esta era la razón por la cual sostenía que genio poético debe ser fecundísimo y durar toda vida. Su espíritu no debe jamás cesar de producir descubrimientos, para usarlos en poesía, porque, se detiene, revela con eso que los pocos ya hechos no provenían de un temperamento nacido para d cubrir, sino que eran veleidades sentimentales acción tomadas por descubrimientos prepoéticos.
Yo no sé aún si soy un poeta o un sentimental pero con seguridad estos meses atroces son la prueba decisiva. Si, como espero, hasta los mayores descubridores han pasado meses semejantes, entonces el gozo de componer no es barato. La vida se venga, y bien, si alguien le roba el oficio. No es nada preocupación del componer -el famoso tormento- ante la de haber compuesto y no saber luego qué hacer.

EI libro de Lévy-Bruhl, Mitología Primitiva , permite suponer que, al pensar la mentalidad primitiva la realidad como continuo intercambio de cualidad y esencias, como flujo perenne en el cual el hombre puede convertirse en plátano o arco o lobo y viceversa (pero no el arco convertirse en lobo, por ejemplo), la poesía (imágenes) nace como simple descripción de esa realidad (el dios no se parece al tiburón, pero es tiburón) y como interés antropocéntrico.
En suma, las imágenes (¡esto me interesa!) no serian juego expresivo, sino positiva descripción. En sus orígenes, se entiende. En cuanto al antropocentrismo, no dudaba de él.


2 de octubre

Por fin algo positivo. Aquel horror por el bullicio público, aquel asco por los gestos mezquinos de los otros, aquel remordimiento de las vacilaciones e indignidades formales mías, son prueba de una suficiencia mía, de un sentido de mi conducta, que no carecen de dignidad. Hasta mi búsqueda de poesía objetiva significaba eso.
Hoy, sin embargo, estoy desolado por haber descuidado siempre hasta ahora las formas, los modales, por no haber elaborado un estilo de comportamiento, sino obrado siempre al acaso fiándome de mi gusto desdeñoso y cometiendo así infinitas inconveniencias románticas.
¿Por qué las mujeres en general tienen mejores modales que los hombres? Porque deben esperarlo todo de su efecto formal, mientras que los hombres actúan piensan. Es preciso volverse más mujer.


28 de diciembre

Se podría ver lo real desde abajo, rec1uido, donde no quede sino un meditabundo hundirse y dilatarse en el agua. La compañía no sería sino el irreductible resto de la sociedad, comparable con la blusa y con el hábito de los sentidos -ver un muro, oír una voz, respirar el cielo. El sustrato de la vida de cualquier hombre hecho presente, y penetrado con firmeza, puesto que cualquiera puede llegar a ese lugar y alguien hay siempre, aunque sea otro; y la vida no consiste sino en adornar variablemente esta eterna realidad. El esfuerzo consistiría en alcanzar al punto la adaptación sin residuos de baba. Se descubre así que en la vida casi todo es pasatiempo, de ahí el propósito que se haría el prisionero de vivir, si es que sale, como el ermitaño, chupando su pasatiempo, sacándole la medula. Lo cual se proponen todos los prisioneros. Y la vida pasada resultaría despreocupada y febril, por las desordenadas pretensiones que la han viciado. Aquí el pensamiento reducido a superfluidad, revela cuan estrambótico es en la vida vivir par propia cuenta luchando y proyectando. No olvidar nunca que, debajo de todo, el hombre esta desnudo. Hay un caso en el cual uno se desnuda y se muestra: y es para hacer la cosa menos razonable y más vergonzosa de la vida.

Los puntos son: que lo real es rec1usión donde justamente se vegeta y siempre se vegetara; y que todo lo demás, el pensamiento, la acción, es pasatiempo, tanto dentro como fuera. Importa, pues, poseer bien este real, prescindiendo de todo lo demás. También a causa de que, si no existiese la compañíaa, como ocurri6 en un tiempo, ni siquiera se aprovecharía el pasatiempo pensamiento-palabra, sino que se estaria como un tronco, viviendo. Ahí está (repito) el drama: hablar mal del pensamiento-palabra, y por lo tanto de la vida-pasatiempo, añorandoo en silencio todo lo demás y exaltando por rabia lo real, siempre posible en cualquiera como segregación entera.



1937

8 de enero

Los errores son siempre iniciales.


13 de enero

Los viejos y los jóvenes (de Luigi Pirandello, N. del E. I.) es una novela a frustrada porque, atestada de antecedentes y explicaciones sociales y políticas que deberían convertirla en un poema moral de ideas con organización y desarrollo dramático, se fragmenta, en cambio, en personajes que tienen como ley interna la soledad y terminan todos -con la lógica de la soledad- en la locura, el embrutecimiento, el suicidio o la muerte sin heroísmo. Todos están deformados en un capricho, en un habito interno, que tiende a expresarse o en monólogo o en caricatura.
El relato carece de un ritmo de alternancia de prosa dilatada y de diálogo; y no existe la forma de la soledad salvo para cada personaje por su lado; falta la epopeya del mundo de solitarios. Mas aún, cada personaje por separado está construido desde el exterior por antecedentes, análisis, salidas, que no tienen un ritmo; se nota que el autor acumula con cálculo lógico muchas cosas para justificar los momentos en que el solitario culmina y se expresa, a veces con mucha eficacia.
La prueba de esa esencial composición en frío es el estilo, lucido, vítreo, aunque coloreado de vez en cuando por arranques pasionales. Estos son calculados, razonados, también.


17 de enero

Cuanto más se enreda un hombre en una pasión, más dolor Ie provocan hechos en sí indiferentes; desilusionando, precisamente por su indiferencia, su tensa avidez. Un ambicioso sufrirá por la fallida muestra de reconocimiento por parte de un hombre célebre; el cual inferirá a un evangélico que bus que su conversación escrúpulos de tentación; que a su vez despecharán a un individualista, asaltándolo a su pesar. La envidia, ambición invertida, está en la base de toda angustia sufrida. No se puede tolerar que una cosa se produzca indiferentemente, por azar, al margen de nuestra impronta.
Cualquier tipo de fervor lleva consigo una tendencia a percibir una prefijada ley en la vida, que castiga a quien abusa del fervor o lo descuida. Un estado de pasión -aunque fuese la ebriedad de la absoluta autodeterminación- organiza y anima el universo de modo tal que cada revés parece luego causado por una ruptura del vital equilibrio de esa difusa pasión, que así se defiende como un cuerpo vivo. Y según el temperamento, parecerá haber abusado o haberse mostrado inferior: en cualquier caso, uno se sentirá orgánicamente castigado por la ley de la propia pasión y del universo. Lo cual equivale a decir que todo fervor IIeva consigo un supersticioso convencimiento de tener que ajustar cuentas con la propia lógica de las cosas. Hasta el fervor de ,quien no cree en la transcendencia de una ley.


28 de enero

Cualquier desventura, o nos hemos equivocado y no es una desventura, o nace de alguna culpable insuficiencia nuestra. Y como si nos equivocamos la culpa es nuestra, así no debemos culpar a otros, sino a nosotros, de cualquier desventura. Conque consuélate.


18 de junio

1 Gentuza - Sacerdote - Charlas (Tarde)
2 En fuga - Camino - Silbido (Crepúsculo)
3 Investigación - Sacerdote rezando
4 Mujer y él (Noche avanzada)
5 (Mañana) Investidura - Regreso (1).


31 de octubre

Se deja de ser jóvenes cuando se comprende que decir un dolor no altera la situación.


6 de noviembre

El mayor error del suicida no es matarse, sino pensar en ello y no hacerlo. Nada hay más abyecto que el estado de desintegración moral al que lleva la idea -el hábito de la idea- del suicidio. Responsabilidad, conciencia, fuerza, todo flota a la deriva sobre ese mar muerto, y se hunde y reaflora fútilmente, para escarnio de cualquier estímulo.

El verdadero raté [fracasado] no es el que no tiene éxito en las grandes cosas -¿quién lo ha tenido nunca?- sino en las pequeñas. No llegar a construirse una casa, no conservar a un amigo, no contentar a una mujer: no ganarse la vida como todo el mundo. Ese es el raté más triste.


9 de noviembre

La repetición en las nuevas poesías no tiene una razón musical, sino constructiva. Obsérvese cómo las frases-clave están en ellas siempre en presente, y cómo las otras convergen hacia él aunque estén en pasado. Quiero decir que en estas poesías me sucede que aferro una realidad actual, no narrativa sino evocativa, donde le ocurre algo a una imagen, le ocurre ahora, en cuanto la imagen es ahora elaborada por el pensamiento y se la ve obrar y hundir sus raíces en la realidad.
La palabra o frase repetida no es sino el nervio de esa imagen, construido de cabo a rabo como un andamiaje, el eje por el cual la fantasía gira sobre sí misma y se sostiene justamente como un giroscopio que existe sólo en el presente, en acción, y luego cae y se convierte en un hierro cualquiera.


13 de noviembre

A los pequeiios grandes hombres les llega siempre un momento en el que les hacen pagar su grandeza diciéndoles: «Eres grande, y justamente por eso no me arriesgo a confiarte mi vida.»

Un hombre no añora por amor a quien lo ha traicionado, sino por el envilecimiento de no haber merecido confianza.


16 de noviembre

¿No esta ya claro todo su destino en un niño de tres años que, mientras lo visten, piensa inquieto en como se las arreglará para vestirse de mayor, él, que no sabe?

Para poseer algo o a alguien, es preciso no abandonarse a él, no perder la cabeza, en suma, seguir siendo superior. Pero es ley de vida que se goza sólo aquello a lo que nos abandonamos. Si que fueron listos los inventores del amor de Dios: no existe otra cosa que a la vez pueda poseerse y gozarse.


17 de noviembre

Toda mujer desea ávidamente un amigo al que confiarse y con quien llenar el vacío de las horas en que el tercero esta lejos; exige que ese amigo no le perturbe su amor; se irrita cuando le pide algo que se interfiere con su amor; pero si el amigo se encierra en si y mortifica sus miradas y sus palabras con el único fin de no sufrir con ese deseo, al punto la mujer -toda mujer- saca de nuevo miradas, uñas y palabras para saber que sufre y verlo sufrir. Y lo hace sin darse cuenta.

