Joe Biden: Ni un paso atrás ante el desafío

 


Oleg Yasinsky
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Hace unos días el periódico estadounidense The Washington Post publicó un artículo de opinión del presidente Joe Biden con el título 'Estados Unidos no retrocederá ante el desafío de Putin y Hamás'.

Si hubiéramos llegado a este mundo desde otros tiempos o espacios, al leer algo así, seguramente nos imaginaríamos a EE.UU. en llamas, atacados por las salvajes hordas rusas y palestinas. El señor Biden, acostumbrado a confundir países y saludar al vacío, representante de un país que en las últimas décadas no hizo otra cosa que desatar guerras, dirigir golpes de Estado y ordenar las horcas económicas para las naciones independientes, nos habla en su artículo de sus aspiraciones por un futuro próspero y pacífico, a pesar de existir gente como nosotros que no compartimos "sus valores", como bien lo aclara en el texto. Por suerte, no los compartimos.

Entiendo que este breve panfleto, encargado a sus asesores políticos y literarios, tenía el propósito de explicar la lógica política del Gobierno norteamericano para participar activamente en las guerras de Europa y Medio Oriente. El articulo dice que "Estados Unidos es la nación esencial", con el tono de una "Alemania por encima de todo" del más ambicioso de sus ancestros. La definición de la nación esencial está precedida por un párrafo que se supone lo explica todo o casi todo:

"Tanto Putin como Hamás luchan por borrar del mapa a una democracia vecina. Y tanto Putin como Hamás esperan colapsar la estabilidad e integración regionales más amplias y aprovecharse del desorden resultante. Estados Unidos no puede permitirlo, y no lo hará. Por nuestros propios intereses de seguridad nacional, y por el bien del mundo entero”.

Las primeras dos afirmaciones son un ejemplo perfecto de la costumbre de los manipuladores de todos los tiempos, que mezclan todo con todo para luego afirmar sus verdades supuestamente absolutas. El poder en la Franja de Gaza, de la organización político-militar palestina, nos guste o no nos guste, es el producto genuino de unas elecciones, seguramente no ideales y con muchos problemas, pero no son menos democráticas que las del Gobierno del país ocupante.

Hablar de Ucrania como un estado democrático ya parece ser un chiste de mal gusto. Obviamente si entendemos como 'democracia' al poder soberano del pueblo y no de los servicios de inteligencia extranjeros. Tal vez, si los autores del texto fueran más honestos, deberían reemplazar el término "democrático" por "obediente a nosotros". Así seguramente se entendería mejor. Acusar a Vladímir Putin y, de paso, a Hamás, como si fueran dos lados de la misma referencia del mal absoluto oficial, con la denominación de origen verificado y que "esperan colapsar la estabilidad e integración regionales", parece más surrealista aún.

¿Quién más que Rusia fue la que durante años y años trataba de encontrar cualquier fórmula, un acuerdo de seguridad para Europa, mientras que la frau Angela Merkel y sus colegas ganaban tiempo para armar y entrenar al Ejército ucraniano para el avance territorial de la OTAN? ¿Quién hizo más que Israel para convertir los guetos palestinos en un polvorín a punto de estallar en cualquier momento? ¿Quién dirigió el plan mundial para "aprovecharse del desorden resultante"? ¿Irán? ¿Corea del Norte? ¿Cuba? ¿Venezuela?

Otra frase del mismo artículo: "El mundo espera que resolvamos los problemas de nuestro tiempo. Ese es el deber del liderazgo, y Estados Unidos lo ejercerá". ¿A qué cosa extraña llama "el mundo" el señor Biden? ¿Cuál es su mundo? Creo que todos deben conocer estas declaraciones para entenderlas bien y unirse.

Aparte de la infinita prepotencia, estupidez e irresponsabilidad de esta clase de promesas de Biden a Biden, aquí estamos viendo con mucha nitidez el verdadero proyecto del gobierno estadounidense y nuestro inexistente lugar en él.

Lo curioso es que la mafia belicista que trata de gobernarnos desde la Casa Blanca, tampoco es tan independiente como se posiciona. Entendemos que son tan empleados de las corporaciones internacionales como cualquier otro gobierno del 'mundo civilizado'. La única diferencia es que desde el sótano del régimen de Zelenski, la oficina directiva de Joe Biden, ubicada en el último piso, con una bonita vista al infierno que ellos hacen del mundo, se ve como la cabina del capitán. Pero los dueños desde hace tiempo que se mudaron del edificio.

EE.UU. por si solo no decide nada. Para entender quiénes son los que toman las decisiones, deberíamos mirar al corazón de la oscuridad evocando las letras innombrables de BlackRock, The Vanguard Group, State Street Global Advisors y otros colosos más pequeños.

Después de sus tradicionales mantras sobre Putin y Ucrania, que se repiten desde el primer día de su gobierno y donde cualquier análisis es reemplazado por caricaturas para el público analfabeto, el presidente Biden se explaya sobre un tema que le preocupa mucho más: su nueva operación híbrida en Medio Oriente. Las explicaciones parten desde el conocido cliché propagandístico israelí, que el 7 de octubre pasó "la peor atrocidad cometida contra el pueblo judío en un solo día desde el Holocausto". Entiendo bien, lo impactante que debe sonar esto para los sentimentales televidentes. Pero es mentira.

