
Esa tarde,la ultima, visitamos el Palacio Belveder en Viena. Sentados debajo de una de las estatuas de la entrada comenzamos a besarnos. Fueron muchos los besos,tantos. El tiempo se suspendió; recomenzó andar cuando la caída del sol desentumedecio nuestros labios. Caminamos hacia el regreso que también era la despedida. Esos pasos hacia la ciudad de Viena recordé, años después, que fueron como los que se dan cuándo se lleva un ataúd a cuestas. Me había prestado un dinero; me acompañaba a la estación de trenes que me llevaría a Génova donde me esperaba el barco para regresar a Venezuela.
Del 26 de julio al 4 de agosto de 1959, ondearon en Viena las banderas de la paz y la amistad, la fiesta de la juventud del mundo reunía esta vez a 18 mil jóvenes procedentes de 112 países.
Camine con Thalia
Bellos sitios que me eran extraños. Días con ella envolvieron mi vida por muchos años. Décadas después no recuerdo su rostro, pero, puedo reencontrar el sentir de esos días al parpadear. Ella era ella; yo era yo. No tuvimos tiempo de convertirnos en el uno para el otro.
Un torbellino de impresiones los siete días de agosto. Los ojos de un niño cayeron como lagrimas en esas azulísimas aguas del Danubio.
El ballet de Roland Petit, la Opera de Pekin, la conversación con el actor Checoslovaco en una mesita del Prater de Viena; soñaba volar sin tener alas. El polaco borracho que intento suicidarse en un pequeño estanque de 10 centímetros de agua, los guardias de su delegación lo cargaron; antes de introducirlo en su carpa nos lanzo una mirada cargada de conmiseración, los besos a la muchacha de Alemania oriental en un Palacio vienes ; amanecimos caminando abrazados a ella y a su amiga. La busque al día siguiente sin encontrarla. En un bolsillo quedo su dirección en Alemania.
( 28 Julio- 5 Agosto 1959)
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