Y sobre todo, recuérdese que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si la propia alegría es compartida.

Es increíble que la mujer adorada venga a decirnos que sus días son vacíos y angustiados, pero qué no quiere saber nada de nosotros.

La compensación de haber sufrido tanto es que después morimos como perros.

Los grandes poetas son tan raros como los grandes amantes. No bastan las veleidades, las furias y los sueños; se necesita algo más: cojones duros. Que se llaman también mirada olímpica.


20 de noviembre

Todo cuanto yo podía conceder a la «poesía pura» es el resultado de la unificación estática de cada poesía en el instante contemplativo. Falta la oratoria, al faltar el pensamiento encadenado. Todo se resolverá en una ardiente iluminación de los diversos pensamientos y de las sensaciones entrelazadas. La imagen-relato era esto. Sólo que era un relato hecho con un solo verbo (Mató – Fumó – Bebió – Gozó – etc.).El problema es cómo salir de la simple proposición y escribir períodos. ¿Será como en la novela actual? ¿Sustituir los hechos concatenados por un paisaje interior? ¿Volver a la idea de dar el pensamiento en movimiento?

El modo más ordinario y trivial de narrar el pensamiento es plantear una figura que va construyéndose con el propio pasado y el futuro. El viejecito de Simplicidad. El dios-hombre de Mito. La puta de la Puta campesina (2). El método de estas poesías es un compromiso entre la posición del personaje y la lógica fantástica de la materia que 10 construye. No cuento solamente su esencia y no cuento solamente mi fantasear. Es siempre ambiguo si ellos piensan o yo los pienso. Me interesan a la vez sus experiencias y mi lógica fantástica. Pero seamos claros: mi lógica es un medio, un modo de ser de sus experiencias. El «descubrimiento de relaciones que es en si argumento de mi narrar» pareceda pues una quimera.
Seamos claros: at the back of my head [en el fondo de mi mente] no tolero que el argumento sea el descubrimiento de relaciones. Ni siquiera en el éxtasis el medio es el fin. En la práctica nadie puede contar su estilo: el estilo es por definición algo que se utiIiza para un fin.
Cuando el estilo se convierta en un fin, se convertirá en algo objetivo, una situación, y no se ve por qué deba tener mayor dignidad que cualquier otro mundo narrativo.
Del primo de los Mares del Sur decía que hacía esto y aquello, mientras que de la puta campesina digo que por la mañana vuelve a sentir, sugerido por el ambiente (olores, sol, miembros, cama), el conjunto de su infancia y con este propósito se piensa el sentencioso final.
También del ermitaño del Paisaje I decía que hacía esto y aquello y la novedad respecto a los Mares consistía en que aquellos hechos tenían relaciones fantásticas objetivas. Solamente con el «yo»de Gente desarraigada empiezo a decir que se piensa un conjunto fantástico, y este pensar es materia de relato.
Nace pues del yo-personaje la imagen-relato (cfr. también el yo adolescente de los Mares que en su pequeñez es ya persona de la cual se dice menos lo que hace que lo que piensa). Este es el punto: el yo escondido del Dios-cabro, el yo de Manía de soledad, el yo de Pensamientos de Dina lo confirman: el yo que narra su pensar ha creado el método de las sucesivas poesías en tercera persona donde el argumento ya no es lo que hace el personaje, sino lo que piensa. La poesía a partir de entonces expresa el conjunto fantástico interno del personaje. Y no tiene importancia específica el que el seco pensar se haya convertido, a partir del ermitaño, en exuberancia de sensaciones.
Me equivocaba en el Oficio del poeta al afirmar que con el ermitaño he hecho de la imagen el argumento del relato: con el ermitaño he aprovechado por vez primera las sensaciones y sus relaciones, pero los argumentos seguían siendo los hechos.
Así, entrevisto el momento evolutivo, esta claro por qué me parecía que debía hablar de un compromiso. Si la imagen-relato nació empíricamente de la situación de un yo que cuenta sus asuntos en forma de pensamientos (= imágenes), las poesías objetivas, en tercera persona, son una normal transposición a tercera persona de la secular técnica introspectiva. Por aguda o pasmosa que sea la evocación de los diversos conjuntos fantásticos (las imágenes-relato), he aquí que se aclara cómo el tema no es el proceso lógico-fantástico de una mente, sino que sigue siendo lo que esa mente piensa y sien te. No el estilo, sino el contenido. Lo cual es una conclusión tan normal, que parece estúpida.
Seamos clarísimos: para obtener un verdadero relato del pensar debería evocar el complejo interior de alguien que me dite sobre sus propios modos de pensar. Lo cual no parece un gran tema.

La verdad del lema: «Renunciad a la tierra y la tierra os será dada por añadidura» consiste en esto: que al haber renunciado a todo, se agigantan las pequeñas cosas que aún nos quedan. Es un modo, en suma, de sacarle el jugo a las cosas mínimas habitualmente descuidadas.
Y además hay esto: para los otros, el valor de las cosas que ellos mismos nos niegan, está marcada en gran parte por nuestra avidez de poseerlas. Si miramos hacia otra parte, al punto los propietarios de las cosas las verán desmerecerse entre sus manos, y nos las arrojarán.
Esto para la sabiduría mundana. Pero como la sentencia pretende tener una referencia mística, de ella se sigue un gran daño para el misticismo. ¿Hasta Dios dará un valor a sus creaciones según nosotros las deseemos o no? Un Dios con complejo de inferioridad, ¡quién lo diría!


21 de noviembre

Si es cierto que nos acostumbramos al dolor, ¿cómo es que con el paso de los años sufrimos cada vez más?

No, no son locos esa gente que se divierte, que disfruta, que viaja, que jode, que combate -no son locos, y eso es tan cierto que quisiéramos hacerlo también nosotros.

Si en todas las cosas triunfa el martilleo, ¿por que no también en ésta?

Pensar que ese cuerpo tiene un pensamiento, un despertar, un reposo, una languidez, una duración cotidiana, y que si yo fuese ese hombre tendría de veras todo eso, en la habitación contigua o ante los ojos. El día terminaría en ella: eso, eso he perdido. Y no hay fuerza humana que pueda devolvérmela. Y todo eso ha sido desperdiciado sin amor. Y no es un delito, no es un pecado, no es siquiera una incorrección: es una cosita que se hace; que no remuerde, como aplastar un mosquito.
Anímate, hay una ley moral.

23 de noviembre 

La única alegría en el mundo es comenzar. Es hermoso vivir porque vivir es comenzar, siempre, a cada instante. Cuando falta esta sensación -prisión, enfermedad, hábito, estupidez- uno quisiera morir .
Y por eso cuando una situación dolorosa se reproduce idéntica -parece idéntica- nada vence su horror.
El principio antedicho no es en modo alguno de un viveur. Porque hay más hábito en la experiencia a toda costa ( cfr. el feo «viajar a toda costa» ), que en los carriles normales aceptados debidamente y vividos con transporte e inteligencia. Estoy convencido de que hay más hábito en las aventuras que en un buen matrimonio. Porque lo propio de la aventura es conservar una reserva mental de defensa; por lo cual no existen buenas aventuras. Es buena la aventura a la cual uno se abandona: el matrimonio, en suma, incluso los hechos en el cielo.
Quien no siente el perenne recomenzar que vivifica una existencia normal y conyugal es, en el fondo, un necio que, por mucho que diga, tampoco siente un verdadero recome.nzar en cada aventura.
La lección es siempre una sola: lanzarse de cabeza y saber aguantar el castigo. Es mejor sufrir por haberse atrevido a obrar en serio, que to shrink [retroceder] (¿o to shirk? [esquivar, eludir]). Como en el caso de los hijos: lo exige la naturaleza, por lo demás, y echarse atrás es cobarde. Al final -ya se ha visto- se paga más caro.


26 de noviembre


¿Por qué olvidamos a los muertos? Porque ya no nos sirven.
A un triste o a un enfermo lo olvidamos -lo rechazamos- a causa de su inservibilidad psíquica o física.
Nadie se abandonará jamás a ti, si no ve en ello su propio provecho.
¿y tú? Creo haberme abandonado una vez desinteresadamente. Conque no debo llorar por haber perdido el objeto de aquel abandono. Ya no habría sido desinteresado, en este caso.
Y sin embargo, al ver cuánto se sufre, el sacrificio es contra natura. O superior a mis fuerzas. No puedo no llorar. y llorar es ceder al mundo, y reconocer que se buscaba un provecho.
¿Hay alguien que renuncie pudiendo tener? Esta caridad no es sino el ideal de la impotencia.
Entonces, ya basta de virtuosa indignación. De haber tenido dientes y astucia habría cogido yo la presa.
Pero esto no quita que la cruz del desilusionado, del fracasado, del vencido -de mí- sea atroz de llevar. Después de todo el más famoso crucificado era un dios: ni desilusionado ni fracasado ni vencido. y sin embargo, con todo su poder, gritó «Eli». Pero después se recobró, y triunfó, y ya lo sabía antes. A este precio, ¿quién no querría la crucifixión?
Muchos han muerto desesperados. y ésos han sufrido más que Cristo.
Pero lo grande, la tremenda verdad es ésta: sufrir no sirve de nada.

Todos los hombres tienen un cáncer que los roe, un excremento diario, un mal a plazo fijo: su insatisfacciÓn; el punto de choque entre su ser real, esquelético, y la infinita complejidad de la vida. y todos tarde o temprano lo advierten. En cada uno habrá que indagar, imaginar, el lento advertirlo o el fulmíneo intuir. Casi todos -parece- rastrean en la infancia los signos del horror adulto. Indagar en este vivero de descubrimientos retrospectivos, de pavores, en este angustioso hallarse prefigurados en gestos y palabras irreparables de la infancia. Las Florecillas del Diablo. Contemplar sin tregua este horror: lo que ha sido, será.


29 de noviembre


¿No deberá sorprendenne, en alguna mañana de niebla y de sol, el pensamiento de que cuanto he tenido ha sido un don, un gran don? ¿Que de la nada de mis padres, de aquella nada hostil, he brotado y crecido yo solo, con todas mis cobardías y mis glorias, y con trabajo y dureza, evitando toda suerte de peligros, he llegado a este hoy, robusto y concreto, encontrándola a ella sola, otro milagro de la nada y del azar? ¿y que cuanto he gozado y sufrido con ella, no ha sido sino un don, un gran don?


