Entrevista no vista
Nazareth Castellanos, neurocientífica y estudiosa del cerebro: "La palabra felicidad está prostituida y manoseada"
Autora de los 'best sellers' de divulgación 'Neurociencia del cuerpo' y 'El espejo del cerebro', publica ahora 'El puente donde habitan las mariposas' (Siruela), un ensayo que une neurociencia y filosofía
La neurocientífica Nazareth Castellanos.
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- ¿Qué significa el concepto de plasticidad cerebral del que escribe?
- Es una idea que viene de Santiago Ramón y Cajal, aunque hubo algunas intuiciones anteriores, y que es lo contrario de la idea previa del cerebro duro, el cerebro que está hecho y ya no puede cambiar. No. El cerebro es plástico, se reorganiza y es capaz de cambiar la conducta y, a la inversa, cambia por una conducta. Por eso Cajal decía: «Todos podemos ser escultores de nuestro cerebro si nos lo proponemos». Es la frase que intenta explicar este libro.
- Y ser conscientes de esa plasticidad, ¿cómo cambia nuestra idea del mundo y de nosotros mismos?
- Ahora hablamos de salud mental, pero no hablamos de protegerla, de prevenir alteraciones, de cuidarnos en función de nuestra biografía. Todos tenemos aceptado que debemos cuidar el cuerpo, pero poca gente reconoce que tiene la capacidad de cambiar el cerebro. Poca gente sabe que esa plasticidad puede ser dirigida. Al contrario, a menudo encontramos esa idea de «yo soy así, soy así y no voy a cambiar». No digo que todo sea posible con la voluntad, ojo.
- Cuando habla de cuidar preventivamente remite a hacer terapia, a tener el cerebro estimulado y a llevar una vida razonablemente sana. No mucho más, ¿no?
- La terapia es importante. Los estudios dicen que el 70% de la población pasa en su vida por alguna situación potencialmente traumática, pero que sólo el 10% recibe algún acompañamiento profesional riguroso. El resto se apoya en sus hermanos y sus amigos, que son maravillosos pero llegan hasta cierto punto. Eso es como hacerse un esguince y pensar que ya se curará. Somos seres con mentes a la deriva. «Me ha pasado esto, lo otro y acabo por convertirme en un canto rodado...». No pensamos que la mente se cura, que la mente se trabaja preventivamente... Separamos ilusoriamente salud y salud mental, y por eso se producen alteraciones y sufrimientos que se podrían minimizar. Es un concepto interesante: el daño evitable, el que recibimos y el que provocamos. Frente a eso está la plasticidad dirigida.
- ¿Prever significa estar listo para que el día que se me muera un padre no se me acabe el mundo, o significa empezar ya a limitar el deterioro cognitivo que vendrá?
- Para el deterioro cognitivo existe algo llamado triple terapia de prevención del deterioro cognitivo leve que puede aminorar efectos, no impedirlos. Sería muy imprudente hablar de algo más por ahora. Se puede ralentizar la evolución de un Alzheimer, no se puede impedir que ocurra. Y eso es importante saberlo. Trabajamos para tener la mejor salud posible, pero puede que no la tengamos, ni siquiera en los problemas que asociamos a la conducta. Sufrir un infarto no significa merecerse un infarto. Querer no es poder y esa confusión hace mucho daño.
- A un colega y paisano, Agustín Fernández Mallo, escritor y físico...
- Es un crack, Agustín.
- ...yo le leí una idea: la física es la ciencia más abstracta y la que tiene más estatus, pero describe la entropía, la destrucción de la materia. En cambio, la biología habla de la pervivencia de la vida. Una es una ciencia pesimista y la otra, optimista. Y usted está en las dos.
- Lo de la física y el pesimismo lo tendría que pensar. En la física nunca entiendes del todo lo que sucede. En la biología, en cambio, la relación causa-efecto es clara. Sí que creo que la física es una ciencia más avanzada teóricamente, que a la biología y a la medicina les falta un salto teórico que no acaba de llegar.
"Apoyarse en amigos y familiares ante una situación traumática es como hacerse un esguince y pensar que ya se curará"
- ¿Intuye en qué consistirá?
- En física, precisamente. Yo hago mis investigaciones del cerebro a partir de la física de Newton, no de la física cuántica. Hay un salto ahí que está por dar.
- Y, entonces, ya no entenderemos nada los que quedemos fuera.
- Eso ya es un problema, porque hay gente que aprovecha esa incomprensión en su beneficio. Fui a una sesión de yoga y la monitora decía: «Dejad vuestros cerebros en alfa». Y yo pensaba: «Rápido, llamad a una ambulancia».
- ¿Usa la palabra felicidad a menudo? ¿Le parece relevante?
- No. No me importa mucho. Es una palabra prostituida y manoseada. En salud mental existe una batería de cuestionarios dedicados a medir el estado psicológico de las personas. Medimos la ansiedad, el estrés, la depresión... Lo que llamaríamos indicadores negativos. Luego están los positivos: satisfacción con la vida, bienestar, esperanza... Que son más imprecisos. En el fondo, siempre hablamos de los negativos. De cada 100 artículos sobre salud mental, sólo uno habla de las fortalezas de la mente. Parece que estar bien es no estar mal. Tenemos un vocabulario muy preciso para el malestar. Al otro lado, sólo la palabra felicidad, que es como un paraguas que no significa nada claro.
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