Hacía tiempo que no me sentaba a leer a Zweig, quizás el autor más leído y reseñado en este blog. Aun me queda mucha obra del austriaco por leer, pero quiero ir dosificándola. Retomo a Stefan Zweig leyendo Montaigne, un texto en el que se repasa la biografía del francés y sus pensamientos plasmados en Ensayos, pero en el que sobre todo Zweig lo toma como ejemplo de independencia y coherencia. La obra está inconclusa porque el austriaco se suicidó antes de terminarla, pero aun así es interesante también para conocer el proceso escritor del autor.
En Montaigne, Zweig destaca los esfuerzos del autor francés por mantenerse libre a pesar de las tensiones a las que le someten los poderosos de su época, por conservar “la insobornable claridad del espíritu y la ilesa humanidad del corazón en medio de la bestialidad” y cómo con la lectura de sus Ensayos “nos sentimos fortalecidos por su pensamiento”. Se destaca la actualidad de los textos de Montaigne a pesar de los cuatro siglos de diferencia, “mientras todo lo demás, los tratados teológicos y las digresiones filosóficas de su siglo, nos parecen lejanos y obsoletos, él es nuestro contemporáneo (…) y su lucha la más actual de la tierra”. Para Zweig en Montaigne están las mejores palabras, “al leer a Montaigne tengo la impresión de que en sus páginas está mejor pensado y dicho, con más claridad y nitidez, lo que constituye la preocupación más profunda de mi alma en la época en que vivo”. Recordemos que Zweig se exilia en Brasil ante el avance del nazismo en Europa y allí se suicida junto con su mujer abrazados en la cama y con los vasos de veneno en las mesillas. En este escenario europeo que tan brillantemente retrata en El mundo de ayer, Zweig aprende de Montaigne que “solo aquel que se mantiene libre frente a todo y a todos, conserva y aumenta la libertad en la tierra”, una frase que pide piedra.
En el texto hay tiempo para reflexionar sobre la importancia de los libros en ambos autores. En el periodo en que Montaigne se recluye en la torre de su castillo, se rodea de libros, Zweig destaca la siguiente cita que aparece en el tercer ensayo del tercer libro de Montaigne, “sabiendo que los puedo disfrutar cuando quiera, estoy satisfecho con el mero hecho de poseerlos. Nunca viajo sin libros, ya sea en tiempos de paz o en tiempos de guerra. Pero a menudo paso días y meses sin mirarlos. Los leeré poco a poco, me digo, mañana o cuando me plazca… son las mejores provisiones que he encontrado para este viaje de la vida”, ¿quiénes de los que estáis leyendo esta reseña no pensáis lo mismo que Montaigne? Y otro vicio letraherido de Montaigne que seguramente compartamos todos es la de subrayar y anotar en los libros, dice Zweig “la gran ventaja que Montaigne alaba en los libros es que la lectura “agudiza sobre todo mi facultad de pensar, incita a mi juicio a trabajar con la memoria” (…) y así Montaigne se acostumbra a anotar los libros, a subrayarlos, y al terminar cada libro apunta la fecha y la impresión que le ha producido en aquel momento”.
Sobre los Ensayos, Zweig dedica algunas páginas brillantes y seguramente hiperbólicas, pero la verdad es que, aun habiendo leído muy poquitos ensayos de Montaigne, son realmente maravillosos. Zweig explica que Montaigne nunca pensó ordenarlos, “jamás ha intentado ordenarlos, reunirlos, ni siquiera corregirlos o enmendarlos. Pero poco a poco descubre que, sin embargo, tienen algo en común, un centro, una relación, una dirección. Tienen un punto del cual parten o al cual convergen, y siempre el mismo: el yo”, haciendo gala de la máxima de Montaigne que aparece en uno de los ensayos del primer libro, “la cosa más importante del mundo es saber ser uno mismo”, por lo tanto se puede afirmar como lo hace Zweig que Montagine, “jamás ha tratado de convertir sus pensamientos en píldoras que ayuden a los demás. Lo que ha buscado lo ha buscado para sí mismo. Lo que ha encontrado es válido para cualquier otro en la medida exacta que quiera o pueda tomar. Lo que ha sido pensado en libertad nunca puede limitar la libertad del otro”.
Montaigne no es un texto para eruditos. Seguramente sea más provechoso si te has empapado de los tres tomos de los Ensayos, pero no es necesario porque Zweig acerca la figura del francés con maestría y nos ofrece una interpretación de sus pensamientos muy fácil de captar. Yo no he leído más que algunos ensayos inconexos porque los Ensayos han estado en la mesa del salón de casa de mis padres durante muchos años, eran la obra de cabecera de mi padre y la consultaba con cierta frecuencia. Tengo mucho respeto a ese libro que, aunque lo leeré, me lo reservo porque tengo la sensación de que leyéndolo voy a conocer más y mejor a mi padre, ¿os ha pasado con algún libro? A mi me va a pasar con los Ensayos, estoy seguro. No os privéis de leer a Zweig y de disfrutar de él a través de la figura y la obra de Montaigne. No sé si soy muy pesado insistiendo en esto, pero es un lujo que Acantilado tenga tan bien editada toda la obra de Zweig y podamos aprender tanto con sus textos.
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Montaigne
La actualidad de los grandes autores, como Montaigne, es permanente y múltiple. Pero Stefan Zweig, en un momento en que se ciernen sobre él el drama de la guerra y una íntima y trágica desesperanza, fija su atención en un elemento que es fundamental en el autor de Los ensayos: el esfuerzo por mantener a salvo la propia independencia en una sociedad cada vez más brutal y gregaria. El texto de Zweig sobre Montaigne no es un frío estudio destinado a especialistas, sino una obra emocionada y vibrante dirigida al público habitual del autor vienés. Una obra que Zweig ni siquiera llegó a concluir, porque antes se quitó la vida. A pesar de todo, en vista de la fuerza de este hermoso libro, ¿podemos interpretar que la esperanza de Montaigne se hizo presente en algún momento también en Zweig, y que el gran escritor vienés concibió, a pesar
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'El mundo de ayer' es uno de los más conmovedores y atractivos testimonios de nuestro pasado reciente, escrito además con mano maestra por un europeo empapado de civilización y nostalgia por un mundo, el suyo, que se iba desintegrando a pasos agigantados. Escritor extraordinariamente popular y testigo de excepción de los cambios que convulsionaron la Europa del siglo XX entre las dos guerras mundiales, Zweig recuerda, desposeído y en tierra extraña —en unas circunstancias personales de insospechado dramatismo—, los momentos fundamentales de su vida, paralela en mucho a la desmembración de aquella Europa central que se quería más libre y segura, al abrigo de la locura y la tormenta. El resultado es un libro capital, uno de los mejores de Zweig y referencia inexcusable para entender los desvaríos de un siglo devastador.
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