1 de diciembre


Mi felicidad sería perfecta de no ser por la huidiza angustia de hurgar en su secreto para volverla a hallar mañana y ,siempre. Pero quizá me confundo: mi felicidad está en esa angustia. y una vez más retorna la esperanza de que acaso mañana bastará el recuerdo.


2 de diciembre 

Hoy has hablado demasiado.


4 de diciembre

Tienen sentido del humor quienes tienen sentido práctico. Quien descuida la vida arrobado en su ingenua contemplación (y todas las contemplaciones son ingenuas), no ve las cosas apartadas de sí mismo, dotadas de libre y complejo y contrastante movimiento, lo cual constituye la esencia de su comicidad. Lo propio de la contemplación consiste en cambio en detenerse en el sentimiento difuso y vivaz que surge en nosotros al contacto con las cosas. Ahí está la excusa de los contemplativos: viven en contacto con las cosas, y no sienten necesariamente su singularidad y sus propiedades, sino que solamente las sienten. Los prácticos -paradoja- viven apartados de las cosas, no las sienten, sino que comprenden sus mecanismos. y sólo se ríe de una cosa quien está apartado de ella. Aquí está implícita una tragedia: conseguimos práctica de una cosa apartándonos de ella, es decir, perdiendo el interés por ella. De ahí, la afanosa carrera.
Naturalmente, de ordinario nadie es contemplativo o práctico de modo total, pero como todo no se puede vivir, a los más duchos les queda un sentimiento de algo.
Has confiado tu vida a un cabello: no te debatas, pues de lo contrario lo arrancarás.
La ingenuidad tiene una astuciá propia que proviene justamente de su insouciance [despreocupación]. «Eres tan estúpido que nadie se te resiste.»
Bajo una variedad de curiosos recursos, una allpervading tontería es la mejor política.


11 de diciembre 

No es cierto que la castidad sea un atractivo sexual -ni siquiera supuesto-, porque entonces a las mujeres deberían parecerles apetitosos los frailecillos y curitas recién salidos, que se supone que toman en serio la regla. y en cambio les apetecen puercos vejestorios -los hombres duchos-, calvos y maliciosos.
Y tú, ¿soñaste alguna vez con monjas?


13 de diciembre

Prueba a hacer el bien a alguien. Al poco tiempo verás cómo odias esa cara compungida y radiante.


16 de diciembre

¿Maldito quien aux choses de l'amour mélat l'honnéteté [ con las cosas del amor mezclara la honradez]? Lo mismo vale para las cosas del arte. La razón está en que arte y vida sexual nacen del mismo tronco.
Sin embargo, al igual que es grande el artista que construye amoralmente un sólido mundo moral, gran amante es quien aporta una extraordinaria intensidad moral a cada uno de sus universos eróticos. El artista es siempre sincero consigo mismo, so pena de fracasar en su obra. El gran amante, ídem ( cfr .25 de febrero -primeros de marzo del 34): so pena de no sentir su amor.


17 de diciembre

Primer amor: «cuando seamos mayores, de estas cosas podremos hablar con las mujeres».


25 de diciembre

Con amor o con odio, pero siempre con violencia.

Ir al confinamiento no es nada; regresar de allá es atroz.

El hombre de masa no debería ser el callejero, sino el disciplinado. Nosotros no somos ni el uno ni el otro.

Hay algo más triste que envejecer, y es seguir siendo niño.

Si el follar no fuese la cosa más importante de la vida, el Génesis no empezaría por ahí.

Naturalmente, todos te dicen: «¿Qué importa? Eso no lo es todo. La vida es varia. El hombre vale para otra cosa», pero nadie -ni siquiera los hombres- te echa un vistazo si no tienes esa potencia que irradia. y las mujeres te dicen: «¿Qué importa?, etcétera», pero se casan con otro. y casarse significa construir una vida. y tú no te la construirás nunca. Eso significa haber sido niño demasiado tiempo: eso.

Si te ha ido mal con ella, que era todo tu sueño, ¿con quién te podrá ir bien nunca? ¿ Recuerdas cómo se aniquilaron para siempre el 9 de abril tus sueños de casas obreras y límpidas, tus avenidas arboladas que daban a un prado, tu ciudad fría bajo las montañas, los anuncios de neón rojo frente a la plaza de las montañas, los domingos errantes hacia esa plaza, por el empedrado, y además tu desgarrador sueño de compañías piamontesas internacionales, de muchachas que viven solas y trabajan, de plebeya elegancia y serenidad, y además todas tus poesías del primer año? ¿No está toda tu juventud en el cine yen la plaza Statuto? ¿Muerta, totalmente muerta?
¿Recuerdas cómo pensabas en Brancaleone en la plaza Statuto?

Precisamente a ti tenía que pasarte el concentrar toda la vida sobre un punto, para descubrir luego que puedes hacer cualquier cosa menos vivir ese punto.

Después de todo hoy es 25. Y ella está en la montaña. Hubo un 25 que no fue. ¿De veras?

¿Qué importa vivir con los otros, cuando a cada cual se le da un ardite de todas las cosas verdaderamente importantes para uno?

Para agradar a los hombres es preciso profesar lo que cada uno de esos hombres en su vida secreta rechaza y odia.

Sinceramente. Preferiría morir yo, que recibir esa noticia de ella. De veras, quisiera creer en Dios para rogárselo. Que no muera. Que no le ocurra nada. Que todo esto sea un sueño. Que perdure un mañana. Que más bien desaparezca yo.

Enseña más una sola criatura que cien.



1938

16 de enero 

Quisiera estar siempre -como estoy esta mañana- seguro de que, al estar la voluntad del adulto condicionada por las cien mil decisiones tomadas sucesivamente por el niño en estado de irresponsabilidad, resulta ridículo hablar de libre albedrío en el adulto. Nos encontrarnos poco a poco caracterizados (a los 16, a los 18, a los 20, a los 22, etc.) sin saber siquiera cómo hemos llegado a eso, y es indudable que según los diversos caracteres obraremos de un modo u otro: ¿ en qué queda el libre y consciente albedrío?

¿Es concebible que se mate a una persona para contar en su vida? Pues entonces es concebible que nos matemos para contar en la nuestra.

La dificultad de suicidarse está en esto: es un acto de ambición que sólo se puede cometer cuando se ha superado toda ambición.

Las «ilusiones» de Leopardi han vuelto a bajar a la tierra.


21 de enero

A una mujer le interesa saber despertar el deseo del hombre, pero la horroriza que se conozca esta capacidad suya.

El hecho de que la poesía decadente francesa y por tanto europea se haya formado y consolidado sobre la experiencia secular del song inglés y especialmente sobre Poe, ¿no valdría para probar que gran parte de su afición a los efectos fónicos y de sus investigaciones sobre el valor esencial, mágico, de las palabras, nace de la frecuentación de una poesía extranjera siempre y sólo semientendida y por lo tanto saboreada esencialmente como sonido y como sugestión mágica de sílabas misteriosas?


22 de enero

Es concebible un individuo que haciéndose pequeñito, desapareciendo, decolorándose, atraviese con una compañera los mejores años de su vida, intacto de desventura. No es concebible un triunfador, un ruidoso, un erótico, que escape a la ironía de la vida.

¿Quién hubiera pensado nunca que tras haber aspirado de todas las maneras al aislamiento sexual, a la «autarquía», iba a descubrir en mi propia piel que deseaba casarme esencialmente como prueba de confianza por parte de la mujer? ¿y por serenidad sexual?

Si nacieras otra vez deberías andarte con cuidado incluso al apegarte a tu madre. Sólo saldrías perdiendo.
(Suya)
«Para entender que tener celos carnales es una tontería, es preciso haber sido libertino»…


1 de febrero

Es fácil ser buenos cuando no estamos enamorados.


2 de febrero

Las mujeres más exigentes en materia de capitales del pretendiente son aquellas que «desprecian el dinero». Porque, para despreciar el dinero, es necesario, precisamente, tenerlo, y mucho.

¿Quieres saber en qué piensa una mujer cuando le pides que se case contigo? Lee Moll Flanders.


16 de mayo

Has hojeado Trabajar cansa y te ha desalentado: composición amplia, carencia de todo momento intenso que justificaría la «poesía». Las famosas imágenes que serían la propia estructura fantástica del relato no las has visto: ¿valía la pena gastar en eso de los 24 a los 30 años? En tu lugar, yo me avergonzaría.


24 de mayo

Es hermoso cuando un joven -dieciocho, veinte años- se para a contemplar su agitación e intenta aferrar la realidad y aprieta loS pUñoS. Pero es menos hermoSo hacerlo a los treinta como si nada hubiera ocurrido. ¿ y no te escalofría pensar que lo harás a los cuarenta, y aun después?


26 de mayo

La razón de que los únicos filones ricos en materia que has encontrado sean los años de los seis a los quince, de los que te llegan historias y poesías maduras y sabrosas, es ésta: en aquellos años vivías en el mundo, como un obtuso ternero, pero en el mundo. Tu yo influía, sí, en todos tus contactos prácticos con el mundo, pero dejaba intacta la corriente de simpatía entre tú y las cosas.
Pasados los quince tu yo salió de la brutalidad práctica y comenzó a erigirse también en un mundo que hasta entonces había sido el de la contemplación pura. y todo se volvió estéril y turbio y voluntario.
El problema de salir de la adolescencia treintañera en que te mueves es éste: ver los manejos de la virilidad con los mismos ojos prácticos con que el niño veía los suyos, pero zambullirte con la misma ingenuidad en la corriente de simpatía por este asqueroso mundo.

En el fondo, la única razón por la que se piensa siempre en el propio yo es porque con nuestro yo debemos estar más de continuo que con cualquier otro.

