Las bebidas azucaradas están relacionadas con graves problemas para la salud como la diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares. Son las rentas más bajas quienes más consumen estos productos.
La obra 'Coca-Cola 4', de Andy Warhol, en una imagen de archivo.Reuters
Adhik Arrilucea Madrid-24/01/2025
"El presidente bebe Coca-Cola, Liz Taylor bebe Coca-Cola, y piensa que tú también puedes beber Coca-Cola". Es una cita que se atribuye al artista Andy Warhol, en la cual pretende ensalzar los valores estadounidenses y el capitalismo. Ciertamente esta clase de bebidas son populares en todos los estratos sociales, pero el dato mata el relato de igualdad: los niños provenientes de familias con rentas más altas son las que menos refrescos azucarados beben. Por el contrario, los más pobres son quienes más consumen.
El 7,8% de los niños más pobres consumen refrescos azucarados más de tres días por semana. La cifra es del 4,1% para los hogares con rentas medias y apenas del 0,9% para las familias más ricas. Estos son datos del informe ALADINO (Alimentación, Actividad física, Desarrollo Infantil y Obesidad), publicado por la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), dependiente del Ministerio de Consumo.
La ingesta de refrescos puede tener graves implicaciones para la salud. Una reciente investigación publicada en Nature Medicine, estima que el consumo de bebidas azucaradas provoca cada año 2,2 millones de nuevos casos de diabetes tipo 2 y 1,2 millones de nuevos casos de enfermedades cardiovasculares a nivel mundial.
Desde la Asociación de Bebidas Refrescantes (ANFABRA) recuerdan que España es uno de los países europeos donde menos se consume esta clase de productos. Pero con independencia de la cantidad que se ingiera en el Estado, los resultados de la investigación científica apuntarían a las familias pobres como las más vulnerables para padecer este tipo de dolencias.
Precios prohibitivos
La renta de los grupos vulnerables "impide afrontar una alimentación ideal porque tienes que basarte en el precio, y no en otros criterios, para elegir qué comer", explica a Público Cecilia Díaz Méndez, catedrática y directora del Grupo de Investigación en Sociología de la Alimentación en la Universidad de Oviedo.
La socióloga Cecilia Díaz, sobre la alimentación menos saludable de las familias pobres: "Tienes que basarte en el precio, y no en otros criterios, para elegir qué comer"
Fuentes de la AESAN informan a este diario de que "contar con menos dinero supone recurrir a alimentos más baratos que, por lo general, son ultraprocesados y platos preparados". El director general de la Fundación Española de Nutrición (FEN), José Manuel Ávila, apunta que esto no afecta solo a las bebidas azucaradas, sino también a la cantidad de frutas o verduras que consumen los más pobres en comparación con los más ricos.
En declaraciones a este medio, Ávila indica que "hay packs de yogures azucarados más baratos que bolsas de manzanas o de peras". El informe ALADINO apoya en sus datos esta interpretación: las rentas más altas son quienes más consumen frutas y verduras de manera diaria, siendo un total de 53,6% y de 29,3%, respectivamente. Por el contrario, solo el 36,4% de los niños pobres comen al menos una pieza de fruta al día. En el caso de las verduras, el dato es del 19,2%.
José Manuel Ávila, experto nutricionista: "Hay packs de yogures azucarados más baratos que bolsas de manzanas o de peras"
Nivel educativo y falta de tiempo
El nutricionista identifica el nivel educativo de los cabezas de familia como "el factor que más influye en la variabilidad de peso y obesidad" que padecen los niños y las niñas. Se trata de un factor que, si bien no siempre, a menudo va de la mano del nivel de renta, según indica el experto a este medio. Ávila explica que quienes mayor nivel educativo tienen son quienes también cuentan con una mayor concienciación respecto a los hábitos alimentarios.
No obstante, Díaz señala que los resultados de las investigaciones sociológicas revelan que las personas en España, "independientemente de su nivel educativo, tienen una confección sobre alimentación saludable que se ajusta mucho a la norma alimentaria institucional. Es decir, saben comer".
Según la socióloga de la alimentación Cecilia Díaz, todas las personas de cualquier nivel educativo "saben comer"
En su lugar, la catedrática atribuye la mala alimentación –además de al precio– a una cuestión de tiempo. "Normalmente el nivel educativo bajo está asociado a ocupaciones que tienen unos horarios y unas condiciones laborales peores", explica.
La experta advierte de que estas jornadas "no te permiten hacer una organización doméstica orientada a la salud, sino que debes priorizar otras cosas, y todo ello conduce a una alimentación menos saludable". La investigadora insiste: "no se basan en el criterio de salud, sino que se basan en el criterio de la comodidad y la urgencia".
AESAN: "La falta de tiempo dificulta la planificación y la propia preparación de las comidas"
La AESAN respalda la tesis de la experta, pues considera que los platos preparados –más frecuentes que los ingredientes frescos en los hogares pobres– son "una respuesta ante la falta de tiempo que experimentan estas familias al tener jornadas laborales extensivas". La Agencia remarca que "la falta de tiempo dificulta la planificación y la propia preparación de las comidas".
Comedores escolares, clave en la alimentación saludable
Para hacer frente a estas costumbres poco saludables, el director general de la FEN considera que los comedores escolares cumplen un papel fundamental. Estos espacios permiten que los más pequeños "se acostumbren a todo tipo de sabores, olores y colores" e interioricen un hábito alimentario más sano y sostenible.
De acuerdo con la AESAN, estos son "un eje igualador" clave para "facilitar una alimentación saludable y sostenible a toda la población escolar". Además, la Agencia afirma que también es importante abordar "el impacto de la publicidad de alimentos y bebidas en la población infantil" o atajar, de manera general, todas las causas que se identifican como "el origen de la diferencia en los hábitos alimentarios".
Por su parte, Díaz aboga por "regular todo el sistema alimentario para que no sea posible comer mal". La socióloga concluye: "Aunque te falte dinero, que tú no encuentres una porquería barata en el mercado, sino que puedas comprar barato todo lo que es bueno".
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