Reanudación, de Alain Robbe-Grillet Por Nicolás Cabral
En mayo de 1843, Søren Kierkegaard se instaló en una habitación de hotel con vista a la Gendarmenplatz berlinesa. Dos años antes había estado ahí: presentaba su tesis doctoral y, sobre todo, intentaba reponerse de la ruptura con Regina Olsen. El motor del nuevo viaje era distinto: un leve saludo que ésta le había obsequiado semanas atrás y que lo tenía profundamente emocionado. Con su regreso a Berlín el filósofo danés no trataba de recordar ese amor, sino de reanudarlo. El fracaso de esta tentativa motivó un relato que entre nosotros ha recibido el impreciso nombre de La repetición, pero que la más reciente traducción francesa ha llamado La reprise, literalmente La reanudación.
Constantin Constantius, el “seudónimo estético” elegido por Kierkegaard para la ocasión, escribió: “Reanudación y recuerdo son un mismo movimiento, pero en direcciones opuestas; porque lo que
uno vuelve a recordar ha ocurrido: así pues, se trata de una repetición que vuelve hacia atrás; mientras que la reanudación propiamente dicha sería un recuerdo que vuelve hacia adelante.” Alain Robbe-Grillet (Brest, Francia, 1922) parte de esa idea y la coloca como pórtico de una novela asombrosa, titulada nada menos que La reprise (2001). El relato, que aparece ahora en nuestra lengua como Reanudación, es en resumidas cuentas una summa robbegrilletiana: todo en él remite a alguno de sus libros y películas anteriores y, de paso, nos sumerge en una pródiga sucesión de guiños de toda índole. El personaje principal es un agente secreto, y su perfil detectivesco parece un espejo en el que debemos mirarnos: la novela exige del lector un ánimo pesquisante que le incite a rastrear las innumerables referencias intertextuales. La
trama es tan simple como difícil de referir. El francés Henri Robin, que a lo
largo del texto irá cambiando de nombre —HR, Ascher, Boris Wallon, Wall,
Mathias Franck…—, viaja en 1949 a una Berlín arrasada para participar en una
confusa misión de la que no conoce los objetivos. Durante el trayecto se cruza
con su doble, su sosias, un hombre al que llama “el viajero” y que se le ha
aparecido intermitentemente desde la infancia. La información necesaria le irá
siendo proporcionada por un tal Pierre Garin, que lejos de mostrarle el
mecanismo de las cosas lo atrinchera en el oscuro laberinto del sinsentido.
Así, HR se hospeda nada menos que en la habitación ocupada por Kierkegaard un
siglo antes. Desde ahí presencia extraños acontecimientos en la Gendarmenplatz.
Todo desemboca insólitamente en una red de prostitución de adolescentes cuyos
clientes persiguen la satisfacción de los deseos más extravagantes. Pero acaso
lo más inquietante son los descubrimientos que HR hace de su propio pasado.
Lo
sorprendente de Reanudación no es el desarrollo de esta
historia de seudoespionaje (plagada, como puede verse, de tópicos) sino,
precisamente, la manera en que Robbe-Grillet utiliza el concepto
kierkegaardiano para dotar a esos estereotipos de nuevas funciones dentro de su
sistema narrativo. Apoyado en una prosa soberbia, concentrada en modular el
ritmo hipnótico del relato, el autor francés despliega la maquinaria de
la reanudación: “¿quién habla aquí, ahora? Las antiguas palabras
siempre ya pronunciadas se repiten, narrando siempre la misma historia de siglo
en siglo, repetida una vez más, y siempre nueva…” Pero el libro está muy lejos
de proponer algún tipo de sentido o significado ajeno a su implacable lógica
ficcional. Justo cuando el confundido personaje central comienza a hilvanar un
informe coherente, aparece un segundo narrador que cuestiona la legitimidad de
su mirada: comenta, precisa, desmiente lo previamente afirmado, incorpora
anécdotas propias cada vez más largas que terminan por convertir la página en
un campo de batalla, en un espacio donde se pone en juego la conquista del
texto.
Reanudación es
la reescritura de Las gomas (1953), la segunda novela de
Robbe-Grillet, que a su vez es la reescritura de Edipo Rey en
clave policial. Los componentes de la trama lo evidencian: André Wallas,
detective de la segunda, y HR, agente de la primera, investigan un crimen antes
de que éste suceda (el efecto antecede a la causa: Kafka) y que aparentemente
cometerán; los apellidos de las víctimas del asesinato son equivalentes —Dupont
y Von Brücke significan, en francés y en alemán respectivamente, del
puente; los personajes principales se hospedan en el cuarto de la misma
persona: J.K. (Jo Kast); el asesinato es cometido, absurdamente, dos veces… La
lista podría extenderse: todo apunta a la aniquilación del sentido unívoco,
abandonado a favor de la confusión reinante en el mundo. Por si esto fuera
poco, la hija de Jo responde al nombre de Gegenecke, germanización de Antígona
que aquí, apodada Gigi, reanuda un mito moderno: Lolita.