A propósito de aquella historia de los filones. Hay que poner de relieve, empero, que de las muchas experiencias de tu infancia elegiste algunas que tienen aire de familia, entre soñador y brutal, y las elegiste justamente en la larga elaboración de los años adolescentes. ¿Cómo queda?
El caso es que realmente tuyo es sólo lo que retorna infinitas veces a tu fantasía, y no puedes dejar de soñar. Problema: ¿lo eliges porque tienes gustos ya formados, o es eso lo que te forma el gusto? La consabida respuesta -que nacen juntos- no me parece gran cosa.


2 de junio

En las cosas sexuales me parece que el hombre, al satisfacerse, se tranquiliza y aleja, la mujer se enciende aún más y se vuelve libidinosa.
Razón ésta del hecho natural de que la mujer huye, e intenta perennemente dejar al hombre con el antojo, para ligarlo a sí. Mientras que al hombre de nada le sirve negarse a la mujer para ligarla a sí.
Además la mujer, que hace al hijo, encuentra en éste su paz; el hombre, si no encontrase la paz en el simple coito, no la encontraría nunca.


17 de junio

El efecto del dolor ( desgracias, sufrimientos, siempre que sean mentales) es crear un alambre espinoso en la mente y obligar a los pensamientos a evitar ciertas áreas, para escapar a las angustias que en ellas reinan. En este sentido, sufrir limita la eficacia espiritual.
Y no es tan gloriosamente cierto que, una vez acabado el dolor, la propia potencia resulte aumentada, ante todo porque siempre queda en esa área cierto magullamiento, y una tendencia a evitar el mal paso, y además porque, si durante la pena no se ha conquistado nada, no se ve cómo podremos conquistarlo después, en la normalidad.
El hecho es éste, que se ha conquistado experiencia: es decir, la cosa más abstracta y vana. En cuanto al temple, se ha debilitado sólo. Ningún carácter posee después de un dolor el temple que poseía antes. Al igual que ningún cuerpo después de una herida tiene la salud de antes, sino un endurecimiento exacerbado: el famoso estado córneo.
Todos esos grandes espiritualistas hablan en el fondo de resultados materiales: nociones sobre sí mismo, sobre la vida, máximas que se nos dan. etc. La eficacia, el temple, la «resistencia del puente», cualquiera ve claramente que con el dolor sufre sólo una limitación de actividad, y cuando vuelve a tener campo libre ni siquiera tiene la ventaja de haberse fortalecido con un descanso -dado que sufrir desgasta y lima, aun cuando no deje jugar libremente.


13 de julio

Es pecado lo que inflige remordimiento.
Es natural que las mismas cosas sean pecado para uno y no para otros ( 5 de mayo del 36) : basta con no tener remordimientos. ¿Qué hacer? Hacer lo que dice el 22 de junio del 38. y de momento quitarse de la cabeza que el remordimiento es una realidad absoluta que infaliblemente nos cae encima. Lo experimentan sólo conciencias especialmente educadas. Por lo tanto podemos educarnos para no sentirlo. Dicen que sentirlo por muchas y muchas acciones por las que el ineducado no siente nada, es prenda de finura y de riqueza interior. ¿Será verdad? ¿No es concebible una riqueza interior que no conduzca a exclusión de estados de conciencia, sino que los acepte todos, incluso esos que suelen dar remordimientos ? Aquí hay un sofisma, porque si cualquier tipo de estado de conciencia es enriquecimiento, también el del remordimiento es enriquecimiento, y volvemos al punto de partida.
Pero al hablar de enriquecimiento se habla de goce. Diremos, pues, que hasta el estado de remordimiento es bienvenido, no en sí mismo (pues, como todo dolor -17 de junio- es en su actualidad empobrecimiento, anquilosamiento, petrificación), sino como premisa del goce proporcionado por la compunción y consiguiente elección resuelta de nuevas buenas acciones que no nos den remordimiento.
Queda en pie, sin embargo, que esta condición («sólo las que no nos den remordimiento») parece atarnos de pies y manos y por ende empobrecernos.
Por no decir que, si el remordimiento y la correspondiente compunción y resolución de obrar bien son un proceso positivo (enriquecimiento), no está claro por qué no se debería pecar para recorrer luego esta escala de enriquecimiento.
Conclusión: en efecto, es legítimo pecar de modos inauditos, descubridores, que nos provocan remordimientos, y por tanto compungidas resoluciones, nuevas para nosotros ( =enriquecimiento).
Es pecado sólo rehacer una acción que ya se sabe que provoca remordimiento y por lo tanto una resolución ( enriquecimiento) que ya no nos enriquece, al habernos enriquecido una vez. ¿Está claro?


14 de julio

Para entender la actitud seria de una mujer entre muchos jovenzuelos, reservada y desenvuelta y embarazada y compungida. piensa en la tuya, ante cinco o seis putas que te miran y esperan la elección.


22 de julio

Estar en guardia con quien nunca se irrita. (Cfr. 7 de diciembre del 37, VI.)

Una vez escrita la primera línea de un relato ya todo está elegido, el estilo, el tono y el cariz de los hechos.

Dada la primera línea, es cuestión de paciencia: todo el resto debe y puede salir de ella.

También puede darse que tener en el fondo del corazón un remordimiento, la llaga de una villanía cometida en el pasado, aumente la conciencia que tenemos de nosotros mismos, nos vuelva interesantes para nosotros mismos, nos ocupe muchos minutos desolados que de no ser así transcurrirían flotando en el vacío.
Cualquier remordimiento, porque una mala acción siempre ha sido una afirmación de pasión y por lo tanto por un momento nos dio la ilusión de tener cierta energía.
El remordimiento de no haber sido capaces, en cambio, no proporciona ningún consuelo, a menos que se logre interpretarlo como una afirmación de energía, de sacrificio, de desinterés, etc. Pero no siempre es un fácil trick [truco, trampa], éste.


28 de julio

El nervio de toda trama está en esto: ver cómo aquel fulano se las arregla en aquella situación. Lo cual significa que cualquier trama es siempre un acto de optimismo. puesto que es una investigación sobre cómo se reacciona (es evidente que incluso la derrota de aquel fulano es este acto: si para el autor sale derrotado, significa que no supo arreglárselas ). Este es el mensaje de cualquier trama: así se debe, o no se debe, obrar. Por eso existen obras inmorales: las obras donde no hay trama.
El arte moderno, que parece huir de la trama, se limita a sustituir la ingenua de hechos de crónica por una sutilísima miríada de acontecimientos interiores en los que a los personajes sustituye un solo personaje (average man) [hombre medio] que cual. quiera de nosotros puede ser; más aún, es, bajo las antiguas y groseras esquematizaciones psicológicas.
El vértice de este arte se alcanza con un truco : al average man mirado como héroe extraordinario (primer momento del arte moderno) lo sustituye el héroe extraordinario mirado en su normalidad ( averageness). y como se evitan las esquematizaciones del pasado, se busca el héroe extraordinario en lo patológico (lo extraordinario común) y se le sigue con indiferente homeliness [sencillezJ (¿Faulkner? ¿O'Neill? ¿Proust?).


7 de agosto

El seno verdaderarnente hermoso es el que consiste en todo el pecho, aguzado en dos, y tiene raíces por tanto hasta las costillas.
Los otros son hermosas cosas añadidas, pero el pecho existe bajo ellos.


28 de agosto

La sutil fascinación de las convalecencias consiste en esto: tornar a nuestras propias costumbres con la ilusión de descubrirlas.

Es preciso transformar en virtudes nuestros propios defectos irreductibles. Confirmado que me gusta representar ante mí mismo. puedo rescatar esta boba dispersión aprendiendo a revestirme de papeles desconocidos y verlos así desarrollarse según su naturaleza. En el fondo es una premisa de poesía.


19 de septiembre

Los hombres que tienen una tormentosa vida interior y que no buscan desahogo en sus palabras o en sus escritos, son simplemente hombres que no tienen una tormentosa vida interior.

Dadle una compañía al solitario y hablará más que nadie.


22 de septiembre

Basta a veces, en la segunda línea, una pincelada naturalista («Hacía un tiempo fresco, con un poco de niebla») para provocar páginas y páginas de un naturalismo implacable, documentales y no ya narradas, es decir, donde cada acontecimiento se sitúa en el plano de dicha pincelada, negándose a dejarse repensar.
Estas precisiones iniciales («Hacía...») sirven sólo en el caso de un cuento que acaece en un curso breve y muy determinado temporalmente (Noche de fiesta), en los cuentos, en suma, que tienen un corte y una evidencia escénica y que podrían ser representados. En el escenario, en efecto, todo ocurre documentalmente, y el decorado y los gustos corresponden a las descripciones.
El verdadero relato (Primer amor y el Campo de trigo) trata el tiempo como materia y no como límite y lo domina acortándolo o haciéndolo discurrir más lentamente y no tolera acotaciones que son el tiempo y la visión de la vida real; resuelve, más bien. en impulso (síntesis fundamental o idea generadora) de construcción (distancia de perspectiva o reflexión) el ambiente temporal.

Pasados los treinta, cada cual identifica la juventud con la tara más grave que le parece haber descubierto en sí. (Cfr. 31 de octubre del 37.)

29 de septiembre

Deberé dejar de jactarme de que soy incapaz de sentimientos comunes (placer de la fiesta, alegría de la muchedumbre, afectos familiares, etc.). Soy incapaz, en cambio, de sentimientos excepcionales (la soledad y el dominio) y si no tengo mucho éxito con los comunes es porque una ingenua pretensión a los otros me ha corroído el sistema de reflejos, que tenía normalísimo.
En general uno se contenta con ser incapaz de los comunes, y se cree que eso significa «ser capaz de los otros».
Análogamente, se puede ser incapaz de escribir una tontería e incapaz de escribir una cosa genial. Una incapacidad no postula la otra capacidad, y viceversa.
Se odia lo que se teme, es decir, lo que se puede ser, lo que se siente ser en parte. Nos odiamos a nosotros mismos. Las cualidades más interesantes y fértiles de cada uno son esas que cada uno odia más en sí y en los otros. Porque en el «odio» está todo: amor, envidia, ignorancia, misterio y ansia de conocer y poseer. El odio hace sufrir. Vencer el odio es dar un paso hacia el conocimiento y dominio de sí, es « justificarse» y por lo tanto dejar de sufrir.

Sufrir es siempre culpa nuestra.


