En ese entonces creía que "la fe mueve montañas"; no importaba si fuese la de un revolucionario o de un creyente. La estética de Dreyer ,su mundo, no lo sentía en contradicción de la manera que interpretaba mi fe comunista. Sinceramente creí lo que 45 años después el hijo de mi ex cuñado me lo recordó en el Facebook diciéndome que "le gustaría conocer al entonces estudiante venezolano que le decía a su padre :"me dejan cinco minutos a solas con el Papa y lo convenzo al comunismo". En ese entonces no creía que era engreído y fanático; asumía ambas cosas con naturalidad.
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