Sin testigos, ni ayuda internacional, la masacre continúa en la Franja de Gaza mientras se complica cada vez más la posibilidad de dimensionar de forma certera el coste humano de la incursión militar de Israel.
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El cuerpo de un palestino muerto bajo los escombros de una gasolinera en la Franja de Gaza, en junio de 2025.Khamis Al-Rifi / REUTERS | Emilia G. Morales | Madrid-29/06/2025 |
Contar los muertos en la Franja de Gaza se ha convertido en una tarea complicada. La cifra no para de crecer mientras que mengua el número de personas que pueden realizar el conteo, rescatar los cuerpos bajo los escombros y darles sepultura.
Las estimaciones de fallecidos más usadas por medios extranjeros son las aportadas por el Ministerio de Salud palestino de la Franja de Gaza, en manos de funcionarios de Hamás, pero también de la Autoridad Nacional Palestina –dominada por Al Fatah–. Según explicó la Oficina de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas (OCHA) a este periódico, las cifras reportadas por el organismo gazatí incluyen a las víctimas del fuego israelí que llegan al hospital fallecidas o que mueren de las heridas poco después.
También recoge las víctimas mortales que no hayan podido acudir al hospital y cuyos fallecimientos han sido comunicados al Ministerio de Sanidad "después de que un comité judicial revise los casos y los apruebe oficialmente", según indicó la OCHA. Por último, también integra los datos aportados por fuentes como la Media Luna Roja palestina.
Desde que comenzó el asedio a la Franja de Gaza, han sido asesinadas entre 3 y 4 personas a la hora
A 15 de junio de este año, último día del que hay datos actualizados, el número de palestinos asesinados en la Franja de Gaza desde el 7 de octubre de 2023 es de 56.156. Esto significa, entre 3 y 4 asesinados a cada hora desde que Israel comenzó su ofensiva. De ellos, el 30% eran menores de edad: 11.776 tenían doce años o menos y otros 954 no habían alcanzado el año de vida. Si a la cifra de muertos en Gaza se suman los asesinados en Cisjordania, el monto supera los 57.000 muertos.
A ello hay que sumarle un creciente número de desaparecidos cuyos cuerpos no se han podido rescatar. Según informó la ONU a finales de abril, reportes locales estimaban que eran alrededor de 11.000 las personas sepultadas bajo los escombros. Dada la continuidad de los bombardeos, no resulta descabellado afirmar que esta cifra ha aumentado.
Miembros del Ejecutivo del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, han mostrado su desconfianza hacia las cifras aportadas por el Ministerio de Sanidad gazatí. También las puso en duda el expresidente estadounidense, el demócrata Joe Biden. Sin embargo, en enero de 2025, una publicación en la revista académica The Lancet elevó en un 70% el conteo de muertos que había hecho el organismo palestino entre el 7 de octubre 2023 y el 30 de junio de 2024.
Mientras que el Ministerio de Sanidad cifró en 37.877 los muertos en la Franja durante los primeros nueve meses del asedio israelí, los cautores del estudio estimaron que los fallecidos, en realidad, alcanzaban las 64.260 personas.
Para calcular esta cifra, los científicos estudiaron varios listados de fallecidos, incluidos dos del Ministerio palestino. Tras analizarlos, eliminaron duplicidades, corrigieron errores y aplicaron una metodología propia de la epidemiología llamada "captura-recaptura", ampliamente utilizada para estimar el número de víctimas mortales en conflictos armados, según explicó a El País Zeina Jamaluddine, una de las autoras del estudio.
Si se tiene en cuenta la estimación de 'The Lancet', el total de palestinos asesinados en la Franja podría alcanzar los 82.539
En el caso de que la estimación de muertos de The Lancet fuera exacta, el total de palestinos asesinados en la Franja de Gaza a día de hoy podría alcanzar las 82.539. Incluso más, si se tuvieran en cuenta los muertos por la influencia indirecta del conflicto. Los datos no recogen cuántas de estas personas eran, realmente, combatientes de Hamás.
Asesinados en puntos humanitarios
Son muchas las amenazas a la vida en Gaza. Los palestinos mueren bajo las bombas, por disparos de las fuerzas de ocupación israelís, por fuego cruzado. Pero también de infecciones, de enfermedades comunes no tratadas –algunas de las cuales no deberían ser a priori letales–, por patologías crónicas o por los accidentes provocados por los derrumbes de edificios en ruinas.
A todas estas penurias, el Ejecutivo de Netanyahu le ha sumado las muertes por hambre y sed. El 28 de octubre de 2024, su Gobierno logró el apoyo mayoritario de la Cámara Baja israelí –el Knéset– para impedir el trabajo de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) en la Franja de Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este. La Agencia fue creada por la ONU en 1949 con el objetivo de dar asistencia a los palestinos expulsados de sus territorios durante la creación del estado de Israel el año anterior.
Dado que los desplazados nunca volvieron a sus hogares y que el avance colonial tampoco se detuvo, el mandato de la UNRWA se ha ido prorrogando desde entonces. Hasta que se aprobó su prohibición para operar, la Agencia era el único organismo con capacidad para hacer funcionar los centros educativos y sanitarios que permitían subsistir a miles de palestinos a falta de una estructura estatal que les amparase. El pasado 30 de enero, entró en vigor la ley aprobada por el Knéset y la operabilidad de la UNRWA en los territorios palestinos fue menguando.