3 de octubre

Sabemos muchas cosas que en la práctica de nuestra vida no se realizan de la misma forma. El hombre de acci6n no es el ignorante que se lanza al peligro olvidándose de sí, sino el hombre que vuelve a encontrar en la práctica las cosas que sabe. Del mismo modo el poeta no es el inepto que adivina, sino la mente que encarna en la técnica las
cosas que sabe.

Del «29 de septiembre» se deduce que odiar es necesario. Cada contacto con una nueva realidad se inicia con el odio. El odio es un presupuesto del conocimiento. Las molestias prácticas no son odio sino en la medida en que salgan de la esfera del interés y se conviertan en repugnancia ante un desconocido, cosa que en mayor o menor grado ocurre en todos los casos.

La eterna falsedad de la poesía estriba sus hechos ocurren en un tiempo distinto del real.


5 de octubre

La ofensa más atroz que se puede inferir hombre es negarle que sufra.

Al igual que no pensamos en el dolor ajeno, podemos no pensar en el propio.


10 de octubre

Naturalmente, admites que el más odioso de los hombres coma a dos carrillos y lo pase en grande. Y esto te parece incluso el subrayado de su odiosidad.
Y admites, pues, que el más odioso de los hombres goce la mujer más hermosa, viva con ella en buena armonía, tenga una casa espléndida y de buen gusto, sea padre feliz, domine en el mundo, disfrute con la honradez, etc.
¿Acaso hay diferencia entre comer con ganas y estos otros placeres? Y no sólo eso, sino que debes también concederle el placer de sentirse infeliz de vez en cuando, sumamente infeliz, de sentirse noble por su sufrimiento.
¿Qué le puedes negar al más odioso de los hombres ? No puedes negarle nada.

Reír descomedidamente es tan signo de debilidad como llorar. En efecto, después uno se siente hecho un trapo.
En general es signo de debilidad todo lo que nos quita conciencia. La máxima debilidad es morir.


13 de octubre

Si una mujer no traiciona, es porque no le conviene.

Todo lujo hay que pagárselo. Todo es lujo; empezando por estar en el mundo.

Tonto dolerse por la pérdida de una compañía; podíamos no haber encontrado nunca a esa persona, conque podemos prescindir de ella.

La religión consiste en creer que todo lo que ocurre es extraordinariamente importante. Nunca podrá desaparecer del mundo, por esa misma razón.


23 de octubre

La idea de Gertrude (1) es que cada ser humano posee cierta energía; una vez gastada, se acabó. Se ve en eso su educación clínica. Es católica en el sentido en que son católicos los médicos, los amorosos compiladores de prospectos. Como todos ellos,
sabe captar y apreciar una fundamental normalidad matter-of-fact [prosaica].
Ignora el drama de quien admite como ella la mensurabilidad de cada cual, pero no quiere resignarse. Ignora el drama de la voluntad infinita. Es, como todos los médicos, una maestra de cordura.
En sus páginas la vida es terriblemente clara.
Sustituye el sentido de las cosas no mensurables. Lo fantástico, por el hechizo del tranquilo fluir, de ser justamente una rosa, una rosa, una rosa.
«Por lo tanto soy un infeliz, y la culpa no es mía ni de la vida», es la ley de la trágica mensurabilidad, agotada la cual podemos morir tranquilamente.


24 de octubre

Prosigo. Pero ahora sucede que justamente el contar un hecho y un personaje es hacer una ociosa creación fantástica, porque a ese contar se reduce el concepto tradicional de poesía. Para escribir aspirando a cualquier otra meta, ahora es preciso justamente trabajar el estilo, es decir, tratar de crear un modo de entender la vida, que sea un nuevo conocimiento. En este sentido ha de aceptarse mi vieja manía de convertir en argumento de la composición a la imagen, de contar el pensamiento, de salir del naturalismo.
Esto no es fantasear, sino conocer: conocer qué somos nosotros en la realidad. He aquí satisfecha la exigencia de creer ocurrido lo que estamos a punto de contar: sigue siendo cierto, pues, que sólo vale la pena de ser escrito aquello que estimamos realmente existente (nuestro estilo, nuestro tiempo = el objeto de nuestro conocimiento). Si aspiramos a enseñar un nuevo modo de ver y por ende una nueva realidad, es evidente que nuestro estilo ha de entenderse como algo verdadero, proyectable más allá de la página escrita. De no ser así, ¿qué seriedad tendría nuestro descubrimiento?
Es preciso contar sabiendo que los personajes tienen un carácter dado, sabiendo que las cosas ocurren según determinadas leyes; pero el point de nuestro relato no deben ser ni esos caracteres ni esas leyes.


25 de octubre

La fantasía humana es inmensamente más que la realidad. Si pensamos en el futuro lo vemos siempre desarrollarse según un monótono sistema. No pensamos que el pasado es un multicolor de generaciones. Esto puede servir también consolarnos de los terrores por la «técnica y totalitaria barbarización» del futuro. En los cien años venideros podrá producirse una serie de por lo menos tres momentos, y el espíritu humano podrá sucesivamente vivir en la plaza, en la cárcel, periódicos.
Dígase lo mismo del porvenir personal.


30 de octubre

Perdonamos a los otros cuando nos conviene.


13 de noviembre

En el relato en primera persona podemos ser realistas, aunque sin caer empero en el verismo. A paridad de realismo el relato en primera persona resulta más cantado que en tercera.

Proust está obsesionado con la idea de que toda esperanza, al realizarse, queda sustituida justamente por el nuevo estado y por lo tanto borra el precedente (sueños de Swann de que se casará. Sueños de le de que será recibido en casa de Swann). Además de la incomunicabilidad de las almas, también la de los estados de ánimo entre sí. De ahí la sensación de que todo es relativo y vano -a menos que se recobre el temps perdu. De ahí el gusto por la libre fantasía y el sádico relieve dado a que, en los choques con la realidad, ésta se desvanece y es preciso por tanto buscar una ley que sirva para
eternizar todo sueño.

No se desea poseer a una mujer, se desea poseerla nosotros solos.


20 de diciembre

Sustituir el gusto por la frase significativa y rara, por el del pensamiento significativo y raro no ya dialogado, sino profundizado como tejido conjuntivo de la historia.
La primera es realismo descriptivo, el segundo es construcción.
Fuera los personajes que dicen cosas inteligentes: las cosas inteligentes debes saberlas tú y desplegarlas para construir la historia.


26 de diciembre

La cárcel debe aparecer como el límite de toda caridad, el congelamiento de la simpatía humana, por lo cual la historia es, en su fase ascendente, el disolver de esas paredes (la extrañeza del mundo nuevo no debe ser fin, sino medio para que resalte mejor el estupor) y, en la fase descendente, el horror de la nueva reclusión de otro, y aquí de nuevo la extrañeza incrementará la gravedad de la soledad.


3 de agosto

La moral sexual es un paliativo de los celos. Tiende a evitar la comparación con la capacidad viril de otro. Los celos son el temor a esta comparación. La tolerancia de las ideas nace de la ilusión de que la verdad es algo racional, mientras que en cuanto se acepta el principio de que toda idea se basa en una elección inicial, de que la voluntad es
el principal órgano del conocimiento, nos volvemos intransigentes. Pensar esto o aquello es entonces censurable. Raíz práctica del error.


28 de noviembre

Podría darse que los niños sean más rutinarios que los adultos y que nosotros no lo entendamos bien por la razón de que ellos viven en guerra con los adultos y están forzados a celebrar sus hábitos en secreto. En efecto, el esfuerzo de los adultos se
encamina a romper todos los hábitos de los niños, sospechando en ellos un núcleo de resistencia y de anarquismo. Pero en el campo donde los niños disfrutan de relativa autonomía (los juegos), es evidente su rutinareidad -su afición al rito ya la fórmula, su superstición en torno a los lugares, etc.-, que adquiere también el inconsciente valor de una reivindicación de independencia frente a los adultos.
Y como hacer-las-cosas-también-nosotros-pequeños-como-los-mayores es difícil. Por la dificultad en sí y por las sospechas de los mayores, el niño tiende a crearse reglas en sus cosas, a volver a caer en el mismo carril, a animarse con lo ya hecho. Recuerda tu costumbre de los cinco años de llorar en cuanto te sentabas a la mesa, por las buenas, sin motivo. Era una actitud cómoda porque ya estaba experimentada y era una actitud tuya.


1940

23 de febrero

La grandeza inhumana de Shakespeare se ve, más que en su obra, en el hecho de que murió dejando inéditos dos tercios -entre ellos Antonio y Cleopatra, Macbeth (?), muchas comedias, etc.
Esto es tan enorme que entran sospechas de que a comienzos del siglo XVII no estaba aún bien difundida la mentalidad «editora» y se creía que se había legado a la posteridad una obra cuando se había escrito, simplemente. Pero, entonces, ¿cómo explicar los textos en estado de partes de actores que Shakespeare sabía que dejaba corruptos y corruptibles? y no puede decirse que le haya faltado tiempo y oportunidad para ocuparse de ellos.
Hay aquí una sabiduría que confina con la ironía cósmica. Un gesto sobrehumano.


16 de abril

Debe ser importante que un jovenzuelo siempre consagrado a estudiar, a pasar páginas, a quemarse las cejas, hiciera su poesía en los momentos en que salía al balcón o bajo un matorral o sobre un montículo o entre verdes terrones. (Silvia, Infinito, Vida
solitaria, Rememoranzas.) La poesía no nace del our life's work, de la normalidad de nuestras ocupaciones, sino de los instantes en que alzamos la cabeza y descubrimos con estupor la vida. (También la normalidad se convierte en poesía cuando se hace contemplación, es decir deja de ser normalidad y se convierte en prodigio.) Así se comprende por qué la adolescencia es gran materia de poesía. Se nos aparece -a los hombres- como instante en el que aún no habíamos doblegado la cabeza bajo las ocupaciones.


19 de abril

Las generaciones no envejecen. Todo joven de cualquier época y civilización tiene las mismas posibilidades de siempre.

El Imperio no cayó por decadencia de la raza (y esto es tan cierto que las generaciones contemporáneas y posteriores a las que vieron caer el edificio político, construyeron uno espiritual -la Iglesia Católica), sino por las cambiadas condiciones económicas y sociales que desplazaron las fuerzas (anquilosis económica, descentralización provincial, entrada de los bárbaros, etc.)