La peor atrocidad contra el pueblo judío es la política colonial, racista y genocida del Estado sionista, que funciona como la mejor fábrica de judeofobia en el mundo. Aquí también hay otro error del señor Biden o de sus asesores, que desde nuestra buena fe podemos entender que es parte de su ignorancia, y es que en el artículo se contrapone el 'antisemitismo' y la 'islamofobia'. Como los palestinos, al igual que los judíos y todos los árabes son semitas, el antisemitismo no es solo antijudío, sino también es antipalestino y antiárabe. Convendría saberlo para ahorrar así una palabra más en estos textos tan largos y también para definir la política del Estado de Israel que el sin duda es antisemita.

Cada bomba israelí que cae hoy en Gaza es un crimen también contra todos los niños judíos que tendrán que cosechar los frutos de esta siembra.

Y no olvidemos lo más importante, que Israel no hace nada sin el total y completo beneplácito de EE.UU... por si acaso nos interesa saber el nombre del mayor antisemita del mundo.

Si los pueblos de Oriente Medio no vivieran ahora esta tragedia, la siguiente frase de Biden podría ser la mejor muestra de su excelente sentido de humor, o una de esas imágenes que inspiran al teatro del absurdo de Zelensky. Biden dice: "A mí también me rompen el corazón las imágenes de Gaza y la muerte de miles de civiles, incluidos niños". Me hace acuerdo de un viejo chiste (disculpen lo grosero que me pone Mr. Biden), donde un tipo regresa de un prostíbulo y cuenta a su amigo: "Allí conocí a una chica maravillosa, que me contó su terrible historia. El marido la estafó y la dejó sola con sus hijos y sin dinero, y por ello se vio obligada a dedicarse a eso… es tan terrible e injusto… y entonces imagínate, la follo y lloro…".

Las palabras sobre que "el pueblo palestino merece un Estado propio" pueden ser consideradas la parte demagógica más aburrida del texto. El mundo sabe que los palestinos deben tener un Estado propio desde la decisión de la ONU en 1947. También se sabe que Israel es la extensión político-militar de EE.UU. en la región. Solo el movimiento de un dedo desde EE.UU. bastaría para que Israel aceptara la creación de un estado palestino. Pero la paz entre Israel y los palestinos es un mal negocio y necesidad de la presencia militar estadounidense en Oriente Medio disminuiría drásticamente, perjudicando su control geopolítico y la industria armamentista.

"Nuestro objetivo no debe ser simplemente detener la guerra por hoy, sino acabar con ella para siempre, romper el ciclo de violencia incesante", afirma el artículo.

Para hablar o escribir sobre los ciclos de violencia, habría que entender que los efectos suelen tener sus causas. No hay nada más violento y desestabilizador que la humillación permanente de todo un pueblo. En palabras simples, como para el público de Biden: para acabar con la guerra habría que acabar con el odio, para acabar con el odio, habría que acabar con el resentimiento, para acabar con el resentimiento habría que acabar con su causa, su causa es la ocupación ilegal de los territorios palestinos y su abierta deshumanización y discriminación por el estado de Israel y todo su aparataje mediático.

Obviamente, esto no se resuelve en un solo día ni con un par de decretos 'adecuados'. Pero para eso, habría que hacer algo a lo que Washington no está acostumbrado y es escuchar al otro, tratar de entenderlo, intentar ponerse en su lugar. Para romper los ciclos de violencia simplemente hay que dejar de incentivarlos.

Luego Biden exige en su texto "el compromiso de israelíes y palestinos, así como de Estados Unidos y de nuestros aliados y socios". No sé si lo sabe el autor, pero el mundo ve en estos tiempos que "el compromiso" de su gobierno y sus aliados europeos se llama 'dominio'. EE.UU. en sus intereses egoístas a corto plazo están destruyendo la independencia y la economía de sus aliados europeos que cada vez más parecen vasallos. Obviamente, siguiendo este único modelo que se suele practicar, la principal condición del "compromiso" entre israelíes y palestinos que exige el gobierno de Biden significa la obediencia absoluta de Palestina a Israel.

"He insistido ante los dirigentes israelíes en que debe cesar la violencia extremista contra los palestinos de Cisjordania y que quienes la cometen deben rendir cuentas. Estados Unidos está dispuesto a tomar sus propias medidas, incluida la prohibición de visados a los extremistas que atacan a civiles en Cisjordania", amenaza el presidente norteamericano a sus subalternos israelíes.

Si desobedecen, matando a más palestinos de los que está previsto en las cuotas de cacería humana, hasta les pueden prohibir la entrada al paraíso de la democracia mundial. Mientras las familias y vecinos de los 'extremistas' del otro bando se están pulverizando entre las ruinas de lo que queda de Gaza.

La lógica de este pensamiento tan elevado se explica con una de sus frases finales: "Mientras Hamás se aferre a su ideología de destrucción, un alto al fuego no es la paz. Para los miembros de Hamás, cada alto al fuego es tiempo que aprovechan para reconstruir su arsenal de cohetes, reposicionar a los combatientes y reiniciar la matanza atacando de nuevo a inocentes".

Esta es la verdadera postura de Washington. El alto al fuego no significa la paz. Porque la paz de ellos no es ni siquiera la paz del cementerio de niños y civiles. Una lástima que Biden al final del texto no vuelva a hablar de Putin ni de Ucrania. Quizás solo se trate de un olvido comprensible en una persona mayor. Las mismas órdenes de EE.UU. para Israel las recibe el Ejército ucraniano, seguir matando y muriendo para salvar la maravilla democrática que ellos imponen a nuestro ingrato mundo de los mal pensantes o mal pensados.


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