José Daniel Figuera octubre 27, 2025
La filosofía política se ha construido sobre el diálogo entre obras fundamentales que, a lo largo de los siglos, han interrogado la naturaleza del poder, la legitimidad del gobierno y los derechos de los individuos. Estos textos no son solo artefactos históricos, sino que continúan definiendo los contornos de los debates contemporáneos sobre la justicia, la libertad y la organización social. El análisis de diez de estos tratados esenciales revela la evolución del pensamiento político occidental.
“La República” (Platón, circa 380 a.C.).
La obra fundacional de la filosofía política occidental se estructura como un diálogo que busca definir la naturaleza de la justicia. Platón argumenta que la justicia en el alma del individuo es análoga a la justicia en la ciudad-Estado (polis). Propone una sociedad estrictamente estratificada donde los gobernantes-filósofos, auxiliados por los guardianes-soldados, dirijan a la clase productora. Su teoría de las Formas sostiene que el filósofo-rey es quien puede acceder al conocimiento del Bien absoluto, gobernando con una autoridad incuestionable.
La propuesta platónica es profundamente anti-democrática, basada en su experiencia del juicio y muerte de Sócrates. Critica las formas de gobierno existentes, como la timocracia, la oligarquía y la democracia, por priorizar intereses faccionales sobre la verdad y la armonía del todo. El mito de los metales funciona como una “noble mentira” para justificar la rigidez de las clases sociales, asegurando la estabilidad mediante la aceptación de un orden naturalizado.
“El Príncipe” (Nicolás Maquiavelo, 1532).
Este tratado rompió con la tradición de la filosofía política normativa clásica. Maquiavelo, basándose en su experiencia como diplomático y en el estudio de la historia romana, se centró en el funcionamiento real del poder, separándolo de consideraciones morales o religiosas. Su consejo al gobernante nuevo es concentrarse en adquirir y mantener el Estado, analizando fríamente las virtudes y vicios necesarios para esa tarea.
Conceptos como “virtù” (la habilidad y energía del gobernante) y “fortuna” (las circunstancias imprevistas) son centrales. Maquiavelo argumenta que un príncipe debe aparentar tener cualidades como la piedad o la honestidad, pero estar dispuesto a actuar en contra de ellas si la situación lo exige para la salvaguardia del Estado. La famosa recomendación de que “es mejor ser temido que amado” se deriva de un cálculo sobre la naturaleza humana, que considera ingrata y voluble.
“Leviatán” (Thomas Hobbes, 1651).
Escrito en el contexto de la Guerra Civil inglesa, “Leviatán” presenta una justificación filosófica para el absolutismo político. Hobbes parte de una antropología pesimista: en el “estado de naturaleza”, previo a la sociedad civil, los humanos, siendo iguales y movidos por el deseo y la competencia, viven en una “guerra de todos contra todos”. Esta condición es “solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”.
Para escapar de este estado insoportable, los individuos, guiados por la razón y las leyes naturales, acuerdan un pacto irrevocable por el cual transfieren todos sus derechos a un soberano absoluto, el Leviatán. Este soberano, ya sea un monarca o una asamblea, no es parte del pacto, sino su resultado, y su autoridad es indivisible e intransferible. Su poder absoluto es la única garantía para mantener la paz y la seguridad, el bien supremo.
“Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil” (John Locke, 1689).
Locke proporcionó la base teórica para el liberalismo político y el constitucionalismo. Contrario a Hobbes, su “estado de naturaleza” no es una guerra permanente, sino un estado de libertad e igualdad gobernado por la ley natural, que prohíbe dañar la vida, la salud, la libertad o las posesiones de otro. La propiedad privada se legitima cuando el hombre mezcla su trabajo con los recursos naturales.
El principal inconveniente del estado de naturaleza es la falta de un juez imparcial que aplique la ley natural. Por ello, los hombres acuerdan formar una sociedad civil mediante un contrato. Locke postula que el gobierno resultante debe ser de poderes limitados, con una clara separación entre el poder ejecutivo y el legislativo. Introduce el derecho a la revolución: si el gobierno viola los derechos naturales a la vida, libertad y propiedad, el pueblo tiene derecho a disolverlo.