5 de junio

El dolor hace vivir en una esfera encantada y ensoñada, donde las cosas cotidianas y triviales adquieren un relieve temible y thrilling [sobrecogedor], no siempre desagradable. Da conciencia de un alejamiento entre la realidad y el alma; nos hace
remontarnos y nos deja entrever lo real, y nuestro cuerpo, como algo remoto y extraño a la vez, y ésta es su eficacia educativa.
La realidad de la guerra sugiere este sencillo pensamiento: no es doloroso morir cuando mueren tantos de tus amigos. De la guerra nace el sentido de grupo. Bienvenido.


9 de junio

Quien tiene una pasión dominante, odia en función de ella al género humano, porque todos le parecen, con relación a su pasión, rivales o, al menos, resistencias.


12 de junio

La guerra eleva el tono de la vida porque organiza la vida interior de todos en tomo a un esquema de acción sencillísimo -los dos campos- y la idea de la muerte siempre a punto en ella implícita proporciona a las acciones más triviales un sello de gravedad más que humana.


3 de julio

Todo este hablar de revoluciones, esta manía de presenciar acontecimientos históricos, estas actitudes monumentales, son consecuencia de nuestra saturación de historicismo, por la cual, habituados a tratar los siglos como las hojas de un libro, pretendemos oír en cada rebuzno de burro el tañido del futuro.
Se ha producido un desdoblamiento de los pueblos y no sólo de los individuos.
Además, al verlo todo bajo especie de historia, juzgamos por ideas, por abstracciones, que deben triunfar o no, y ya no sabemos qué es un hombre.
Esto es, hemos vuelto, por la vía de una ancha doctrina, a los tiempos en que se odiaba el nombre enemigo, la más religiosa de las barbaries. Pero hay una diferencia con aquellos tiempos: no somos nada religiosos.


6 de julio

Se enseña solamente lo que infaliblemente es. (Las técnicas, en efecto, son.) Por lo demás, para enseñar una cosa, es preciso creer en su valor absoluto -que exista incluso sin nosotros; que sea objetivamente.


15 de octubre

Las cosas se obtienen cuando ya no se desean. Para consolar al joven al que le sucede una desgracia, se le dice: «Sé fuerte, tómatelo con agallas; te acorazarás para el futuro. Una vez les sucede a todos, etc.» Nadie piensa en decirle en cambio lo que es cierto: esta misma desgracia te sucederá dos, cuatro, diez veces -te sucederá siempre. si estás hecho de tal modo que ahora le has ofrecido un flanco, lo mismo deberá ocurrirte en el futuro.

Tipología de las mujeres: las que explotan y las que se dejan explotar. Tipología de los hombres: los que aman el primer tipo y los que aman el segundo.
Las primeras son melifluas, educadas, señoras.
Las segundas son ásperas, mal educadas, incapaces de dominarse. (Lo que nos torna toscos y violentos es la sed de ternura.)
Ambos tipos confirman la imposibilidad de comunicación humana. Existen siervos y amos, no existen iguales.

La única regla heroica: estar solos, solos, solos.
Cuando pases un día sin presuponer ni implicar en ninguno de tus gestos o pensamientos la presencia de otros, podrás llamarte heroico.
O de lo contrario ser Cristo -o sea aniquilarse. Pero lo has dicho ayer -nadie renuncia a lo que conoce- y tú conoces demasiadas cosas.


17 de octubre

No se desmiente la propia naturaleza.
Has querido hacer una cosa fuerte, huir como el estoico que se domina, y te has puesto en una situación tal que ni has huido ni gozas ya de la natural compañía de antaño.

La lección más atroz de esta otra patada es que no habías cambiado en nada, no te habías corregido en nada, después de dos años de meditación.
Esto para quitarte también el consuelo de que puedas aún salir de este pozo mediante la meditación.

20 de octubre

Tu pena particular --que es la de todos los poetas- consiste en esto: que por vocación no puedes tener sino un público, y en cambio buscas almas gemelas.

Los artistas interesan a las mujeres no en cuanto son artistas, sino en cuanto tienen éxito en el mundo.
Es natural. Casarse es hacerse una posición, ¿y qué hombre -el más altruista- se emplearia, teniendo posibilidad de elección, en una empresa no sólida? Así proceden las mujeres, y hacen bien.

Hasta sacrificarse (o renunciar) es un problema de astucia.

Hablas siempre de astucia precisamente porque naciste para todo lo contrario.

Lo que diferencia al hombre del niño es el saber dominar a una mujer.
Lo que diferencia a la mujer de la niña es el saber explotar a un hombre. (El segundo grupo de mujeres -del 15 de octubre- es en sustancia el grupo de las niñas hasta tal punto que se trata de almas incapaces de autocontrol.)
Y además: Niños o Adultos nacemos, no nos hacemos.
Y ahora consuélate.

24 de octubre

Sabemos utilizar la estrategia amorosa sólo cuando no estamos enamorados.


30 de octubre

El dolor no es en modo alguno un privilegio, un signo de nobleza, un recuerdo de Dios. El dolor es una cosa bestial y feroz, trivial y gratuita, natural como el aire. Es impalpable, escapa a toda captura y a toda lucha; vive en el tiempo, es lo mismo que el tiempo; si tiene sobresaltos y gritos, los tiene sólo para dejar más indefenso a quien sufre, en los instantes sucesivos, en los largos instantes en los que se vuelve a saborear el desgarramiento pasado y se espera el siguiente. Estos sobresaltos no son el dolor propiamente dicho, son instantes de vitalidad inventados por los nervios para hacer sentir la duración del dolor verdadero, la duración tediosa, exasperante, infinita del tiempo-dolor. Quien sufre está siempre en situación de espera -espera del sobresalto y espera del nuevo sobresalto. Llega un momento en que se prefiere la crisis del grito a su espera. Llega un momento en que se grita sin necesidad, con tal de romper la corriente del tiempo, con tal de sentir que ocurre algo, que la duración eterna del dolor bestial se ha interrumpido por un instante -aunque sea para intensificarse.

A veces nos asalta la sospecha de que la muerte -el infierno- seguirá consistiendo en el fluir de un dolor sin sobresaltos, sin voz, sin instantes, todo él tiempo y todo él eternidad, incesante como el fluir de la sangre en un cuerpo que ya no morirá.

¡La fuerza de la indiferencia! -es la que permitió a las piedras perdurar inmutables durante millones de años.


31 de octubre

He aquí la prueba de que todo en ti es orgullo. Ahora que has reconquistado el permiso de telefonearle y escribirle, no sólo no lo haces, sino que siquiera sientes la necesidad ardiente de hacerlo.
Lo cual podría ser también la prueba de que en todas las cosas buscamos solamente la posibilidad futura. Si sabemos que podremos hacer una cosa, estaremos contentos y acaso ni siquiera la hagamos.


1 de noviembre

Fern. busca en el hombre pobre las virtudes del rico (exquisitez, sentimientos delicados, sociabilidad, etc.) y en el rico las virtudes del pobre (seriedad, pragmatismo sencillo, bondad laboriosa, etc.).


2 de noviembre

¡A quien no se salva por sí sólo, nadie lo puede salvar!

Me he dado cuenta a menudo de que lo que acabaré descubriendo que más vale e importa, empieza siempre por desagradarme y repugnarme.


8 de noviembre

Según Freud ( Ensayos de Psicoanálisis) todo el pensamiento nace del instinto de la muerte: es un esfuerzo para enlazar los movimientos fugitivos, dionisíacos, libidinosos de la vida, en un esquema que satisfaga el narcisismo del yo. El yo tiende a la regresión hacia la quietud, a bastarse a sí mismo, en su inmovilidad y en su ausencia de deseos.
Es una verdad que se aprecia cuando se sufre y se trata de analizar, entender, fijar la propia crisis y en definitiva matarla.


9 de noviembre

Todo lo que hace nuestro cuerpo, salvo el ejercicio de los sentidos, no lo percibimos. Las más vitales funciones (circulación, digestión, etc.) las desconocemos. Así ocurre con nuestro espíritu: ignoramos todos sus movimientos y mudanzas, sus crisis, etc., todo lo que no sea la superficial concepción esquematizante.
Sólo una enfermedad nos revela las profundidades funcionales de nuestro cuerpo. Y del mismo modo presentimos las del espíritu, cuando estamos desequilibrados.


1941

14 de enero

Para sentir qué es el estilo, basta con leer cualquier prosa de Foscolo y después una de las suyas traducidas del inglés, aunque sea por Ugoni. Mejor aún: primero leer la traducida, y después una cualquiera original -por ejemplo la Lección Inaugural.

Si este año no has hecho examen de conciencia, es porque lo necesitabas más que nunca –estabas en situación de tránsito y te faltaba claridad íntima.


30 de enero

Esa sensación dulce e indulgente de amor a la humanidad que se experimenta en un día frío, durante un intervalo pasado en un café -cuando se observa el rostro demacrado y triste de uno, la boca arrugada de otro, la voz doliente y bondadosa de un tercero, etc.-, y uno se abandona a un voluptuoso y melancólico abrazo sentimental a tanto cotidiano sufrir, no es verdadero amor al prójimo, sino complacida y dilatada introversión. En aquellos momentos no se movería un dedo por nadie: sentir en sustancia, beatitud por nuestra tranquila futilidad ante la vida.
Si hasta la lectura silenciosa que hacemos de una poesía para conocerla, es una interpretación, no se ve ya cómo se puede elaborar un juicio histórico sobre una poesía -dado que conocerla significa crear en nuestro interior otra obra. ¿Juzgaremos esta otra? ¿y la universalidad del juicio histórico? ¿Y su verdad? (Leyendo a PUGLIATTI, La interpretación musical).


