Entrevista a Irene Cordón, doctora en Arqueología e Historia Antigua
"Los faraones, Trump y Musk son hombres con un ego desbocado"
Hablamos con la doctora en Arqueología e Historia Antigua y experta en el antiguo Egipto, que publica 'Faraons de Silicon de Valley' (Ara Llibres), un ensayo sobre la naturaleza del poder.
Marc Font Barcelona-16/10/2025 Irene Cordón, autora de 'Faraons de Silicon Valley'.M. Font
¿Qué tienen en común los faraones egipcios con los gobernantes autócratas actuales y con los multimillonarios empresarios tecnológicos, como Elon Musk o Mark Zuckerberg, que podemos considerar los principales exponentes de la tecnocasta? La respuesta la encontraréis en Faraons de Silicon Valley (Ara Llibres), el ensayo sobre la naturaleza del poder que acaba de publicar Irene Cordón.
Doctora en Arqueología e Historia Antigua, máster en Egiptología y licenciada en Derecho, Cordón desmitifica a los antiguos faraones, después de estudiarlos durante 25 años, y muestra la enorme acumulación de poder que tenían. Asimismo, también expone cómo controlaban el relato, de manera que tenían claro que "la verdad no importa, no es lo que es, la verdad es lo que la gente cree que es". Una idea que sigue plenamente vigente 3.000 años después.
En el prólogo del libro escribe sobre los faraones que "no eran dioses, no eran héroes, ni especiales, ni mejores, eran hombres con un ego desbocado. Eran, simplemente, humanos con poder. Y el poder —entonces como ahora— siempre tiene un precio". ¿Qué eran exactamente?
Hombres con un ego desbocado. No creo en una verdad absoluta, pero en términos generales te diría que el faraón era el monarca que gobernó el Egipto faraónico durante 3.000 años. No era solo un simple gobernante o un monarca, sino que era un intermediario entre un mundo divino y un mundo humano, porque el pueblo egipcio siempre creyó que el faraón era un dios en la tierra. Esa es la premisa y es la clave. En el momento en que no solo el pueblo, sino incluso el propio faraón se cree que es un dios en la tierra, ya está, puede hacer lo que quiera.
Como en todas las monarquías, puede haber monarcas muy poderosos y buenos, pero al ser hereditario, de vez en cuando puede aparecer alguien que no tenga esas dotes de liderazgo necesarias para poder gobernar el país. Gobernar, gobernar, sabemos que en verdad el faraón no gobernaba. Lo que era necesario es que existieran, son un símbolo. Tienen que sentarse en el trono, y después no te preocupes, porque seguro que tenían un equipo de gobierno, rodeados de una burocracia masculina que les ayudaba a gobernar.
En el momento en que el propio faraón se cree que es un dios en la tierra, puede hacer lo que quiera
Si entendemos eso, podemos comprender por qué hay faraones que subieron al trono con cuatro años. Está claro que una criatura de cuatro años no puede gobernar un país, pero su función es ser ese símbolo. Es un arquetipo, es la idea de que tenemos un faraón, y que es como un muñeco de guiñol, da igual quién lo ocupe. Da igual que sea una criatura pequeña, una persona muy anciana, una persona gorda o delgada e, incluso puntualmente, alguna mujer, porque lo que importa es el símbolo, esa institución que debe mantenerse intacta, y perdurar ese relato para que la gente obedezca las órdenes que vienen desde la corte.
Hace muchos años que estudia el antiguo Egipto, ¿por qué era necesario desmitificar a los faraones?
Al final el libro es una opinión personal y lo que quería era invitar a que fuera una reflexión moral, filosófica, sociopolítica... Doy mi opinión, pero no vengo de la nada, mi discurso se apoya en 25 años de profesión. Yo empecé fascinada por los faraones. Me encanta la historia antigua, pero de repente entras a estudiar la historia faraónica y dices "hostia, pero ¿quiénes son estos?". Había estudiado a los emperadores, a los pueblos griegos, Mesopotamia... pero cuando llego a Egipto digo que aquello es bestial, porque es muy diferente de nuestra cultura, y quedo bastante fascinada.
