CENTENARIO DE LUIS HERRERA CAMPINS (1925-2025) MURIÓ POBRE, MUY POBRE

 La Razon domingo 4 de Mayo 2025


Hace cien años nació en la ciudad de Acarigua, Estado Portuguesa, el periodista y abogado Luis Herrera Campins, dirigente fundamental de la democracia cristiana en Venezuela,Presidente de la República (1979-1984), luchador contra la dictadura de Marcos Pérez Jiménez y defensor de la democracia y la libertad,cuya figura centenaria se agiganta en medio de la tragedia histórica quevive actualmente Venezuela.LHC es recordado como un líder político de amplia formación intelectual, culto y sensible, luchador incansable y gobernante intachable, probo y profundamente honesto. “Herrera fue uno de los políticos más cultos que tuve ocasión de conocer, a lo largo de mi vida. Conocía idiomas extranjeros. Sobre todo, el italiano, el inglés, el francés y el alemán”, relata su excompañero de luchas, el excandidato presidencial Eduardo Fernández,quien considera que los tres grandes discursos de Herrera Campins son el que pronunció en el Nuevo Circo de Caracas, en 1958, en el lanzamiento dela candidatura presidencial de Rafael Caldera, el que dijo en el Capitolio Federal, en 1981, para despedir los restos mortales de Rómulo Betancourt y el que pronunció en el Panteón Nacional, en 1983, con motivo del bicentenario del nacimiento del Libertador Simón Bolívar, “tres piezas oratorias de gran categoría”. Desde otro ángulo, el escritor y dirigente político Teodoro Petkoff, en artículo publicado en su diario Tal Cual, el 12 de noviembre de 2007 describió así a LHC: “Mi recuerdo se remonta a 1952, en plena huelga universitaria contra la junta militar. Allí escuché por primera vez al futuro presidente. Nunca he olvidado la bella semblanza que hizo de Armando Zuloaga Blanco, universitario del 28, miliciano del «Falke», muerto enla batalla de Cumaná, y a quien presentó como paradigma del estudiante comprometido con su pueblo, con la democracia y con la libertad. Lo que nos dijo fue que por la libertad y la justicia todo riesgo debía ser asumido. Fue electrizante. Después lo conocí personalmente. Su bonhomía llanera, su natural campechano, su sentido de la tolerancia, la chispa de su ingenio, la cultura honda de su formación y la serena dignidad con la cual sobrellevó la terrible enfermedad que terminó quitándole la vida, así como la mezquindad con la cual fue tratado por el régimen actual, quedan como parte de su más preciado legado. Además, murió pobre, muy pobre, lo cual, en este país, en quien ocupó su primera magistratura, constituye toda una definición humana y política”. 

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