Israel dejó en manos de la Fundación Humanitaria de Gaza (FGH), una organización que cuenta con el respaldo de EEUU, la entrega de alimentos a los palestinos. Desde que comenzó a operar el 28 de mayo, han sido asesinadas 410 personas en los puntos de reparto de ayuda humanitaria. Además, otras 93 perecieron al tratar alcanzar los escasos puntos de reparto de comida que todavía controlaban entidades respaldadas por la ONU.
Un estudio del investigador Yaakov Garb de la Universidad Ben-Gurión de Israel, publicado el pasado 3 de junio en el repositorio Harvard Dataverse, dió cuenta de la dificultad de enormes bolsas de población gazatí para alcanzar a los puntos de distribución de ayuda humanitaria. Inicialmente, los resultados de este estudio fueron mal interpretados por usuarios de Internet y medios de comunicación, que difundieron que el estudio cifraba en 377.000 las personas desaparecidas en la Franja de Gaza.
Un artículo de France24 publicado a finales de junio, desmiente esta información. Según el periódico galo, el origen del error se encuentra en un análisis realizado por un internauta en el blog Medium, para el cuál usó uno de los mapas realizados por Garb en su estudio. En él se mostraba la distribución de la población de la Franja de Gaza que el Ejército israelí quería desplazar.
La suma de todas aquellas personas alcanzaba los 1,85 millones de gazatíes. El internauta restó esta cifra a los 2,22 millones de personas que se supone que vivían en el enclave costero antes del 7 de octubre. De esa diferencia surgió la cifra de los 377.000 desaparecidos. Público ha revisado el estudio de Garb y confirma que no hay ninguna información relativa al total de desaparecidos en la Franja.
Lo que sí explica el estudio es que el diseño militar de los puntos de distribución de ayuda humanitaria de la FHG prioriza "el control" sobre "los principios humanitarios". Para empezar su ubicación y arquitectura dificultan el acceso de una parte importante de la población gazatí. Además, los puntos están diseñados con un "embudo fatal" que propicia el pánico entre quienes lo atraviesan en busca de ayuda, lo cual favorece los incidentes que tienen como respuesta la represión violenta de los soldados israelíes.
Además, el periódico israelí Haaretz recogió la pasada semana el testimonio de uno de los soldados apostados en estos puntos de recogida, quien los describio como "campos de exterminio", en los que las FDI tienen la orden de disparar a matar.
En la última semana de junio, el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu ha ordenado el cierre de los puntos de distribución del norte de la Franja alegando que miembros de Hamás estaba incautando la ayuda humanitaria a los palestinos que la conseguían. El primer ministro acompañó su argumentación de un vídeo en redes en el que varios hombres encapuchados trasladaban la ayuda humanitaria en un camión.
Los ocupantes resultaron ser miembros de la Comisión Superior de Asuntos Tribales de Gaza, compuestas por familias influyentes de Gaza y que han negado tener relación alguna con Hamás. Aún así, la entrega de ayuda en el norte se ha detenido y, con ella, la llegada de combustible, alimentos y medicinas.
Bombardear a los heridos
El 17 de octubre, apenas una semana y media después de que comenzara el asedio a la Franja de Gaza, el hospital de Al-Ahli de Gaza fue atacado. La comunidad internacional puso el grito en el cielo. Descubrir quién había atacado el enclave en el que habían muerto 471 personas que se refugiaban en él, se convirtió por unos días en objeto de debate e investigaciones periodísticas. Ni Hamás ni Israel aportaron pruebas que permitieran conocer, de forma concluyente, quién fue el autor del ataque.
El de Al-Ahli fue el primero de los muchos ataques que han sufrido las infraestructuras sanitarias de la Franja de Gaza. Tras este vinieron muchos más. De acuerdo a los datos de OCHA, han sido 609 y 202 los ataques a centros sanitarios registrados en la Franja de Gaza y Cisjordania, respectivamente, desde el inicio del conflicto. En abril de 2025, las fuerzas de ocupación destruyeron por completo lo que quedaba del Hospital de Al-Ahli. Un mes después, desmantelaron el hospital Al Awda, el último operativo en el norte de Gaza.
También se han contabilizado 188 ataques a ambulancias de la Franja por parte de Israel. En Cisjordania la cifra asciende a 561. En el interior de ellas han muerto personas enfermas y heridas, así como el personal sanitario que trataba de salvarles la vida. Con ellos ha desaparecido el material necesario para salvar vidas, como gasas, anestesia o medicamentos.
El desabastecimiento de este tipo de productos se ha visto agravado por el bloqueo de bienes básicos a la Franja iniciado por Israel el 2 de marzo. En aquel momento, todavía estaba vigente el alto al fuego acordado entre Hamás y el Ejecutivo de Netanyahu a principios de enero.
Menos de dos meses después, el 18 de marzo, fue unilateralmente interrumpido por Israel. Las personas enfermas de cáncer, las que padecen patologías respiratorias o cardiovasculares han dejado de recibir tratamiento, lo que podría elevar aún más el total de muertos.
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