Pero a medida que los vas conociendo más, ya digo que a mí no me engañan, porque no dejan de ser hombres de carne y hueso como nosotros, con un ego desbocado. Imparto muchas conferencias y clases, y me doy cuenta de que las preguntas que me formula el público en general siempre son las mismas y van dirigidas hacia esa admiración desmesurada hacia los faraones, como si todavía fueran dioses. Entonces dije basta, hay que romper de una vez por todas con eso, porque vamos en la línea incorrecta.
Hay que desmontar el relato sobre los faraones que ha hecho Hollywood
Hay que desmontar el relato que ha hecho Hollywood, e incluso el que ellos mismos construyeron. Porque nosotros estamos aquí para hacer historia. Y la historia, que es necesaria estudiarla para comprender el presente y el futuro, a mí me dice que esos tíos no eran dioses. Y, por tanto, puedo admirarlos, pero no idolatrarlos. Son dos cosas totalmente diferentes. La admiración implica reconocer las capacidades que tiene una persona, incluso en el liderazgo. Idolatrar significa que no cuestionas a esa persona. Yo los cuestiono, puedo admirar a una persona y criticarla. Y eso es lo que quiero hacer, incluso con esos grandes Ramsés o Keops.
Aunque fueran un símbolo, no dejaban de ser una figura que concentraba todo el poder: legislativo, ejecutivo, judicial, religioso y militar. Esto es muy peligroso.
Ese es el auténtico miedo. Nos llega esa imagen de Hollywood que nos muestra al faraón como un salvador. Estas figuras tan potentes, llámales faraones de entonces o de ahora, siempre se nos presentan como los héroes de la película, como gente innovadora, como por ejemplo Elon Musk, como si fuera un salvador. Pero cuando lo analizas tienes que recordar que lo más peligroso del mundo es que una persona concentre todo el poder ejecutivo, legislativo, judicial, religioso y militar. Es necesario un contrapoder, y por algo hoy en día tenemos la división de poderes. Lo más peligroso del mundo es eso, pero, en cambio, y no solo para el antiguo Egipto, la gente siempre quiere recordar o pensar que esas figuras históricas, Alejandro Magno, los faraones, eran los buenos que querían salvar al pueblo. Si no les importaba una mierda el pueblo, les daba absolutamente igual. Lo que tenemos que hacer es esto: cada vez que veas a una persona que tiene tanto poder, recuerda que no hace tanto aquí también tuvimos una dictadura, y que todavía estamos pagando las consecuencias.
Estamos en un momento en el que, lamentablemente, ganan peso los discursos que defienden la necesidad de un líder autoritario.
La historia se repite, ese es el problema. Algo estamos haciendo muy mal, porque no tomamos cartas en el asunto. De hecho, en la parte final del libro, digo que somos nosotros los responsables de esto, no los estoy culpando a ellos a título individual. Son personajes singulares. Al propio Trump, que tanto criticamos, lo han votado más de 70 millones de personas, algo pasa. Es capaz de vender un relato que más de 70 millones de personas se están creyendo. A mí no me engañará, pero es peligrosísimo. Y está subiendo. Las derechas están subiendo, y es muy peligroso. Por tanto, ¿qué hemos hecho mal? Es que no aprendemos, solo tienes que retroceder esos 3.000, 4.000 o 5.000 años y te das cuenta de que la historia se repite. Pero se repite para mal. [El arqueólogo] Eudald Carbonell lo dice. Yo no sé la solución, pero lo único que sé es que la sociedad tenemos mucho más poder del que imaginamos.
La historia se repite y se repite para mal
Decía que es importante conocer la historia también para comprender el presente y el futuro. ¿Tiene la sensación de que, aunque sea parcialmente, esto que está ocurriendo se debe al desconocimiento de la historia?