“El contrato social” (Jean-Jacques Rousseau, 1762).
La obra de Rousseau abre con la famosa frase: “El hombre nace libre, y en todas partes se encuentra encadenado”. Su proyecto es encontrar una forma de asociación que defienda y proteja a la persona y los bienes de cada asociado, permitiendo a cada uno obedecer solo a sí mismo. La solución es el contrato social, por el cual cada individuo enajena todos sus derechos a la comunidad como un todo.
De este acto nace la “voluntad general”, que es indivisible, inalienable e infalible. No es la suma de voluntades particulares (la “voluntad de todos”), sino la voluntad que busca el bien común. Para Rousseau, la soberanía reside en el pueblo y se ejresa a través de la legislación, mientras el gobierno es solo un cuerpo ejecutor. La coerción para cumplir con la voluntad general es, paradójicamente, “obligar a ser libre”, pues fuerza al individuo a seguir su propio interés racional.
“Sobre la libertad” (John Stuart Mill, 1859).
Este ensayo es la defensa clásica del principio del daño y la libertad individual en la era moderna. Mill argumenta que el único propósito por el cual el poder puede ser ejercido sobre un miembro de una comunidad civilizada, en contra de su voluntad, es para evitar que dañe a otros. Sobre su propio cuerpo y mente, el individuo es soberano. Este principio delimita la esfera de la acción socialmente punible de la privada.
Mill justifica la libertad de pensamiento, discusión y expresión no como un derecho abstracto, sino por sus consecuencias utilitarias: es la condición para el progreso del conocimiento y la corrección de errores. Defiende también la libertad de gustos y de perseguir planes de vida (“experimentos de vivir”) como esenciales para el desarrollo humano individual y social. Su preocupación central es la “tiranía de la mayoría” sobre la opinión y la conducta individual.
“El manifiesto comunista” (Karl Marx y Friedrich Engels, 1848).
Este texto programático sintetiza la teoría materialista de la historia y los objetivos políticos del movimiento comunista. Postula que la historia de toda sociedad hasta ahora es la historia de la lucha de clases. En la época moderna, esta lucha se simplifica en una confrontación entre la burguesía (clase propietaria de los medios de producción) y el proletariado (clase trabajadora asalariada).
El texto analiza el papel revolucionario de la burguesía, que ha creado fuerzas productivas masivas, pero argumenta que se ha convertido en un impedimento para el desarrollo social. El Manifiesto concluye con un llamado a la acción: los proletarios deben organizarse para derrocar a la burguesía, establecer una dictadura revolucionaria temporal y abolir la propiedad privada de los medios de producción, culminando en una sociedad sin clases.
“La Política” (Aristóteles, circa 350 a.C.).
En contraste con el idealismo de su maestro Platón, Aristóteles adopta un enfoque empírico y comparativo, analizando 158 constituciones de ciudades-Estado griegas y bárbaras. Define al hombre como un “animal político” por naturaleza, que solo puede realizar su fin último (eudaimonía) dentro de la polis. La comunidad política surge naturalmente de la asociación de familias y aldeas.
Aristóteles clasifica las formas de gobierno en puras (monarquía, aristocracia, democracia) y sus desviaciones corruptas (tiranía, oligarquía, demagogia). Considera que la mejor constitución practicable es una “politeia”, una mezcla de oligarquía y democracia que equivale a un gobierno de la clase media. Su análisis se centra en la estabilidad y la búsqueda del bien común, enfatizando la importancia de la educación cívica y la virtud para la preservación del régimen.
“El Capital” (Karl Marx, 1867).
Esta obra de crítica de la economía política analiza el modo de producción capitalista con un detalle sin precedentes. Marx desarrolla conceptos fundamentales como la plusvalía, demostrando cómo el capitalismo se basa en la explotación del trabajo asalariado. El valor de una mercancía, argumenta, está determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producirla.
