El cineasta firma un musical audaz y muy loco sobre el fin del mundo que, en sus propias palabras, sirve de metáfora política del mundo actual. Estrenado en el Festival de San Sebastián, los protagonistas son Tilda Swinton, Michael Shannon y George MacKay.Tilda Swinton y Michael Shannon, en una secuencia de la película 'The End'.Avalon
Begoña Piña
Madrid-24/04/2025
Los genocidas de Indonesia fanfarroneaban de sus crímenes en la estremecedora The Act of Killing. Sus víctimas hablaban en la aún más sobrecogedora La mirada del silencio. Y ahora en The End, la nueva película del cineasta Joshua Oppenheimer, autor de las anteriores, los mayores responsables del fin del mundo, los codiciosos oligarcas del planeta, cantan felices dentro de su lujoso búnker.
Estrenada en el Festival de San Sebastián, la nueva, audaz y loquísima propuesta del director texano es una fábula oscura, una alegoría del horror capitalista, de la mentira y de "la epidemia de xenofobia que está destruyendo lo que antes se llamaba el mundo civilizado, que está destruyendo Europa".

Los seres humanos han desaparecido de la Tierra, no han sobrevivido a sus constantes ataques al planeta, excepto una familia, que ahora vive en un búnker construido en una mina de sal. Por supuesto, son ricos, por tanto, son los principales culpables del fin del mundo, y, creen, absurdamente, que han conseguido una vida feliz.
Un padre, una madre, un hijo que jamás ha visto el mundo exterior, algún amigo, un doctor y un mayordomo. Su hogar, aunque sea un refugio, está lleno de lujo, de orden y de lo que ellos quieren creer que es placidez… hasta que aparece una chica en la entrada del búnker y amenaza a todo ello. Tilda Swinton, Michael Shannon y George MacKay encabezan el reparto de actores-cantantes de esta película, un siniestro cuento musical.
La capacidad de mentirnos
"El hecho de que sea un musical revela la importancia de cómo nos contamos las historias hoy, de cómo se controla la narrativa y eso hace que la película sea una metáfora política del mundo actual. Es una metáfora de cómo nos inventamos excusas para aliviarnos y cómo conseguimos hacernos creer esas excusas. Es decir, es una película sobre la capacidad humana de mentirnos a nosotros mismos y sobre las consecuencias horribles de eso", dice Joshua Oppenheimer, que tiene un discurso tan inquietante como meticulosamente organizado y en el que señala "tres de los problemas más urgentes a los que nos enfrentamos".
Primero, "el hecho de que nos dirigimos hacia la extinción masiva a causa de la catástrofe climática que no hemos podido impedir o desmantelar o detener, porque ha sido provocada por el poder de una enorme riqueza y por el capital".
Segundo, "nuestra voz democrática como individuos y como comunidades, y como organizaciones, como uniones de comercio, como grupos ambientales, como grupos de derechos civiles, se ha reducido, y eso crea un contexto de cinismo y desesperación".
Y tercero, "la mentira de que podemos salvar a nuestras propias familias y encontrar un significado en eso, cuando en realidad dependemos todos y cada uno de nosotros de la gran familia humana. Y ello no solo por nuestra supervivencia, sino también por la habilidad de liderar una vida ética. Es, por supuesto, una metáfora para la horrible epidemia de la xenofobia".
Dos formas de esperanza
The End es, en palabras de su creador, "una invitación a la honestidad, a una empatía más profunda, a la aceptación, al perdón… porque la alternativa es que continuemos en el camino en el que estamos, en dirección hacia el abismo". Y, sin embargo, ésta es la película de un optimista, según él mismo se define: "Sabemos que estamos en un lugar que se vuelve cada vez más incómodo para nuestros hijos, pero yo no podría hacer este trabajo si no fuera un optimista profundo. Creo que hay dos formas de esperanza".
Una, muy arraigada, según Oppenheimer, en la cultura americana, es "una falsa esperanza, una delusión que se basa en decirte que todo estará bien y cerrar los ojos. No quiero hablar por la sociedad española, pero en la americana somos excelentes en decir que todo estará bien".
Y dos, "la verdadera esperanza, que se basa en la honestidad y en decir, ¿dónde estamos? ¿En qué problema estamos? Aceptemos eso. Incluso perdonemos eso, si es necesario, y descubramos qué tenemos que hacer ahora para cambiar. Y luego movilicemos a los más inteligentes, a los artistas, a los más creativos, a los más apasionados de las energías humanas para descubrir cómo hacerlo".
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