De verdad que es clave. Realmente no sé qué está pasando, pero es verdad que está resurgiendo todo esto, esa necesidad de un líder, quizás es propia del ser humano, que necesitamos reflejarnos en personas. Y lo que digo siempre es "cuidado, seamos críticos". No pierdas nunca el espíritu crítico con nada ni con nadie. Y cuidado con esas figuras singulares, porque dan mucho miedo. Hitler también salió de las urnas, en un momento determinado de la historia. Son peligrosos porque son capaces de hacerte creer en algo y mover masas.
Yo he creído en otro discurso, el del 1 de octubre. Me lo creí, salí a la calle, pero nos han fallado. Y ahora lo miro en perspectiva y digo "fuimos imbéciles". Me siento así. Quizás también hemos fallado nosotros al creer que los líderes podían sacarnos de esto. Hace falta algo más. Por tanto, tenemos que ponernos mucho más duros y ser mucho más críticos.
Volviendo a los faraones, ¿existía algún contrapoder a su figura?
Los contrapoderes son necesarios. En el antiguo Egipto los había, por suerte, y era el sacerdocio. También fomentado por el cine y la novela histórica, siempre se nos presenta como una institución muy gris, muy codiciosa, que solo quiere el poder. Y no es cierto. Yo doy gracias de que en el antiguo Egipto existiera el sacerdocio. Y, por cierto, el clero estaba formado por hombres y mujeres, ahí nos llevan ventaja. Ese contrapoder fue muy necesario y realmente funcionó muy bien, porque con una concentración de poder tan absoluta en una sola persona estoy convencidísima de que hubo abusos, y tenemos algún ejemplo, como Akenatón.
Entonces, era necesario un sacerdocio que, de vez en cuando, lo frenara. Eso no quiere decir que ellos no fueran también codiciosos, que quisieran sus tierras, sus donaciones, su poder... Pero no debemos verlo como algo malo, "es que quieren todo el poder", porque el poder lo tiene uno solo.
Ese sacerdocio, que quiero pensar que estaba formado por hombres y mujeres inteligentes, o al menos instruidos, porque la cultura se encontraba siempre en los templos, veían quién tenían de líder, veían a un muchacho que quizás sería débil de personalidad, y debían ayudarle incluso a gobernar. Entonces, creo que es muy bueno que existiera ese contrapoder. Por tanto, ese sacerdocio, lo miro de otra manera y digo: menos mal que exististeis. Porque, de entrada, me habéis dado 3.000 años de historia y sin ellos probablemente se habría acabado antes.
La estructura del poder que rodeaba al faraón estaba copada absolutamente por hombres. Era una sociedad patriarcal al 100 %, pero aun así creo que hay documentadas cinco mujeres faraón. ¿Cómo lo consiguieron?
Más que el "pero", es "y aun así", porque corrobora que era patriarcal. En 3.000 años de historia, solo cinco mujeres son la excepción. Son casos excepcionales que llegan y, cuando los estudias uno por uno, te das cuenta de que hay un vacío de poder en ese momento, que debe ser ocupado por algún personaje. En ese momento aparece una mujer fuerte, porque evidentemente tenían que ser terriblemente inteligentes y con una personalidad muy fuerte para sobresalir en un mundo de hombres, y que es apoyada por un grupo de hombres que la aceptan y la ayudan a poder gobernar.
Pero es lo que comentábamos: como da igual que el faraón de Egipto sea un niño o una persona anciana, no importa que puntualmente llegara alguna mujer, porque lo único que tienes que hacer es continuar con el rol masculino y ser el símbolo. Ellas fueron lo bastante inteligentes para hacerlo. O sea, tienen un ego brutal, como todos los demás, ¿eh? Yo, como mujer, las critico, porque digo que era el momento de poder cambiar las cosas. Pero no te importó, lo único que querías era ser ese símbolo, jugar a ser faraón, pero no cambió absolutamente nada.