La acumulación de capital genera, según Marx, contradicciones inherentes que conducen a su eventual colapso. Describe la tendencia a la concentración y centralización del capital, la creación de un ejército industrial de reserva y las crisis de sobreproducción cíclicas. Su análisis no se limita a la economía, sino que revela las relaciones sociales de dominación enmascaradas como relaciones entre cosas, un fenómeno que denomina “fetichismo de la mercancía”.
“Carta sobre la Tolerancia” (John Locke, 1689).
En este ensayo, Locke establece los argumentos fundamentales para la separación entre el Estado y la iglesia. Sostiene que el magistrado civil no debe interferir en asuntos de fe, ya que la verdadera religión depende de la convicción interior, que no puede ser impuesta por la fuerza. La función del Estado se limita a preservar los derechos civiles y la propiedad, no la salvación de las almas.
Locke defiende la tolerancia para todos los cultos, con excepciones notables: los católicos (por su lealtad al Papa, un poder extranjero) y los ateos (porque no se consideraban confiables al no creer en un juramento divino). Su argumentación sentó las bases del pluralismo religioso y el Estado laico, influyendo directamente en el principio de la separación Iglesia-Estado que se desarrollaría en las democracias modernas.
https://bloghemia.com/2025/10/10-clasicos-filosofia-politica.html
La República
El Príncipe
El Príncipe (en el original en italiano: Il Principe) es un tratado de doctrina política escrito por Nicolás Maquiavelo en 1513 mientras se encontraba confinado en San Casciano por la acusación de haber conspirado en contra de los Médici. Fue dedicado a Lorenzo II de Médici, duque de Urbino, en respuesta a dicha acusación, a modo de regalo. Se trata sin duda de su obra con más renombre, aquella por la cual ha nacido el sustantivo "maquiavelismo" y el adjetivo "maquiavélico". A pesar del uso despectivo que se le confiere al término, "maquiavélico" no es otra cosa sino una obra dotada de un gran conocimiento de la psique humana, un enorme sentido común y mucho pragmatismo. Tanto es así, que muchos hombres de negocios y políticos han extrapolado algunas de sus ideas.
Leviatán (edición completa)
En su estado natural, opina Hobbes, los hombres vivían en una condición anárquica, una guerra de todos contra todos por la supervivencia, sin una clara distinción entre la justicia y la injusticia. La vida, en esa situación primigenia, es «solitaria, pobre, desagradable, salvaje y corta», según la célebre formulación de Hobbes.
Pero, ¿qué permite al ser humano escapar de ese estado de desesperación? Un soberano poderoso, el Leviatán, cuyo gobierno sea consentido por la mayoría de los individuos, que le ceden parte de sus derechos y asumen su autoridad. El soberano puede ser un individuo (la fórmula predilecta de Hobbes es la monarquía) o una asamblea de individuos (un Parlamento), pero en cualquier caso el fin de su poder es acabar con la violencia ininterrumpida. La autoridad debe imponer un miedo que aplaque los peores instintos de los hombres y haga que estos teman el castigo debido al mal comportamiento.
La visión del mundo de Hobbes sorprendió a sus contemporáneos, su obra fue quemada en público y acusada de blasfemia. Pero su rechazo a percepciones más optimistas sobre el ser humano y la finalidad del poder dio paso al pensamiento político moderno y, siguiendo la tradición inaugurada por Maquiavelo, nos retó a ver las cosas tal como son, no como nos gustaría que fueran.
Política
Aristóteles define al ser humano como «animal Político» porque sólo puede satisfacer sus necesidades y aspiraciones en el seno de una comunidad política, y puesto que es indeseable una vida humana al margen de la de sus semejantes, la realización del individuo debe llevar aparejado el bien de los demás miembros de su comunidad, que como en Platón es la pólis, organización completa y autosuficiente. Se da así una estrecha vinculación entre naturaleza humana, bien humano y comunidad política, que se consolidan, refuerzan y mejoran mutuamente: el individuo desea participar en el funcionamiento de su organización política, y ésta no sólo favorece su bienestar material y protección, sino que le permite ejercitar su dimensión moral mediante la participación en los asuntos comunes.
