20 DE FEBRERO DE 2016
Con la muerte de Umberto Eco, Italia pierde su genio, el intelectual que marcó más que nadie la evolución de la cultura occidental. Irreverentes, muy cultas y siempre a la vanguardia, sus reflexiones han abierto las puertas a la cultura de masas y definido los parámetros de la semiótica moderna. En sus ensayos combinó la filosofía con el cómic, la gran literatura con el imaginario televisivo.
Por Andrea Esposito
Cuando en los años 1960 Umberto Eco combinó filosofía y cultura de masas, Kant y Charlie Brown, Superman y Nietzsche por primera vez, en un ensayo que más tarde se convirtió en legendario "Apocalíptico e integrado", hubo numerosas reacciones de indignación por parte de la comunidad académica y cultural italiana. mundo y muy duro. Tanto es así que, al cabo de algunos años, el propio autor se tomó la libertad de volver a publicar el volumen, que entretanto se había convertido en un libro de culto incluso en el extranjero, insertando precisamente esos comentarios tan duros y obtusos en la introducción.
Sí, porque la Italia cultural, desde la posguerra hasta la primera mitad de los años 1960, fue fundamentalmente croceana, católica o comunista-marxista y para un intelectual dedicarse a la cultura de masas equivalía a distanciarse del debate en curso para impulsar él mismo en territorios inexplorados. Y también lo hizo Eco que, como auténtico vidente, supo intuir lo que muchos ni siquiera podían imaginar, regalándonos reflexiones que hoy son la Biblia para todo aquel que quiera profundizar en la evolución de la cultura europea y occidental durante los últimos cincuenta años. .
Desde “Diario mínimo” (1963) en el que aparece el famosísimo ensayo “Fenomenología de Mike Buongiorno”, el ídolo mediocre amado por las masas hasta “Apocalípticos e integrados” (1964) ya mencionado, ensayo que redefine la geografía de la cultura contemporánea mundo occidental y propone reflexiones vinculadas al cómic que luego continuarán en otras obras como "El superhombre de masas" (1976) donde el filósofo piamontés cruza a Gramsci, Nietzsche y Batman y categoriza la lógica de la serialidad dando una fundamentación teórica que aún hoy es útil. para interpretar nuevas formas de serialidad masiva como las series de televisión.
Con “El nombre de la rosa” (1980), su primera novela que vendió más de cincuenta millones de ejemplares en treinta años, Eco dio rienda suelta a su pasión por la Edad Media (de joven se había graduado con una tesis sobre la estética de Santo Tomás) y por los libros, su pasión era más bien una bibliofilia incontenible. No sólo eso, en esta novela, que se desarrolla en un convento benedictino y que es el lugar simbólico en el que se ha preservado y transmitido la cultura occidental, Eco construye una historia policíaca, otro género que contribuyó a codificar con análisis esclarecedores, centrados en sobre el descubrimiento secreto del volumen que Aristóteles dedicó a la comedia, considerada un género "menor".
En 1988 publicó su segunda novela, "El péndulo de Foucault", que también fue revisada y actualizada por él mismo a principios de los años 2000, y que presenta una increíble cantidad de personajes en una trama muy compleja y al mismo tiempo ligera y fluida, en la que los Templarios, Entran en juego los Mitos Celtas, los cultos egipcios, los Evangelios Apócrifos, Hitler, Napoleón, en definitiva, un juego muy culto y apasionante como siempre.
Imprescindible, dando un salto atrás, es la contribución que Eco dio a la semiótica a partir de los años 1960, cuando el debate sobre esta disciplina y sus límites estaba aún en sus inicios con ensayos didácticos como el "Tratado de semiótica general" y obras más incisivas como "La estructura ausente" que ya planteaba el problema de una teoría semiológica unificada y criticaba de forma absolutamente visionaria lo que más tarde se definiría como la deriva estructuralista. Todo en años en los que la resaca de ese tipo de enfoque estaba profundamente arraigada en gran parte de la cultura occidental. Con este ensayo, traducido a muchos idiomas, Eco literalmente ha abierto mundos.
Los últimos años los había dedicado sobre todo a grandes obras enciclopédicas, "Historia de la belleza" (2004), "Historia de la fealdad" (2010) y novelas como "El cementerio de Praga" (2010) y la reciente "Número cero" (2015). ). Hace apenas unos meses había sido protagonista junto con un puñado de intelectuales liderados por Elisabetta Sgarbi del cisma que les había llevado a fundar una nueva editorial "La nave di Teseo" para no someterse al nuevo grupo unificado. "Mondazzoli". También fue protagonista de una polémica ligada a las redes sociales "que dan derecho a hablar a los imbéciles" y en la que se vislumbra un atisbo de "viejo" en un pensamiento, el suyo, vanguardista y punto esencial de referencia desde hace más de cincuenta años.
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