Las mujeres que llegaron a ser faraón jugaron un rol masculino, no cambiaron nada
Tenías en tus manos todo el poder para aprobar un decreto y que, de repente, a las mujeres les permitieran ser visires, artistas, pintoras, escultoras... todo eso estaba vetado a la mujer. Y no lo hicieron. Por tanto, siguen jugando un rol masculino. Por eso, cuando alguien me dice que la mujer podía ser faraón, digo que no, que era el hombre quien lo era, pero puntualmente alguna llegó y a ellos les vino de perlas, porque así podían decir que sí tenían mujeres. Pero digo: perdona, no hay paridad, por tanto, no me vengas con tonterías.
También muestra cómo el antiguo pueblo egipcio era absolutamente xenófobo, obsesionado con su identidad y con la exclusión de todo lo que no encajaba dentro de sus cánones. Esta es una narrativa muy vigente.
Más que decir que era un pueblo xenófobo, diremos que hay gente que lo era. Pero yo creo que el ser humano lo es. Fíjate que discriminamos por el color de la piel, discriminamos por el género, ¿cómo no vamos a discriminar también por el tema de la territorialidad? Eso es peligrosísimo. En esas ansias de poder tienes que crear un enemigo, y ese enemigo siempre es el otro, debe ser diferente.
Tenemos documentado un faraón que la gente no conoce, que se llama Seqenenre-Taa II, que evidentemente hizo algo que, por desgracia, nos suena muy actual. Tenemos un momento en que en Egipto podríamos decir que hay una guerra civil, que es el norte contra el sur. El sur sí o sí quiere apoderarse de todo el poder. Los del sur, con Seqenenre-Taa II, que por decirlo así tiene ocho apellidos egipcios, utilizarán un arma muy peligrosa. Y es crear un discurso nacionalista como nunca se había hecho y decir que, evidentemente, los egipcios deben estar orgullosos de ser lo que son, que incluso son superiores a los demás. Y que los hicsos, que son los que controlan el norte, en cambio, vienen de fuera, aunque llevan un montón de años asentados allí, más de 400 años, y están totalmente egiptizados. Hablaban el egipcio antiguo, adoraban a las divinidades egipcias, escribían en jeroglíficos... Y, seguramente, de color de piel eran diferentes. Sabemos que Seqenenre-Taa II era negro, mientras que esa gente venía del Próximo Oriente y, por tanto, eran más caucásicos, no tan oscuros de piel.
Seqenenre-Taa II es capaz de crear un discurso diciendo "no aceptamos la alteridad, son gente peligrosa y nos están quitando los puestos de trabajo, hay que hacer algo; evidentemente utilizaremos las armas y hay que expulsarlos", y lo consiguen. ¿Y qué está pasando actualmente en Estados Unidos? A los latinos los ves a una hora de distancia que lo son, aunque tengan un inglés impecable y perfecto y hayan nacido allí, pero los señalan, tienen una etiqueta encima.
Esa narrativa del miedo, que 3.000 o 4.000 años después del antiguo Egipto no hemos extirpado.
Y Seqenenre-Taa II olvida o no quiere decir todas las cosas buenas que los hicsos trajeron cuando llegaron aquí, porque evidentemente viva la alteridad, porque eso hace que crezcas tú como persona, como estructura, como pueblo, como todo, y sumas, lo único que haces es sumar. No dice todo lo que trajeron los hicsos, que fue el caballo, el carro de combate, el arco compuesto, o sea, unas armas que después Egipto utilizará para combatir contra los enemigos, y todos olvidan que eso lo trajeron los hicsos. O incluso el traje plisado, una moda nueva, que les encantó.
Trump hace como el faraón Seqenenre-Taa II: utiliza un discurso de odio para crear un enemigo
Olvida todas esas cosas que trajeron, simplemente crea ese discurso de odio. Lo digo en el libro: tú puedes decir algo que no te guste, es lícito, socialmente será aceptable o no, pero no puedes cruzar las líneas, porque una cosa es opinar y otra es crear un discurso de odio; eso es lo peligroso. Cuando escucho a Trump decir que comen perros por la calle, que nos están quitando los puestos de trabajo, la construcción del muro, dices: hostia, es que no ha cambiado nada, está creando al enemigo, y se lo creen.