No cumplen este objetivo las organizaciones oligárquicas (que cifran el bien y la felicidad en la riqueza material) ni las democráticas (que obedecen a una concepción insuficiente acerca de la libertad humana, reducida a evitar la esclavitud). El fin adecuado de la pólis es el bien común, basado en una correcta comprensión de la naturaleza de la felicidad humana.
A partir de todas estas consideraciones, Aristóteles traza las características del Estado ideal, desde las condiciones geográficas y económicas hasta los criterios para la restricción de la ciudadanía (a la que no acceden ni los esclavos ni las mujeres). Entre los ciudadanos debe haber una paridad de riqueza y una semejante intervención en la administración del poder. Las instituciones públicas proporcionan los mejores fundamentos políticos, sociales, económicos y educativos para el ejercicio de las virtudes morales y de la vida intelectual o contemplativa, que el autor ya había calificado como la mejor de las posibles para el ser humano.
egundo Tratado sobre el Gobierno Civil
El contrato social (trad. M. J. Villaverde)
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Sobre la libertad
Sobre la libertad es una vibrante defensa de la libertad de pensamiento y expresión, una apasionada apología de la tolerancia y el respeto debido a las creencias o minorías disidentes, una audaz reivindicación de la espontaneidad y singularidad humana frente a la opresión ejercida por las autoridades, la costumbre o la opinión. El presente ensayo de John Stuart Mill (1806-1873) pertenece a la breve galería de obras de combate político que, aun décadas o siglos después de ser escritas, siguen determinando los comportamientos de los hombres. John Stuart Mill marcó de forma decisiva el pensamiento democrático liberal. Sobre la libertad fue básicamente concebido como una protesta contra el moralismo coercitivo que imperaba en la Inglaterra victoriana. Mill trató de defender una concepción de la vida política caracterizada por la libertad individual, un gobierno más responsable y una administración eficiente, libre de prácticas corruptas. En las nuevas tendencias democráticas propias de la sociedad del siglo XIX Mill veía numerosos peligros. Temía, como Tocqueville, la tiranía de las mayorías. Su temor se dirigía no tanto al uso coercitivo del aparato estatal, sino más bien a la coerción de la opinión pública que, dominada por el perjuicio y la costumbre, podía ser claramente intolerante con las actitudes o comportamientos de carácter disidente, excéntrico o simplemente diferente.
El Manifiesto Comunista (ilustrado)
No estamos ante un panfleto sino ante un clásico del pensamiento occidental que ha llegado a ser el libro más difundido tras la Biblia y cuyos planteamientos deben ser conocidos, pues han encarnado los sueños de millones de personas y son parte fundamental de la historia del movimiento obrero.
Es además un texto de gran valor literario y, con el impresionante trabajo gráfico de Fernando Vicente, el mejor acceso a la obra filosófica y política de Karl Marx.
3 comentarios para “El Manifiesto Comunista (ilustrado)”
El Capital (P. Scaron) Libro segundo, Vol. 5
Tomo I (libro primero): El proceso de producción del capital. Vol. 1: Sección primera, Mercancía y dinero; sección segunda, La transformación de dinero en capital; sección tercera. La producción del plusvalor absoluto.
Vol. 2: Sección cuarta, Lo producción del plusvalor relativo; sección quinta, La producción del plusvalor absoluto y relativo; sección sexta, El salario.
Vol. 3: Sección séptima, El proceso de acumulación del capital. Este volumen contiene además un apéndice con la redacción del capítulo I («La mercancía») tal como figuró en la primera edición y con el trabajo. «La forma de valor», redactado por Marx para dicha edición e incorporado al final del libro como texto complementario y aclaratorio del análisis de la mercancía y el dinero. Se agregan asimismo más de trescientas notas del editor (referencias bibliográficas, texto original de citas, breves explicaciones, etc.), índice analítico, de nombres y de obras citadas.
