El antropólogo e historiador estadounidense David I. Kertzer publica «El papa en guerra: la historia secreta de Pío XII, Mussolini y Hitler» (Ático de los Libros).
Texto: David Valiente
David I. Kertzer ganó el Premio Pulitzer en 2015 por su libro The pope and Mussolini, pero aunque este sea el galardón más destacable de su palmarés, sus obras se han visto laureadas en multitud de ocasiones. Su trayectoria comenzó en la Universidad de Brown, donde cursó estudios en Antropología. “Muy pronto me empecé a interesar por Italia, ya que en la década de los setenta, cuando era un estudiante, el país mediterráneo contaba con el partido comunista mejor organizado y con la estructura más grande de toda la Europa Occidental”, comenta a través de la pantalla del ordenador David I. Kertzer. Además de esta peculiaridad política, Italia albergaba sobre su suelo y en la capital el corazón político y espiritual de la cristiandad, el Estado Vaticano.
Ese carácter revolucionario combinado con la fe ferviente en Dios fascinó al joven americano que decidió centrar la investigación de su primer libro en Bolonia, la capital del comunismo italiano. Han pasado ya unos cuantos años desde la publicación de su primer ensayo y muchos éxitos jalonan una carrera académica, que tiene como última publicación hasta la fecha El papa en guerra: la historia secreta de Pío XII, Mussolini y Hitler (Ático de los Libros). Sus setecientas cincuenta páginas son un estudio pormenorizado de la diplomacia desplegada por el Vaticano durante la Segunda Guerra Mundial: “Si de verdad estás interesado en el entramado diplomático de la Iglesia católica durante los años de guerra, tienes que ampliar la mira e indagar en los archivos de los otros países involucrados en la contienda. Las cancillerías mandaban, a diario, informes a sus ministros de Asuntos Exteriores de los posibles movimientos diplomáticos del papa e incluso de su estado de ánimo”.
El ensayo de Kertzer se nutre de fuentes muy variadas, pero un peso importante del estudio recae en los archivos a los que el autor pudo acceder después de que el papa Francisco abriera en 2020 los correspondientes al pontificado de Pío XII.
¿Por qué cree que el papa Francisco tomó la decisión de abrir los archivos sobre Pío XII?
Desde hace cincuenta años, el Vaticano lleva recibiendo presiones para que abra los archivos de la Segunda Guerra Mundial. Los investigadores hemos querido conocer el papel que jugó durante los años de guerra y la operancia o inactividad que desarrolló en el Holocausto. A diferencia de otros países que abren sus archivos después de un tiempo, en la Santa Sede solo se puede hacer por deseo expreso del papa y solo se desclasifican los documentos relacionados con un determinado pontífice. Creo que el papa Francisco pensó que ya habían pasado muchos años desde el pontificado de Pío XII y que esta acción le ayudaría a mostrar una mayor transparencia de la institución.
Hablando de Pío XII, algunos líderes demuestran cierta facilidad para conducir sus países en tiempos turbulentos. El caso más conocido, quizá, es Churchill. ¿El papa Pío XII estuvo a la altura de las circunstancias?
Desde que era un joven sacerdote, su actividad dentro de la Santa Sede ha estado vinculada a la diplomacia y no tanto a las labores de fe que cabe esperar de un párroco. Su carrera la desarrolló en el Departamento de Estado y fue durante doce años nuncio papal en Alemania, hasta que ascendió al puesto de Secretario de Estado en los años treinta bajo el mandato de Pío XI. Sobre si en sus años de mandato papal actuó de manera correcta o no, hay variedad de opiniones al respecto. En mi libro sostengo que tuvo éxito a la hora de proteger los intereses de la iglesia en una época de la historia muy compleja, pero si lo evaluamos como líder moral la cosa cambia. No considero que fuera una figura heroica.
Antes del Concilio Vaticano II, el antisemitismo estaba muy presente dentro de la institución eclesial. ¿Pío XII se dejó llevar por esta corriente antijudía?
No comparto la opinión de los historiadores que aseguran que el silencio del papa se debió a su antisemitismo. Porque tampoco se pronunció en 1939, cuando los alemanes realizaron un arresto masivo de sacerdotes polacos, quienes terminaron presos en los campos de concentración. Su silencio, más bien, era una manera de evitar causar molestias a Hitler. Aunque creo que Pío XII no sentía un especial rechazo por los judíos, es cierto que dentro de la iglesia había un fuerte sentimiento antisemita que se había cultivado durante siglos. Décadas antes de los terribles acontecimientos del Holocausto, la iglesia realizó una serie de publicaciones acusando a los judíos de ejercer una influencia maligna en la salud de la sociedad europea y cristiana. De hecho, en los territorios bajo la autoridad papal, los judíos no tenían igualdad de derechos, cosa de la que ya disfrutaban en muchos países europeos en el siglo XIX.
