- Vilma Fuentes - Sunday, 16 Feb 2025
Causa de atracción y de rechazo, hechizadoras y repulsivas, las expresiones de la locura han cuestionado la razón a través de los siglos. Una fascinante exposición titulada Figures du fou. Du Moyen Age aux Romantiques (Figuras del loco. De la Edad Media a los Románticos) abre las puertas, en el Museo del Louvre, al universo de la sinrazón, a través de una iconografía inolvidable, pues imprime su huella en la memoria de quienes se detienen frente a sus terribles imágenes, sueños o pesadillas, visiones de la locura y de la razón.
“Este viejo a cuatro patas, cabalgado por una mujer, es Aristóteles, caído bajo el yugo de Phillis. El filósofo, preceptor de Alejandro Magno, había visto a su alumno acaparado por esta bella mujer. Así, lo conminó a alejarse de ella y no ceder sino a uno de sus sentidos, el del deber. En venganza, Phillis atizó el deseo de Aristóteles: se exhibió desnuda frente a él y le aseguró que podría poseerla si aceptaba servirle de montura, cosa que hizo. La joven llamó, entonces, la atención de Alejandro, quien los vio y se burló de su tutor: como él, el filósofo había perdido la razón a causa de Eros.” El tema, proveniente de una trova cortés del siglo XIII, inspiró múltiples objetos adaptados a las llamas de la pasión.
Pero el amor no era sino una locura entre otras, siendo la más grave, durante siglos, renegar de Dios. “El insensato dice en su corazón: no hay Dios”, comienza el salmo 52 del Antiguo Testamento. Si el loco es una criatura sin Dios, es también, paradoja de la sociedad medieval, un santo que puede, a través de su locura, alcanzar
lo divino.
En el universo de la Edad Media, profundamente religioso, la figura del loco es la encarnación de quienes rechazan a Dios. Si algunos pasajes de la Biblia condenan la locura, puede al contrario ser exaltada, en otras páginas, como un acercamiento a Dios, y el loco considerado como un santo.
En el siglo XIII, el loco se encuentra ligado al amor de manera inextricable, a su medida o desmedida, en el plano espiritual como en el terrestre. El tema de la locura del amor reina en las novelas de caballería. Jóvenes y viejos sufren la locura del amor. Asimismo, se muestra con humor el poder de las mujeres sobre los hombres, invirtiendo así el orden habitual. Humor y sátira se apoderan del tema del amor. La presencia del loco basta para simbolizar la lujuria que se despliega por todas partes, casas públicas, baños o tabernas. A veces actor, en otras ocasiones comentador de la locura, el loco alerta a quienes se dejan ir al libertinaje.
La pasión amorosa es una locura que despoja al hombre de su razón. Las grandes obras del Medievo la relatan mediante los episodios de demencia que atraviesan héroes como Lancelot o Tristán.
En el Renacimiento, la locura surge como una nueva encarnación del mal. En esta época aparece la stultifera navis, que determina la existencia errante de los locos. Sebastien Brandt publica en 1494 La nave de los locos (con grabados de Durero), el libro más leído en el siglo XVI después de la Biblia.
A partir de Erasmo de Rotterdam y del humanismo, movimiento que tiene como precursores a Dante, a Petrarca y a Boccaccio, la locura pasa a ser parte directa de la razón y una denuncia de la crítica. Es la locura la que ahora analiza y juzga a la razón. Los papeles se invierten y dejan ver que una no podría sobrevivir sin la otra, pues ambas son una misma cosa que se desdobla para revalidar su presencia necesaria en el mundo.
A partir del siglo XVII, se pretende dominar la locura con el encierro, en el llamado “hospital de los locos”, donde la razón triunfa mediante la violencia.
Hasta finales del siglo XIX, se designó como locura un determinado comportamiento que rechazaba las normas sociales establecidas. Lo que se interpretó por éstas como desarreglo mental fue la desviación de la norma (del latín vulgar delirare, delira ire, que significaba originalmente en la agricultura “desviado del surco recto”), por culpa de un desequilibrio mental, a causa del cual un hombre o una mujer padecía delirios enfermizos, identificados por la realización de actos extraños y destructivos.
Las representaciones de la locura abundan en el arte y la literatura. En la gráfica se observan expresiones faciales distorsionadas, actos absurdos, representación de alucinaciones, como puede verse en telas de Goya o Hogarth. En la literatura, se han dado obras maestras como Elogio de la locura de Erasmo o El Quijote de Cervantes. Más cercanos cronológicamente: Edgar Allan Poe, Charles Baudelaire o Raymond Queneau. En Pedro Páramo, Juan Rulfo nos presenta una Susana Sanjuan sumida en sus sueños amorosos, inalcanzable, la razón extraviada en otros mundos.
Las figuras del loco varían, la locura también. Hoy está loco quien no lo estará mañana y no lo fue ayer. En tiempos remotos, la locura era venerada y su palabra profética. Hoy se recurre a la química para matar fantasmas y fantasías. Vale acaso la vida escuchar la voz de la locura y aprender a ver más allá.
https://semanal.jornada.com.mx/2025/02/16/locura-y-figura-hasta-la-sepultura-9791.html
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