2 de febrero

El amigo P. está compuesto por un bonachón y terco sentido de su mérito, que se revela incluso en su fundamental despego de los asuntos del prójimo, una maciza reserva de campesino que no tolera la intrusión de otros en su mundo activo. Es un hombre que jamás duda de su actitud, e ignora por lo tanto la nerviosa adaptabilidad de relaciones que otros tienen con el mundo. Si no fuera «artista», esto es si no hubiera cultivado en sí una disposición a observar desinteresadamente conductas y aspectos del prójimo, sería un perfecto aldeano. Pero también podría discutirse sobre ese desinterés: ¿es desinteresada una facultad que él utiliza sin descartar nada para la composición activa de su mundo, y que no se permite desviaciones inútiles, por ejemplo, lecturas que no converjan a esa cultura que él imagina «teatral»? ¿Habrá vivido alguna vez una experiencia, una realidad que, al no entrar en su inicial esquema juvenil (para trazar el cual, por supuesto, experimentó al menos una vez), lo hiciera tambalearse?
Hombre católico y, con certeza, convencido del deber de la humildad, sin embargo, está hecho de tal modo que los valores de la vida los estrecha a sí, sin angustia y sin sorpresa, como si le fueran debidos. Este es su esquema. Cuando le digo que
ignora la psicología, no afirmo que ignore los mecanismos humanos sobre los cuales construye sus dramas, sino que, al margen de este campo de lo «posible» psicológico vivido en el arte, jamás ha vivido en la realidad una duda psicológica, una enfermedad del espíritu -de esas enfermedades que son las únicas que hacen experimentar y entrever los abismos de la conciencia. Se diría que rechaza estas experiencias in corpore sui- por la ya dicha razón de que acaso no ve la practicidad de las enfermedades. Y con toda seguridad, si mañana se dejase arrastrar a una crisis psicológica y anduviera a tientas, lo haría para explorar material de tragedia, no por exigencia vital. Porque las exigencias vitales ya están satisfechas por su esquema terco y católicamente campesino y -en la medida que valga la palabra- egoísta.
De eso nace el tono melodramático de sus mejores páginas. Su obra, precisamente porque es dramaticidad pura y acaso por eso, ha sido siempre -hasta ahora- literatura. y no veo cómo podrá superarlo.
Acaso P. no tuvo nunca una adolescencia –esa que hace pensar en el suicidio. Y el precio de esta carencia es una perenne y particular adolescencia de espíritu -esa que bajo todas las virilidades (conducta, familia, sentido de la responsabilidad, éxito)- lo hace ser no un creador, sino un literato de nueva especie. El que, tras semejante aclaración, yo todavía lo quiera, casi como podría querer a una mujer, es comprensible: P. es la antítesis de mí y de mis experiencias.
P. tiene algo de femenino en su prudente y sosegado egoísmo, es decir, de adolescente, esa adolescencia que es simplicidad pero también gracia relajante y calmante.


3 de febrero

¿Qué hay en suma en mi idea fija de que todo consiste en el secreto y amoroso «en sí» que cada criatura ofrece a quien sabe penetrarla? Nada, porque jamás pude realizar esa amorosa comunión.

En el fondo, el secreto de la vida es obrar como si tuviésemos lo que más dolorosamente nos falta. Todo el precepto cristiano está aquí. Convencerse de que todo es creado para el bien, que existe la fraternidad humana -y si eso no es cierto, ¿qué importa ? El consuelo de esta visión consiste en creer en ella, no en que sea real. Porque si yo lo creo, si tú, si él, si ellos lo creen, entonces se cumplirá.

18 de enero de 1941, terminada La Playa


14 de febrero

En sueños Fern. me cuenta que ha asistido justamente detrás de los músicos y que ha gozado «aquel divino trío».
Poco después entramos –a ella ya no la veo- y veo a mi amigo el músico que se pone justamente detrás de los dos clavicordistas, pegado a la pared, y finge dirigir con las manos la orquesta (los músicos se vuelven y miran a hurtadillas).
Evidentemente, el músico es más adecuado que Fern. para hacer esto -más fantásticamente adecuado- y se ha producido un proceso de ajuste narrativo durante el sueño. Esto es, no tengo aquí dos hechos sucesivos, en los que el segundo se desarrolla a partir del primero, sino la concrescencia de un solo hecho, de un estado, que relampaguea primero en forma embrionaria y que luego, diríase, encuentra una más rica y apropiada expresión (y cambia de protagonista y de sentido, amén de enriquecerse mágicamente con detalles coherentes, que me eran totalmente desconocidos en el primer relampagueo).
Acaso esté aquí la explicación del hecho (27 de diciembre del 39) de que en el curso de un sueño ciertos detalles nos parecen anticipaciones narrativas de otros que los completarán. Sería simplemente un primer esbozo embrionario que luego se concreta en algo distinto. En suma, no nos contaríamos a nosotros mismos, sino que fantasearíamos un cuadro, una situación estáticos, expresivos de un estado físico, la «pasión» dominante. El aparente desarrollo de la acción en el sueño, nacería de la sucesión de intentos inconscientes tendentes a definir cada vez mejor la visión (primero Fern., después el músico, que hacen lo mismo). En el ámbito de cada visión aislada hay además, naturalmente, cierta progresión naturalista de acaecimientos ('secuencia de ac.).
Como si alguien os enseñase un cuadro; e inmediatamente después el mismo cuadro con personajes cambiados y retocados. Si eso se hiciera con velocidad y como es debido, he aquí el relato cinematográfico, pero un relato en el cual cada secuencia es un intento renovado de decir la misma cosa.

Observado soñando que en el sueño no existen antecedentes, todo es acción; nada está resumido -modelo de arte evocativo.


2 de marzo

LEVY-BRUHL, La experiencia mística, etc.
Cap. I. -El primitivo se deja asaltar por la pasión del juego de azar y lo pierde todo, por razones místicas; porque, una vez lanzado, no le importa el valor perdido sino que quiere demostrarse a sí mismo que las potencias sobrenaturales no lo han abandonado, y lo que posee no es sino un medio para aclararse esta protección y volver a aferrarla... Cfr. con tu tendencia, cuando te ha ido mal en la vida, a ser aún más desgraciado, a tocar el fondo, como para encontrar en la absoluta condena de la suerte una confirmación de valor absoluto: la confirmación de que la desgracia no te ha ocurrido por casualidad sino porque in alio loco la tuvieran tomada contigo, lo cual podría querer decir que in alio loco importas.


12 de abril

Uno de los gustos humanos menos observados es el de prepararse acontecimientos a plazo fijo, de organizarse un grupo de sucesos que tienen una construcción, una lógica, un principio y un fin. El fin se columbra casi siempre como un acmé sentimental, una alegre o lisonjera crisis de consciencia de sí. Esto se extiende desde la construcción de una pregunta y respuesta a la de una vida. ¿Y qué es esto sino la premisa del narrar? El arte narrativo satisface justamente este gusto profundo. El placer de narrar y el de escuchar consiste en ver disponerse a los hechos según este gráfico. A la mitad de un relato nos remontamos a las premisas y disfrutamos al hallar razones, claves, movimientos causales. ¿Qué otra cosa hacemos al reflexionar sobre el pasado y al complacernos reconociendo en él los signos del presente o del futuro? Esta construcción da en sustancia un significado al tiempo. Y narrar es, en suma, sólo mitologizarlo, huir de él.


13 de junio

Si se debe juzgar por su analogía con el día, la vejez es la edad más fastidiosa porque ya no se sabe qué hacer con uno mismo, como por la noche cuando el trabajo cotidiano ha terminado.


5 de julio

Con las mujeres de los otros no sé qué hacer.


2 de octubre

¿Por qué no te basta el realismo naturalista-psicológico? Porque es demasiado pobre.
No se trata de descubrir una nueva realidad psicológica, sino de multiplicar los puntos de vista que revelarán en la normal realidad una gran riqueza. Es un problema de construcción (¡¡nos remontamos al 16 de noviembre de 1935!!).


9 de octubre

Me gustan los escritores que tratan siempre el mismo motivo, dice Pintor (1). Aparte lo que en eso hay de simple afición a la coherencia ya la definibilidad del escritor -peldaño a la crítica-, P. no explica si se refiere de forma naturalista al contenido o a la actitud estilística. De acuerdo en que variar el primero es indicio de pobreza interior, pero la segunda debe ser a la fuerza una búsqueda siempre nueva -desde el sencillo matiz al salto de género-, de lo contrario la página carecerá de la sensación de descubrimiento, que es el verdadero y único placer de quien escribe.


Invierno del 41-42

En el mundo nunca estamos del todo solos. En el peor de los casos siempre se tiene la compañía de un muchacho, de un adolescente, y sucesivamente de un hombre hecho -lo que hemos sido nosotros.

No es que en nuestro tiempo el representante de la cultura sea menos escuchado de la que en el pasado el teólogo, el artista, el científico, el filósofo, etcétera. Es que ahora tenemos conciencia de una masa que vive de mera propaganda. También en el pasado las masas vivían de propaganda infecta, pero entonces, al estar menos difundida la cultura elemental, esa masa no imitaba a los auténticos cultos y por ende no hacía surgir el problema de si estaba o no en competencia con ellos.

Los ambientes no han de ser descritos, sino vividos a través de los sentidos del personaje -y por lo tanto de su pensamiento y su habla.
Lo que te disgusta como impresionismo, se convierte así -bedingt [condición, condicional (del alemán)] del personaje- en vida en acción. He aquí la norma que ya buscabas en el fondo en el «Oficio de Poeta». ¿Qué es el relato del relatar de Anderson, el monólogo interior de Joyce, etc., sino esta imposición de la realidad-personaje a la objetividad?

Cuando una mujer se casa pertenece a otro; y cuando pertenece a otro ya no hay nada más que decirle.


1942

28 de enero

Las cosas .se descubren a través de los recuerdos que de ellas se tienen.
Recordar una cosa significa verla –solamente ahora- por primera vez.

Debes crear un nexo entre el hecho de que en los momentos más verdaderos eres inevitablemente lo que fuiste en el pasado y el hecho de que sólo las cosas recordadas son verdaderas.