Además de esa narrativa del miedo, traza otras similitudes entre Trump y los antiguos faraones y lo conectas con Ramsés II, que gobernó casi 70 años. ¿Qué otros rasgos en común tiene con los faraones?
A Trump lo relacionaría mucho con Seqenenre-Taa II, con ese discurso de crear un enemigo, que él sobre todo se ha centrado en los latinoamericanos. Ramsés II es un pieza, y como gobernó tantos años, creo que podrías compararlo con cualquiera, pero con un Putin está cantado. Porque hay unas guerras y ninguno de los dos puede volver diciendo "soy el vencedor absoluto". Pero siempre tendrán que decir que han ganado algo. Y Trump salió hace unos días, con el libro ya publicado, diciendo que ha ganado tres guerras. ¿De qué guerra me estás hablando? Claro, a mí no me la colará y a ti tampoco, pero a los 70 millones [que lo han votado], sí. Pues esto es lo mismo.
¿La importancia del relato, no?
Es que es la clave de todo. Los egipcios lo sabían muy bien y por eso duraron 3.000 años. A mí me obsesionaba: ¿qué demonios habéis hecho para haber durado tanto tiempo? Entonces, cuando empiezas a mirar, dices: sois los grandes constructores de relatos, porque la verdad no importa, no es lo que es, la verdad es lo que la gente cree que es. Si tú eres capaz de dominar ese relato, ya está.
Quizás me dirás que en el antiguo Egipto el 90 % eran campesinos y campesinas, el 99 % no sabía leer ni escribir, pero si hoy en día utilizan el mismo vocabulario que tú y yo no entendemos... Yo sé leer y escribir, pero no sé interpretar esos números que nos vende la tecnocasta, entonces tengo que fiarme de alguien y tengo que creerle, cuando no quiero creerle porque me está diciendo "mira, o invertimos en esto, militar o lo que sea, o nos vamos todos a la mierda". Y no puedo cuestionarlo porque no domino su vocabulario.
Los antiguos egipcios son los grandes constructores de relatos, porque la verdad no importa
Sé leer y escribir, pero no sé leer todo el vocabulario tecnológico. Entonces ahí tengo un problema, porque nos están haciendo exactamente lo mismo: dominar el relato, el discurso. Con los que salen de las urnas lo tenemos muy fácil, porque lo que tenemos que hacer es ser críticos y saber a quién votamos. El problema es la tecnocasta, que no se vota. A Trump lo han votado, ha salido de las urnas, pero un Musk, que no ha salido de las urnas, es capaz de hacer una afirmación que pueda alterar las bolsas de todo el mundo, a nivel planetario. O, ¿cuántos trabajadores dependen de él? Y le da igual esta gente.
También tenemos las campañas de desinformación electoral que ha hecho Meta, de Mark Zuckerberg.
¡Todo! Y tampoco ha salido de las urnas. Terror con Zuckerberg, con Musk, con todos estos, esa tecnocasta que está utilizando ese vocabulario que no entiendo, porque soy analfabeta.
Otro faraón al que dedica bastante espacio en el libro es Akenatón, al que define como "un fanático con poder absoluto" y que fue quien impuso la primera forma de monoteísmo documentada en la historia de la humanidad. Detrás había la voluntad de controlarlo todo y establecer una verdad única, y aquí es donde conecta con las religiones monoteístas actuales.
Los sistemas monoteístas me dan terror. Primero, porque son excluyentes, muy poco tolerantes, son capaces de regularte la vida: siendo hombre tienes que ser un buen padre de familia, siendo mujer, virgen... Hablan en nombre de un Dios que yo no he visto. Yo soy atea, pero si me obligaras a hacerme de una religión, me cogería una politeísta, porque no soporto la intolerancia. ¡Viva la alteridad de nuevo! Y, por tanto, ¿quién soy yo para decirte que no creas en el dios del Nilo, si se ha creído en él durante tantos años? Es decir, si Ramsés II despertara ahora y yo le dijera que ya no existen los faraones y tampoco existen los dioses egipcios, le daría un ataque y me diría que eso es imposible, no se lo creería. Vuelvo al relato: se han inventado una serie de divinidades, pero aún peor, solo hay una y que excluye a todas las demás. Y estás con él o no estás con él. Si no estás con él, quedas excluido. Eso es terrible.