Reseñar todos los rincones de la novela sería en exceso prolijo, pero me
detendré arbitrariamente, y para finalizar, en la espléndida nínfula de Reanudación.
Robbe-Grillet hace una síntesis que nos habla de su precisión conceptual: Gigi
es a la vez Dolores Haze y Regina Olsen. De la heroína nabokoviana extrae los
atributos; de la amada de Kierkegaard, la edad: 14 años. La astucia de la doble
transposición tal vez nace de un pasaje de La repetición, donde una
jovencita provoca el comentario de Constantius: “Sentí que la sangre me ardía
en las venas, pues ¡qué caramba, uno es todavía joven y le privan las
muchachas!” Así, el filósofo danés prefigura a Humbert Humbert y logra, en la
piel de HR, la reanudación de su amor con Regina Olsen, que
ahora responde al dulce apodo de Gigi. Pero cualquiera lo sabe: acceder a una
nínfula implica desposar a su madre…
Con Reanudación, el octogenario Robbe-Grillet agrega una
pieza magistral a su coherente ingeniería narrativa. Es el autor más joven y
lúdico de las letras francesas. Por si a alguien le quedan dudas, lo digo aquí:
la suya es una de las obras fundamentales de la literatura de nuestro tiempo. ~
Las gomas
Jaime Gil de Biedma escribió en su día, a propósito de Las gomas y El mirón, que estaban «construidas según una técnica que podríamos llamar de descripción prismática de la realidad» y en las que «las cosas —una goma de borrar, un escalón que cruje, un cordel, un paquete de cigarrillos— son los auténticos protagonistas de estas novelas. Ante la mirada de sus personajes —cuya fijeza recuerda el “párpado abierto atrozmente a la fuerza” de un famoso poema nerudiano— todo parece adquirir una alucinada inmovilidad».
En el análisis de Las gomas se ha evocado el mito de Edipo, el laberinto de Teseo y el Agrimensor de Kafka. Pero también el Graham Greene de Brighton, parque de atracciones, Agatha Christie en su trama más ingeniosa con Ackroyd al fondo, y la capacidad de creación de climas de un Simenon.
En cualquier caso, este libro obsesivo y obsesionante, de lectura hipnótica, estuvo en el origen, con particular desenvoltura, de una manera distinta de narrar: el nouveau roman.
Reanudación
Muere Alain Robbe-Grillet, padre del ´nouveau roman´
Impulsor de toda una filosofía literaria en los 50.
Un infarto cardiaco acabó la semana pasada en la ciudad de Caen con la energética existencia del escritor y cineasta francés Alain Robbe-Grillet. Gran pontífice del nouveau roman , ese movimiento literario que en los años 50 quiso hacer tabla rasa del realismo imperante a base de radicales búsquedas formales --poco accesibles para el lector medio--, el escritor tenía 85 años. Además de sus novelas Las gomas y La celosía , piedras fundamentales de un movimiento que hoy queda para los manuales de literatura, el autor será recordado por haber firmado el intrincado guión de El año pasado en Marienbad , de Alain Resnais.
Hace cinco años presentó en España Reanudación , su primera obra de estricta ficción después de 20 años. Un roman sentimental , último texto de este empedernido provocador y fetichista, fue la culminación de la querencia de Robbe-Grillet por el divino marqués de Sade, un catálogo de transgresiones sexuales que se vendía plastificado, a semejanza de las revistas pornográficas.
https://www.elperiodicoextremadura.com/economia/2008/02/25/muere-alain-robbe-grillet-padre-45297990.html
Lolita (trad. Francesc Roca)
Un itinerario a través de la locura y la muerte, que desemboca en una estilizadísima violencia, narrado, a la vez con autoironía y lirismo desenfrenado, por el propio Humbert Humbert.
Lolita es también un retrato ácido y visionario de los Estados Unidos, de los horrores suburbanos y de la cultura del plástico y del motel. En resumen, una exhibición deslumbrante de talento y humor a cargo de un escritor que confesó que le hubiera encantado filmar los pic-nics de Lewis Carroll.
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