Tomo II (libro segundo): El proceso de circulación del capital. Vol. 4: Sección primera, Las metamorfosis del capital y el ciclo de las mismas; sección segunda, La rotación del capital.
Vol. 5: Sección tercera, Lo reproducción y circulación del capital social global. Se agregan en este volumen notas del editor, índice analítico, de nombres y de obras citadas.
Tomo III (libro tercera): El proceso global de la producción capitalista.
Vol. 6: Sección primera. La transformación del plusvalor en ganancia y de la tasa de plusvalor en tasa de ganancia; sección segunda. La trasformación de la ganancia en ganancia media; sección tercera, Ley de la baja tendencia de la tasa de ganancia; sección cuarta, Trasformación de capital mercantil y capital dinerada en capital dedicado al tráfico de mercancías y capital dedicado al tráfico de dinero (capital comercial).
Vol. 7: Quinta sección (primera parte): Escisión de la ganancia en interés y ganancia del propietario. El capital que devenga interés; (segunda parte) Escisión de la ganancia en interés y ganancia del propietario. El capital que devenga interés (continuación).
Vol. 8: Sexta sección: Transformación de plusganancia en renta de la tierra; séptima sección: Los réditos y sus fuentes. Se agregan en este volumen notas del traductor, índice analítico, de nombres y de obras citadas.
La obra ha sido traducida directamente del alemán. En el caso del primer tomo, se tomó como base la segunda edición (1872-1873), o sea la última edición alemana publicada en vida de Marx; para las variantes de la tercera y cuarta edición —que se registran en su totalidad— se utilizaron la edición Kautsky, la Dietz, la del tomo XXIII de las Marx-Engels Werke y una nueva edición publicada recientemente por Ullstein Verlag; para las variantes de la edición francesa de 1872-1875 no recogidas por Engels (en nuestra edición sólo se consignan las más importantes), nos apoyamos en reediciones modernas de Gallimard, Éditions Sociales y Garnier-Flammarion. En el caso del segundo tomo se utilizaron la edición original de 1885, la de Kautsky, la de Dietz, el tomo XXIV de lasMarx-Engels Werke, la edición Ullstein y para parte de las variantes, la de Gallimard; para el tercer tomo, la de Kautsky, la de Dietz, el tomo XXV de las Marx-Engels Werke y la edición Ullstein.
Se comparó nuestra versión con las ediciones francesas (Éditions Sociales, Gallimard, Garnier-Flammarion), italiana (Editori Riuniti) e inglesa (Foreign Languages Publishing House — Progress Publishers — Lawrence & Wishart). En cuanto a las versiones y retraducciones en español (Editora «La Vanguardia», Aguilar, FCE, EDAF, Cartago) todas fueron revisadas críticamente.
Esta nueva versión es la más completa de las ediciones de El capital publicadas en cualquier idioma y la primera aproximación a una edición crítica de la obra en castellano. Además de las variantes de las distintas ediciones del primer tomo, en el segundo y en el tercero se recogen numerosos fragmentos de los manuscritos originarios de Marx, fragmentos que Engels dejó a un lado en la redacción final de esos tomos pero que tienen importancia para una comprensión más afinada del texto de Marx.
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Se comparó nuestra versión con las ediciones francesas (Éditions Sociales, Gallimard, Garnier-Flammarion), italiana (Editori Riuniti) e inglesa (Foreign Languages Publishing House – Progress Publishers – Lawrence & Wishart). En cuanto a las versiones y retraducciones en español (Editora «La Vanguardia», Aguilar, FCE, EDAF, Cartago) todas fueron revisadas críticamente.
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El Capital (P. Scaron) Libro primero, Vol. 3
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Ensayo y Carta sobre la tolerancia
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