En el caso de Akenatón, a partir de mi experiencia personal en las clases y conferencias, me he dado cuenta de que la gente está fascinada con él. Es el gran incomprendido, un hombre adelantado a su tiempo. De entrada, la gente piensa que una forma monoteísta es superior a una politeísta, pero es absurdo. Es simplemente creer en un único Dios y ser un intolerante, porque lo es. Lo bueno del sistema politeísta es que creen en muchos dioses y si de repente tú les dices: "es que yo creo en uno que se llama Zeus", pues te dicen que cuando vayan a Grecia le rezarán, lo incorporan.
Akenatón es un dictador disfrazado de profeta
A Akenatón lo veo como un tipo que está un poco loco, peligrosísimo porque tiene concentrados en sus manos todos los poderes, supo que los tenía y lo aprovecha para hacer un cambio, un cambio que evidentemente no siguieron, porque no puedes cambiar la fe de un pueblo así como así, de un día para otro, simplemente por un decreto. Es un dictador disfrazado de profeta. Viene como un libertador. De nuevo aparece la figura que tiene la verdad absoluta, evidentemente nos dice que él es el hijo de Dios, un Dios con el que solo él habla y que le dice cómo deben ser las cosas.
Explica que una vez muere Akenatón se borra su rastro, pero no sé si cree que queda una huella más profunda, que en parte es la base de la aparición posterior de las religiones monoteístas en diversos puntos del mundo.
Creo que el monoteísmo existía antes de Akenatón. Incluso cuando estudias muy bien a los faraones puedes ir rastreando y ves que su padre y su abuelo ya eran monoteístas. Lo que pasa es que él fue muy valiente, en el sentido de decir: "ahora que soy faraón, puedo imponer cosas". Creo que la creencia en una única divinidad ha estado latente y en el pensamiento de los faraones desde hacía mucho tiempo y que en otras culturas no hace falta haber bebido directamente de ellos. Es decir, no es la idea de una sola persona ni una teoría difusionista, sino que eso se ha dado en todo el planeta, que sin contactos [con otras culturas] de repente creen en una única divinidad. Sí que es cierto que en un origen son animistas, después viene el teísmo, que quiere decir que los dioses están por encima.
Pero el tema de las religiones es muy peligroso, porque es toda una concentración de poder en manos de un grupo, de un colectivo, que han puesto esas normas, y no se cambian porque nunca se han cambiado. Eso lo encuentro horroroso. Como mujer, ¿por qué no puedo entrar en un cónclave cuando muere un papa? Somos la mitad de la población, como mujer, ¿cómo he de aceptar a una institución que a mí no me quiere? "Es que se ha hecho así durante 2.000 años", pues no me vale, es que las mujeres no podían votar y de un día para otro se decidió que sí. Los cambios se hacen así. Es que no quieres que entremos, a mí no me engañas, no quieres que te quite ese poder.
Lo que hace Akenatón es lo mismo que hacen gran parte de los faraones, pero también Trump o Putin y, de otra manera, Musk, Zuckerberg y compañía, que es intentar controlarlo todo, también el pensamiento.
Los mecanismos de control social y de la información son los mismos. Y quien no piense como yo, lo convertiré en un enemigo y ya haré que todo el mundo vaya contra ellos. También buscan ser idolatrados, la inmortalidad, de alguna manera, ya sea con una marca o con sus personas. Son ese ego desbocado.
Como los faraones, Trump, Putin, Musk o Zuckerberg buscan ser idolatrados y la inmortalidad
¿Podemos decir que Musk, Zuckerberg o Trump son hombres con un ego desbocado como lo eran los faraones?
Lo pienso así, y que conocen muy bien las dinámicas del poder, y por eso están arriba del todo.
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