10 de febrero

Ante el mar de la Pineda, bajo y nocturno, has visto, al pasar en tren, fogatas lejanas y has pensado que por mucho que esa escena, esa realidad, te llene de veleidades «de decir», te inquiete como un recuerdo de infancia, no es para ti ni un recuerdo ni una constante fantástica, y te sugestiona por frívolas razones literarias o analógicas, pero no contiene, como un viñedo o una de tus colinas, los moldes de tu conocimiento del mundo. Se desprende de ello que muchísimos mundos naturales (mar, páramo, bosque, montaña, etc.) no te pertenecen porque no los has vivido en su momento, y si tuvieras que poetizarlos no sabrías moverte en ellos con esa secreta riqueza de sobreentendidos, dé sentidos y de asideros que da dignidad poética a un mundo. Lo mismo debes decir en lo que toca a la esfera de las relaciones humanas, de los seres humanos: sólo esas situaciones yesos tipos que poco ha poco han emergido de ti y se han recortado sobre el fondo de tu conocimiento inicial han tenido tiempo (hasta ahora) de grabarse en tu espíritu y de echar esas innumerables y secretas raicillas de referencias que dan sangre y vida a las creaciones. En suma, no puedes aunque quieras interesarte poéticamente por un pueblo dado o por una esfera dada y hacerlos vivir, como no sea reduciéndolos a los moldes (insuficientes) de tu infancia-juventud. No puedes, pues, escapar (al menos por ahora) a un mundo implícito ya en tu naturaleza perceptiva, al igual que en la vida práctica no puedes escapar a la determinación de tu primera adaptación al mundo. Queda por ver si, en los dos campos, el activo y el creativo, deberás limitarte a excavar ya comprender cada vez más a fondo la realidad que te fue ya dada, o si será beneficioso afrontar continuamente cosas, figuras, situaciones, decisiones ajenas a ti, extrañas, amorfas, y sacar del choque y del esfuerzo una continua potenciación e incremento de tus capacidades. Toda la cuestión estriba en saber si, adquirido el primer conocimiento, se vive espiritualmente de rentas o si se puede aumentar día a día el capital. Parece evidente que, por fatigoso y terrible que sea, las dos vidas pueden conjugarse y una experiencia infantil elaborada en la madurez será un distinto y nuevo punto de partida.


12 de febrero

El arte moderno es -en la medida en que vale- un regreso a la infancia. Su motivo perenne es el descubrimiento de las cosas, descubrimiento que puede producirse, en su forma más pura, sólo en el recuerdo de la infancia. Esto es efecto de la all-pervading consciencia del artista moderno (historicismo, noción del arte como actividad suficiente en sí, individualismo) que le hace vivir desde los dieciséis años en un estado de tensión; es decir, en un estado ya no propicio para la absorción, ya no ingenuo. Y en arte sólo se expresa bien aquello que fue absorbido ingenuamente. A los artistas no les queda sino volverse hacia la época en la que todavía no eran artistas e inspirarse en ella, y esa época es la infancia.

21 de febrero

Mis relatos son -en la medida en que están logrados- historias de un contemplador que observa cómo ocurren cosas más grandes que él.


4 de mayo

Lo que nos sostiene en la inquietud y en el esfuerzo de escribir es la certeza de que en la página queda algo que no ha sido dicho.


25 de mayo

No es que el niño viva en la fantasía (como dice Cantoni, Los primitivos, p. 256), sino que el niño que hay en nosotros sobrevive y se estremece sólo en escasos momentos-recuerdo, que nos hacen creer -y no es cierto- que en su momento fueron fantásticos.


2 de agosto

El aburrimiento indecible que te provocan en los diarios las páginas de viajes. Los ambientes nuevos, exóticos, que han sorprendido al autor. Nace sin duda de la carencia de raíces que estas impresiones tenían, al haber surgido como de la nada, del mundo exterior, y no estar cargadas de un pasado. Al autor le agradaron como estupor, pero el verdadero estupor es asunto de memoria, no de novedad.


7 de agosto

Desde el principio estoy acostumbrado a pensar mi poesía como trompe-l'oeil, [apariencia engañosa], como bloque psicológico, y esto es tan cierto que mi estilo más rico es la voz sintética del protagonista, y mi fórmula es «cómo se las arregla un fulano en una situación dada». Y esto no sólo en la prosa, sino también en los versos. Todo lo contrario de Vittorini que, ignorando dantescamente al protagonista, puede convertirlo en símbolo sin esfuerzo.


14 de agosto

Pensé en el trencito que los campos que veía huir, las cortinas de árboles, las casas, los rincones, los recuerdos de otros tiempos, todo habría servido para constituir recuerdo, para constituir pasado. Aun cuando la hora fuese trivial, y en el fondo me aburriera, recobrarla un día ya no sería trivial.


17 de agosto

Ocurre que un discurso overhead [oído por casualidad] atrae e interesa y nos toca más a fondo que las palabras dirigidas a nosotros.


20 de agosto

Se dice que escribir creando es tender más allá de todo esquema; búsqueda, auscultación de la verdad profunda que hay en nosotros. Pero a menudo la verdad más profunda que poseemos es el esquema que nos hemos creado con lenta y encarnizada fatiga y con abandono.


22 de agosto 
(en Pavone )

Las cosas las he visto por vez primera, en tiempos, en tiempos que han pasado irrevocablemente. Si el verlas por vez primera bastaba para contentar ( estupor, éxtasis fantástico ), ahora requieren otro significado. ¿Cuál?


25 de agosto 
(en Pavone )

Cuando cuentas pequeñas historias o hechos, te enredas siempre y no sabes escoger; quisieras decirlo todo: desconfianza en el arte, esperanza de que acumulando todos los detalles logres decir también algo bueno, que hará el point.


30 de agosto 
(en Gressoney )

Amor es deseo de conocimiento.


31 de agosto 
(en Gressoney )

De niño se aprende a conocer el mundo no -como parecería- gracias al inmediato y originario contacto con las cosas, sino a través de los signos de las cosas: palabras, viñetas, relatos. Si nos remontamos a un momento cualquiera de conmoción extática ante cualquier cosa del mundo, encontramos que nos conmovemos porque ya nos hemos conmovido; y nos hemos conmovido ya porque un día algo nos pareció transfigurado, separado del resto, por una palabra, una fábula, una fantasía que a ello se refería. Naturalmente en aquel tiempo la fantasía nos llegó como realidad, como conocimiento objetivo y no como invención.


6 de septiembre

Llega un día en el que sólo sentimos hacia quien nos ha perseguido indiferencia, cansancio por su estupidez entonces perdonamos.


10 de septiembre

Sólo siguiendo el instinto, el modo de ser inicial, espontáneo, puede uno sentirse justificado y .en paz consigo mismo y con la propia medida. Pero ¿quien tiene en el instinto dividirse en dos, librar lucha consigo mismo?


12 de septiembre

Un hombre solo, en una barraca, comiendo la carne y la salsa de una olla. Algunos días la rasca con un viejo cuchillo, otros con las uñas; hace mucho tiempo, la olla estaba llena y era buena, ahora está agriada y para sentirle el gusto el hombre se come las uñas rotas. y proseguirá mañana, y luego.
Se asemeja a mí, que me busco el trabajo en el corazón.


27 de septiembre

Tendencialmente. En la tragedia griega los personajes nunca se hablan entre sí, hablan a confidentes, al coro, a ajenos. Es representación en la medida en que cada cual expone su caso al público. El personaje jamás se rebaja a diálogos con otros, sino que es como es, estatuario, inmutable.
Las muertes se producen fuera del escenario, y se oyen sus gritos, sus exhortaciones, sus palabras. Llega el mensajero y cuenta los hechos. El acontecimiento se resuelve en palabras, en exposición. No diálogo: la tragedia no es diálogo, sino exposición a un público ideal, el coro. Con él se efectúa el verdadero diálogo.
[De ahí la pobreza de la tragedia clasicista (francesa, Alfieri) que, conservando el estilo, la ausencia de hechos y la exposición de la griega, carece de coro, es decir del segundo personaje que hace frente a ese otro único que es la suma de los otros personajes.]


5 de noviembre

Confesiones de Kierkegaard que describen al literato, al intelectual puro: «mis intereses no están subordinados todos a uno aislado, sino coordinados entre sí» y «lo que me faltó fue llevar una perfecta vida humana, y no sólo la del conocimiento». Pensamientos de ayer noche hablando de G. con la Romano, encontrados esta mañana en Przywara (Das Geheimnis Kierkegaards, pp. 11 y 12), por la habitual coincidencia.
Antes del Romanticismo no existía el intelectual, porque no existía contraposición entre vida y conocimiento. (Este nexo lo has notado ya una vez.) Advertir que la vida es más importante que el pensamiento significa ser un literato, un intelectual; significa que el propio pensamiento no se ha hecho vida.

 

Estos fragmentos pertenecen al diaro de Cesare Pavese El Oficio de vivir, editado por Seix Barral.

 

Poeta y novelista italiano. Nace el 9 de septiembre de 1908 en S. Stefano Belbo (Cúneo) y es el último de cinco hijos de una familia pequeño burguesa de origen campesino. Cuando sólo tiene seis años, su padre muere. Cursa estudios en Turín y, entre sus profesores de la escuela media superior, cabe señalar a Augusto Monti, figura de relieve del ambiente antifascista de la ciudad, amigo de Piero Gobetti y Antonio Gramsci. En 1932 se licencia en letras con una tesis sobre Walt Whitman; en esa misma época, empieza su actividad de traductor con "Moby Dick" de Melville y "La risa negra" de Sherwood Anderson para la editorial Frassinelli. En 1934 es nombrado director de la revista "Cultura". En mayo de 1935 es detenido por motivos políticos y es confinado en Brancaleone Calabro. En 1936 regresa a Turín y publica el libro de poesía "Lavorare stanca". Durante la guerra, se refugia con su hermana en Serralunga y, cuando aquélla termina, se inscribe en el Partido Comunista Italiano (PCI). De su obra posterior destacan las siguientes novelas: "De tu tierra" (1941), "La playa" (1942), "El camarada" (1947), "La casa in collina" (1948), "El bello verano" (1949) y "La luna y las fogatas" (1950); también cabe recordar el atípico "Diálogos con Leucó˜" (1947), las poesías de "Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" (1951) y el diario "El oficio de vivir " (1952). Víctima de repetidas crisis depresivas, Cesare Pavese se suicida el 27 de agosto de 1950 en un hotel de Turín, ingiriendo doce sobres de somníferos.




Nella stanza 346 il tempo è fermo al 27 agosto 1950

Publicar un comentario

0 Comentarios