Algunos de sus compañeros sostienen que Pío XII ayudó a rescatar a los judíos, creando redes secretas encargadas de ocultar a los perseguidos en propiedades de la Santa Sede. ¿Existen pruebas que corroboren este relato?
En el caso de Italia, se han encontrado evidencias de que muchos judíos estuvieron protegidos en monasterios, conventos e iglesias. Sin embargo, los recursos para salvaguardar la integridad de los grupos perseguidos no fueron movilizados por una orden directa del papa. Por el contrario, Pío XII mostró su incomodidad ante la actividad individual de algunos religiosos, porque, ante todo, no quería despertar la ojeriza de las autoridades alemanas. Los religiosos que echaron una mano a los judíos que huían estaban cumpliendo con la antigua tradición de la iglesia de ayudar a los necesitados. Además, la mayoría de las personas que buscaban refugio en la Iglesia era perseguidos, sobre todo, por causas políticas y podían terminar con sus huesos en algún campo de concentración o realizando trabajos forzados.
Lo ha comentado anteriormente, Pío XII tuvo mucho interés en salvaguardar la integridad de la institución y a sus fieles en Alemania, pero no le importó sacrificar a los católicos polacos. ¿Por qué?
Antes de ser papa y ser nombrado Pío XII, Eugenio Pacelli había ejercido de nuncio apostólico en Alemania; hablaba un alemán fluido y su relación era estrecha con la élite católica alemana. En su visión geopolítica de Europa, el papa daba mucha importancia al papel que Alemania podría desempeñar en la defensa del continente ante una posible agresión soviética. Creo que este es el motivo principal de que Pío XII no tuviera tantos escrúpulos a la hora de permitir la persecución de sacerdotes polacos durante la invasión de Alemania. Por otro lado, algunos soldados nazis se consideraban a sí mismos miembros del ejército de Dios, y tenía mucho miedo de que se rebelaran si emitía algún comentario negativo en contra del régimen alemán. Además, quería evitar otra escisión de la Iglesia católica; en este sentido tenía muy presente lo ocurrido en el siglo XVI con Lutero.
Entonces, ¿el papa cayó bajo el influjo total de Hitler?
En su toma de decisiones fue totalmente independiente, pero no dejaba de recibir presiones procedentes de Berlín y Roma. Hitler utilizaba los casos de abusos sexuales de curas, que no eran pocos, para chantajear al papa. Apenas hablo de esto en mi libro porque hay muy pocas investigaciones materializadas al respecto. Sabemos que cuando se produjo el Anschluss (la anexión de Austria al Tercer Reich), el papa hizo un llamamiento a los obispos austriacos para que quemaran los archivos que recogían más casos de esta naturaleza. No quería que Hitler los pudiera usar en sus chantajes. El papa soportó muchas presiones y esta arma de los abusos fue empleada por los dos líderes fascistas para que el papa no condenara la realidad política del momento.
Pío XII llegó a sentir temor por los dos dictadores.
Estaba intimidado por ambos, sí. El régimen fascista buscaba el apoyo del papa porque, según los Acuerdos de Letrán de 1929, las instituciones eclesiásticas en Italia recibían el respaldo del Gobierno fascista. Entre ambas instituciones se había desarrollado una relación de estrecha cooperación. Mussolini estaba convencido de que gracias a su intermediación Alemania podía conseguir una relación similar a la que tenía el Estado italiano con la Santa Sede. Los lazos entre el Estado italiano y el Vaticano eran tan estrechos que incluso llegó a despertar el malestar de algunos miembros del estamento eclesiástico, ya que el Duce se estaba aproximando demasiado a la esfera de influencia de Hitler. Hablando en líneas generales, la relación entre el Vaticano y los regímenes totalitarios no fue especialmente buena, aunque a nivel más social la situación era diferente: la Italia de Mussolini fue un régimen clerical y fascista; la Alemania nazi solo fue lo segundo.
La diplomacia de los países aliados presionaba constantemente al sumo pontífice para que emitiera una condena contundente contra las acciones alemanas. Pero nunca lo hizo, y me pregunto si hubiera cambiado el curso de la historia que Pío XII se hubiera posicionado a favor de los Aliados.
No es una pregunta fácil de responder y lo tengo que hacer empleando hipótesis. En mis investigaciones en los archivos abiertos, he descubierto que en el otoño de 1942 el presidente Franklin D. Roosevelt envió a su emisario para que se reuniera con el papa. En el encuentro, Pío XII le comunicó que no había encontrado evidencias sólidas que pudieran demostrar el exterminio de los judíos. Sin embargo, el Santo Padre conocía un informe, al que dio el visto bueno, en el cual las evidencias de los actos terribles que estaban cometiendo los nazis eran claras. No permitió que este informe llegara a manos del presidente de los Estados Unidos porque sabía que lo emplearía como propaganda de guerra contra el Eje. Me gusta centrar mis investigaciones y explicaciones en el caso italiano porque la decisión de Mussolini de entrar en la guerra se hubiera truncado si el papa hubiera expresado su rechazo a los nazis. Los italianos no sentían una gran simpatía por la ideología fascista alemana, y sin el apoyo papal dudo mucho que el Duce hubiera contado con el respaldo de su pueblo para entrar en la Segunda Guerra Mundial.
Esa comunión con el fascismo implicó una transgresión con una serie de normas éticas que rigen a la comunidad cristiana. ¿Cómo se afrontó desde la Iglesia esto?
El papa desempeña dos papeles: por un lado, es el líder supremo de una organización con cientos de millones de seguidores por todo el mundo y, por el otro, es un líder espiritual y moral; además creo que queda patente cuando observamos los dilemas que enfrentó durante la Segunda Guerra Mundial. Las tensiones entre estas dos facetas estuvieron expuestas, y para solventarlas, trató de seguir mostrándose como un líder moral gracias a sus discursos y mensajes abstractos que hablaban sobre la armonía y la hermandad, sin decir nada que pudiera provocar la hostilidad de los alemanes.
Estamos en una época de revisionismos históricos, ¿en el seno de la Iglesia católica se aprecia algún movimiento similar?
No existe dentro de la iglesia ningún movimiento que se parezca. Quizá tenga que ver con el hecho de que gran parte de la Curia está compuesta por italianos. Asimismo, en Italia, hay un gobierno de derechas y se está intentado rehabilitar a figuras históricas de la Italia fascista, como Agostino Gemelli, un reconocido antisemita. El Vaticano nunca ha contemplado la posibilidad de reconocer sus responsabilidades por el apoyo brindado al régimen fascista italiano y tampoco parece haber intenciones de asumir los errores que la institución cometió en el pasado. Es más, cuando El papa en guerra se tradujo al italiano, Vatican New, Avvenire y L’Osservatore Romano (tres periódicos de corte católico) dedicaron hasta una página y media a mi libro para denunciarlo. No comentaron las evidencias que sostengo, sino que defendieron la historia oficial. Dicho esto, dentro de la Iglesia se pueden oír voces críticas que advierten de la importancia de relativizar el discurso oficial. El año pasado, en el marco de un ciclo de conferencias organizadas por la Pontificia Universidad Gregoriana junto a una organización judía, se trató de analizar el comportamiento de Pío XII durante la Segunda Guerra Mundial. Una de las personas encargadas de los Archivos del Vaticano realizó una presentación que no defendía el relato oficial. Resumiendo, ahora mismo el Vaticano vive una situación muy heterogénea que no invita a pensar que se pueda producir un cambio. La versión oficial de la historia de Pío XII sigue siendo predominante.
Da la sensación de que el momento del cambio en la Iglesia es ahora, con el papa Francisco, de quien se destaca su talante progresista.
No le conozco en persona, pero creo que tiene sus limitaciones marcadas por las batallas que aún debe rendir contra el ala conservadora de la Iglesia, y para esta ala el papa Pío XII es un gran héroe. En Twitter (ahora X) diariamente se encuentran personas que afirman que Pío XII fue el último papa legítimo, ya que para ellos el Concilio Vaticano II no tiene ningún valor. Aquellos que defienden a Pío XII no sienten una gran simpatía por el papa Francisco. Pero tampoco creo que una de las prioridades de este papa sea replicar el relato oficial.
https://librujula.publico.es/david-i-kertzer-no-considero-que-pio-xii-fuera-un-figura-heroica/
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